El plástico. Un aliado peligroso para la vida
Hoy vamos a analizar uno de los peores
contaminantes que expulsamos a la naturaleza, el plástico, un elemento que actualmente nos rodea en utensilios,
herramientas, botellas (con las bebidas que tomamos) y en recipientes que guardan
la comida que comemos, en los asientos en los que nos sentamos, en los cepillos
con los que nos arreglamos, en los llaveros que usamos, …prácticamente está en
todo lo que tocamos cada día, casi en cada gesto. Consciente de que hay tanto peligro para la vida con este producto, creo que es
aconsejable conocer su problemática.
Hubo
una época atrás en la cual el vidrio
(o cristal) y el papel eran los productos
que más se usaban en el consumo del hombre. Conforme la humanidad iba
aumentando su población, la necesidad de estos productos iba en
aumento, agrandándose los efectos secundarios de su masivo consumo. No
era económico hacer cristal –habría que calentar a más de 1500ºC sílice(Si02), mármol o
caliza (CaC03) y carbonato de sodio (Na2C03);
el vidrio de cuarzo se obtiene calentando la arena de sílice a más de
1700ºC- y el reciclaje, para el que no había una mentalización social grande, no
era mucho más barato (sólo se
ahorra un 30% del costo inicial). Por otro lado,
para obtener papel teníamos que acudir a los árboles y su talado indiscriminado
producía además de una disminución en el aumento de oxígeno en la atmósfera liberado precisamente por las masas vegetales (transformando el anhídrido carbónico o C02 que se produce en la
respiración y en la quema de combustibles y que es uno de los causantes del
cambio climático y del efecto invernadero, en oxígeno, necesario para la respiración
de los seres vivos; este reciclaje de "gas malo" en "gas bueno" se produce mediante la fotosíntesis de las plantas verdes,
por la acción solar en
presencia de la clorofila). Al disminuir
el número de plantas que pueden realizar ese proceso se produce el lógico aumento de la cantidad de CO2 en el aire y de los graves problemas de contaminación que conlleva; por otro lado el talado de árboles deja la tierra sin sujeción,
por lo que cualquier tormenta puede arrastrar esa tierra con la lluvia, dejando
sin la capa fértil a los montes. De esta forma se favorece el efecto
invernadero al reflejar en su superficie desnuda los rayos del sol, a la vez que se elimina parte de ese "pulmón verde" natural que recicla los gases nocivos en oxígeno y otros gases que son favorables a los seres vivos.
Como una
posible solución a ese problema, muy apoyada por las papeleras, sería el
plantar eucaliptos, un árbol australiano que crece a gran velocidad en esa
parte que se ha despoblado de los montes, pero no es una buena solución ya que
ese árbol esquilma todos los nutrientes de la capa fértil
dejando el monte desolado, improductivo, con poca capacidad para el crecimiento de plantas.
Tampoco resultó ser una solución, cómoda y económica, reciclar el papel usado puesto que ese proceso conllevaba una serie de pasos gravosos para obtener los
tipos de papeles que se utilizan en cada caso. Por ejemplo, si queremos
utilizar un papel para nuestra impresora, el lograrlo a partir del reciclado
no sería fácil ni económico, además de que difícilmente obtendríamos en el
proceso la textura y la blancura necesaria. Reciclar un papel conlleva reducirlo a una pasta de celulosa de la que habría que eliminar aditivos como colorantes, suavizantes,
estabilizantes.. con el gasto de agua y de productos que eso conlleva (era inevitable tratar de recurrir al tóxico cloro para blanquear la pasta de papel, con el consiguiente envenenamiento de los ríos próximos a la papelera); además
nunca quedaría blanco ni suave para usarlo en la escritura, de ahí que habría
que aplicarles nuevos y laboriosos procesos, y aún así tendría posiblemente solo un
poco más de calidad que un papel de traza.
