lunes, 13 de enero de 2020

Don Jorge Juan de Santacilia, navegante ilustrado.

Anteriormente comenté las gestas y las historias de algunos navegantes, conquistadores y expedicionarios que hicieron grandes el imperio español. De los principales son muchas las academias militares de distintos países y las publicaciones históricas libres y serias, las que hicieron eco de sus gestas.
En diversas ocasiones que querido resaltar en que por mucho que los envidiosos trataran de tildar a nuestros exploradores y aventureros de analfabetos bárbaros, lo cierto es que en el imperio español pareció abundar más bien otro tipo de navegantes que aumentaron los conocimientos geográficos del mundo y ampliaron los conocimientos científicos que se tenía en su tiempo; muchos de ellos quedaron tristemente en el anonimato por no tener un gobierno que fomentara esos hallazgo y esos descubrimientos (si bien también contribuyó que la nación fuera un hervidero de todo tipo de espías para otros países que ambicionaban su gloria a costa del Imperio español).
Pues bien, este año 2020 vamos a continuar retirando el polvo de la orla de nuestros grandes hombres.

Siguiendo con lo dicho un párrafo antes, hasta tal punto llegaron esas injusticias que descubrimientos y observaciones de determinadas especies que llevaron a grandes teorías científicas se lo apropiaron otros extranjeros, a pesar que muchos años antes esos descubrimientos ya los había realizado un navegante ilustrado español. Ese puede ser el caso de gran parte de los descubrimientos de Charles Darwin, que navegando en  el Beagle –la primera salió el 27 de diciembre de 1831 y duró 5 años- realizó una serie de observaciones que le llevó a la publicación de la teoría de “la selección natural” justificándola en su obra de 1859 “El origen de las especies”. Lo curioso fue que una gran parte de sus descubrimientos y observaciones las efectuó en gran parte en una isla remota con fauna propia que, mira tú por dónde había clavado sus coordenadas en el mapa un paisano mío, el soriano fray Tomás de Berlanga, con anotación incluida en carta al rey sobre lo peculiar de la fauna de tal archipiélago. Por si ésto no bastase, unas descripciones y dibujos aún más precisos y detallados ya los había realizado Alejandro Malaspina, que el 30 de julio de 1789 inició por orden del gobierno español una expedición científica, junto con su colega José de Bustamante y Guerra, para visitar y estudiar las posesiones españolas y otros territorios de América, Asia y Oceanía. La expedición que duró también cinco años realizó enormes descubrimientos tanto en el campo de la Geografía, Zoología y en la Botánica que fueron literalmente secuestrados por el gobierno español castigándolo por la injerencia en la política colonial y por su enfrentamiento contra Godoy (ver aquí Alejandro Malaspina).
No hubo dudas de que muchos descubrimientos de Darwin ya los había estudiado Malaspina 40 años antes, y Malaspina y Bustamante no fueron casos aislados de navegantes ilustrados, se podría contar por centenares los hombres de mar españoles que fueron precursores en el trazado de costas, de corrientes marinas, del estudio de la Geografías de islas y de países, de avance en la Zoología, en la Botánica, en la Medicina, en la Astrología y tantas otras ciencias en los que intervinieron esos brillantes navegantes ilustrados, así como otros sabios que ya he mencionado en otras ocasiones. Tanta fue la importancia del compendio del saber recogido por la expedición Malaspina que Alejandro Humboldt (Alexander von Humboldt) -considerados el padre de la geografía moderna universal, denominado “Príncipe de los viajeros” por sus multiples expediciones científicas a Venezuela, Nuevo Reino de Granada, Cuba, Bogotá, Quito, Perú, Nueva España (México), Estados Unidos…-,  en una importante conferencia a principio del siglo XIX, afirmó que la humanidad debería mostrar eterna gratitud a los monarcas españoles porque gracias a la gran cantidad de expediciones científicas que habían financiado se había conseguido la ingente cuantía de conocimientos científicos, clave para el saber geográfico actual de nuestro mundo. Y no se confundía mucho este geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador prusiano, también muy destacado en las Ciencias Geológicas, en vulcanología y mineralogía, principalmente. En estratigrafía aportó el llamado Principio de Horizontalidad Original, que dice que todo estrato tiende a depositarse en la cuenca sedimentaria en una posición horizontal o próxima a ella (subhorizontal) permaneciendo así hasta que una fuerza actúe sobre ellos, alterando esta disposición.

