El descubrimiento de este yacimiento tan relevante
ocurrió, como en el caso del yacimiento de Torralba y Ambrona,
de manera fortuita durante la realización de los movimientos de terreno para
meter las vías del ferrocarril. El profesor Emiliano Aguirre, por la década de
los sesenta, realizó los primeros estudios y, estimando la relevancia que estos
depósitos podían tener para conocer la evolución humana, comenzó a insertar el
primer equipo multidisciplinar en el que se encontraba una gran y querida
amiga mia, actualmente funcionaria del CSIC.
Aguirre
estaba en lo cierto y el tiempo le acabó dando la razón, al descubrirse, en
1992, una pequeña población en la llamada desde entonces Sima de los Huesos,
formada por treinta y dos Homo heidelbergensis.
Se estima que vivieron
en el Pleistoceno Medio, es decir, hace aproximadamente 300.000 años.
Actualmente la cifra ha subido a cerca de la treintena de individuos de todas
las edades y sexos, representados por el registro fósil.
Y este
hallazgo únicamente fue el principio de toda una serie de evidencias relevantes
que sitúan a Atapuerca entre los yacimientos paleontológicos más destacados del mundo.
Un par de
años más tarde, en 1994, la historia sobre la evolución humana sufrió un duro
revés, al encontrarse en Atapuerca restos de homínidos de una edad de 800.000
años, 300.000 años más antiguos que cualquier otro resto europeo. Las ideas
tradicionales que suponían que los humanos salieron de África en dirección al Próximo
Oriente, de donde se dirigieron hacia Occidente y recorrieron toda Europa,
llegando finalmente a la Península Ibérica, simplemente se hacía añicos. Las
evidencias contaban la historia en sentido inverso. Pero no fue ésta la única
sorpresa, ya que los restos óseos resultaron poseer características propias del Homo
sapiens pero también del Homo neanderthalensis. Estábamos ante un
nuevo eslabón de la cadena evolutiva humana. Era un género nuevo, antecesor de
los sapiens y los neandertales. Por ello se le llamó Homo antecessor.
Dataciones actuales han retrasado su edad en 100.000 años., mientras Atapuerca
sigue regalando joyas para la investigación. Así, ha proporcionado los
esqueletos casi completos de tres adultos y un niño de Homo neanderthalensis,
uno de los cráneos de homínido mejor conservados a nivel mundial (llamado Miguelón,
en honor al ciclista Miguel Indurain), huesos hioides que generalmente por su
fragilidad y pequeño tamaño no suelen preservarse y que son esenciales para
conocer la capacidad fonética de sus dueños (neandertales, en este caso),
pelvis femeninas que permiten especular sobre las condiciones de parto en las
hembras de neandertal, prácticas de canibalismo entre los huesos de la Gran
Dolina, e incluso relaciones comerciales, al hallar en plena sierra
burgalesa un hacha lítica (conocida como Excalibur) fabricada en una
roca propia de Polonia. En 2008, en
depósitos de 1,2 millones de años de antigüedad, en la Sima del Elefante,
se encontraron los restos craneales más antiguos (junto con los de Venta Micena, en Granada)
de Europa, del género Homo. Lo acompañaban materiales líticos de tipo
olduvayense (como los hallados en Olduvai, África).
Podemos
resumir la relevancia de este conjunto de yacimientos burgaleses diciendo que,
junto con restos esqueletales de linces, osos, roedores, y otros mamíferos, ha
proporcionado más del 90 % del registro fósil humano que actualmente se conoce,
a nivel mundial, para el Pleistoceno Medio.
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