De ahí que cuando se descubrió el plástico muchos lo vieron como la solución
milagrosa al problema. Su descubrimiento primitivo data de 1860 cuando el
industrial estadounidense Phelan-Collarder ofreció una recompensa de 10.000
dólares a quien le buscara un sustituto al marfil para las bolas de billar; entonces
John Wesley Hyatt, obtuvo un celuloide disolviendo celulosa en una solución de
alcanfor y etanol, que aunque no ganó el concurso, sentó las bases para el
futuro; en 1909, el químico norteamericano Leo Hendrik obtuvo del formaldehído
un polímero de gran interés comercial, que le llamó baquelita y se considera el primer plástico totalmente sintético,
iniciando con ello la era del plástico.
Se podría disminuir, o al menos no aumentar en demasía
la producción de papel (con la eliminación de árboles) y disminuir el consumo de
cristal (pues para transportar líquidos se podía utilizar este producto
mayoritariamente, ayudado en parte por recipientes metálicos, como
en las latas de refresco). Parecía una buena solución, ya que además de tener su
producción un costo bajo – al
principio el proceso de obtención se encarecía al utilizar como materia prima resinas
de origen vegetal, como la celulosa (del algodón), aceites de semillas, furfural
(de la cáscara de la avena) y derivados del almidón o del carbón; pero tras la
explotación y rectificación del petróleo, esta sustancia se podía obtener como
un derivado más, a más bajo costo aún unido a un notable incremento de su duración y maleabilidad, propiedades ambas que lo impulsaron como el mejor candidato para el más variado uso que se deseara darle.
Sin
embargo lo que pareció ser una buena solución a un problema, pronto se
transformó en el auténtico desastre debido precisamente a su duración. Muchos
de esos plásticos tenían una vida limitada de uso, sobre todo en el empaquetado
de alimentos y otros productos de consumo, por lo que había que retirarlos y
buscar una ubicación adecuada para ellos, mientras se degradaban (se comprobó, con horror, que además de lo lento de este proceso, en dicha degradación se liberan sustancias sumamente tóxicas para la naturaleza y para
los seres vivos). Tampoco tardó en costatarse que su acumulación sólo sería una solución temporal, pues es tal el volumen de plástico retirado que para guardarlo se necesitaría
un espacio infinito (que aumentaba tan exponencialmente como la continua producción de nuevos elementos de esta sustancia, cada vez con más aditivos), durante muchísimas décadas o incluso siglos.
Cabe
señalar como ejemplo que un vaso de
polietileno tarda 50 años en degradarse, una botella de plástico, 450 años (al igual que un pañal, también dotado de esta sustancia).
Este tiempo es aún mayor para las cuerdas resistentes de plástico, alcanzando
los 600 años la degradación de una cuerda para pescar (tristemente, cada vez son más los animales marinos que aparecen enredados en estas cuerdas mortales, pues recordemos que los mamíferos como las ballenas, delfines, orcas, o focas necesitan salir a la superficie para respirar, o morirán ahogadas). La solución industrial
actual basada en envases metálicos tampoco es una buena opción, ya que una lata
de aluminio de un refesco puede tardar 200 años en degradarse,
vertiendo en todos los casos sustancias tóxicas al medio ambiente. Por otro
lado, la nula educación ecológica-social que se da a los ciudadanos en escuelas
o en los medios públicos audiovisuales hace que la población, en una mayoría
significativa, no tenga un conocimiento real del peligro que la degradación de
estas sustancias conlleva en el entorno. Raro es el lugar natural,
playas, campos, montañas, carreteras, bosques, ríos, lagos… que esté a salvo
de estos desechos, más aún, muchos insensatos eliminan estos productos en
determinados medios naturales que utilizan a su antojo como vertederos ilegales; no es extraño encontrar redes de pescar o
cubiertas de invernaderos de plástico en el fondo de los mares, o botellas,
vasos y recipientes de plásticos en lagos o ríos de donde muchas comunidades
sacan el agua “potable” para consumo. Conviene saber que en el medio ambiente
hay microorganismos que aceleran la biodegradación de los plásticos, soltando
sustancias tóxicas a la naturaleza que en tierra, por acción de la lluvia,
puede filtrarse a la capa freática de donde muchos pueblos y ciudades cogen su
agua potable. También a las plantas y a los animales les pueden llegar estas
sustancias tóxicas, que acabarán en el ser humano cuando se alimenten de ellos.