Gracias a Humboldt, la aparentemente complicada disposición de los estratos en los paisajes que nos rodean resulta algo menos difícil de entender para los geólogos.

En su época de esplendor, Alexander von Humboldt  se afincó en París, entre 1804 y 1827, dedicándose al estudio de lo analizado en los diferentes viajes ayudado de trabajos de diversos navegantes españoles, en los que confirmó algunos de sus hallazgos,  ordenando todos los datos que fue elaborando y recopilando y que vieron la luz finalmente con la publicación de 30 volúmenes de su obra “Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente”. Tras ser nombrado chambelán del rey Federico Guillermo III de Prusia, regresó a Berlín, en 1827, realizando bastantes misiones diplomáticas por orden imperial. En 1829, por orden del Zar Nicolás I, hizo un estudio geográfico de los Urales, buscando nuevos yacimientos de oro y platino, continuando sus estudios por otras regiones de ese enorme país. Este gran investigador nunca escatimó elogios a la labor realizada por los expedicionarios ilustrados españoles, de hecho en la misma Rusia encontró parte de los trabajos de Malaspina que habían quedado olvidados en un cajón de la Escuela Naval de San Fernando (Cádiz) y que los investigadores rusos lograron copiar.
                Es de agradecer el reconocimiento de tan admirable personaje, que con ello reconocía la generosidad del gobierno español que le había permitido visitar sus colonias y facilitarle los estudios de nuestros exploradores, suponiendo el origen del comienzo de su carrera científica, ya enmarcada dentro de la Edad de Oro de las expediciones científicas, en las que tuvimos mucho que ver los españoles. Habría sido un detalle que otros estudiosos hubieran reconocido aportes ajenos de exploradores españoles que arriesgaron sus vidas por obtener los datos de los que se apropiaron sin pudor. Por desgracia esta práctica ha sido algo habitual y muy de moda actualmente entre personas de cualquier nacionalidad (baste de ejemplo esta mi web; a buen entendedor…).
                A partir de 1720 hubo un cambio en las expectativas políticas de la corona española y de muchos virreyes españoles. Fue muy importante la expedición realizada por dos grandes navegantes, investigadores ilustrados, entre los años 1735 y 1746, Jorge Juan y Antonio de Ulloa. Ambos aprovecharon el viaje a la Real Audiencia de la ciudad peruana de Quito para que, en compañía de un grupo de investigadores franceses, midieran el grado de meridiano. Fue el comienzo de una serie de expediciones españolas a ultramar, a partir de las cuales se inició en la corte una interesante política científica con la creación de instituciones tales como Aulas de la naturaleza, Jardines Botánicos, Escuelas Náuticas, Gabinetes de Historia Natural… en las cuales se estudiaban los productos que se traían. Al descubrir nuevas materias primas, no tardaban en ser incorporadas en los mercados del Imperio Español que abarcaba medio mundo. Esas iniciativas de esos navegantes cambiaron la visión global de la política nacional, generando un nuevo reordenamiento de la estructura organizativa militar para atender a estas iniciativas, adaptando tanto los barcos como la navegación para esos fines y allá, en el destino, se fueron organizando los territorios coloniales adaptando las nuevas fronteras que iban retrasándose conforme se avanzaba territorial y científicamente. Todo esto era la mera consecuencia de un trabajo científico bien programado y planificado, que fueron esenciales para incrementar el conocimiento de su tiempo en ciencias como la geografía terrestre, la medicina (impulsada por sus aportes en el ámbito militar), la organización territorial y el comercio, por citar únicamente unas pocas ya que debemos pensarlo como todos los avances que han supuesto a todos los niveles la carrera espacial; en estos siglos este impulso recayó sobre la ingente cantidad de personajes bien preparados del Imperio Español que se empeñaron en hacer el mundo más pequeño, al desterrar miedos, folclore y mitos del subconsciente de la mano de la Ciencia.

