Hace unos días que falleció el popular físico teórico Stephen
Hawking. Este reconocido divulgador científico británico, que ha sido el hombre
de ciencias más laureado de los últimos tiempos –llegó hasta recibir doce
doctorados “Honoris Causa” por diferentes universidades, con la única carencia
de no obtener el Premio Nobel por sus teorías- falleció en su domicilio de
Cambridge el pasado 14 de marzo y sus cenizas descansan en la Abadía de
Westminster, entre Isaac Newton y Charles Darwin. Hoy quiero dedicarle mi
modesto y merecido homenaje.
Stephen
William Hawking nació el 8 de enero de 1942 en Oxford, universidad en la que
estudió y en la que obtuvo una buena formación científica en el campo de la
astrofísica y de la física cosmológica, graduándose con honores en Física. Hijo
de un biólogo, creció en la ciudad de St Albans, donde fue un apasionado de la
práctica de la equitación. Después, ya en Cambridge, realizó el posgrado en
Cosmología. Había llegado con veinte años a esa Universidad y en 1979 fue titular
de la Cátedra de Matemáticas (Lucasian Chair of Mathematics), cargo que mantuvo
treinta años, hasta su jubilación. Más adelante fue el director de
investigación del Centro para Cosmología Teórica de esa universidad de
Cambridge, actividad que alternó con la cátedra de investigación en el
Instituto Perimeter de Física Teórica de Waterloo (Ontario). Fue en la Universidad de Cambridge donde
realizó lo más notable de su obra, a pesar de que un año después de su llegada,
cuando trabajaba en su doctorado de Física, se le diagnosticó la enfermedad de
ELA (esclerosis lateral amiotrófica), una terrible enfermedad que le llevaba a
perder progresivamente casi todo el control neuromuscular y que con el paso del
tiempo se iría agravando hasta dejarlo totalmente inmovilizado y sin habla,
necesitando que le acoplaran en su silla de ruedas un sintetizador electrónico
para poder manifestarse. Aún así, acabó su tesis doctoral, cuya lectura llegó a
colapsar la web de la universidad. Fue un gran luchador, lleno de esperanza. De
hecho, cuando le diagnosticaron la enfermedad a los 22 años, los médicos le
pronosticaron sólo dos años de vida y perduró 52 años más, con síntomas cada
vez más graves de su deterioro físico, que no intelectual. A pesar de su
enfermedad, logró llevar una vida plena científica y familiar. Se casó dos
veces y tuvo tres hijos.
A la izquierda, un
prometedor joven científico Hawking posando orgulloso con su madre, escocesa. A la
derecha, con su primera esposa, Jane Wilde, el día de su boda (solo le faltaba
el bombín).
Portador de
una inteligencia potentísima que le permitía resolver con la mente complejos
cálculos, ya que no podía escribir al perder la movilidad en los brazos,
propuso tesis revolucionarias. Posiblemente la más importante fue considerar
que la Teoría General de la Relatividad de Albert Einstein implica que el
espacio y el tiempo tuvieron un principio en el Big Bang y su final en los
Agujeros Negros, señalando que éstos no absorben toda materia y energía, como
se pensaba.
Imágenes de su etapa universitaria en Oxford (destacado con una flecha naranja, entre sus compañeros).
Se creía que un agujero negro era un “lugar” en donde la gravedad era tan sumamente alta que atraía y se tragaba a todo cuerpo material, incluso electromagnético, como la luz. Se tuvo constancia de ello en zonas lejanas del universo, al detectar que en sus bordes existe una gran emisión de rayos X. La Teoría de la Radiación señalaba que los agujeros negros pueden emitir energía a cambio de perder materia. Hawking dijo: "El agujero negro sólo aparece en silueta, pero luego se abre y revela información sobre lo que ha caído dentro. Eso nos permite cerciorarnos sobre el pasado y prever el futuro". Estas deducciones las extrajo de sus trabajos a finales de los años sesenta, en colaboración con Roger Penrose. Ambos estudiaron y aplicaron un complejo y complicado modelo matemático deducido de la mencionada teoría de la relatividad general, lo que en 1970 llevó a Hawking a aplicar uno de sus Teoremas de Singularidad (que suministra una serie de condiciones necesarias para que exista una singularidad espaciotemporal en el espacio-tiempo de la teoría de la relatividad), demostrando que estas singularidades son propiedades genéricas de la relatividad general.