En el mar, como los desechos de
plástico flotan en la superficie, la degradación fotoquímica los va
transformando en pedazos cada vez más pequeños que pueden ser comidos por los
peces, entrando de esta forma en la cadena alimenticia que acaba en el ser humano.
El problema es tan enorme que ya en 2012 se estimaba que había más
de 170 millones de toneladas de plásticos en los océanos en donde han llegado a
formar islas tóxicas y manchas de estas sustancias en todos los océanos de la
Tierra que se van desplazando, contaminando las zonas, por acción de las corrientes
marinas y los vientos.
Se ha convertido en un creciente
fenómeno si tenemos en cuenta que en 1950 prácticamente era insignificante la
cantidad de plástico en los mares. Hoy, la
mancha del océano Pacífico tiene mayor superficie que los EEUU y está
normalmente compuesta por pequeñas partículas de plásticos (de tamaño menor a 4
mm) que hace que de cerca no se detecte (complicando las tareas de recogido y limpieza). En las zonas
centrales de todos los mares ya hay más trozos de plástico en suspensión que
plancton, la comida normal de los peces. Se ha estimado que en 2010 hasta 13
millones de Tm de plásticos habían llegado al mar. Tal es ya la concentración de
este contaminante en el medio marino que se cree que ya no hay ni una playa
libre de esta sustancia. En forma de microplásticos se encuentra mezclada con
la arena. Ha llegado a detectarse incluso en la Antártida.
Como es de suponer, los más sensibles a este tipo de contaminante son los grandes mamíferos marinos. Se estima
que cada año mueren más de 400.000 por este motivo. La muerte suele ocurrir
mayormente de hambre, ya que estas sustancias bloquean el aparato digestivo del
animal. Pero el problema va más allá pues se estima que más de 370
especies, incluidos invertebrados, han sido víctimas de este silencioso contaminante, como
plancton marino, ballenas, tiburones, gaviotas, albatros, tortugas, cangrejos, águilas,
cóndores, camellos…, de ellas, casi 300 especies son marinas, entre las que
están incluidas los peces que consumimos, siendo la concentración mayor en los
mejillones que se alimentan a filtrando el agua. Muchas de las víctimas de los plásticos, en el mar, como dije quedan
enredados en redes de pesca abandonadas en mares y playas, limitando su movimiento, impidiéndoles buscar
alimento o seguir el desplazamiento de su grupo, por lo que acaban muriendo o en el mejor de los casos gravemente
heridos por cortes profundos al intentar liberarse; cortes que les producen úlceras y que pueden acabar con la vida del animal. Estudios realizados en el
año 2004 en el mar del Norte, encontraron que las gaviotas de allí tenían
como mínimo treinta trozos de plástico en sus estómagos, detección ésta que
también se ha comprobado en muchas tortugas marinas (por no mencionar que muchos pigmentos y colorantes de estos plásticos contienen metales pesados que se acumulan en peces y otros animales, en cantidades elevadas, por ejemplo en atunes).