Frente a los miedos y suposiciones irracionales imperantes en la época con monstruos por doquier, la luz del conocimiento de manos de científicos españoles (el libro mostrado de Michael Weber así lo reconoce al titularse “ La Expedición Malaspina, en la búsqueda del conocimiento”, 1977, New Mexico).

                El primer gran descubrimiento científico se debió al alicantino Don Jorge Juan y Santacilia. Este marino, científico y explorador, que al final de su vida fue conocido en Europa como  El sabio español”, nació en la localidad de Novelda el 5 de enero de 1713. Tras quedar huérfano a los 3 años, se encargó de su educación su tío don Antonio Juan, canónigo de la colegiata de la Compañía de Jesús de Alicante, donde estudió. Después, su otro tío paterno, don Cipriano Juan, Caballero de la Orden de Malta (pues recordemos que ésta fue fundada por españoles y donada la isla a la Orden por un monarca español a cambio de un simbólico halcón al año, por mucho que traten de “olvidarlo” los ingleses), que tenía el cargo de Bailío de Caspelo, envió al joven a Zaragoza para que cursara allí los estudios de Gramática, para que le abriera las puertas a otros estudios superiores. En 1729, con dieciséis años de edad ingresó en la Academia de Guardias Marinas, escuela naval militar fundada en 1717, por Patiño, en Cádiz.
El joven Jorge Juan lo tenía claro, había estado seis largos meses de espera asistiendo como oyente, cuando entró de pleno derecho en 1730. No en vano, allí se impartían estudios técnicos y científicos modernos, contando con materias como geometría, trigonometría, astronomía, navegación, cálculos de estimaciones diversas, cartografía, hidrografía, etc., completando su formación humanística con otras materias como dibujo, música y danza.
Fue un alumno aventajado hasta tal punto, que sus compañeros le llamaban Euclides, un sabio de la Grecia clásica que destacó en la trigonometría (rama de la Geometría que estudia las relaciones entre ángulos y proporciones) y que fue apodado “el padre de la geometría”. Jorge Juan consiguió la alta nota que se necesitaba para salir de técnico muy cualificado para la Armada. En 1734, con 21 años de edad, finaliza sus estudios de Guardia Marina, tras haber realizado durante tres años distintas expediciones por el Mediterráneo, combatiendo contra los piratas y en la campaña de Orán. También estuvo  en la escuadra que acudió a Nápoles para traer al entonces infante don Carlos a España y coronarlo rey bajo la denominación de Carlos III.
Jorge Juan tuvo grandes maestros que le enseñaron el arte de la navegación, el primero fue el marqués de Mari, su capitán en la Academia de Cádiz, y como comandantes al Conde de Clavijo, al gran don Blas de Lezo y a don Juan José Navarro, después marqués de la Victoria.

Detalle del reverso del antiguo billete de 10.000 pesetas (unos 60€ actuales) con el rostro de Jorge Juan. A la derecha, detalle de una antigua postal mostrando la casa en la que nació.