Imágenes de su etapa universitaria en Oxford (destacado con una flecha naranja, entre sus compañeros).
Se creía que un agujero negro era un “lugar” en donde la gravedad era tan sumamente alta que atraía y se tragaba a todo cuerpo material, incluso electromagnético, como la luz. Se tuvo constancia de ello en zonas lejanas del universo, al detectar que en sus bordes existe una gran emisión de rayos X. La Teoría de la Radiación señalaba que los agujeros negros pueden emitir energía a cambio de perder materia. Hawking dijo: "El agujero negro sólo aparece en silueta, pero luego se abre y revela información sobre lo que ha caído dentro. Eso nos permite cerciorarnos sobre el pasado y prever el futuro". Estas deducciones las extrajo de sus trabajos a finales de los años sesenta, en colaboración con Roger Penrose. Ambos estudiaron y aplicaron un complejo y complicado modelo matemático deducido de la mencionada teoría de la relatividad general, lo que en 1970 llevó a Hawking a aplicar uno de sus Teoremas de Singularidad (que suministra una serie de condiciones necesarias para que exista una singularidad espaciotemporal en el espacio-tiempo de la teoría de la relatividad), demostrando que estas singularidades son propiedades genéricas de la relatividad general.
Hawking experimentando
la ingravedad (dcha) y dando una conferencia sobre los orígenes del universo
y los agujeros negros (izda), tema en el que se hizo referencia indispensable.
De hecho, aseguraba, la radiación Hawking era emitida por los agujeros negros,
debido a la creación de antipartículas alrededor de ellos; cuando una partícula
y antipartícula coindicen, reaccionan aniquilándose liberando energía y de
igual forma, en condiciones muy concretas la energía puede generar partículas,
materia. De esta manera era posible explicar el Big Bang, la creación de todo
lo material que conocemos aparentemente de la nada, de energía. Esta radiación
Hawking puede dar lugar a que el agujero negro que la emite simplemente
desaparezca o se esfume, como él dijo, si no posee materia de la que alimentarse
(y que transformar en energía).
En la década
de 1970 Hawking multiplicó sus colaboraciones con diferentes científicos,
realizando estudios y deducciones que llevaron a Hawking a realizar una
predicción teórica de los agujeros negros. Con B. Carter, D. Robinson y W.
Israel realizó un brillante trabajo que fue el espaldarazo definitivo para el
“Teorema de no pelo” de J. Archibald Wheeler, que afirma que todo agujero negro
se detalla completamente conociendo sus propiedades de masa, carga eléctrica y
momento angular. Después de analizar
emisiones de rayos gamma en los bordes del agujero, señala que después del big
bang se crearon múltiples pequeños agujeros negros. Más tarde, realizó un
acercamiento y buscó equivalencias con la termodinámica, al proponer en
colaboración con Bardeen y Carter las cuatro Leyes de la Termodinámica de los
Agujeros Negros. Señaló que los agujeros negros emitían radiaciones compuestas
por ondas electromagnéticas y partículas subatómicas (“radiación de Hawking o
de Bekenstein-Hawking”) y que lo harán hasta que gasten su energía y
desaparezcan. Con James Hartle propuso un modelo topológico en el que deducía
que el universo no tenía fronteras en el espacio-tiempo, aunque esa propuesta
de no fronteras pronosticaba un universo cerrado, como una esfera. Tras
diferentes debates y enfoques, aceptó que la no existencia de fronteras es
coherente con un universo abierto. Sus últimos estudios los realizó en 2006 con
T. Hertog, de la CERN, deduciendo los diferentes estados del universo.
Afirmaron que el universo no tenía un único estado inicial. Por ello, las
teorías físicas que pretendan explicar el estado actual del universo no deben
sustentarse sobre la base concreta de un estado inicial.
Hawking con algunos de
sus colegas en la universidad de Cambridge, poco antes de publicar su “Breve
historia del tiempo”. A la derecha, Hawking posa junto al físico Kip Thorne.
