jueves, 1 de mayo de 2014

El pesaje de las almas


    ¿Qué tiene en común una iglesia románica española del s. XII bajo la protección de los monjes-guerreros templarios con un sarcófago del Imperio Antiguo Egipcio? Así, de entrada, parece ser que nada,  pues son miles de años y de kilómetros los que separan a ambas culturas. Y sin embargo....

...Y sin embargo compartían, al menos, una misma creencia: el pesaje de las almas de los difuntos tras fallecer, lo que recibe el intrincado nombre de psicostasis o psicostasia. En el antiguo Egipto se creía que una vez que un individuo moría, su alma entraba en una sala en la que el dios de los muertos, Anubis (con cabeza de cánido o chacal), ponía en una balanza el corazón del difunto –donde se suponía que residían  mente y sentimientos– y una pluma, representación de la diosa Maat (de la justicia); cada uno en un platillo. El mandril, el dios de los escribanos Dyehuty (el Thot griego), anotaba la medida. Otras veces era el ibis el que anotaba, simbolizando al mismo dios de la sabiduría.
Si el individuo había obrado bien en su vida, había sido justo, humilde, generoso y buen ciudadano, ambos objetos pesarían igual. Si era una persona de buen corazón y moral, incluso sería posible que la pluma pesara más que este órgano.
Pero si por el contrario pesaba más el corazón, su alma sería arrojada a las fauces de la diosa felino-hipopótamo con cabeza de cocodrilo, Ammit, cuyas fauces destrozarían el alma, entre incontables sufrimientos y penalidades, poniendo fin así a su existencia sin que pudiera alcanzar la vida eterna. Con frecuencia esta operación ocurría en presencia del dios Osiris, juez del universo. 
      Para sorpresa de muchos, esta escena y creencia egipcia fue labrada en numerosas iglesias templarias medievales europeas. En este caso solía ser el arcángel San Miguel quién manejaba la balanza pero por lo demás, “distinto collar pero mismo perro”, como dice el dicho.
          Y para aquellos escépticos o incrédulos a los que ésto aún les resulta difícil de creer, considerando la posibilidad de estar ante un montaje con manipulación de imágenes incluida, les diré que pueden acercarse a ver con sus propios ojos alguna de estas representaciones en las iglesias de la navarra Artáiz (en un canecillo que aparece en la imagen, con San Miguel frente a un demonio de afilados dientes), la colegiata cántabra de Santa Juliana de Santillana del Mar (en un capitel del claustro con San Miguel sobre las almas a pesar, separado de otra imagen del capitel por una tau), en la soriana concatedral de San Pedro (en un capital del claustro, que se muestra en la imagen, con San Miguel –balanza en mano- a la derecha de un personaje central portando una tela, ¿tal vez Daniel?), en la segoviana San Miguel de Fuentidueña, o en la gallega Santa María de Cambre, La Coruña, entre otras muchas de la geografía española. También es una figura bastante frecuente de encontrar en las iglesias románicas y góticas francesas (por ejemplo, en las celebérrimas catedrales de Chartres, Amiens y Vezélay).  

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias, Mari Luz. Resulta sorprendente comprobar cómo en nuestras iglesias encontramos imágenes y creencias que se remontan al antiguo Egipto faraónico. Un saludo.

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