miércoles, 12 de febrero de 2020

Los navegantes ilustrados. Don Antonio de Ulloa y de la Torre Giral

Ya comenté en mi anterior entrada los comentarios de Alejandro Humboldt (Alexander von Humboldt), considerado el padre de la Geografía Moderna Universal, denominado “Príncipe de los viajeros” por sus múltiples expediciones científicas a Venezuela, Nuevo Reino de Granada, Cuba, Bogotá, Quito, Perú, Nueva España (México), Estados Unidos… cuando en una importante conferencia a principios del siglo XIX, afirmó que la Humanidad debería mostrar eterna gratitud a los monarcas españoles porque gracias a la gran cantidad de expediciones científicas que habían financiado se había conseguido la enorme cantidad de conocimientos científicos, claves para el conocimiento geográfico actual de nuestro mundo. No estaba equivocado este geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador prusiano. En su época de esplendor se afincó en París entre 1804 y 1827 y se dedicó al estudio de lo analizado en los diferentes viajes, complementando su trabajo con lo obtenido por los diversos navegantes españoles, que le permitió la publicación de 30 volúmenes de su obra “Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente”. El reconocimiento de tan admirable personaje al comienzo de su carrera dentro de la Edad de Oro de las expediciones científicas, es de agradecer, ya que en ella tuvimos mucho que ver los españoles.
             También señalé que a partir de 1720 hubo un cambio en las expectativas políticas de la Corona Española derivado del sistema de gobierno que España impuso en su amplio dominio, ya que nuestro país no aceptó un régimen colonial como otros, sino un modelo de virreinatos, con más libertad de actuación y reconocimiento de derechos de los nativos. Así, las expediciones científicas no tenían que ser debidas únicamente al impulso del Rey español, sino que existía suficiente margen de autonomía para que los propios virreyes propusieran diferentes expediciones, inicialmente de conquista, y ya posteriormente, de investigaciones científicas.
            Entre las primeras expediciones, y de las más importantes, figura la realizada entre los años 1735 y 1746 por los grandes navegantes e investigadores ilustrados, Jorge Juan (ver entrada anterior) y Antonio de Ulloa, que aprovecharon el viaje a la Audiencia de la ciudad peruana de Quito para medir el grado de meridiano en el Ecuador, en compañía de un grupo de investigadores franceses. En esa expedición también se desarrollaron algunos encargos del virrey del Perú. Aquel viaje se rentabilizó en nuestro país al aportar interesante información sobre la navegación marina y sobre la geografía de ultramar, creándose templos de sabiduría como Aulas de la Naturaleza, Jardines Botánicos, Escuelas Náuticas, Gabinetes de Historia Natural y hasta Observatorios Astronómicos, por iniciativa de Jorge Juan, uno de nuestros mejores investigadores de aquella época; pero no fue el único. Junto a él estuvo Don Antonio de Ulloa, un apasionado de la Ciencia. Su figura está necesariamente ligada a la de Jorge Juan, ya que sus primeros pasos científicos los dio con él, pero al final tuvo idéntica relevancia y nadie duda de que ambos personajes fueron dos de las figuras más importantes de la Ilustración científica española.


Izda, estatua de D. Antonio de Ulloa (obra de José Alcoverro) en la fachada del Ministerio de Agricultura de Madrid, España. Dcha, sello en honor al científico.