Como estudiante aún, en 1734 se embarcó junto con Antonio de Ulloa en una expedición organizada por la Real Academia de Ciencias de París, bajo las órdenes del astrónomo Louis Godin para medir un grado del arco de meridiano terrestre en la línea ecuatorial en América del Sur, específicamente en la Real Audiencia de Quito (actual Ecuador). En esa expedición se determinó que la forma de la Tierra no era una esfera perfecta, midiéndose el grado de achatamiento por el Ecuador. Tras reunirse con los franceses en Cartagena de Indias (Colombia), acudieron a Quito donde realizaron las triangulaciones geodésicas necesarias en el Yano de Yaruqui, para lo que tuvieron que trabajar en condiciones extremas, ascendiendo a elevados picos como el Pichincha, el Sinasaguan o el Corazón. Tardaron  casi 8 años (desde 1736 a 1744) en llegar a resultados exactos, en medio de un ambiente tenso producido por el enfrentamiento con los franceses o por recibir órdenes del virrey de Quito para preparar defensas de costas y ciudades del Pacífico para repeler los ataques del comodoro inglés George Anson al frente de una flota inglesa que subía tras bordear el Cabo de Hornos. Por cierto que ambos marinos españoles, Jorge Juan y Antonio de Ulloa, al frente de sendas fragatas, hicieron huir a la flota inglesa y, ya que estaban, aprovecharon además para anotar rumbos, corrientes, observaciones astronómicas, puertos y bahías.
Una vez terminados sus estudios en Ecuador, ambos españoles volvieron por separado desde el puerto del Callao (Perú) llegando a España en 1748. El marqués de la Ensenada reconoció el brillante estudio que ambos investigadores publicaron, adelantándose a los franceses, en los manuales “Relación histórica del viaje a la América Meridional” firmado por Ulloa y “Observaciones Astronómicas y Phisicas hechas en los reinos del Perú” obra de Juan, si bien ambos autores firmaron los dos libros debido a que los estudios de uno sirvieron para los del otro. Este trabajo, junto con los obtenidos por otra expedición enviada por los franceses a Laponia (Finlandia) para estudiar el achatamiento de los polos, mostró la situación actual de nuestro planeta y dándonos una visión real de su auténtica geometría. Es decir, no solo los viajes de Cristóbal Colón sirvieron para desterrar definitivamente la idea de que la Tierra era plana, sino que también se debe a otros españoles (los dos científicos mencionados, Antonio de Ulloa y Jorge Juan) nos mostraron la auténtica forma de nuestro planeta.
Debido a la limitación de espacio, en esta presente entrada analizaré la huella de Jorge Juan dejando para otra ocasión la de Antonio de Ulloa.

 Tras su 19 años de permanencia en América estudiando la organización de aquellos territorios por encargo de la corona, el rey Fernando VI lo ascendió a capitán de navío.  En España siguió investigando hasta que en 1748 fue enviado a Londres en una misión de espionaje científico que realizó con buen éxito, ya que en los 18 meses que allí estuvo se trajo para acá las nuevas técnicas de construcciones navales, instrumental científico, planos de la máquina de vapor, así como proyectos e informaciones recientes para mejorar la industria nacional. Llegó a contratar, además, a expertos de los astilleros del Támesis que quisieran hacer escuela en España, utilizando la falsa identidad de Mr. Josues. Incluso conoció al mejor almirante inglés de entonces,  George Anson y al primer ministro John Russell, IV duque de Bedford, compartiendo mesa con ellos en varias ocasiones. Al final, el primer ministro británico dictó orden para atraparlo como espía, ya que había conocido hasta planes concretos de los ingleses para atacar las posesiones españolas americanas.
A la vuelta, el marqués de la ensenada lo puso al frente en el nuevo diseño y construcción de barcos. Modernizó los arsenales de Cádiz, El Ferrol y Cartagena en donde montó los primeros diques de carenar en seco del Mediterráneo y realizó un sistema propio de arquitectura de barcos, aplicando sus conocimientos científicos. La mejora en la modernización de los astilleros y en la construcción de barcos fue tan grande que incluso impresionaron a los ingleses, que mandaron espías para estudiar las mejoras efectuadas por Jorge Juan, si bien con la caída de su mentor, el marqués de la Ensenada, poco a poco su modelo de construcción de barcos se diluyó, acabándose en España por volver al impreciso modelo francés.
Poco antes de morir Jorge Juan, escribió una dura carta al monarca Carlos III por aceptar el modelo naval francés, profetizando grandes pérdidas, como efectivamente ocurriría 32 años después, en  Trafalgar, cuando los ligeros navíos ingleses, seguramente inspirados en los estudios de Jorge Juan, dieron al traste con la pesada y rígida flota hispano-francesa.
En 1751 fue nombrado director de la academia de Guardiamarina de Cádiz, modernizando los planes de estudios y facilitando las enseñanzas más avanzadas de la época.  Fue Rector del Seminario de Nobles de Madrid y en 1753, construyó el Observatorio Astronómico de Cádiz, así como -dos años después- la Asamblea Amistosa Literaria, que fue la primera academia científica de España.
Por orden de Carlos III fue nombrado, en 1767, embajador plenipotenciario en Marruecos; serenó las relaciones con el sultán firmando un muy razonable y ventajoso tratado que trajo la paz en las relaciones entre ambos países y favoreció el comercio español.
Además de todo ello, Jorge Juan escribió obras muy prácticas e interesantes en el campo de las matemáticas, de la construcción naval y de la navegación. Muy útil fue el manual de navegación para los caballeros Guardiamarinas (1757) y el Examen Marítimo (1771).
Fue Caballero de la Orden de Malta, Consiliario en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la Junta de Comercio y Moneda, de la Academia de Agricultura de Galicia, miembro de la Royal Society de Londres, de la Academia de Ciencias de París y de la Academia de Ciencias de Berlín.

