miércoles, 3 de enero de 2018

Origen de los villancicos

        Ahora que estamos inmersos en las fiestas de Navidad y que por todas partes suenan los villancicos o canciones populares de estas fiestas, son varias las personas que se cuestionan el origen de estas composiciones.
          En otra entrada ya analizábamos algunas costumbres españolas tradicionales que, nuevamente, se extendieron rápidamente por el resto del mundo gracias al colosal tamaño que alcanzó el Imperio Español. Me estoy refiriendo a la costumbre de montar el Belén, o hacer dulces como el Roscón de Reyes (ver aquí). A ello debemos sumar un hecho que me llamó poderosamente la atención, en mis años de vida en Reino Unido y es que allí, sorprendentemente, la tradición popular hace proceder a San Nicolás (Santa Claus) ¡de España!.

            A pesar de que hablé con muchas amistades inglesas del asunto, de diversas edades, nadie supo darme una explicación concreta para hacerle proceder de España pero lo cierto es que todas coincidieron en que, por tradición, es lo que venían oyendo de sus mayores. Curioso. Así que en pleno solsticio de invierno en Reino Unido y próximos a la Nochebuena es costumbre que todos los niños esperen con ilusión la llegada de San Nicolás cargado de regalos y procedente…de España. Lo cierto es que de nuevo el simbolismo medieval, templario, parece dar más explicaciones a estas aparentemente extrañas tradiciones que en la actualidad han perdido su esclarecimiento y es que para el Temple la advocación de este santo siempre señaló lugares donde se guardaba un tesoro, preferentemente de valor espiritual. De esta manera es lógico que ese santo se asocie a un regalo inesperado, y que sea precisamente de España de donde se le haga proceder, puesto que es en nuestro país donde se asoció este santo con un presente que hará cambiar a la persona que lo reciba, ganando en riqueza interior. De hecho nuestra geografía está llena de santos -principalmente godos- que siendo de una acomodada familia, reciben una revelación en un lugar concreto y deciden regalar todas sus posesiones entre los necesitados para retirarse a ese apartado lugar que les ha cambiado sus vidas, para llevar una vida más contemplativa. Pero nos estamos desviando de la cuestión, pues hoy deseo centrarme en el origen de los villancicos o canciones navideñas.
            Antes de nada, debemos centrarnos en el origen de tan extraño vocablo, “Villancico”. Si consideramos que la desinencia o terminación de la palabra corresponde a un diminutivo, tendremos que concluir que la canción en sí se vendría a denominar “pequeño Villan”. De ahí que algunos consideren que pueda proceder del apelativo “villanus”, en latín, que se usaba para denominar a los habitantes de las zonas rurales, los labriegos y gentes del campo. Por tanto “villancico” sería las canciones espontáneas que cantaban las gentes de las áreas rurales para entretenerse, reírse y pasar el rato. Por ello también se denominarías “coplas villanescas”, “villancetes” y finalmente, villancicos.


Todas las navidades es tradición en España que se reúnan diversas personas para cantar villancicos y bailar, acompañándose de los más variopintos instrumentos: campanillas, una botella de anís vacía que se toca con un cuchillo, zambombas, panderetas, triángulos, platillos… y cómo no, la omnipresente guitarra española.

                Con respecto a la creación de estas canciones, parece existir acuerdo entre los entendidos, de considerar que se originaron en nuestro país a partir de canciones monacales en latín, concretamente gregorianas de la Edad Media (hacia el siglo XII), de acuerdo con la musicóloga Mari Carmen Gómez Muntané. De igual opinión es la también musicóloga Carmen Zavala Arnal, quién no duda en negarles un origen popular, y el hecho de que las figuras principales suelan ser pastores en estas composiciones, es esgrimido por otros muchos autores para respaldar este origen.


La maravillosa “Ave María” de Schubert –interpretado por María Callas- podría bien pasar por un villancico español (recordemos que en España hay tal arraigo mariano que el Papa Juan Pablo II no dudó en tildar al país como “tierra de la Virgen María”, pues hay inventariadas más de cien modalidades de adoración a la Virgen, entre ellas la Virgen de la Asunción, La Virgen de los Milagros, la Virgen de los Dolores, la Virgen del Carmen, la Virgen de la Candelaria, la Virgen del Espino, y un largo etcétera).

                El problema es que el latín era dominado por la gente ilustrada, así que gran parte del burgo (de la población) y de los visitantes y mercaderes que discurrían por el Imperio Español apenas entendían el mensaje cristiano. De esa manera se fue cambiando el latín culto, al vulgar (más hablado por el pueblo) e incluso a las diversas lenguas del Imperio Español. Es entonces cuando la tradición de componer y cantar estas coplillas religiosas navideñas adquiere mayor acogida por el pueblo llano.

                                             Villancico español del Renacimiento.


Villancico medieval del siglo XIII cantado por el Coro de Jóvenes de Madrid en la Radio Nacional de España, en castellano (programa “En Días como hoy”, 23-12-2011).

                Ahora bien, personalmente considero que se dio una fusión de ambas corrientes: mientras que las élites del Imperio Español disfrutaban acudiendo a la iglesia a escuchar a monjes y monaguillos entonar salvas en latín en honor a la Madre de Dios y al Niño Jesús, los párrocos rurales aprovechaban para tomar cantos populares y dotarlos de un aporte católico en un sincretismo realmente curioso. Así por ejemplo, mostré en otra entrada cómo aún perviven hasta hoy, villancicos claramente profanos, libres de toda contaminación monoteísta posterior (ver aquí).
 Frente a esta idea habría que comentar cómo por ejemplo en Wikipedia se considera el origen de los villancicos en ambientes rurales y paganos, llegando a considerar como tal esa coplilla castellana del siglo X d.C. que dice “en Calatañazor/ perdió el caudillo Almanzor/su atambor” (esto es, la batalla). Me parece una idea tan equivocada como ver en el Cantar de Mio Cid, un villancico. Para que sea considerado como tal debe tener un contenido religioso (aunque sea levemente, superficial, como ocurre con el villancico de “los Peces en el río”). El resto son Cantares de Gesta para transmitir información relevante a modo de noticiero (el temido “azote de Dios”, Almanzor, por fin ha sido derrotado por los cristianos; en el caso de la copla señalada), durante la época de la Reconquista.

                            Villancico popular andaluz interpretado por el conjunto “Raya Real”.

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