Siempre se
rodeó de buenos colaboradores y asesores. Sus aciertos científicos los supo
explotar bien, con una buena divulgación social. Continuamente pretendió acercar
la ciencia al público, consiguiéndolo en gran medida. De hecho, su primer libro
divulgativo, publicado en 1988 con el título “Breve historia del tiempo. Del
Big Bang a los agujeros negros” (A Brief History of Time: From the Big Bang to
Black Holes), con más de diez millones de ejemplares vendidos, fue un
bestseller que lo catapultó a la fama. En esa obra intentó explicar de forma
sencilla la Historia del Universo, el tema de los agujeros negros y la teoría
de la relatividad. Otra publicación divulgativa interesante fue la titulada “El
universo en una cáscara de nuez” (The Universe in a Nutshell), publicada en el
año 2001. O la publicación de 2008 titulada “Brevísima historia del tiempo” (A
Briefer History of Time), en colaboración con Leonard Mlodinow, que era una
versión de su primer libro dirigida hacia un público más diverso, que hizo que
se le señalara como "el historiador del universo".
A pesar de
que desde 1985 estuvo postrado en una silla de ruedas y perdió el habla, nunca
dejó de trabajar en el campo de la física teórica y nunca dejó de divulgar sus
hipótesis y conocimientos, que lo convirtieron en un personaje muy popular.
Esta situación le agradaba en extremo y procuraba potenciarla, participando en
episodios de series populares como “Star Trek” o “Los Simpson”. En 2009,
sufragado por la discográfica de Jack White, “Third Man Records”, participó en
un homenaje a Carl Sagan. Se pusieron a la venta fragmentos de la serie de
Sagan “Cosmos: un viaje personal”, muy bien armonizados por la melodía de John
Boswell, a los que se añadió la voz de Hawking, sintetizada a través del
ordenador adaptado a sus impulsos neuronales.
Con estas
intervenciones, con las publicaciones divulgativas y sus variadas declaraciones
religiosas, levantó algunas incómodas polémicas, que mancharon en parte la
imagen del personaje. En su primer libro “Una Breve Historia del Tiempo”
afirmaba en 1988 que “Si llegamos a
descubrir una teoría completa, sería el triunfo definitivo de la razón humana,
porque entonces conoceríamos la mente de Dios”. En esta publicación,
Hawking aceptaba la imagen de Dios como creador del Cosmos. Sin embargo, tuvo
otras intervenciones en las que se enfrentó a numerosos líderes religiosos al
ir disminuyendo o eliminando la existencia de un Dios creador. Así lo expuso en
su libro “El gran diseño” (The Grand Design), escrito con L. Mlodinow, en el
que negaba que Dios creara el Universo “No
soy religioso en el sentido normal de la palabra. Creo que el Universo está
gobernado por las leyes de la ciencia. Esas leyes pudieron haber sido creadas
por Dios; pero Dios no interviene para romper las leyes". Estas
declaraciones crearon gran malestar y le acusaron de provocador y de comenzar
a reinterpretarse. Se le acusó incluso
de que sus declaraciones eran sólo marketing.
A ello contribuyó su primera esposa, Jane Wilde, tras su polémico
divorcio en 1991. No obstante, Hawking mantuvo su provocación hasta el final de
sus días.
Hawking siempre vivió
en la estela de Einstein siguiendo muy de cerca sus frases, teorías e ideas, a
las que añadía un nuevo toque.
En 2014, en una entrevista concedida
al diario “El Mundo” afirmaba con rotundidad “En el pasado, antes de que entendiéramos la ciencia, era lógico creer
que Dios creó el Universo. Pero ahora la ciencia ofrece una explicación más
convincente. Lo que quise decir cuando dije que conoceríamos 'la mente de Dios'
era que comprenderíamos todo lo que Dios sería capaz de comprender, si acaso
existiera. Pero no hay ningún Dios. Soy ateo. La religión cree en los milagros,
pero estos no son compatibles con la ciencia”.
Todo su
esfuerzo y su labor intelectual tuvieron su reconocimiento por las
universidades y sociedades científicas de los diferentes países. Fue uno de los
miembros más jóvenes de la Real Sociedad de Londres (1974). También fue miembro
de la Academia Pontificia de las Ciencias, de la Academia Nacional de Ciencias
de Estados Unidos y del Gonville y Caius College. En 1982 se le concedió la
Orden del Imperio Británico (grado CBE),
en 1989 logró el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, en 2006 la Medalla Copley, en 2009 la Medalla
de la Libertad y en 2015 el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento.
Sin embargo, hubo un galardón que nunca logró por su trabajo, el Premio Nobel.