            Don Antonio de Ulloa nació en Sevilla el 12 de Enero de 1716 en el seno de una familia noble; su padre fue el Regidor-veinticuatro de Sevilla y un reconocido economista. Desde muy joven sus padres le enseñaron  a leer y escribir y le inculcaron un profundo interés por las matemáticas y la náutica. Continuó su formación científica en el colegio de Santo Tomás donde se preparó para solicitar ingreso, con 14 años, en la Real Compañía de Guardias Marinas de Cádiz, algo que no logró, lo que hizo que se ofreciera voluntario y navegara en un barco de la flota de galeones que dirigía el también sevillano Manuel López Pintado. Fue una decisión afortunada que le sirvió para ampliar su aprendizaje en la práctica náutica. Partió de Cádiz con destino a Cartagena de Indias en 1730 en el que sería su viaje de iniciación y a su regreso superó el examen de ingreso en la Real Compañía, obteniendo plaza de guardiamarina en 1733, donde pronto destacó en matemáticas, náutica, física y astronomía, entre otras materias, que posteriormente le valieron en la construcción naval y en los brillantes estudios cartográficos de costas que realizó.  El 28 de noviembre de 1733 participó en el barco “Santa Teresa” escoltando tropas de infantería desde Barcelona para ayudar al Infante de Nápoles don Carlos (Carlos III) en la Guerra de Sucesión contra el Imperio austriaco, que pretendía poner como rey a un Austria. Felipe V lo eligió, previa petición francesa, junto a Jorge Juan de Santacilia, para participar en la expedición hispano-francesa, que en Quito iba a realizar la medición del grado terrestre (el achatamiento) en el Ecuador.


Placas conmemorativas y busto del científico en Ecuador.

            Ese viaje y su trabajo con Jorge Juan, dos guardiamarinas entonces desconocidos, de 21 y 19 años respectivamente, les valió un gran reconocimiento por sus actuaciones científicas y técnicas. Para ir en aquella expedición francesa dirigida por Pierre Bouguer, tuvieron que ser nombrados Teniente de Navío, lo que significaba un ascenso de cuatro grados. En aquella expedición iban científicos franceses muy reconocidos a nivel europeo como La Condamine, Godin y Jusieu; sin embargo, los datos de esos jóvenes guardiamarinas resultaron ser los más exactos de todo el trabajo realizado; y no fueron esos sus únicos logros. Ulloa en América aún sacó tiempo para realizar diferentes estudios botánicos, antes de que, acompañado de nuevo por Jorge Juan y los compañeros franceses estudiaran la Geodesia de aquella zona en 1736.
            Fue en esta expedición cuando Ulloa tuvo conocimiento de una impureza metálica en el oro americano, a la que denominó “platina” que ya se conocía desde 1690 en el Virreinato de Nueva Granada como una impureza que acompañaba al oro en la región de Chocó (actual Colombia), de ahí que  Ulloa señalara su existencia al pasar por Popayán, pues era muy difícil de eliminar en la Casa de la Moneda. Ya en España, en 1748, Ulloa lleva una muestra del mineral y en la publicación con Jorge Juan “Relación Histórica” señalan por vez primera que la platina era una piedra de las minas de lavadero “de tanta resistencia, que no es fácil romperla, ni desmenuzarla con la fuerza del golpe sobre el yunque de acero y que ni la calcinación la vence”. Mientras tanto, el platino ya se estaba estudiando en Inglaterra. En 1741 el británico Charles Wood halló en Jamaica unas muestras de ese metal, obtenidas de Cartagena de Indias por contrabando. Envió el material al médico William Brownrigg, quien estudió este nuevo metal y presentó sus resultados a William Watson, un miembro de la Royal Society, que le dio el nombre que le había asignado Ulloa y publicó algunas referencias en la revista Philosophical Transactions entre 1749 y 1750. Allí señalaba que “Esta sustancia no se menciona en ningún autor que yo haya encontrado, excepto por nuestro valioso hermano Don Antonio d’Ulloa”. Hay que señalar que Watson y Ulloa llegaron a conocerse en Londres cuando el barco de regreso de Ulloa a España fue apresado por los ingleses, lo que retrasó la mención de Ulloa de ese mineral en España. Pero a pesar de la innegable relevancia de Ulloa en la historia del platino, otra cuestión es que el español merezca el crédito del descubrimiento. El metal ya era conocido por las culturas precolombinas, y en Europa existía conocimiento de esa tenaz impureza desde 1557; de ahí que sea razonable la duda acerca de la paternidad de Ulloa en su descubrimiento. Los ingleses compiten con Ulloa, señalando que éste no investigó sus propiedades y que no debe confundirse “la difusión de la existencia de un nuevo material en Europa con el descubrimiento de un nuevo metal”. No obstante la discusión sobre su descubrimiento está servida.

