domingo, 9 de marzo de 2014

El primer asentamiento europeo en América

    Cada vez son más numerosas las personas que consideran que el proyecto de Cristóbal Colón nunca fue tan descabellado como se ha venido considerando, pues al parecer contaba con mapas que señalaban una posible ruta a seguir atravesando el ancho océano Atlántico. También va en aumento el número de personas que considera que, mucho antes que Colón, otros exploradores ya habían hecho esta ruta hacia América. Es posible. Pero eso en nada empaña ni quita el mérito a la travesía que las tres naves españolas realizaron en 1492. Pues de lo que se trata es del establecimiento de una ruta comercial entre el continente americano y Europa, no de pisar tierra americana por primera vez y de manera anecdótica. 
    Dicho esto, ¿dónde se ubicó el primer asentamiento europeo en tierras americanas?. Como buenos marineros, los capitanes españoles realizaban su diario de a bordo, anotando todas las incidencias del viaje,
gracias a lo cual podemos saber que las tierras americanas se divisaron por primera vez en la madrugada del 12 de octubre de 1492, por Rodrigo de Triana, encaramado en lo más alto del mástil principal de La Pinta. Precisamente en su honor se realizó la estatua que, en sevillano barrio de Triana, inmortalizó su grito: “¡Tierra!”
    Esos diarios también nos relatan que la más pesada y de mayores dimensiones de las tres naves, la nao Santa María, encalló el 25 de diciembre, día de Navidad en el calendario cristiano, de aquel año de 1492 en una isla que Colón denominó La Hispaniola. Los indígenas que la habitaban acogieron bien a los marineros, ayudándoles incluso a descargar los objetos que la gigantesca embarcación transportaba. Imposibles de reparar los daños que las rocas habían causado en el casco de la embarcación, se optó por usar la madera de la nao para construir el primer fuerte europeo en el denominado Nuevo Mundo. Se denominó El fuerte Natividad
   Estaba ubicado entre la desembocadura de dos ríos, los actuales Guarico y Picolet (en Haití) que, a la vez que abastecía de agua dulce al asentamiento, constituía una especie de foso para su defensa. 
    Una vez finalizadas las obras, con las defensas recién construidas y en buenas relaciones con los pacíficos habitantes de la zona, los españoles regresaron a la Península Ibérica en la Pinta y la Niña para relatar a los Reyes Católicos el éxito de la expedición, dejando en el Fuerte Natividad a 39 españoles bien abastecidos de municiones y alimentos, dirigidos por Diego de Arana y los tenientes Pedro Gutiérrez y Rodrigo de Escobedo.
    El 1 de marzo de 1493 recalaba La Pinta en Bayona mientras que el 4 de marzo tocaba puerto en Lisboa la Niña, reuniéndose ambas embarcaciones con sus tripulantes en el onubense puerto de Palos el 15 de ese mismo mes. Todo fueron alegrías, celebraciones y aprovisionamientos para partir otra vez cuánto antes. El 27 de noviembre de 1493, nuevamente por sus diarios de a bordo, sabemos que las embarcaciones castellanas llegaron por seguna vez a la actual Haití, en espera de abrazar a los compatriotas que aguardaban en el fuerte Natividad. Sin embargo, la noche avanzaba rápidamente. Para evitar encallar nuevamente otra embarcación decidieron ser precavidos y aguardar a cierta distancia de la costa a que amaneciera.
   Al día siguiente, a pesar de los vítores y disparos de armas a bordo de los barcos, no llegaba ruido alguno desde el fuerte. 
  En las maniobras de acercamiento, para su sorpresa, divisaron dos cuerpos que en avanzado estado de descomposición flotaban en el agua. Tiempo más tarde se repitió el hallazgo. En este caso, el cadáver de mayor edad presentaba una desarrollada barba, algo de lo que carecían las tribus indígenas. Así que sin más dilación se dispuso un pequeño grupo de soldados para desembarcar en la costa y comprobar el estado del fortín y de sus habitantes. Para su sorpresa, estaba vacío y prácticamente calcinado. 
    Ya a bordo, Colón esperó al día siguiente para comprobar por sí mismo el estado del Natividad, tratar de dar con algún superviviente o algún cadáver y buscar algún nativo que pudiera relatarles qué había ocurrido. Las pesquisas dieron sus frutos ya que el cacique de un pueblo cercano, el taíno Guacanagarí, les relató que un tiempo después de que los castellanos se hubieran marchado, los del Natividad comenzaron a rivalizar entre ellos por el poder, formándose dos bandos enfrentados según contaba, por causa del oro y de las nativas. Un grupo de hombres partió del fortín internándose tierra adentro. Los guerreros de un cacique caribeño, Canoabo, los persiguió y mató. Tras ello, acudió al fuerte Natividad a acabar con los extranjeros que allí se refugiaban. Consciente de la difícil situación,, Guacanagarí acudió con sus hombres al fuerte para ayudar a los castellanos, que se encontraban a las órdenes de Diego de Arana. La batalla se decantó del bando de los caribeños que acabaron arrasando el poblado y haciendo lo propio con el de Guacanagarí, por haber acudido en ayuda de los extranjeros. Incluso Guacanagarí se encontraba recostado, con una pierna vendada a consecuencia de las heridas sufridas, si bien el médico que acompañaba a Colón fue incapaz de dar con el menor rasguño tras su exploración de la extremidad del indio. 
    Así las cosas, finalmente Colón optó por partir de allí y establecerse en otro enclave más al este, fundando la primera ciudad europea en suelo americano que dedicó a la Reina Católica, llamándola La Isabela.

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