La
semana pasada estuve en esta bella isla italiana que reconozco que había
captado mi atención desde que hace unos años me enteré de la leyenda que
existía relativa a la fundación de una de las primeras ciudades de la isla, por parte
de nada más y nada menos que de un rey tartesio. Así pues, una vez que arribé a Sardinia (como llaman a Cerdeña sus moradores) mi principal objetivo fue ir
a visitar las ruinas de tal sitio.
La
ciudad en cuestión se denominó Nora, en honor a Norax, el rey tartesio que la
fundó. Como ya viene siendo costumbre, resultó algo frustrante encontrar que
las visitas guiadas a las ruinas de Nora (de otra manera no permiten visitarla)
se efectuaban en inglés, francés o italiano, pero no en español (el idioma más
hablado del mundo, tras el chino). Tampoco este idioma estaba presente en las
audioguías así que tuve que conformarme con la visita en italiano que, aunque es
parecido, hizo que bastantes datos que también me hubiera gustado conocer, se me
escaparan. Sin embargo, lo fundamental sí lo capté. Y entre ello, la mención a
la leyenda de la fundación de la ciudad por parte del tartesio Norax, hijo de
Eritea (llamada como la isla sobre la que se fundó Gadir-Gades, antigua Cádiz,
en España, en territorio tartesio) y del dios Hermes-Mercurio, así como nieto
del célebre Gerión, del que ya hablamos
al tratar los trabajos de Hércules en Tartessos.
Esta
leyenda sobre Norax se basa en las menciones de dos historiadores clásicos, Pausanias y
Solino. Lo más relevante de todo es que no sólo ambos escritores antiguos
relacionan la creación de la primera ciudad sarda con el rey tartesio, sino que
Pausanias data esta fundación ANTES de las guerras troyanas. ¿Y qué tiene este
dato de relevante?, se preguntarán los lectores. Pues “únicamente” el pequeño
detalle de que, de acuerdo con los escritores clásicos, los fenicios llegaron a la Península Ibérica
unos años después de que Troya cayera. Y recordemos que de acuerdo con Homero
el sitio de Troya duró una larga década, como ya vimos en otra entrada.
Por tanto, la fundación de la colonia tartésica de Nora en Sardinia debió
ocurrir hacia el 1.200 a.n.e.,
como muy tarde, si bien posiblemente aconteció mucho antes.
Otro
detalle; entre las ruinas de Nora se halló una piedra con escritura que, según
ciertos autores, parece estar elaborada en fenicio si bien todos sus caracteres
están representados en la escritura tartésica o sublusitana, lo que en mi
opinión deja abierta la posibilidad de que sea un escrito tartesio y no
fenicio. Aún así, aunque no existe acuerdo entre los lingüistas que han tratado
de descifrar la pieza arqueológica, hay quién dice reconocer la mención a Tarsis
en la epigrafía. Curioso.
¿Más
datos “curiosos”? Nora se encuentra situada en una zona, actualmente militar
por su importancia estratégica, al suroeste de la isla. Es decir, es de las
primeras zonas de la isla que se muestran a los barcos que, como en el caso del
ferry que me transportaba, llegaba a Cerdeña desde el puerto de Barcelona,
pasando cerca de las Baleares; en otras palabras, se situa en una de las primeras zonas de
Cerdeña que serían accesibles a los navegantes que, tras cruzar el Estrecho y
tal vez haciendo un alto en las Baleares, se dirigían a Sardinia.
Pero
sigamos con los datos curiosos. Cerdeña está plagada de dólmenes (llamados
“tumbas de gigantes”), menhires, y unos curiosos torreones que aparecen rodeados
de poblados que recuerdan a los castros gallegos. Dichos torreones los
denominan “nuraghes” y nadie sabe explicar el origen de estas numerosas
edificaciones (se estima que hubo más de 8.000 en toda la isla, si bien la gran
mayoría se encuentran en absoluta ruina) aunque las consideran autóctonas. Pues
bien, a mi me recuerdan muchísimo a los torreones aislados que florecieron en
Castilla La Mancha,
también con casas circulares situadas cerca de ellos y contemporáneos a la
cultura almeriense-murciana de El Argar (III milenio a.C.), unos 500 años más
antiguos que los “nuraghes” sardos. La duda no se hizo esperar: ¿procede el
término “nuraghe” de “nora-gens” o “gentes de Nora”, siendo este tipo de
construcción importado desde la Península
Ibérica, donde por cierto ya existían dólmenes construidos en
el sexto milenio antes de nuestra era, tal y como informo en mi libro “Tartessos,
12.000 años de historia”, apoyándome en varias publicaciones científicas y dataciones
absolutas efectuadas en ellos?.
Nuevamente
las distintas visitas arqueológicas a los poblados nuraghes que han pervivido sólo podían ser guiadas (y de nuevo, en
francés o inglés, nunca en español) pero aún así y tras preguntar a varios
guías sobre posibles ajuares hallados en estos restos megalíticos, únicamente
saqué en claro que habían sido muy expoliados desde la antigüedad, por lo cual
apenas se conocían restos asociados a estos nuraghes. La respuesta me llegaría
por otro lado.
Coincido con tus apreciaciones y comparto la extrañeza/indignación ante la nula presencia del idioma español en los sitios arqueológicos de la isla.Tan sólo citan-siempre sin dar demasiada importancia- a las "torres españolas", por cierto, extraordinarias, que cubren todas sus costas y que fueron durante muchos siglos las mejores defensas de Cerdeña ante ataques por el mar.
ResponderEliminarClaro, que este ninguneo no es nada comparado con lo que se hace en Malta, donde, rendida la isla al encanto anglófilo, se miente descaradamente sobre la presencia española en la isla (superpoblada y con una especulación urbanística insostenible). ¿Qué hemos hecho para merecer ésto?. Creo que lo peor,es callarnos continuamente.
Muchas gracias por toda la información y la variedad amena de tu blog.
Muchas gracias por tu opinión, Minuciosa. Lamentablemente no son los únicos casos. En los museos de Reino Unido únicamente se rotula en inglés bajo la excusa de "que no se ofendieran los idiomas excluidos" ya que según ellos "todo el mundo se maneja bien en inglés".Curiosamente no aplican lo mismo cuando vienen a España y no se molestan en aprender español. Al margen de haberme topado con varios españoles radicales fuera de España que pedían folletos/libros/explicaciones en su lengua regional o en inglés en su defecto, creo que el Gobierno español y el Instituto Cervantes debería comenzar a plantear a la Unión Europea que en los museos se rotulara en Español, el idioma más hablado de Occidente. Un reciente trabajo (de hará un mes) con el que me topé afirmaba que el 6 % de la población mundial tiene el Español como lengua madre. Pero en fin, me temo que estamos ante una batalla perdida. Estoy cansada de reivindicar lo mismo cada vez que visito un museo en un país extranjero. En ese sentido, admiro a numerosos suramericanos con los que me topo en el extranjero y que sin perder la cordialidad, tranquilidad y buenos modos, siguen hablando en español y al final el camarero/vendedor, ...tiene que terminar por esforzarse en entenderlos. Cuántas veces, a las primeras de cambio, he pasado a hablar el inglés en lugar de defender, como ellos, mi idioma. Mea culpa. Un saludo.
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