Y la
cantidad de este peligroso contaminante sigue aumentando a nivel mundial. Sólo
en EEUU, que representa el 5% de la población planetaria, cada semana se
utilizan 500 millones de botellas de plástico envasadas con agua mineral (recordemos que cada vez son más los médicos que previenen sobre el peligro de emplear plásticos de baja calidad que en distintas situaciones de presión y temperatura eliminan peligrosas sustancias en el agua y otras bebidas o comida que contienen, ingiriéndolas nosotros). Estas cifras
son aún mayores en la Unión Europea. Lo que hace que, a nivel mundial, sólo
en 2012 se obtuvieron 280 millones de toneladas de plástico y este desecho
sigue aumentando con los años. Cada día se encuentran entre las basuras retiradas en mares, playas y acantilados un porcentaje mayor del 80% de todo tipo de elementos realizados en plástico: redes, anillas de packs de latas de refrescos, cuerdas, bolsas, boyas, botellas,
globos, encendedores, vasos, plásticos de invernadero, desperdicios de
hospitales…y llegan al mar de diferentes procedencias que van desde los
cruceros hasta las plataformas petrolíferas, pasando por los desagües urbanos,
excursiones y "botellonas" sociales, por los transportes de mercancías por los mares y como producto de la abundante pesca,
entre otros. Como tardan mucho en biodegradarse se acumulan en las diferentes
zonas del planeta.
También hay
que tener en cuenta que muchos plásticos van expulsando más sustancias tóxicas
con el tiempo, con el uso y con el lavado, y que determinadas acciones puede
facilitar la liberación de estos tóxicos como el calor o el medio ácido que
llevan determinadas comidas o bebidas como aguas minerales, o con carbónico añadido, ácidas y básicas que
pueden alterar, con el tiempo, la composición del plástico, liberando
sustancias no deseables.
Tampoco es una solución totalmente limpia los llamados
"plásticos biodegradables", ya que al irse descomponiendo liberan metano a la
atmósfera, uno de los componentes de los gases contaminantes que producen "el
efecto invernadero", consistente en elevar la temperatura media del planeta con
el efecto, entre otro, de fundir los casquetes polares produciendo el consiguiente
aumento del nivel de los mares y el peligro que eso supone para las
poblaciones costeras.
Al margen
del efecto directo señalado conviene saber que la degradación de estos
plásticos expulsa a la naturaleza sustancias cloradas tóxicas, además de una
buena gama de elementos químicos tóxicos entre los que están el poliestireno y
el bifenol A, en mayor o menor cantidad en función del tipo de plástico. Este
bifenol A puede absorberlo el ser humano, y otros animales, a través de la piel produciendo dermatitis.
Y son sólo productos que se pueden detectar de determinados plásticos, ya que
en muchos tipos de plástico (actualmente hay casi 85.000 tipos de plásticos
registrados) su composición es un secreto industrial protegido por patentes. Casi
la mitad de su peso son aditivos químicos que se usan para que sean rígidos,
duros, flexibles o para colorearlos, y muchos de ellos tienen alta toxicidad
para el ser vivo. Sustancias como hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP o PAH), bisfenilos policlorados (PCB), metales pesados…. Son disruptores
endocrinos, esto es, imitan las características de las hormonas pudiendo
producir mutaciones graves a nivel celular, siendo más sensibles a ello los
niños y los fetos. Como resultado se pueden desarrollar diferentes tipos de
cáncer, enfermedades cardiovasculares, Parkinson, diabetes, hiperactividad, infertilidad, quistes uterinos, abortos… que
se puede prevenir evitando esta peligrosa sustancia en el envasado de comidas y bebidas o
usarlo para guardar o calentar comida. Mucho ojo con las bebidas en lata, ya
que su interior suele estar protegido con aislantes que pueden llevar los
mencionados disruptores. Siempre una alternativa segura es el cristal o el acero
inoxidable.
Todo esto
obliga a investigar en la posibilidad de eliminarlos o reciclarlos. El
reciclado no es hoy una opción ecológica que ayude a solucionar el problema,
por la razón de que no hay seguridad de que al echar un plástico en un
contenedor de reciclaje facilite su eliminación. No hay garantía alguna de que
realmente se recicle, ya que se necesitaría de una técnica costosa que hace que
el plástico sea muy difícil de reciclar. Además, cuando alguna vez se hace, lo
que se obtiene son plásticos de calidad mínima poco apto para la mayoría de sus
funciones. Al final siempre acabará en el basurero, donde antes se incineraba
la mayor parte de él. Tras las duras normativas creadas en Europa y en Norteamérica
ante la peligrosidad de las sustancias desprendidas en la combustión y que se
vertían a la atmósfera, en la actualidad una gran parte de estos productos se
exportan a Asia (mayoritariamente a China) donde no hay normativa ambiental ni
prohibición alguna a su incineración. En 2011 la Unión Europea exportó a China
3,4 millones de toneladas y otras tantas la exportaron EEUU, Canadá y otros
países ricos con control normativo de vertido, lo que produce unos curiosos
beneficios económicos a estos países asiáticos receptores de esta basura.