Izda: lápida mortuoria en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz). Centro: detalle de la Plaza de Colón, en Madrid, entre el Museo Naval y el Museo Arqueológico Nacional, M.A.N. Dcha: detalle del monumento en honor a Jorge Juan, en dicha plaza.

Se convirtió en uno de los hombres más admirados de su tiempo, recibiendo el sobrenombre de “El Sabio Español”, como era conocido en Europa. Murió en Madrid, el 21 de junio del año de 1773, a la edad de 60 años.
Fue reconocido como un grande de España hasta después de mucho tiempo, como indican nombres de calles y plazas, monumentos y el hecho de que su imagen figurara en el reverso de los antiguos billetes de 10.000 pesetas, uno de los de más valor de entonces.
Por todo su aporte de conocimiento, es de justicia recordarlo.
 
Imagen del destructor Jorge Juan (JJ), de la clase Churruca, en 1936. A la derecha, detalle de la estatua que posee en su honor en la plaza Juan Sebastián Elcano de Ferrol (Galicia) señalando los Arsenales de la Armada Española que contribuyó a diseñar.

22 comentarios:

  1. Admirable trabajo Valeria, pero lo que no me ha quedado muy claro es el porqué la corona española desechó los modelos de barco del insigne navegante investigador y volvió a colocar el prototipo frances. Mi enhorabuena por tan buen artículo.

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Uribe, no está muy claro por qué se retiró el modelo de construcción de barcos de Jorge Juan, ya que era un personaje admirado en Europa que gozaba del beneplácito real, como muestran las múltiples órdenes y peticiones que le hizo Felipe V primero, y el Borbón Carlos III después. Se dice que sus proyectos de construcción de nuevos barcos se “olvidaron” cuando el Marqués de la Ensenada, su padrino, cayó en desgracia a la Corona, aunque es más creíble que se debiera a la presión que los franceses hicieron para obtener sus beneficios en tales construcciones. Hay que recordar que en esa época España, apoyada por Francia, había decidido que gobernara un Borbón contra la alternativa de un rey de la casa de Austria, al morir sin descendencia el rey español, por lo que es más probable pensar que tras esa alianza hubiera una mayor cercanía entre Francia y España. Esto condujo a que Francia introdujera en España la estructura de sus barcos, lo que benefició a los ingleses, que no tuvieron ningún rubor en copiar los planos navieros de Jorge Juan para construir barcos más ligeros, más maniobrables y mucho más operativos, como ya había comprobado nuestro ilustre navegante, y como 30 años después se demostró en Trafalgar. Hay que recordar que el modelo de barco de Jorge Juan sorprendió mucho a los ingleses, a tal extremo, que el almirante inglés Howe arribó con una fragata en Cádiz, el año 1753, con el único objetivo de conocerle y realizarle algunas consultas, visita que repitió varias veces posteriormente. Cosa que no era de extrañar porque era tal la fama de nuestro navegante por sus construcciones, creaciones y estudio de costas, que la mayor parte de los países europeos acudían a consultarle diferentes problemas. Cabe señalar que nuestro ilustre navegante modernizó arsenales, diques y astilleros, llegando incluso a hacerlo sobre útiles y operaciones a realizar en las minas de Almadén para rebajar gasto público y reducir riesgos, mejorando la calidad de vida de los mineros. Sin contar los estudios y la defensa de costas, la construcción de canales de riego, incluso el afinamiento de monedas, además de sus observaciones y estudios astrológicos, grandes publicaciones y la edición de un libro que dio la vuelta al mundo sobre navegación. No en vano le llamaban en Europa “el sabio español”. Es una pena que las sucesivas sangrías de los médicos lo mataran cuando tenía sólo 60 años. Saludos.

