Estaba
leyendo un libro de historia del arte cuando me he topado con un relato curioso, la versión alternativa al famoso corte de la oreja en pleno ataque de
ira del pintor holandés. Reconozco que “la historia oficial” de la pérdida de
la oreja del pintor siempre me había dejado poco convencida porque, si realmente
se decidió a cometer tan radical acción, por muy repentina que fuera, ¿por qué
más tarde no dudó en tratar de curarse el desaguisado e incluso en retratarse
con un vendaje que le devolviera su preciada oreja, como si nada hubiera
sucedido?. Así las cosas y como esta nueva versión me parece más acorde, paso a
compartirla con los lectores que puedan desconocerla.
Antes de nada, recuerdo la
“versión oficial” que dice que el genial pintor holandés –que únicamente logró
vender un único cuadro en vida-, enrabietado por la partida de su amigo y
también pintor, Paul Gauguin, de Arlés (donde residían ambos) a París, llegó a
cortarse una de sus orejas en pleno arranque iracundo. No contento con ello,
marchó –oreja en mano- a un prostíbulo cercano a mostrarla a una tal Rachel,
regresando a su casa y desmayándose. Poco después, la policía acudiría a su
hogar- suponemos que por la llamada de la mujer al borde de la histeria-,
encontrándole inconsciente sobre su cama.
Posteriormente, el propio pintor se
retrataría con la oreja vendada, inmortalizando de esta manera su acción, que
pasaría a ser usada como evidencia del supuesto desequilibrio mental del genial pintor. Y si a ello añadimos su costumbre de realizar sus óleos a base de
infinidad de pinceladas, de hacer trazos interpretados como consecuencia de una
mentalidad atormentada, pues al pobre Vicent Van Gogh han terminado
retratándolo, tal vez injustificadamente, como bastante "tocado"
mentalmente.
Dos de los
maravillosos cuadros de Van Gogh: “Noche estrellada” (1889), donde usa la Vía
Láctea para añadir espirales, y “Trigal con cuervos” (1890).
Y sin embargo, a mi parecer, son muy
pocos los pintores que logran aportarme un estado de serenidad observando
cuadros suyos como su famosa “terraza de un café por la noche”, “la acequia”
(pintada siendo adolescente, 1873), o las
luces reflejadas en la bahía por la noche, entre tantos.
“Terraza de un
café de noche” (Place du Forum 1888) y “Noche estrellada sobre el Ródano”
(1888).
¿Se han detenido alguna vez a
contemplar de cerca la fuerza de su trazo?. Es hipnótico observar cómo leves
trazos de vivos colores pueden tener tanto poder de representación.
Detalle de los
ojos del pintor en uno de sus retratos.
Pues bien, si regresamos a lo que
pudo acontecerle a su sufrida oreja, tras una década de arduas investigaciones
de documentos policiales de las fechas de la tragedia, dos historiadores
alemanes, Hans Kaufmann y Rita Wildegans, han logrado sacar a la luz diversos
testimonios de testigos que contradicen la versión oficial. Cartas de ambos
pintores igualmente muestran otra realidad y es que, parece ser que la
conversación en la que Van Gogh trató de persuadir a su amigo Gauguin fue
subiendo de tono y caldeándose, hasta llegar al punto álgido en que Gauguin,
muy hábil con la espada, terminó por echar mano a su arma y darle un certero
corte, separándole la oreja derecha de su rostro.
Es de suponer que una vez pasada la
“tormenta” y tras asumir lo ocurrido, ambos artistas pactaron dar una
explicación acordada entre ellos a las autoridades y curiosos, con el fin de no
tener que entrar a explicar detalles escabrosos de la complicada relación
amor-odio que había entre ambos hombres, evitando además que Gauguin fuera encarcelado.
Así las cosas, el 23 de diciembre de 1888, “oficialmente” tras discutir con su
amigo por su inminente partida a la capital francesa abandonándolo (ambos
vivieron bajo el mismo techo de Vincent en Arlés), Van Gogh decidió mutilarse
con una navaja de afeitar. Y yo me pregunto, ¿de verdad que con esta
explicación las autoridades se quedaron tan tranquilas, sin pensar que nada
raro ocurría entre ambos pintores?.
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