Sorprende en Europa que países con tasas más altas de reciclaje como Alemania o
los países nórdicos, incinere más del 50% de sus basuras de plástico, con el
gran impacto contaminante atmosférico que produce tal acción.
También en este campo se potencia la
mentira institucional. En varios países europeos se ha realizado un fuerte
gasto económico para obtener sofisticados sistemas de obtención de plásticos
reciclados, predicando ante los ciudadanos que es una solución verdadera y
sostenible, si bien la realidad es otra. En esos países sólo se recuperan alrededor
del 25% de los plásticos que producen en forma de plástico de baja calidad,
pero el problema es que lo venden, casi todo, a China, para que este país no
los devuelva en forma de juguetes y otros productos de plásticos, con la peligrosidad
que ese material conlleva y sin haber pasado los estrictos controles sanitarios
europeos. Otra técnica frecuente es el añadir la frase “plástico reciclable” o “envase
reciclable” que lleva casi cualquier elemento que mire. En teoría es cierto,
porque “reciclable” significa literalmente que puede reciclarse y todo en esta
vida es susceptible de ser reciclado… otra cosa es que se haya o contemos con
la tecnología necesaria para hacerlo (recomiendo picar aquí para visitar una
página donde nos informan sobre los códigos y símbolos que aparecen
frecuentemente en los envases).
Queda claro que la solución al problema
está en reducir el consumo de plástico y diseñar otro material para embalaje
sostenible, así como diseñar envases reutilizables y realmente reciclables,
como vidrio, papel o metal.
Pero
como no soy amiga de las críticas que no sean constructivas, una vez abiertos
los ojos ante este enorme problema, es tiempo de comenzar a arrimar el hombro
todos nosotros para paliarlo primero, y luego solucionarlo. El ponerle freno
comienza con sencillos gestos como llevar nuestras bolsas –mejor si son de tela
o rafia- al supermercado (evitando usar nuevas, en cada compra), o incluso los
carritos con ruedas que nos ayudarán a no cargar con el peso en detrimento de
nuestras articulaciones; usar cubiertos de metal en lugar de los de plástico;
optar por alimentos en embalajes de vidrio o papel, huyendo de los que vienen
plastificados individualmente; utilizar nuestros recipientes para llevar la
comida, reutilizables (preferentemente de vidrio o metal); acostumbrarnos a ir
a las cafeterías “de café/infusión para llevar” con nuestro propio vaso-termo,
de porcelana o de metal, evitando así derrochar vasos y tapas de plástico de un
solo uso; volver a la costumbre de guardar los alimentos, legumbres, … en
tarros de cristal; entre otras medidas cotidianas. En lo que respecta a la
solución, desde inicios de 2017 no paran de oírse noticias de científicos que dicen haber
encontrado bacterias y otros microorganismos que se alimentan del plástico, así
que posiblemente estemos cerca de dar con una buena manera de degradar
totalmente tan peligroso elemento aunque insisto en la necesidad de dejar de
lado paulatinamente su uso, a favor del empleo de otras sustancias más
saludables con nuestro entorno, la fauna y la flora.
Señala usted que los científicos encuentran bacterias y otros microorganismos que degradan al plástico, ¿no estaremos cambiando el equilibrio bacteriano al potenciar el aumento de ese tipo de bacterias en el medio ambiente con el uso masivo de los plásticos?
