jueves, 12 de diciembre de 2019

El Simbolismo de Bohemian Rhapsody

      José Ortega y Gasset dijo una vez: “yo soy yo y mi circunstancias”, frase con la que no puedo estar más de acuerdo desde todos los aspectos, más aún desde mi faceta de geóloga que precisamente me ha demostrado cómo el entorno, las circunstancias de un ser vivo, llegan a influirlo en gran medida. Precisamente a mí mis circunstancias me influenciaron, en gran medida, en mi pasión por el simbolismo. Nací en Soria, una tierra tan dura como plagada de gran belleza natural y de tradiciones milenarias arraigadas en el pueblo hasta grados insospechados. Ambos aspectos los asimiló y combinó con una maestría inigualable el Temple, que alzó aquí fortalezas y allá santuarios que eran en realidad auténticos libros esotéricos labrados en piedra. Y crecí aprendiendo a leerlo y a ver un doble lenguaje que me resultaba apasionante.
          También influyó en gran medida mi abuelo, cántabro de nacimiento y muy castellano en su ética y gustos. Así, recuerdo cómo siendo una niña me despertó un día siendo aún de noche y me metió en su coche dorado, para continuar durmiendo allí mientras viajábamos por solitarias carreteras. Cuando desperté, hacía un frío que cortaba los pómulos. Como cantaba Gabinete Caligari en su “camino Soria”, “en una tibia mañana el sol asoma ya, no llega a calentar”. Ante mí se alzaba una mole de antiguas piedras labradas en hipnóticas escenas. Me tomó de la mano y me apresuró a agilizar el paso “porque no llegábamos”. Recorrimos galerías donde nuestros pasos retumbaban como tambores, para entrar en una sala donde se agrupaba un grupo de personas a las que nos unimos. La verdad que no me fijé mucho porque andaba somnolienta, pero sí recuerdo de pronto oír unas voces que retumbaron dentro de mí y por toda la gran estancia y me invitaban a callarme, dejar de agobiar a mi abuelo con preguntas y dejarme sentir. Me había llevado a una misa en canto gregoriano, en el Monasterio de Silos (Burgos), no lejos del límite con Soria. Fue mágico.
            Desde entonces he experimentado infinidad de veces esa mezcla de plenitud, alegría y genialidad al “leer” mensajes en las iglesias románicas que parecen mostrar imágenes extrañas y aparentemente no relacionadas entre sí y que en realidad hablan de un mensaje conexo y diáfano que parece estar dirigido a ti, a través de centurias allí tallados, porque pocos más parecen entenderlo.
            Pues bien, hoy voy a compartir con mis lectores uno de estos mensajes, ayudándoles y guiándoles en el camino para llegar a revelar un contenido completo y claro, para ver si así también ellos logran sentir esta mezcla de sentimientos encontrados que produce el ver de pronto cómo todo encaja y en un enorme galimatías el caos se ordena totalmente.
            No partiremos de ninguna iglesia románica en este caso, sino que se trata de una canción del grupo Queen, presidido por el inigualable Freddie Mercury como maestro de obras. Eso sí, debo poner una tarea al lector interesado: que primeramente escuche la canción completa, uno de los grandes éxitos y canción tan emblemática del grupo británico que ha dado nombre a la película basada en parte de la vida del cantante (y del grupo). 

He buscado el video-clip subtitulado en español (castellano) para ayudar en el proceso de traducción del lenguaje oculto de la obra redonda y magistral del conjunto, Bohemian Rhapsody:
 

           Lo primero que llama la atención es que parece ser una canción hecha con trozos de otras, de distintos estilos y sin aparente conexión entre sí, que llega a producir rechazo en muchos de quienes la oyen, siendo habitual que digan que para ellos la canción se limita al momento del piano, que el resto les sobra. Bien, vayamos por partes.
¿Por qué tan extraño título, Bohemian Rhapsody? En castellano sería Rapsodia Bohemia. ¿Y qué significa eso? Una rapsodia es precisamente una composición musical realizada con partes en distintos estilos, de manera que se adapta bastante bien a la canción. Y bohemia, en castellano, como adjetivo puede tener el significado de alguien  libre y autónomo, al margen de las normas sociales establecidas, que prioriza la cultura y el arte en su vida, por ejemplo la forma de vida de los antiguos cíngaros podría calificarse de bohemio. Sin embargo en este caso concreto de la canción realmente significa literalmente “de Bohemia”. Es decir, nos van a cantar una canción conformada por tramos de estilos musicales diversos, de Bohemia o sobre Bohemia. En verdad, en el caso de la canción, será de Bohemia.
 Concretamente de una persona de la antigua Bohemia, Johann Georg Faust, nacido en 1480 en la ciudad de Knittlingen (si bien otros señalan que el pueblo de Kundling, próximo a Bretten) y fallecido en 1540 en Staufen de Brisgovia, probablemente durante la elaboración de un brebaje alquímico, tal vez el elixir de la vida (también conocido en el elixir de la eterna juventud). Según personas que lo trataron, Johann era un aristócrata impresionantemente culto y posiblemente por disponer de dinero en abundancia, amante de los placeres mundanos. Decían que solía ir siempre acompañado de dos grandes perros negros que eran en verdad diablos encarnados en forma de mastines. Pues bien, este personaje estaba tan en boca de toda la sociedad de Bohemia, admirado y odiado a partes iguales, que en 1987 sale a la luz la Historia von D. Johann Fausten, una obra firmada por Johann Spiesz, un librero de Frankfurt que dijo haberse limitado a copiar un manuscrito anónimo que le llegó. A pesar de su relativa calidad literaria, la obra gozó de gran acogida, siendo imitada la historia por el dramaturgo y espía inglés Christopher Marlowe, contemporáneo de Shakespeare, en su libro The Tragicall History of Dr. Faustus (representada como obra de teatro en 1592 y publicada como libro en 1604, como obra póstuma) y por otros autores entre los que destaca sin dudas Johann Wolfgang von Goethe, en 1808, sirviendo de inspiración a la célebre ópera Fausto.