Y fueron muchas las voces amigas que lo reclamaron para él, teniendo que
intervenir miembros del Comité y diferentes científicos para justificar la no
concesión de este gran premio, señalando que el Comité Nobel no busca grandes
ideas, sino pruebas experimentales y las ideas de Hawking no han tenido pruebas
experimentales definitivas, necesarias para ganar ese premio. En ese sentido,
Sean Carroll, físico del Instituto de Tecnología de California, afirmaba que el
premio Nobel se otorga a los descubrimientos y que las teorías de Hawking nunca tuvieron ningún respaldo
experimental.
La realidad
fue que Stephen Hawking fue un físico teórico brillante y un gran pensador, que
dejó para la posteridad algunas teorías y frases brillantes y profundas, en los
ámbitos más diversos, como cuando señalaba que:
“Una de las reglas básicas del universo es que nada es perfecto, la
perfección simplemente no existe. Sin imperfección, ni tú ni yo existiríamos”.
“Inteligencia es la habilidad de adaptarse a los cambios” (lo que me
recuerda la bella frase de Einstein: “la
creatividad es la inteligencia divirtiéndose”).
“Sería trágica (la vida), si
no fuera graciosa”.
“La raza humana necesita un desafío intelectual. Debe ser aburrido ser
Dios y no tener nada que descubrir”.
“Sólo somos una raza
avanzada de monos en un planeta sin importancia de una estrella muy normal.
Pero podemos entender el universo; eso nos hace muy especiales”.
“La gente no tendrá tiempo para ti si siempre estás cabreado y
quejándote".
"El peligro
(de la autodestrucción) radica en que
nuestro poder para dañar o destruir el medio ambiente, o al prójimo, aumenta a
mucha mayor velocidad que nuestra sabiduría en el uso de ese poder”.
“Nuestra única
posibilidad de sobrevivir a largo plazo es expandirse hacia el espacio. Las
respuestas a estas preguntas demuestran que hemos hecho un gran progreso en los
últimos cien años, pero si deseamos seguir más allá de los próximos cien años,
el futuro está en el espacio. Es por ello que estoy a favor de los vuelos
espaciales”.
“El viaje en el tiempo
solía ser considerado sólo como algo de la ciencia ficción, pero la teoría
general de la relatividad de Einstein permite considerar la posibilidad de que
podríamos deformar el espacio-tiempo lo suficiente como para que usted pueda
irse en un cohete y volver antes de salir”.
“Debemos intentar
comprender el comienzo del universo a partir de bases científicas. Puede que
sea una tarea más allá de nuestras capacidades, pero al menos deberíamos
intentarlo”.
“Uno no puede discutir
con un teorema matemático” (cierto, pero sí sobre él, añadiría).
“Dado que existe una
ley como la de la gravedad, el Universo pudo crearse a sí mismo de la nada,
como así ocurrió. La creación espontánea es la razón de que exista algo, en vez
de nada, de que el Universo exista, de que nosotros existamos. No es necesario
invocar a Dios para que encienda la mecha y ponga el universo en funcionamiento”
“Einstein se equivocaba
diciendo que ‘Dios no juega a los dados con el universo’. Considerando las
hipótesis de los agujeros negros, Dios no sólo juega a los dados con el
universo: a veces los arroja donde no podemos verlos”
“Limitar nuestra atención a cuestiones terrestres sería limitar el
espíritu humano. El mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino la
ilusión del conocimiento”
Sobre las mujeres es famosa su
sentencia “Mujeres. Ellas sí son un
completo misterio”, si bien no lo es tanto su otra frase dicha en otra
ocasión: “En general se reconoce que las
mujeres son mejores que los hombres en idiomas, relaciones personales y
multi-tarea, pero menos buenas en la lectura de mapas y la conciencia espacial.
Por lo tanto, es razonable suponer que las mujeres podrían ser menos buenas en
matemáticas y física”. Este pensamiento tan retrógrado me ha hecho en más de una vez cuestionarme si llevaba cierta razón mi amigo norteamericano con el que algunas tardes-noches compartía durante mi doctorado unas horas invertidas en el proyecto SETI, cuando bromeaba diciendo "¿y si Hawking sufriera realmente retraso mental y su inteligencia atribuida fuera realmente el de su computadora acoplada?" pues en su inigualable verdad absoluta sobre las mujeres comete dos errores inmensos: el primero es el de generalizar pensando que por ser mujer tus dotes e inteligencia vienen predeterminadas, el segundo cae por su propio peso en la vida actual ya que en mi caso -y en mi clase de Geológicas éramos más de 100- las mayores notas en Cartografía las obtuvimos mujeres, y lo mismo en Física; con respecto a las Matemáticas, recordaré la cita de Albert Einstein: "No se preocupen por sus dificultades en las matemáticas, les puedo garantizar que las mias son aún mayores". Por tanto, usando una frase del propio Hawking, en este asunto "sería cómico si no fuera trágico".