            Después, por orden del Virrey español, como Teniente de Navío de la Real Armada española, Ulloa revisó en 1740 todas las construcciones defensivas  de varios puntos de la costa pacífica, como la del puerto del Callao, el de Guayaquil y otras amplias zonas del litoral americano; se puede decir que con Jorge Juan exploraron, cartografiaron y fortificaron todo el litoral del Pacífico desde Panamá hasta Chiloé. Incluso participó Ulloa con la expedición francesa en el seguimiento y observación de un cometa. A la vuelta a España, partiendo del Callao, Jorge Juan y él lo hicieron en barcos diferentes, llevando cada uno una enorme cantidad de datos de sus estudios y observaciones. Querían evitar así que pudieran a caer en manos inglesas, que también robaban documentos científicos. Ulloa fue capturado por los británicos, que le llevaron a Gran Bretaña; durante su estancia contactó, a través del anterior embajador inglés en España, con el presidente de la Royal Society de Londres y fue muy bien recibido en ella, incluso asistió a varias reuniones de la Sociedad, y el 29 de mayo de 1746 allí expusieron un amplio extracto de las Observaciones de Ulloa en el Perú, tras lo cual fue nombrado miembro de dicha Sociedad Científica el 11 de diciembre. Un par de meses después volvió a España con sus notas y observaciones, que posiblemente ya habían copiado los ingleses. Comparando y estudiando los datos obtenidos con Jorge Juan, ambos publicaron con el respaldo del Marqués de la Ensenada una serie de libros claves para la Armada y la navegación: “Relación histórica del viaje a la América meridional” (1748), “Observaciones astronómicas y phísicas” (1748), “Disertación histórica y geográfica sobre el meridiano de demarcación” (1749) y “Discurso y reflexiones políticas sobre el estado presente de los reinos del Perú”. Esta última obra fue editada malévolamente en Londres en 1826 con el título de “Noticias secretas de América”, sabedores los ingleses que en España las informaciones de la situación política de los Virreinatos tenían carácter reservado. Tras estas publicaciones, y ascendido Ulloa a Capitán de Fragata, el Marqués de la Ensenada le encargó viajar por Europa para recabar información técnica y científica de los distintos países. Entre 1749 y 1752 visitó Francia, Flandes, Holanda, Suiza, Alemania, Países Bálticos y Rusia. En París, Suecia y Berlín debatió con los presidentes de las Academias de Ciencias datos y observaciones científicas, logrando ser nombrado miembro de cada una de las tres Academias. A la vuelta y con la amplia información estudiada, desarrolló importantes proyectos como el del Canal de navegación y riego de Castilla la Vieja; creó la Real Casa de Geografía y el Gabinete de Historia Natural, que llegó a dirigir entre 1752-1755; también creó el primer laboratorio metalúrgico y fomentó los Colegios de Medicina y Cirugía. En colaboración con Jorge Juan, estudió el desarrollo de las minas de Almadén y mejoraron su producción y rendimiento.