A la izda, ejemplar de la obra de Goethe (segunda parte, 1832). A la dcha, uno de tantos cuadros inspirados en el relato.

            Por tanto, Bohemian Rahpsody es en verdad la particular versión que la banda de Freddie Mercury hizo de la historia de Fausto. Así que, ¿de qué trata este relato? Si nos basamos en la historia más primitiva, la de Spiesz, Fausto es un noble con gran conocimiento e inquietud por todo, que sin embargo cuando está al final de su vida, descubre su hastío por la existencia y su descontento porque a pesar de haber logrado desentrañar los mecanismos físicos y químicos que explican el funcionamiento de todo en esta vida, no ha logrado encontrarle el significado y sentido de la existencia misma. En esas está cuando una noche se  presenta ante él el mismísimo Diablo que le ofrece un pacto: él compartirá con Fausto ese saber a cambio de que el bohemio le entregue, al término de 24 años, su alma inmortal al Diablo.
            Fausto accede y repentinamente es rejuvenecido por el Diablo, que pone como guía de esos 24 años del mortal a su demonio Mefistófeles. Y aquí encontramos las principales diferencias de la historia, puesto que en la versión inglesa Fausto comienza a sopesar cuál de las Ciencias es la más importante de todas ellas rechazando la Lógica de la Grecia clásica pues únicamente sirve para el debate, materia en la que ya es de por sí bueno; la Medicina tampoco, pues no sirve para vivir eternamente y curar todas las enfermedades; y así una tras otra va descartando todas hasta quedarse con la Teología que le haría conocer a Dios y aspirar a ser digno de él y por ahí le llega la culpa y la vergüenza de sus actos…en fin, demasiado beato todo. Particularmente prefiero la leyenda más antigua, como vemos que hicieron también Queen.
            En la versión antigua, conforme Fausto va viajando acompañado de Mefistófeles, quién a veces adopta la imagen de un perro, va comprendiendo que la existencia en sí no tiene más finalidad que la que desees darle y que posiblemente, si quieres darle algún sentido, la opción más correcta es la de ayudar desinteresadamente al prójimo porque lo que das lo terminas recibiendo y si ayudas, terminarás feliz contigo mismo y orgulloso de los logros de aquellos a los que has ayudado, que si son agradecidos, te lo apreciarán y cuando mueras, nunca estarás muerto del todo porque siempre alguien te recordará (hecho que, sin saberlo, le ayudará para dejar el purgatorio y salvarse). Y entonces Fausto comienza a sentir remordimientos por haber vivido tratando de cubrir sus placeres materiales, sin importarle nadie más que él. En fin, que viene a ser una especie de versión prematura del Cuento de Navidad.
            Conforme se le va terminando el tiempo, Fausto va arrepintiéndose de su egoísmo y, en la obra de Goethe, de haber sucumbido a los siete pecados capitales, pero alega haberlo hecho de manera inconsciente y sin haber causado grandes daños colaterales, por así decirlo, de manera que comienza a suplicar a Dios para que interceda por su alma y que en lugar de la condena eterna, que sea condenado a cien mil años o a miles de años en el purgatorio pagando por sus pecados pero que pueda ser perdonado algún día. Goethe será el primer autor en tratar esta historia ofreciéndole una posibilidad de salvación a través de su verdadero y sincero arrepentimiento.
            Así, cuando finalmente se oyen las campanadas de las doce de la noche del último día concedido y llega otro demonio más para llevarse junto con Mefistófeles el alma de un Fausto resignado, éste implora su más sincero arrepentimiento a Dios. Y entonces el contrato con el Diablo deja de tener validez, ha sido salvado. Así Goethe, precursor de Nietzsche, muestra a un ideal que seguir: el de una persona que incluso con todo en su contra, es capaz de seguir su recta convicción resurgiendo de entre sus oscuras cenizas y miserias, ir hacia la luz y alcanzarla, el superhombre de Nietzche.