Igual de
brillante encuentro su juicio de valor, ejerciendo como británico “Si los
extraterrestres nos visitaran, ocurriría lo mismo que cuando Cristóbal Colón
desembarcó en América. Y nada salió bien para los nativo americanos” (y no
digamos para los norteamericanos, cuando desembarcaron los Británicos, añado).
Disculpe el
lector la profusión de citas, pero en verdad exponen mucho mejor que mis
palabras la profundidad, complejidad, sentido del humor y polémica personalidad
de este brillante y esforzado personaje. Se ha dicho de él que era populista,
provocador y hasta buen mercader para algunos. Prefiero resaltar su figura de
gran luchador y gran científico teórico, si bien en ocasiones creo que tratando
de rizar el rizo del colmo de la idea más filosófica y científica posible caía
en lo más pueril y simple, como cuando sentenció aquella frase destinada a la
historia:
Y cuya respuesta era de lo más simple: el Polo Sur (¿ve lo que ocurre cuando una es buena en Cartografía?). Lo mismo debo decir de su "curiosa" frase: "al memorizar algo, aumentamos el desorden del Universo", tan pomposa y falta de sentido como ridícula (¿qué puede afectar a la entropía del Cosmos una conexión neuronal de un ser vivo insignificante de un pequeño planeta más de los millones de billones de cuerpos espaciales que lo conforman?). Y es que en ocasiones rozaba la postura más egocéntrica y contradictoria al decir aquello de "las personas que se jactan de su coeficiente intelectual son unas perdedoras", y luego afirmar "las personas más tranquilas y silenciosas son las que tienen las mentes más fuertes y ruidosas", posiblemente pensando en él dado que ni Einstein, ni Beethoven, ni Hernán Cortés, ni Mozart, ni Blas de Lezo ni otros muchos cientos de personas destacadas mentalmente pueden ser tildadas de silenciosas, cuando supusieron todo un tsunami a la mentalidad y costumbres de su época y fueron grandes divulgadores de aquello en lo que eran buenos (precisamente por eso, porque para ellos era de lo más sencillo); me atrevería a decir que más bien al contrario, las personas de mentalidad poderosa y ruidosa son las más inquietas y curiosas por todo.
En fin, que lo describiría como un buen
divulgador que propuso una visión distinta a la que había hasta entonces del
universo. Su legado hay que tacharlo de admirable y valorarlo positivamente,
por lo que dijo y por las puertas que abrió a futuras investigaciones… si bien
muchas de sus ideas deberemos considerarlas como filosóficas por su ausencia de
pruebas o evidencias a su favor.
Descanse en paz.
Muy bueno y valiente. Ha hecho usted un perfil muy ajustado, a mi opinión, de ese gran pensador. Saludos
ResponderEliminarGracias, Sr. Hita, por su comentario. Un saludo.
EliminarAunque está bien su artículo creo que exagera su crítica a Hawking. Cierto son que ser un buen teorico de ciencia pero olvidarse que las teoricas han venido siempre por antes de los grandes descubromientos, tener como ejemplo a Einstein. Stephen fue igual.