                 A su vuelta, Ulloa recibió un nuevo encargo de desplazarse a los territorios españoles de América como científico y tomar nota de los avances que se iban produciendo. En 1758 fue nombrado gobernador de Huancavelica en Perú y Superintendente de aquella zona minera. Intentó rentabilizar las explotaciones mineras de mercurio reformando los procedimientos de extracción y la administración, pero tuvo que hacer frente a una acusación de abuso de autoridad para frenar aquellas avanzadas ideas en la explotación que perjudicaban a determinados caciques. Allí publicó el manual “Relación y superintendencia de la Real mina de azogues de la villa de Guancavélica “(1758). En 1765 fue nombrado Gobernador de La Luisiana, cedida a España por Francia en el Tratado de Fontaine de 1762 tras la Guerra de los Siete Años, y tuvo que aguantar una fuerte oposición de los colonos franceses. Fue sustituido un par de años después por Bernardo de Gálvez, que tras acabar con el contrabando inglés y favorecer el comercio con Francia y el libre tráfico con Cuba y Yucatán tranquilizó los ánimos, para lo que tuvo que reconquistar La Florida a los ingleses, cedida anteriormente a cambio de La Habana. Fue Antonio de Ulloa en 1766 el primer Gobernador de la Florida Occidental, y años después fue nombrado jefe de la Marina Real de Nueva España (México). Durante su vuelta a España en 1768 observó y estudió por primera vez un eclipse solar total en alta mar, trasladando los datos a los nuevos observatorios españoles fundados por Jorge Juan y dando lugar a una nueva publicación. Después se dedicó a acciones puramente militares, que no era lo suyo, ya que a pesar de su alta graduación militar su verdadera pasión era el trabajo científico. De hecho no le fue bien su trabajo puramente militar. Entre 1776 y 1778 organizó la flota del Virreinato de la Nueva España (México) y creó un astillero en Veracruz.  En 1779 fue  ascendido a Teniente General de la Armada, participó en el sitio de Gibraltar y un año después, en 1780, estuvo al mando de la gran flota de Azores que intentó reconquistar La Florida, que logró después Gálvez.
        El fracaso de Ulloa en la reconquista de La Florida le valió un Consejo de Guerra que, aunque lo declaró inocente y  lo exoneró de sus responsabilidades de mando, dejó una marca en su prestigio militar que nunca recuperó del todo a pesar de que fuera designado Director General de la Armada Española, cargo que ocuparía hasta su muerte, en 1795 en la Isla de León, si bien no ejerció el mando de forma continuada, sólo un par de escapadas con la flota. Se dedicó más activamente al trabajo científico, colaborando en el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid y trabajando en el Observatorio Astronómico de la Isla de León, en Cádiz, creado por Jorge Juan.



10 comentarios:

  1. Admirable personaje, aunque me ha sorprendido que a tan enorme científico no le acompañara su inteligencia en el mando militar. Me ha sorprendido lo del Consejo de Guerra por el tema Florida. Interesante artículo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr. Benitez. Efectivamente fue mejor científico que militar, lo que no quiere decir que fuese mal militar, solo que no tuvo suerte en una de sus intervenciones, motivo por el que le castigaron con un Consejo de Guerra, del que debemos recordar que fue declarado inocente. La diferencia radica en que, fueron tantos los títulos científicos que acumuló y los logros conseguidos, que superaba con creces cualquier gesta militar o nombramiento político; haber colaborado con tantas sociedades científicas mundiales, haber sido fundador del Estudio y Gabinete de Historia Natural - antecesor del Real Gabinete de Historia Natural, ahora Museo Nacional de Ciencias Naturales -, del Observatorio Astronómico de Cádiz y del primer laboratorio de metalurgia español, así como haber logrado además ser miembro de la Royal Society de Londres, de la Real Academia de las Ciencias de Suecia, de la Academia Prusiana de las Ciencias - conocida como Academia de Berlín- y de la Real Academia de Ciencias de París, además de Comendador de Ocaña en la Orden de Santiago, y de tantas muchas otras cosas, hace, que oscurezca cualquier otra actividad en la que participó, pero no debemos olvidar que en el ejercito llego hasta el grado más alto, el de Teniente General de la Armada. Saludos.

      Eliminar
  2. Le agradecemos que sume a su galeria de Ilustrados a D. Antonio de Ulloa, el que se inició como discipulo de D. Jorge Juan y brillara después con luz muy propia. ¿Solo construyó un astillero en México? Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr. Uribe, que me conste, sólo construyó de principio a fin un único astillero, pero lo cierto es que, al igual que D. Jorge Juan, intervino en la reforma y modernización de otros astilleros en España, como el de Cádiz, pero eso fue una ocupación “menor” ya que su genio e inquietud hacían que interviniera en cualquier plan que mejorara extracciones, construcciones, explicaciones de hechos naturales… cualquier cosa, nada le era ajeno. Cabe señalar que, estando en La Habana a espera de destino una vez que dimitiera como Gobernador, aprovechó su estancia en Cuba para elevar un informe sobre el funcionamiento de las comunicaciones postales entre España y el Perú, recién creada la empresa estatal de los Correos Marítimos. Perú era uno de los territorios españoles más ricos del continente americano, sin embargo la correspondencia entre Madrid y Perú tardaba mucho, ya que todo el correo salía de España hacia La Habana y desde allí se distribuía por todos los territorios americanos. Ulloa publico en 1765 un gran informe titulado ”Modo de facilitar los Correos de España con el Reyno del Perú”, en el que, además, de tachar de inviable la ruta de correos existente, proponía una posible alternativa al respecto, que consistía en otra línea que fuera desde La Coruña a Buenos Aires. Línea que comenzó a funcionar en 1767 y que acortaba el tiempo de reparto del correo a los países del virreinato del Perú y del Cono Sur en más de un mes. Saludos.

