Es una de las grandes joyas arquitectónicas
de la antigüedad del mundo islámico. Incluso en las últimas votaciones mundiales para elegir las siete
nuevas maravillas del mundo, este palacio califal compitió duramente con el Taj Mahal de Agra
(India). Me estoy refiriendo al maravilloso edificio de la Alhambra, palacio de la
dinastía nazarí, iniciado en el siglo XIII en la colina de la Sabika, en Granada
(España). Las delicadas filigranas y cada detalle de este formidable edificio atrapa de tal forma a todo aquel que lo ve que desde el 2011 se ha convertido en el más visitado de toda España, siendo escogido para rodar en él ciertas películas que evocan la grandeza de la arquitectura medieval árabe. Entre ellas, la Alhambra sirvió como escenario de la comentada "Reino de los Cielos" (aquí) de Ridley Scott.
En
la imagen, dos cuadros basados en el último rey de Granada, Boabdil. A la izquierda, entregando
las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos. A la derecha, la última mirada a
la ciudad en el punto que desde entonces se denomina “el suspiro del moro” y
lugar donde la leyenda atribuye la dura sentencia que le dijo su madre (de
Boabdil) en ese momento: “llora como mujer
lo que no supiste defender como hombre”.
Dicen
los entendidos que su nombre deriva en árabe de la expresión “la roja”, por el
color de sus muros construidos en ladrillo, o posiblemente por la tonalidad que
adquiere cuando al atardecer los últimos rayos de sol la tiñen de carmesí,
contrastando con las blancas cumbres de las montañas que la guardan, Sierra
Nevada. De esta cordillera destaca el pico Mulhacén, el más alto de toda la Península Ibérica
y cuyo nombre tomó del rey de Granada Muley Hacén, padre de Boabdil, que se hizo enterrar
allí. Uno de los momentos que a mi parecer fueron más emotivos de la serie
“Isabel” (de televisión española, basada en la reina de Castilla Isabel la Católica) es precisamente
aquel que reprodujo este entierro, a la vez sencillo y sobrecogedor. A continuación se muestra brevemente una parte del episodio.
Pues
bien, el edificio nazarí fue respetado por los Reyes Católicos sin sufrir
apenas cambios, admirados por la belleza de la arquitectura árabe. No se puede
decir lo mismo del nieto de estos monarcas, Carlos I (V de Alemania), que
destruyó parte para hacerse construir su propio palacio. No obstante el
edificio resistió, hasta la invasión de los franceses en el siglo XIX. Éstos, no
sólo destruyeron bastantes edificios civiles, obras de arte y arrasaron los
museos españoles para llevar a Francia las piezas predilectas, sino que es
sabido que, una vez conscientes de su pérdida de poder, instalaron numerosas
cargas explosivas a lo largo de todo el bello palacio nazarí con el fin de
volarlo por los aires a su partida.
No
obstante, debemos agradecer al casi desconocido José García que arriesgara su vida, una vez que
fue consciente de las intenciones de los franceses, para destruir las
mechas que conectaban los explosivos. De esta manera el bello y majestuoso
edificio nazarí logró sobrevivir a los franceses, llegando relativamente intacto
hasta nuestros días. Mi pregunta es, ahora que los yihadistas están volando las
joyas babilónicas que habían pervivido hasta nuestros días, ¿cómo alguien que
se precia de ser humano puede siquiera atreverse a arañar un edificio como la Alhambra o los
impresionantes leones alados protectores de Mesopotamia?. Si mal no recuerdo,
como decían en algún momento de la primera entrega de Indiana Jones: “nosotros pasamos por la historia pero ésto, ésto es HISTORIA.”
Cuántas veces habré protestado porque instituciones como el Museo Británico (Londres, Inglaterra) o el Museo arqueológico de Berlín (Alemania) poseyeran tantas joyas prehistóricas, mesopotámicas, celtas, iberas, griegas, egipcias, ... y es en estos tristes momentos de tanta barbarie irracional cuando no me canso de agradecer que existan. Lamentablemente, es posible que los enormes leones alados que puedan sobrevivir hoy día y décadas más tarde, se encuentren preservados en estos invalorables museos.
Cuántas veces habré protestado porque instituciones como el Museo Británico (Londres, Inglaterra) o el Museo arqueológico de Berlín (Alemania) poseyeran tantas joyas prehistóricas, mesopotámicas, celtas, iberas, griegas, egipcias, ... y es en estos tristes momentos de tanta barbarie irracional cuando no me canso de agradecer que existan. Lamentablemente, es posible que los enormes leones alados que puedan sobrevivir hoy día y décadas más tarde, se encuentren preservados en estos invalorables museos.
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