Izquierda: En el “Fausto” del Museo del Prado (obra de José de Uría y Uría, 1889), el protagonista lee los tratados de los sabios más importantes, pero no va vestido de sabio sino de hombre de acción. Junto a él, Mefistófeles en forma de mastín. Derecha: “ajedrez con el Diablo” (de Friedrich August Moritz Retzche, 1825), mostrando a Fausto jugando al ajedrez contra Mefistófeles, pugnando ambos por el alma del mortal, ante la mirada de un ángel, como claro mensaje de que existe posibilidad de redención.
           
         Hasta aquí el relato “anónimo”. Ahora vayamos a la aparentemente canción de Queen hecha a retales. Se compone de siete partes, por así decirlo, con la 1ª a capella (solo voces), la 2ª es una balada de piano con únicamente la voz de Freddie, la 3ª consiste en un solo de guitarra, la 4ª viene a ser ópera, la 5ª es rock y la 6ª de nuevo una balada como la 2ª.
            Ahora atendamos a lo que dicen en ellas.

- La introducción (1ª parte o pieza de la canción, hasta 0.52):
¿Es esto la vida real?/ ¿o es solo fantasía?/ atrapado en un corrimiento de tierras,/ sin escape de la realidad,/ abre los ojos,/ mira a los cielos y mira,/ solo soy un pobre chico,/ no necesito compasión,/ porque tan fácil como vengo me voy,/ no muy alto,/ no muy bajo,/ voy donde el viento, el viento sopla,/ no es algo que realmente me importe, a mí.
Nos estamos situando en el punto de partida, con un Fausto que lo comprende todo de la realidad que le rodea pero que lo observa como elementos sueltos e independientes, están ahí sin ninguna relación ni implicación entre sí, simplemente existen.

- 2ª parte y para muchos la verdadera canción, el momento del piano, con un Freddie Mercury totalmente vulnerable y solo (de 0:52-0:38):
Mamá, acabo de matar a un hombre,/ le puse una pistola en la cabeza,/ apreté el gatillo, ahora está muerto.
Mamá, la vida acababa de empezar,/ pero ahora me he vuelto loco y la he tirado a la basura./ Mamá, no quise hacerte llorar,/ si no estoy de vuelta mañana a estas horas,/ continua, continua como si nada importara.
Demasiado tarde, mi hora ha llegado,/ manda escalofríos por mi espalda,/ el cuerpo duele  todo el tiempo./ Adiós a todos, tengo que irme,/ dejaros a todos atrás y afrontar la verdad.
Mamá -desearía que soplara el viento-,/ no quiero morir,/ de vez en cuando desearía no haber nacido nunca.
Aunque parezca una letra muy extrema y rozando lo políticamente incorrecto, en verdad Freddie está admitiendo haberse matado a sí mismo al vender su alma al Diablo,  a cambio de 24 años de vida en los que descubrirá el motivo por el que todo ser vivo existe, pero para ello ha tenido que entregarse a los brazos del Diablo, al lado oscuro, por lo que no tiene salvación y tampoco hay vuelta atrás.

- 3ª parte: el solo de guitarra que equivale a los frenéticos 24 años recorriendo todos los saberes ancestrales, todos los conocimientos universales…

- 4ª parte de la ópera (3:06 a 4:10), que en el video clip se representa tétricamente por los rostros de todos los componentes de Queen, cantando entre la oscuridad total y dicen:
Veo una pequeña silueta de un hombre,/ Scaramouche, Scaramouche, ¿montarás un lío?/
Rayos y centellas, me asustan mucho, mucho./ -Galileo- Galileo/ -Galileo- Galileo creo que estás equivocado/ Galileo, Fígaro, magnífico.
Solo soy un pobre chico y nadie me quiere,/ es solo un pobre chico de una familia pobre,/
perdonadlo que no pase su vida en esta monstruosidad /Lo que  fácil llega, fácil se va, ¿me dejarás irme?/
Bismillah! (en nombre de Dios, en árabe)/ No, no te dejaremos marchar. -/ Dejadlo marchar!-/
Bismillah!/ No, no te dejaremos marchar. -Dejadlo marchar!-/ Bismillah!/ No, no te dejaremos marchar. -Dejadme marchar!-/ no te dejaremos marchar. -Dejadme marchar!-/ no te dejaremos marchar. -Dejadme marchar!-/ Ah, no, no, no, no, no, no, no, no./ -Oh, madre mía, madre mía- Madre mía déjame marchar,/ Belcebú tiene un diablo puesto aparte para mí, para mí.