      Eliminar
  3. Faltaba Ulloa. Otro de los grandes marinos investigadores españoles, aunque tengo una duda ¿ese admirado investigador llegó a Teniente General de la armada?. Tendremos un buen debate.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr. Aróstegui, efectivamente alcanzó ese grado de Teniente General de la Armada en 1779, aunque fue ya al final de sus andanzas oceánicas, ya que no tuvo mucha fortuna en las dos intervenciones que hizo a continuación, en el gran sitio de Gibraltar ese mismo año, y el ya mencionada intento de conquista de La Florida al mando de la flota de Las Azores. Sin embargo, fue posteriormente nombrado Director General de la Armada Española y en ese cargo realizó un crucero al Cabo Espartel, si bien aun manteniendo ese cargo hasta su muerte en 1795, los últimos años los pasó al frente del Observatorio Astronómico de Cádiz. Saludos.

      Eliminar
  4. Terminamos el debate Valeria, ha sido interesante. Nos ha gustado la visión que da del marino descubridor que fue más cientifico que político y hombre de armas. Nos alegra que lo haya homenajeado en su blog. Son personas que hicieron historia y merecen ser recordadas. Enhorabuena por su trabajo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr. De la Seca. Estoy totalmente de acuerdo con Vd en que estos grandes hombres deberían tener un privilegiado lugar en todos los libros de la Historia del país; esa es mi humilde pretensión en este blog. Saludos.

      Eliminar
  5. Una pregunta Valeria ¿Geológicamente se acepta que Don Antonio de Ulloa fuese el descubridor del platino?¿Tuvo beneficios para España ese descubrimiento?. Muy atractiva su exposición sobre la biografía de ese gran marino. Nos ha gustado. Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario, Sr. Candau. Fue en el año 1735 cuando con 19 años encabezaba una expedición geodésica enviada por la Academia de Ciencias de París, que pretendía medir un arco del meridiano que pasaba por Colombia, por lo que penetró en la selva húmeda del Chocó. En ella, en un yacimiento abandonado, observó que determinadas minas habían sido descartadas por contener un metal tan duro que no se alteraba por la calcinación. En su ‘Relación histórica del viaje a la América Meridional’ explicó que los mineros lo consideraban una maldición, porque los confundía y les retrasaba el trabajo: “oro no parece, plata no es”. Sin embargo, los indios del lugar no pensaban igual; le veían ciertas propiedades interesantes; era resistente, no se oxidaba, era muy duro, y no comprendían que los españoles lo tiraran como desecho o basura. Ulloa lo estudió y le dio el nombre de ‘platino’, pues los mineros lo llamaban ‘plata de la mala’. Ulloa redescubrió ese mineral para los europeos. A la vuelta a España, Ulloa fue apresado por los británicos, pero cuando se puso en contacto con la Royal Society de Londres obtuvo la admiración de los ingleses, que le nombraron Socio Honorario de su sociedad científica. Ulloa les explicó las propiedades del nuevo mineral, iniciando los ingleses su estudio, al igual que Ulloa lo hizo cuando volvió a España. Pronto se dieron cuenta de que era un elemento químico nuevo de extraordinarias propiedades, que tenía tanto valor como el oro; su estabilidad, consistencia y resistencia le hizo ser usado para determinados fines, sobre todo en joyería. A pesar de que los ingleses hicieron un estudio más profundo del nuevo mineral, Ulloa permanecerá para siempre en la historia como el descubridor del platino, uno de los minerales más valiosos, con número atómico 78 y situado en el grupo 10 de la Tabla Periódica de los elementos. Por su parte, España se benefició del hallazgo y de su valor y, por supuesto, dejaron de tirar toneladas de ese material como desecho, dado el extraordinario valor monetario que pronto comenzó a tener. Saludos.

      Eliminar