ResponderEliminarGracias por su comentario, Clemente. En lo relativo a su cuestión, lo cierto es que desde hace ya un tiempo, el Capitalismo ha avanzado tanto que ha fagocitado a los gobiernos y comienza a ser preocupante cómo gran cantidad de decisiones vitales que toman los políticos se deciden en mesas de negociaciones de empresas (sin ir más lejos, ahí está el megaempresario Donald Trump como presidente de los Estados Unidos). Hoy día, raro es el país que no cuenta con gran parte de sus políticos con una parte considerable de activos en diversas empresas y así, lamentablemente, es muy difícil discertir el verdadero interés medioambiental o llegar a tomar decisiones radicales con respecto a temas ambientales, de explotaciones mineras en zonas protegidas (o que debieran serlo), o de supresión de determinados elementos/ sustancias / aditivos/ medicamentos y un largo etc. Así que centrándome en su pregunta, por triste que parezca estamos poniendo parches conforme van apareciendo los problemas. Y esta forma de proceder la encuentro sumamente equivocada y peligrosa. Ahora parece que los científicos están tratando de predecir posibles problemas que podrían surgir antes de dar vía libre al empleo de estas bacterias comedoras de plástico, pero como siempre digo, la mente humana es limitada y seguramente aparecerán variables en la naturaleza que ni de lejos sospechamos ni consideramos, mandando todos nuestros bellos planes al traste. Con todo, la idea de usar estas bacterias no sería soltarlas en el medio, sino más bien retirar los plásticos del entorno y llevarlos a centros en los que serían atacados y en teoría neutralizados por dichas bacterias. Sin embargo, es algo que creo que aún dista mucho de ser una realidad. Un saludo.
EliminarMe has dejado muy preocupada, Valeria. No conocía la magnitud del problema del uso del plástico y la verdad es que mientras más lo pienso, menos lo entiendo. Trabajo en una planta de tratamiento de aguas y te sorprendería conocer los procesos que aveces hay que aplicar al agua, durante el tratamiento terciario, para eliminar de ella sustancias peligrosas persistentes y agentes patógenos resistentes procedentes de distintos lugares como fábricas específicas u hospitales, y me cuesta trabajo comprender que rente a esta grande problemática no se hayan conseguido filtros adecuados para absorber y eliminar los productos venenosos de la combustión de esas sustancias. Creo que debemos exigir a los gobiernos, a nuestro gobierno, que se investigue en el tema y se apliquen ese tipo de medidas, y el primer paso que habría que dar es informar a la población "normal" del problema existente, De ahí que valore en profundidad tu artículo. Gracias.
ResponderEliminarGracias por compartir su preocupación, Gabriela, estoy totalmente de acuerdo con usted. Sin embargo, como he señalado al Sr. Clemente, considero que el problema radica en el gran avance del Capitalismo actual que tenemos. Deberíamos dar un paso atrás y regresar a un estado no tan desarrollado de éste, con gran cantidad de empresas en un par de manos. Propongo volver a los supermercados de barrio (con las cestas o carritos para la compra "de toda la vida" y apenas plástico salvo en las ruedas, a consumir productos del país, a impedir macromultinacionales, a prohibir que los empresarios puedan tener peso en la política de los países y viceversa,... pero claro, con estas ideas estoy volando por los aires grandes tratados comerciales, espacios económicos como la CEE y la Unión Europea (no logro entender el beneficio de haber quitado las fronteras perdiendo así la posibilidad de controlar lo que entra y sale de los países, y comprobar antecedentes penales de las personas que cruzan las fronteras). Es que de esta manera es imposible que el país, sus ciudadanos, pueda llegar a tener algún control o capacidad de decisión en cuestiones fundamentales como los productos que consume (¿solo yo veo absurdo que la gran huerta española que surte de verduras y frutas a medio mundo se encuentre en el sureste español, Murcia y Almería, donde menos cantidad de agua disponible existe?, ¿o que las pipas y arándanos secos, entre otros productos que se venden en nuestros supermercados procedan de Perú, Chile o China?; no tengo nada contra esos países pero encuentro lógico que para que nos lleguen bien se tenga que usar gran cantidad de plástico, aditivos y conservantes químicos; ¿por qué no volver a esos tiempos en los que para disfrutar de un plato, un producto, una tela o ropa había que viajar y visitar determinados lugares y países?). En fin, Gabriela, que hoy por hoy y con la globalización que tenemos dudo mucho que los gobiernos se dejen llevar por la sensatez en lugar de por engrosar sus bolsillos. Ahí tiene a Trump, negando el cambio climático a pesar de haber sido el año pasado el peor de su país con respecto a los desastres naturales, con el fin de poder volver a contaminar de nuevo sin límite alguno, quemando combustibles fósiles más rentables en costo para las empresas norteamericanas. Y es solo un ejemplo de los muchos que nos rodean cada día. Un saludo.
