martes, 29 de julio de 2014

En qué consiste el milenario rito matriarcal del Rey Sagrado

          Son varios los lectores que se han puesto en contacto conmigo para interesarse por el rito del Rey Sagrado al que aludía cuando hablábamos de los trabajos que Hércules realizó en el sur de la Península Ibérica. Debido a la relevancia que tuvo y al interés mostrado, hoy vamos a centrarnos en este asunto.
       Pues bien, en las primeras etapas de la humanidad el ser humano vivía de recolectar bayas, comidas en su ausencia por insectos y y pájaros, y cazar los grandes herbívoros a los que seguía en sus rutas migratorias. A su vez, otros grandes predadores cazaban al ser humano como una presa más. Por eso las mujeres fértiles eran muy valoradas por los cazadores, ya que proporcionaban a la comunidad más posibles cazadores o  más recolectoras de bayas y tubérculos que a su vez serían madres de nuevos miembros de la tribu. 

      Por todo ello se adoraba a la fertilidad de la Tierra, por dar frutos y pastos para los herbívoros, pero también a la fertilidad de las mujeres y de los animales hembra, que con frecuencia aparecían dibujados en las cuevas donde moraban. De esta manera, la comunidad se desarrollaba sobre la mujer, que ostentaba el poder, mientras que los hombres se limitaban a ser hábiles cazadores que aseguraban la carne que ellas cocinarían y a ser buenos fertilizadores antes de fallecer en las cacerías atacados por sus presas, como consecuencia de las heridas sufridas, o por la infección de estas. Dentro de esta mentalidad debemos ubicar la enorme cantidad de representaciones de grandes bisontes macho, de osos o de hombres con sus atributos masculinos destacados.

        Así, mientras que las mujeres se apoyaban entre sí y se ayudaban a dar a luz y a curar las heridas, los hombres eran meros complementos. Todo ello degeneró en una sangrienta tradición, la del Rey Sagrado. Y es que al llegar determinada fecha, presumiblemente a mitad o finales de junio, coincidiendo con el solsticio de verano, la comunidad elegía a un rey sagrado, al hombre más viril y mejor cazador, que conviviría todo un año con la monarca de la sociedad tan sólo con la misión de dejarla embarazada. Al terminar este año era sacrificado y su sangre era vertida por los campos con el fin de fecundar también los campos para que los frutos y la caza continuasen abundando en la zona. Al poco después, se elegiría un nuevo Rey Sagrado. Esta mentalidad se recoge bien en la película protagonizada por Nicolas Cage, llamada “el hombre de paja”, (the wicker man).
La fecha del sacrificio la conocían por distintos acontecimientos, entre otros los efectos luminosos de determinadas construcciones megalíticas. En la imagen se muestra el momento concreto del primer rayo de sol del solsticio, en el malagueño dolmen de Menga (centro) y en el dolmen alavés de Sorginetxe (derecha) mencionado ya en otra entrada .

No obstante, debido a que estos reyes sagrados eran frecuentemente los hombres más fornidos y mejores cazadores (por tanto, valerosos estrategas), pronto las comunidades comenzaron a acusar lo que suponía prescindir de ellos, por lo que con el tiempo se fue sustituyendo su sacrificio por el de otro fiero semental del reino animal, tal como león, machos cabrío o toro.
Y de esta manera llegamos a una de las fiestas que mejor ha preservado este rito, que se celebra en la capital de la provincia soriana en honor a San Juan. Precisamente durante la noche de San Juan, los hombres valerosos del pueblo de San Pedro Manrique (en Las Tierras Altas de Soria) caminan sobre las ascuas incandescentes del árbol sagrado, el Quercus. Si esta noche coincide con el miércoles, al día siguiente comienzan los sanjuanes. Si no, el jueves de la siguiente semana. Lo más relevante de esta fiesta es que se sacrifican 12 toros, entre litros de vino que se reparte entre el público (representación de la sangre sagrada) y danzas para que  el domingo, adornados con las mejores galas, se coma la carne de los toros públicamente en el parque central de la ciudad.



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