viernes, 3 de julio de 2015

Un monte sagrado milenario en Salamanca


          Ya hemos hablado en otras muchas entradas del origen de los primeros lugares sagrados para las poblaciones Paleolíticas y Neolíticas peninsulares ubicados en zonas naturales con buenas energías telúricas, propicias para el crecimiento interior (estados de meditación) y exterior (favorecedoras de la reproducción y la salud general).
            Incluso hay cada día más académicos que consideran que los dólmenes actuaban como agujas de acupuntura de los canales energéticos (telúricos) de la Tierra, presentes en determinadas zonas y que podían favorecer a las poblaciones humanas asentadas cerca. Hoy vamos a acercarnos a uno de estos montes sacros paganos, ¿me acompañan?.
            Ya los historiadores y cronistas latinos recogieron en sus obras cómo los pueblos peninsulares autóctonos solían disponer de santuarios al aire libre, enclavados en determinadas elevaciones montañosas, bosques milenarios o arroyos naciendo en cuevas. Pues bien, sin duda uno de estos montes sagrados se encontraba en la actual localidad de la Peña, en la provincia de Salamanca.
            El lugar en concreto impone sólo de verlo. Consiste en un relieve rocoso de unos 43 metros de altura y un diámetro máximo de 70 metros que destaca en la llanura, conformado por un tipo de roca granítica, la sienita, carente de cuarzo. Por cierto que este mineral, desde siempre, ha sido muy apreciado como conductor de las energías y sanador de algunos problemas corporales.

             Denominada popularmente como “Peña Gorda”, los investigadores han encontrado en sus inmediaciones restos de poblaciones de la edad del Hierro y del Cobre. Pero si uno analiza atentamente su superficie encontrará evidencias milenarias en ella como las enigmáticas “cazoletas”, pequeñas hornacinas, escotaduras e incluso la realización de cavidades que parecen conformar una primitiva y rústica escalera.
            Es tal la atracción que ejerce que dio su nombre a la localidad cercana. Han llegado a contarse hasta doscientos “escalones” que conducen desde la base de la formación rocosa, en algunos tramos bifurcándose, hasta la cima donde hay una pequeña cavidad o cueva. Allí el relieve adopta una disposición en graderío que algunos investigadores creen fue tallado por la mano del hombre, aprovechando cierta tendencia natural de la roca a hacer tal relieve.


 Detalle de los "escalones" de la precaria escalera que asciende hasta la cima, así como de la disposición en graderío.

          Con toda seguridad debió ser un lugar sagrado parecido al santuario rupestre ibérico de la Nariz (Murcia); el de la Cabrera, también con petroglifos (León), el que hubo en el cañón del río Lobos (Soria), con gruta, arroyo y restos de asentamiento de la Edad del Hierro, también el santuario de Bascarrabal (Ávila), o el Panoias (Vila Real, Portugal), entre otros prerromanos.
        Sin duda este relieve granítico era una plataforma ideal para que los buitres devoraran el cuerpo de los guerreros caídos, llevando su espíritu a los cielos y así a la eternidad, de acuerdo con las creencias celtiberas prerromanas (siglos IX-II a.C.).
       Posiblemente esta colina pudo usarse para meditar, durante la etapa de ascetas visigodos (siglos VI-X d.C.) que proliferó por la mitad norte de la Península conformando enclaves rupestres prerrománicos significativos tales como el santuario rupestre de San Saturio (Soria), el oratorio de Las Merchanas (Burgos), otros similares en Galicia e incluso en Andalucía, tales como los de Valdecanales (Jaén) o de San Torcuato (Guadix, Granada).

Detalle de los santuarios prerromanos de Bascarrabal (izda), Panoias (centro) y Castro de Ulaca (dcha).

Regresando a Peña Gorda, el padre Morán mencionó la presencia de restos de una antigua iglesia cristiana, de la que no queda actualmente vestigio alguno. También en esta zona sacra se conserva una leyenda que habla de las marcas dejadas por la virgen en la roca y que recuerdan una tradición similar en el Cañón del río Lobos soriano, donde se dice que la mula que llevaba a la Virgen dejó las huellas marcadas en la roca. También en Portugal existen leyendas parecidas, para aludir a huellas de dinosaurios preservadas en una pared rocosa vertical. Sin duda trataban de transmitir algún tipo de enseñanza hoy perdida (o tal vez, simplemente, que por ahí pasó la Virgen, esto es, la tradición de ritos de la fertilidad milenarios).


3 comentarios:

  1. Vaya clase magistral y completa que nos vuelve a dar con este nuevo artículo.
    No se queda en el centro del tema sino que hace numerosas observacioles y referencias a monumentos similares.
    También da alguna entrada a la leyenda y eso también completa los textos.
    Yo, el que más conozco es el de San Saturio pero ya me han interesado todos los demás.
    Gracias por el esfuerzo que supone subir cada 2 o 3 días entradas tan interesantes y detalladas.
    La ánimo a que continúe.
    Un saludo.

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  2. Muchas gracias por su comentario que me anima a continuar indagando por nuestro rico patrimonio español. Precisamente en ello ando estos días por las serranías de la malagueña Ronda y de Cádiz. Atentamente,

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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