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  2. Mis felicitaciones por recordar a otro grande de nuestros navegantes. Estos personajes conviene tenerlos siempre presente, porque hicieron progresar a España, a pesar de todo. Faltaba en la galería. Ha sido un gran debate. Un saludo

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    1. Le agradezco sus palabras, Sr. De la Seca, me sirven para afianzar mis proyectos de estudios. Saludos.

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  3. Muy interesante su artículo, Valeria. He gozado recordando algunas de las proezas de tan excelente marino, el primero de la edad de oro del avance de la ciencia en nuestra historia. Siempre gocé con la lectura de su obra y me alegra que le haya dedicado un lugar en su blog. Posiblemente le ha faltado algunos datos, como el motivo por el que cayó en desgracia con la Corona, pero ha descrito usted lo fundamental de ese enorme personaje. Nuestras felicitaciones.

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    1. Gracias por sus palabras, Sr. De la Concha. Comprendo que una persona que haya investigado a fondo a tan admirado navegante observe que hay algunos flecos que restañar, pero como Vd sabrá fueron tantos los trabajos, las actuaciones, investigaciones y riquezas que aportó a la Ciencia que si intento simplemente señalar todas ellas, superaría con creces los límites del blog. Por ello he optado a aspiraciones más banales como dar una leve reseña de tan gran personaje con mi admiración más sincera por sus logros, para de paso acercarlo a posibles lectores que no hayan oído hablar de él. Saludos.

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  4. Buen trabajo sobre ese gran investigador que fue Jorge Juan, que siempre lo he leído con interés. Ha hecho un relato muy acertado de sus gestas y descubrimientos, sin embargo, no ha hablado de los pequeños errores que cometió cuando estudió el achatamiento de los polos, aunque después lo concluyera acertadamente. Me ha gustado su trabajo y la introducción de éste.

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    1. Gracias por su comentario, Sra. Gutiérrez y me agrada que haya leído tanto al ilustre navegante. Sobre lo que señala de que no he comentado nada sobre “sus errores” en la medida del achatamiento de los polos ha sido debido a que Don Jorge Juan no estudió el achatamiento de los polos; él, junto a su compañero Don Antonio de Ulloa sólo estudiaron el achatamiento del Ecuador terrestre en el país que lleva ese nombre y, por cierto, lo hizo a la perfección, tanto que obtuvo el valor de 56767788 toesas para el grado de meridiano junto al Ecuador, sirviendo sus métodos y cálculos para determinar el sistema métrico decimal. Después, a la vuelta, ayudó a cuadrar los datos que le facilitaron desde la expedición francesa que fue al Polo (a Laponia), realizando las correcciones oportunas. Y es que gracias a que él y Ulloa obtuvieron un kilómetro más en el valor por grado de arco en el ecuador que la medición efectuada por la expedición a Laponia, se pudo demostrar que el planeta presentaba efectivamente una forma más parecida a un melón (un elipsoide de revolución o esferoide, como se dice con propiedad en Geología), con aprox. 21 km menos de radio en los polos, con respecto al ecuador. Por cierto que diré dos curiosidades, la primera es que entre las muestras recogidas por Ulloa se encontraba un nuevo elemento, el platino, que se conoció gracias a él; la segunda es que destacó tantísimo el buen hacer de los españoles con respecto a los datos menos exactos y copiosos de la expedición al polo, que el propio Voltaire se limitó a decirle con desprecio a quién estuvo al mando de la expedición a Laponia, Maupertuis, “usted ha confirmado, en lugares aburridos, lo que Isaac Newton sabía sin salir de casa”. Un saludo.

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  5. Me ha gustado su página sobre los navegantes ilustrados y la de Don Alejandro Malaspina. Nos gusta que se recuerden a hombres que fueron personalidades en su época por su gesta y su inteligencia. ¿No hubo ningún destructor con el nombre de Jorge Juan posterior a 1936?. Gracias

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Rodríguez. El destructor que señalo de la Clase Churruca fue el último que portó su nombre. Construido en los astilleros de Cartagena, fue botado en 1937. Tenía 101 m de eslora, casi 10 m de manga y algo más de 3 m de calado. Tenía un empuje de 42.000 CV y una autonomía de navegación de 4500 millas navegando a 14 nudos, aunque podía alcanzar una velocidad punta de 36 nudos. Portaba una tripulación de 160 hombres. Durante la Guerra Civil luchó en el bando republicano y fue desguazado en 1959. Un saludo.