EliminarLe felicito por el trabajo tan gráfico y tan expeditivo que ha realizado, Sñra Valeria. Lo hemos utilizado como tema práctico de clase y se ha obtenido un debate muy interesante y enriquecedor, y aunque todas las soluciones aportadas no son aptas para aplicarlas, no han quedado dudas de que junto con las soluciones que aporta para intentar solucionar o disminuir el impacto ambiental de ese producto en la naturaleza, existen otras actuaciones que le debe corresponder realizarlas al Gobierno y que ayudarían muchísimo a la solución del problema, como por ejemplo regular o permitir el uso de uno o dos tipos de plásticos sólamente para el uso cotidiano, o vigilar adecuadamente su eliminación y controlar con fuertes sanciones su vertido prohibitivo al medio natural. Serían medidas importantes porque controlando y sancionando el vertido, o haciendo que sólo se fabriquen dos prototipos de plásticos de los que se pueden conocer sus composiciones específicas, sería más fácil inventar tecnicas de eliminaciones concretas de esos residuos o de la mayoria de sus componentes, disminuyendo así extremadamente esa fuente de contaminación ¿no cree usted que se eliminaría o se disminuiría el problema sin tener que explotar más minas o talar más árboles?. Saludos.
ResponderEliminarGracias por sus palabras, Sra. Vázquez, y eso que hubo problemas con el servidor que complicó el texto, sus frases y la estructura (afortunadamente he podido arreglar el desastre, aunque haya quedado algo repetitivo). Comparto su opinión, aunque en este caso y con la problemática ambiental y animalista siempre he sido más de la opinión de JFK cuando dijo aquello de "no te preguntes qué puede hacer tu país por ti, cuestiónate qué puedes hacer tú por él". Creo que si en algo se han caracterizado los diversos gobiernos de los países ha sido en disponer siempre del entorno y de los elementos naturales para uso y disfrute de sus chequeras. Cuántas catástrofes naturales han ocurrido que han quedado sin su justa condena, y las que han caído han estado siempre muy por debajo del daño cometido o del costo de restituir la situación a como se encontraba antes de la catástrofe. En el caso de los plásticos dudo mucho que al menos a corto y medio plazo podamos ver una mejoría del problema. Por ejemplo, ¿sabía usted que desde el 1 de enero de 2018 entró en vigor una ley que obliga a todos los establecimientos de la Unión Europea a cobrar por las bolsas de basura, según tamaños, para animar así a la gente a reutilizar las que posee o pasarse a bolsas de otros materiales?. No hay más que ir a bazares, mercadillos, tiendas de marca y otros establecimientos para ver que no se cumple. Es solo un caso. En otro momento hablaré de las sustancias tóxicas, peligrosas y en muchos casos prohibidas en diversos países por haberse demostrado su relación con la generación de determinados tumores, que están presentes en nuestros jabones, shampús y cosméticos, incluyendo los infantiles y los dirigidos a personas con sensibilidad o problemas de piel. Sin embargo se siguen usando sin problema, en todo momento, en los nuesvos productos que se publicitan en la televisión. ¿Por qué?. Ya lo dijo nuestro cínico Quevedo, "poderoso caballero es don dinero". Un saludo.
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