ResponderEliminarGracias por compartir su opinión, Sr. Archibald, pero me temo que no puedo estar de acuerdo con usted en este asunto. Yo también soy científica y por ello soy consciente de que hay un gran abismo entre teorizar (ir más allá en los conocimientos actuales porque los medios tecnológicos son aún deficientes pero todo señala en la dirección en que se desarrolla la nueva teoría; es el caso de Albert Einstein, Kepler o Galileo) y filosofar (marear la perdiz diciendo una posibilidad y la contraria, porque por el momento nada señala en una dirección determinada; es lo que hacía Hawking, en mi opinión). Para mí, el valor de este hombre radica no solo en que llegó a ser un buen divulgador de las ideas astronómicas actuales, sino en que fue de los últimos supervivientes del icónico personaje British del siglo XIX (último coletazo del Imperio Británico y su leyenda inventada y magnificada) que ejercía de ello y por eso tuvo muchas puertas abiertas (cuántos grandes científicos realmente brillantes pasan mil calamidades por falta de tan siquiera el 1% de las ayudas que Hawking obtenía; cuántos astrónomos excelentes hubieran dado media vida por poder disfrutar de la experiencia en atmósfera cero que Hawking tuvo sin cumplir los requisitos exigidos para ello; entre otras cosas). No lo culpo a él por haberse dejado ser un producto de marketing, pero sí le pido que al menos no trate de prodigarnos con frases destinadas a marcar un hito en la historia, cuando caen por su propio peso por ilógicas o tontas. Como digo en mi entrada, Hawking supo vivir a la estela de Einstein y lo hizo tan bien que se le acabó recordando a él por ideas de Albert. Supongo que será usted buen conocedor de la obra de Hawking para salir en su defensa. Habrá reparado entonces que el 80 % de su obra ya se encuentra en los escritos de Einstein ¿no? Y el 15 % del 20 % restante no puede ser demostrado por el momento, ni nada señala indiscutiblemente en esa dirección. ¿Consideramos uno de sus mayores aportes, la radiación Hawking (recordemos, también formulada por otros científicos “olvidados” al darle el nombre)? Se basa en asegurar que los agujeros negros (ampliamente desarrollados por Einstein) pueden ser centros de creación tanto de energía como de materia, en el Universo, al desprenderla en forma de “paquetes” que según las condiciones (lo estoy simplificando mucho) puede crear materia en una dirección eliminando energía, o en la otra dirección puede generar energía consumiendo materia. Pues bien, permítame que le recuerde un “pequeño” detalle ignorado por muchos: el Premio Nobel de Albert Einstein en Física, el 10 de noviembre de 1922 (7 años después de enunciar su Teoría de la Relatividad y conmocionar a la sociedad científica mundial) no lo recibió por la Relatividad sino por una novedosa aportación que defendía que la energía no fluía de manera continua sino de forma milimétricamente discontinua, en forma de pequeños “paquetes” a los que denominó “Quanta”, traducible en “Quantos de energía”, de donde deriva el adjetivo “cuántico” (Física Cuántica, por ejemplo). ¿Y por qué el genial Einstein dijo aquello? Porque en sus investigaciones se percató de que solo si se aceptaba ese axioma (del que daba pruebas y evidencias indirectas que con los avances tecnológicos se han podido confirmar), la Física podía seguir avanzando y explicar fenómenos cotidianos en el Universo. Basándose en los trabajos del físico holandés Lorentz, al que veneraba a todos los niveles (ver su obra “El Mundo como yo lo veo”, de Einstein), completándolo con datos obtenidos por el alemán de diversas fuentes, Albert llegó a afirmar en 1905 que la masa puede desaparecer dando lugar a “un paquete” de energía, o a la inversa, puede crearse materia “espontáneamente” a partir de una determinada cantidad de energía –o quanto- ¿por qué? Porque la materia (masa) y la energía estaban relacionadas, ¿cómo? A través de la genial, simple, sencilla y magistral ecuación Energía = masa x velocidad de la luz en el vacío al cuadrado o lo que es lo mismo E=mc2. El resto ya es historia de la astrofísica.
EliminarPor ello, siempre admiraré a Einstein como un genio que permitió dar un paso de gigante con una sencilla ecuación, pero a Hawking no puedo más que considerarlo un buen filósofo astronómico y divulgador. Más grandes para mí han sido científicos como el paleontólogo Stephen J. Gould (con su revitalización del Darwinismo en neodarwinismo) o los matemáticos Gaston Julia (precursor de la maravillosa Teoría de los Fractales) y Benoit Mandelbrot (creador del término “fractal” y gran contribuyente de la actual Teoría de los Fractales), por citar un par de ellos que ni con mucho han alcanzado la popularidad de Hawking cuando su aporte científico fue muchísimo mayor. Es mi opinión. Un saludo.
EliminarMuy interesante su artículo. He conseguido tener una visión completa de Hawking y la confirmación de que no andaba muy errado en mi opinión sobre él.
ResponderEliminarUn interesante artículo, Valeria, estoy de acuerdo con usted en que sus frases, algunas brillantes,otras absurdas y otras estúpidas define marcadamente la figura de ese pensador. Excelente artículo.
ResponderEliminarGracias por compartir su opinión, señores Armando y Romera, celebro que mi trabajo haya sido de su agrado. Un saludo.
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