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  6. ¿Don Blas de Lezo fue capitan de Jorge Juan?

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Aróstegui. Sí, “de casta le viene al galgo”, que dice el refrán. Jorge Juan estuvo a las órdenes de Don Blas de Lezo en la escuadra que Lezo comandaba por el Mediterráneo, para evitar que los turcos acudieran en ayuda de los moros de Orán para atacar la plaza. En una segunda expedición, el 13 de Noviembre de 1732, volvió a acompañar a Don Blas de Lezo con los navíos ‘Princesa’ y ‘Real Familia’ cuando atacó a Orán, levantando el bloqueo que los moros habían sometido a la plaza. Tras su victoria persiguió en su huída al caudillo musulmán, el 7 de febrero del año siguiente, cuando éste se refugió en la fortaleza de Mostagán de Argel, bajo el amparo de sus cañones y de su amplia defensa. ¿Y adivina qué? Don Blas no se amilanó y penetró con sus barcos en la bahía, destrozando todas las defensas de la fortaleza y del puerto. Mientras tanto, soldados españoles desembarcaron en el puerto bajo la protección del fuego de Lezo y conquistaron la fortaleza pasando a cuchillo a sus defensores, perdiendo en el ataque sólo 9 muertos y 36 heridos (de éstos, 5 eran oficiales y guardiamarinas). De esa expedición el guardiamarina Jorge Juan volvió enfermo y tuvo que desembarcar en Málaga por el deterioro de los alimentos que iba en los barcos. Un saludo.

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  7. Valeria, tenemos dudas, el comodoro inglés Geroge Anson ¿fue el que intervino en la batalla del cabo de Finisterre?

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Benítez. La respuesta a su cuestión es afirmativa, le explico.
      El almirante inglés George Anson, primer barón de Anson, fue un almirante muy respetado en su isla. Acumuló mucha experiencia en batallas. Saltó a la fama al circunnavegar la Tierra, cosa que en el siglo XVIII no era una gran gesta, puesto que muchos de los navegantes ilustrados españoles lo hicieron en sus expediciones, pero claro, no eran ingleses. Conviene recordar que ya antes de que lo realizara el pirata Sir Drake, tres expediciones españolas lo habían hecho antes (y él mismo lo hizo huyendo como alma que lleva el diablo, de buques españoles que le pisaban los talones, así que su asombrosa gesta se limitó a ir delante, sin dejar de mirar atrás).
      George Anson participó en varias expediciones y en la guerra de los 7 años, de 1756 a 1763, formando coalición con Prusia, Hannover y Portugal contra Sajonia, Imperio Austro-Húngaro, Rusia, Suecia y Francia, porque al final este último país tiró de España. El motivo se supone que era la sucesión austriaca y silesia, aunque realmente se trataba de la pugna franco-británica, que ganaron los segundos, aunque España en la derrota se benefició al cederle los franceses La Luisiana como pago a su intervención, donde gobernará Don Bernardo de Gálvez. Este almirante inglés tuvo una actuación muy brillante en la batalla del Cabo de Finisterre contra los franceses, en 1747, capturando la mayor parte de la flota francesa, honor que le valió el nombramiento de Primer Lord del Almirantazgo en 1756. Un saludo.

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  8. ¿Es cierto Valeria que en la medición de lo achatado de la tierra los dos navegante Jorge Juan y Ulloa tuvieron problemas con la expedioción francesa con la que iban? Saludos