Los rostros de los componentes de Queen aparecen entre la oscuridad pero solo Freddie está en la posición que adopta un cadáver mientras arde ¿en el infierno?

Esta es la parte más compleja, espesa y complicada para muchos los que oyen la canción e intentan comprenderla. En realidad estamos ante el juicio de los sabios por el alma de Fausto, el juicio sobre si se merece la redención o no, un juicio que posiblemente ocurría en la cabeza del protagonista mientras iba comprendiendo el sentido de la existencia y se iba arrepintiendo de haber pagado por ese conocimiento un precio muy alto, el de condena de su propia alma. Así vemos el paralelismo con el juicio de Galileo, cuando le pidieron que renegase de sus ideales sobre el Universo.
Con respecto a que es un chico de una pobre familia al que nadie quiere y que está condenado, posiblemente sea una nota autobiográfica añadida por el mismísimo Mercury al verse a él mismo entregado a una vida llena de satisfacción sexual homosexual (condenada aún hoy día condenada en muchos países), drogas, alcohol, excesos de todo tipo y megalomanía. Tal vez él mismo se veía en ocasiones como Fausto. Igualmente invoca a Scaramouche, el protagonista de una obra de Rafael Sabatini, un joven aparentemente huérfano y muy inteligente que aviva la revolución francesa para colmar su único deseo en la vida, la venganza, vengar la muerte de su amigo de la infancia a costa de lo que sea y quién sea. También cita a Fígaro, un pícaro de Sevilla que llegará a ser conde y que es un mujeriego.

- 5ª parte: rock
Así que crees que puedes machacarme y escupirme en el ojo/ Así que crees que puedes quererme y dejarme morir,/ Oh, nena, no puedes hacerme esto a mí nena,/ solo tengo que salir, solo tengo que salir directo de aquí.
En este momento Fausto está concluyendo su tiempo ganado con el pacto e, iracundo y convencido de que no hay salvación para su alma, se encara con el Diablo reprochándole cómo puede compartir todo ese saber con él y luego desentenderse. Debe encontrar una salida para evitar su condena, tiene que evadir la resolución de su contrato.

- 6ª parte y final (4:46):
En realidad nada importa,/ cualquiera puede verlo,/ en realidad nada importa,/ en realidad nada me importa,/ de todas formas, el viento sopla.
El último verso es revelador. Tenemos a Fausto en los últimos segundos de vida, comprendiendo la consecuencia de sus actos y resignado a cumplir la condena que responsablemente debe darse. Se arrepiente de corazón por no haber sido capaz de haber comprendido que tal vez debía haber prestado más atención a sus semejantes en lugar de  emperrarse en cumplir todos sus antojos… y entonces siente el viento soplar. Recordemos que en la segunda parte, en su solo con el piano, acababa de vender su alma al Diablo y entonces había dejado de soplar el viento, pero en el inicio, en la primera parte, iba donde le llevaba el viento. Por tanto, ha obtenido la redención. Y si nos fijamos en el video clip, en todo momento (salvo en su juicio, que no se ve su cuerpo), Fausto (es decir, Freddie) va vestido de un blanco inmaculado, señal de su inocencia.

¿A que se ve ahora la canción con otros ojos?, ¿no resulta magistral cómo de pronto todo lo que parecía absurdo, inconexo y sin sentido, ahora encaja como las fichas de un puzle?. Es por eso que creo que es una de las pocas canciones pop magistrales y colosales, y si le añadimos la fascinante voz de Freddie Mercury, entiendo que sea una canción que ha marcado un hito en la historia de la música.


4 comentarios:

  1. Gracias, Valeria,por esta entrada. Relata de forma amena y concisa el mito de Fausto, versión moderna de mitos clásicos cuyo último sentido es en mi humilde opinión reflejar la angustia existencial del ser humana y su incesante búsqueda de respuestas trascendentes. He disfrutado mucho con su lectura y admirado su capacidad e ingenio para trasladar y percibir el tema en esa gran canción. Leer su blog es un disfrute variado y sorprendente. Saludos

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    1. Muchas gracias por sus palabras, animan a continuar compartiendo inquietudes. Un saludo.

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  2. Me ha encantado, parece que te traslada a años atrás.Siga así, que es un placer leerla.Un saludo

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    1. Muchas gracias por sus palabras, Mari Luz. Consideré que sería un buen homenaje a esa gran banda y mejor voz, "traduciendo" la que sin duda ha sido la canción más famosa de Queen y que creo que era desconocida su "profundidad" filosófica. Por cierto que se me olvidó añadir que la canción finaliza con el ruido de un Gong asiático e incluso eso tiene significado puesto que tradicionalmente se empleaba para alejar a los malos espíritus. Así que parece que Queen no dejó nada al azar en esa obra. Un saludo.

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