El
mundo entero contuvo el aliento el día que Howard Carter y lord
Carnarvon entraban en la tumba aún sellada del joven faraón
Tutankamón, que se convirtió en faraón a la temprana edad de 9
años, tras suceder a su padre, Amenhotep IV. Los periódicos de todo
el mundo se hicieron eco de la maravillosa noticia, consiguiendo hacer soñar a todos
los lectores.
Cosas maravillosas
“Cosas
maravillosas”. Las palabras de Howard Carter, cuando se asomó
a un agujero practicado en el interior de la tumba y ser preguntado
sobre lo que se veía por lord Carnarvon (el mecenas que financiaba las excavaciones), resonaron en todo el mundo.
En la imagen vemos a lord Carnarvon y su hija junto a Howard Carter (camisa blanca) y el comisario de antigüedades egipcio en la entrada de la famosa tumba. A la derecha, Howard Carter (en manga corta) y lord Carnarvon en la antesala de la tumba.
En la imagen vemos a lord Carnarvon y su hija junto a Howard Carter (camisa blanca) y el comisario de antigüedades egipcio en la entrada de la famosa tumba. A la derecha, Howard Carter (en manga corta) y lord Carnarvon en la antesala de la tumba.
Durante
mucho tiempo se estuvo especulando en el ámbito académico egipcio
si el general, sacerdote principal y consejero del faraón
Tutankamón, Ay, estuvo implicado en el asesinato del faraón, al que
se le había descubierto un enorme golpe en la parte posterior del
cráneo, que le causó la muerte cuando tenía cerca de 18 o 19 años
de edad. El propio descubridor de la colosal tumba, Howard Carter, no
pudo evitar dejarse llevar por esta idea cuando analizó los restos del
joven faraón. Por cierto que para poder sacar los restos por el
reducido espacio de la entrada de la tumba llegó a realizar acciones
tan criticadas posteriormente como serrar los restos momificados,
entre otras barbaridades.
El
asesinato inexistente
Durante décadas el asesinato del
joven faraón a manos de su anciano consejero por el golpe comentado fue un hecho aceptado como cierto.
No obstante, nuevos análisis revelaron la existencia de una herida
en una de sus piernas que recientemente se ha aceptado como la
verdadera causa del fallecimiento.
De acuerdo con las últimas investigaciones, se considera que durante uno de los adiestramientos militares, o tal vez en una batalla en la que Tutankamón intervino, el carro en el que iba sufrió un percance cayendo al suelo el faraón, con tan mala suerte que una de sus piernas se rompió, mientras que parte de sus costillas se fracturaron. Una de las costillas flotantes posiblemente perforó parte de los pulmones o incluso el corazón hiriéndole de muerte. Esto al menos es lo que han concluido parte de los investigadores, justificando así que uno de los órganos más respetados por los egipcios, el corazón, no haya sido conservado en la momificación del joven faraón. Posiblemente, por lo destrozado que se encontraba, no hubo forma de aplicarle ninguna de las sustancias ni de manipularlo para su conservación.
De acuerdo con las últimas investigaciones, se considera que durante uno de los adiestramientos militares, o tal vez en una batalla en la que Tutankamón intervino, el carro en el que iba sufrió un percance cayendo al suelo el faraón, con tan mala suerte que una de sus piernas se rompió, mientras que parte de sus costillas se fracturaron. Una de las costillas flotantes posiblemente perforó parte de los pulmones o incluso el corazón hiriéndole de muerte. Esto al menos es lo que han concluido parte de los investigadores, justificando así que uno de los órganos más respetados por los egipcios, el corazón, no haya sido conservado en la momificación del joven faraón. Posiblemente, por lo destrozado que se encontraba, no hubo forma de aplicarle ninguna de las sustancias ni de manipularlo para su conservación.
En la fotografía se muestra una reconstrucción del joven faraón basada tanto en las estatuas halladas en su tumba, como en su máscara mortuoria y cráneo.
Ay
entra en escena
No
obstante, queda en el aire parte de los hechos que llevaron a otros
autores anteriores a tejer la teoría de la conspiración para el
asesinato del faraón a manos de Ay. Se basan seguramente en la
agónica carta que la joven viuda faraona, Anjesenamón, mandó al
imperio hitita solicitando que le enviaran un príncipe con el que
casarse cuanto antes y que, para los partidarios de la teoría conspiratoria,
fue asesinado junto con su comitiva por hombres de Ay antes de
llegar, en alguna parte del trayecto (pues parece ser que efectivamente el príncipe y sus hombres partieron de tierras turcas, rumbo a Egipto). El hecho es que el
anciano Ay terminó casándose con la viuda de Tutankamón y siendo
faraón.
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