“El fin justifica los medios”, “en la guerra todo
vale”, son frases que suelen usarse bastante a menudo en distintas contiendas y
sin duda fueron seguidas al pie de la letra por el servicio de inteligencia norteamericano, en plena Segunda Guerra Mundial, para desconcertar a sus
adversarios nazis con el fin de ganar tiempo y jugar con el factor sorpresa a
favor de ellos.
<<El arte de la guerra se basa en el engaño.
Por lo tanto, cuando un ejército es capaz de atacar, ha de aparentar
incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca
del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que
se está cerca.>> Son palabras que el general chino Tzun-tzu dejó por
escrito en su celebérrima obra El arte de
la guerra, de más de 2.500 años de antigüedad. En la imagen, Sun Tzu, George Patton y Omar Bradley.
Y a fe que los norteamericanos
supieron aplicarlo con inteligencia. Así pues, conscientes de que Hitler había
logrado conocer que un posible desembarco de los aliados era inminente,
volvieron a hacer uso de la filosofía de Tzun-tzu (<<Si tu oponente tiene un temperamento
colérico, intenta irritarle; si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo>>)
de manera que la propia prepotencia y fe ciega que Hitler tenía en la
supremacía de sus tropas (hasta el punto de mandarles a pelear a Rusia sin ropa
de abrigo) jugó en su contra.
Los
norteamericanos le dejaron creer que efectivamente eran tan torpes que no
sabían que el Führer conocía las intenciones de desembarcar en las costas
francesas, de manera que mandaron a un ejército formado por actores y
especialistas en efectos especiales, “armados” con tanques de cartón piedra y
otro armamento igualmente falso, a desembarcar en la costa francesa en un punto
en el que los alemanes consideraban que se llevaría a cabo realmente.
Conscientes de que se trataba de actores y no de verdaderos soldados, el
fingido desembarco se produjo en distintos puntos a todo lo largo de la costa
este francesa. Esto obligó a los alemanes a extender sus fuerzas en un amplio
frente, de manera que servían de distracción mientras el verdadero desembarco “el día D y a la hora H” se estaba
efectuando en las playas de Normandía.
Con
esta estratagema, el falso ejército se convirtió en el cebo de la trampa que
los usaría como maniobra de distracción, ya que tan pronto como el Führer supo
de los planes de desembarco y sus espías se percataron del movimiento de tropas
en Gran Bretaña, todo el frente costero francés fue reforzado con más soldados
nazis.
Para
atraer hacia sí más aún las atenciones, a este ejército se le llamó “FUSAG” o “First
United States Army Group” (Primer Grupo del Ejército de Estados Unidos), otorgándole su mando a
George Patton y Omar Bradley.
En
la imagen se observa el distintivo del FUSAG que numerosos soldados que estaban
en la última fase de recuperación de heridas de guerra y soldados que formarían
parte del verdadero desembarco de Normandía lucían bien visible, así como un
mapa señuelo indicando los movimientos de este ejército el 6 de junio de 1944. A su lado, un mapa
indicando dónde se suponía que desembarcaría este falso ejército y dónde lo
harían los aliados.
El
movimiento de fichas comenzó con el general Dwight D. Eisenhower, el 26 de febrero de
1943, al emitir unas órdenes insinuando la existencia de un gran ejército
aliado concentrándose en Gran Bretaña, que se dividiría en dos en el
continente. Uno partiría de la costa sureste de Inglaterra para desembarcar en
Calais (norte de Francia, donde actualmente se ubica el Eurotúnel que cruza el
Canal de la Mancha)
y otro que saliendo de Escocia, desembarcaría en Noruega.
Se
construyeron numerosos tanques en cartón piedra y caucho de diversos modelos
(aunque los más abundantes eran los Sherman), barcos conteniendo supuestamente
numerosas tropas que desembarcar, campamentos de soldados llenos de tiendas de
campaña vacíos, con bidones y cajas sin contenido alguno, camiones Dodge para
el transporte de tropas, maquetas-siluetas de aeroplanos totalmente planas que
contempladas desde el aire parecían realmente cazas, …
Aunque
todo esto sí podía ser perfectamente captado por los aviones nazis que
sobrevolaban Reino Unido para confirmar las informaciones proporcionadas por
sus agentes en tierra, alguien reparó en que estas maquetas por su peso no
dejaban marcas en el suelo, así que se montaron sobre tanques con averías o
daños estructurales. En los casos ya construidos ¡se encargó a un grupo de
personas que fueran arrastrando un curioso artefacto que dejara las huellas que
se esperaría encontrar al paso de estos camiones y tanques!. Por su parte, se
hicieron publicar en distintos medios locales quejas de religiosos y
autoridades locales en contra de los excesos de algunos soldados, mientras
otros emitían por radio las diversas órdenes y comunicaciones que se espera
encontrar en un campamento y sus distintas bases. Y hasta se celebraron visitas
de diversas autoridades a los campamentos, incluyendo al propio rey Jorge VI. A
partir del 26 de enero de 1944 los generales al mando de ambas secciones del
FUSAG, George Patton y Omar Bradley llevaron a cabo diversas reuniones entre sí
y con otros mandos militares a fin de coordinar (supuestamente) sus estrategias
y movimientos durante el inminente desembarco.
Finalmente
la noche del 5 de junio (a escasas horas del “Día D”), varios bombarderos
partieron del sur de Inglaterra para soltar en distintos puntos de la costa
francesa largos elementos metálicos atados a globos sonda, a la vez que
diversas lanchas motoras unidas entre sí o portando estos globos cruzaban el
Canal de la Mancha
con el fin de que los radares nazis los identificaran como grandes objetos
metálicos y supusieran que se trataba de los barcos del desembarco de tropas.
No tardaron las radios de Dunkerque y Calais en enviar por radio las
notificaciones de un desembarco inminente, solicitando refuerzo de tropas,
mientras se desplegaban diversas unidades en las playas y los cañones
comenzaron a abrir fuego contra las supuestas barcazas enemigas.
Mientras,
a la “hora H” de esa mañana del 6 de junio de 1944 comenzaba el verdadero y
despiadado desembarco de tropas aliadas en Normandía, dando un giro a la
historia, movilizando a 156.000 soldados aliados (59.000 estadounidenses,
73.000 británicos, 21.400 canadienses y 2.600 de otras nacionalidades) tal como
el general Eisenhower había planeado durante dos años,
sopesando cada detalle.
Por eso, sirva
esta entrada para dar mi más sincero agradecimiento a todas aquellas personas,
militares y civiles, gracias a cuyo esfuerzo, valor y sacrificio, este
desembarco logró llevarse a cabo comenzando el principio del fin del imperio
nazi. También a todos aquellos alemanes que perecieron siendo carne de cañón de
sus dementes dirigentes. Como sentenció el escritor francés Paul Valéry, “la guerra es una masacre entre gentes que no
se conocen, para provecho de gentes que si se conocen pero que no se masacran”.
Al término de ese día, 10.500 soldados aliados perecieron, fueron heridos,
desaparecieron o fueron capturados así como 10.000 alemanes en similares circunstancias,
tal como señala esta página.
Las batallas más sangrientas ocurrieron en las playas de Omaha (llamadas desde
entonces “bloody Omaha” o sangrienta Omaha), donde desembarcaron
las tropas norteamericanas.
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