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    1. Gracias por su comentario, Helena. El viaje a Ecuador para medir el achatamiento en el ecuador fue un tanto conflictivo. Francia solicitó a Felipe V dos astrónomos y matemáticos para que fueran en la expedición científica capitaneada por La Condamine, un hombre de ciencia que se creía con más altura que los dos navegantes españoles anteriormente señalados. Pero no fue así. Los datos que los franceses calcularon se distanciaban de los realizados por los nuestros, que tuvieron que volver a España, cada uno en una nave francesa diferente. Jorge Juan lo hizo en el mercante Lis y Ulloa en la fragata Delibrance, ya que los ingleses querían apresarlos, porque también robaban documentos científicos, lo consiguieron con Ulloa. Ya en España, donde se encontraron once meses después, tras la liberación de Ulloa, se comprobó que los datos de nuestros investigadores eran los más exactos de ambas expediciones. Y más completos, tanto que impulsaron otras ramas de conocimiento como la Geodesia, Mineralogía (al descubrir el Platino, recolectado por Ulloa en 1735), Cartografía (en el Museo Naval de Madrid se custodia el cuadrante y diversas maquetas de Jorge Juan), Botánica y la Medicina derivada de las propiedades medicinales de nuevas plantas recolectadas por los españoles), etc. Precisamente los continuos desencuentros entre los franceses y los españoles provocó que estos últimos se separaran de los anteriores conformando el denominado grupo “los caballeros del punto fijo”. Y mientras que los españoles se complementaron a la perfección, encargándose Jorge Juan de los estudios de hidrografía y de los cálculos matemáticos, correspondiendo al sevillano Ulloa las observaciones de geografía, botánica y mineralogía; los franceses entraron en una absurda competencia por ver quién era más brillante en sus observaciones, reservándose parte de ellas para ellos mismos. Así, frente a la firma de ambos científicos españoles al trabajo conjunto de los dos al llegar a España, estuvo la vergonzosa actitud competitiva del geómetra Bouguer y del naturista La Condamine tratando de demostrar cuál de ellos había realizado mejor trabajo por separado, mientras que el astrónomo Godin optó por reservarse sus propios datos. A eso hay que añadir las vicisitudes por las que atravesó la expedición a Ecuador: en Quito fueron apedreados, Couplet murió en el transcurso de ésta (se dice que por un lío de faldas); hubo gente con grandes lesiones e incluso muertes a causa de las caídas; uno de los botánicos se volvió loco; otro científico falleció al caer de la torre de una iglesia diseñada por él; y el ego de Pierre Bouguer, Charles Marie de La Condamine y Louis Godin fueron tan constantes y explosivas que terminaron por dejar de hablarse y dividir la expedición en tres grupos, de forma que Bouguer regresó a Francia dos años antes que los españoles, mientras que Jussieu lo hizo 16 años después de los españoles. Un saludo.

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  9. Una duda que se debate, Valeria, Jorge Juan tuvo como profesor en la Academia Naval de Gardamarinas a Don Blas de Lezo?

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Alcaide. Don Blas de Lezo nunca fue profesor de una escuela naval. Su cátedra estaba en el mar. Un saludo.

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  10. Ha sido muy interesante su artículo, hacia tiempo que no debatiamos temas interesantes en el bastión. Una pregunta VALERIA, Jorge Juan cartografió las costas atlánticas o pacíficas de suramerica?¿Llego a circunnavegar el mundo?. Saludos

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Osorio. No se puede hablar de cartografiar la costa atlántica o la pacífica, ya que hubo buenos cartógrafos españoles anteriores a esos dos grandes hombres de Ciencia, Jorge Juan y Antonio de Ulloa, comenzando por el cántabro Juan de la Cosa. Digamos que la misión de esos caballeros era completar observaciones y estudios, así como planificar defensas costeras en las colonias.
      Jorge Juan no llegó a circunnavegar el mundo, solo recorrió los territorios españoles con objetivos científicos. un saludo.

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  11. Estar tu sure que tu almirante Joge Juan se enfrentó really con la fleet royal del gran almirante George Anson en el Pacífic Ocean?

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    1. Gracias por su comentario, Sr. Ernest. No hizo falta un enfrentamiento directo con el almirante inglés, sólo se limitó a reforzar militarmente las costas y a esperar junto a la costa colonial española a la expedición inglesa del almirante Anson con dos barcos de guerra y un centenar de cañones a su espalda. Fue suficiente para que tan importante almirante rehuyera la batalla. Sólo intentó alguna que otra refriega de los barcos adelantados, que se vieron sorprendidos por el buen hacer de los barcos españoles. Un saludo.

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