lunes, 16 de junio de 2025

El Modernismo en Novelda, Alicante, España

    De acuerdo con la Historia del Arte, el “Modernismo” alude a un movimiento artístico, cultural y arquitectónico que se desarrolló entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, fundamentalmente por Europa.

            Así, en Francia y en Bélgica se le conocía como “Art Nouveau”, en Alemania “Jugendstil”, en Italia “Liberty” y en España “Modernismo”. La clave era su rotura de estilos con respecto a lo decimonónico.

            En nuestro país no se entendería este movimiento sin la figura de Antonio Gaudí, si bien en mi libro “Descifrando a Antonio Gaudí” (2024) muestro cómo al contrario de lo que se viene sosteniendo, este arquitecto bebió muchísimo del simbolismo y arquitectura románica y gótica de España.

            En esencia, el Modernismo español se caracteriza por el empleo de elementos decorativos de la naturaleza (flores, hojas, pequeños vertebrados, etc) y materiales (hierro, cristal, cerámica,…) que intenten replicar las líneas orgánicas de plantas y macizos rocosos.


 

Galería comercial y residencial cubierta modernista, con aportes neobarrocos. Izquierda, Pasaje del ciclón en Zaragoza (plaza del Pilar, nº10, 1883, por Fernando de Yarza). Centro, Pasaje Gutiérrez de Valladolid (1886, por Jerónimo Ortiz de Urbina). Derecha, Pasaje de Lodares, en Albacete (calle Mayor con calle Tinte, 1925, del valenciano Buenaventura Ferrando Castells).

             La sombra de Gaudí es tan enorme (aunque resulta algo vergonzoso que los republicanos que quemaron gran parte de los documentos y maquetas del arquitecto, y no llegaron a profanar sus restos por la intervención de un muchacho al que Gaudí ayudó –remito a mi libro citado para no extenderme en la historia-, ahora lo usen como elemento separatista y quiten su “o” final del nombre cuando él nunca lo hizo, entre otros “detalles” que narro) que ha llegado a eclipsar a otros autores modernistas patrios, como los catalanes Domènech i Montaner, o los alicantinos Vicente Pascual o Timoteo Briet Montaud, por citar algunos de ellos.

            Efectivamente, por el empuje comercial de la provincia de Alicante a principios de siglo, encontramos elementos modernistas muy tempranos, entre 1900 y 1920 aproximadamente, en el detalle de los adornos ornamentales de las fachadas de edificios importantes. Ejemplos de ello es la Delegación del Gobierno, en Alicante ciudad, edificio conocido popularmente como la “Casa de las Brujas”, que presenta una mezcla de estilos, con detalles modernistas; o la Casa Carbonell, con una curiosa combinación de estilos neobarroco y modernista. El Edificio del Cine Ideal fue una obra destacada de este movimiento artístico, si bien las distintas reformas sufridas lo han desvirtuado en parte.

            La población de Alcoy/Alcoi tuvo tanta predilección por el Modernismo que aún hoy pueden verse bellos ejemplos en sus calles, aparte de la Feria Modernista anual que se celebra cada año.

 Detalle de la fachada del Palacio modernista de Alcoy (Alicante) conocido como “La Casa del Pavo” por los preciosos pavos reales que, de forja, coronan sendas entradas principales del edificio, en la calle Sant Nicolau, 15. Construida en 1908 por el arquitecto Vicente Pascual Pastor.

             Más hacia la costa y todavía en la provincia de Alicante, encontramos otros ejemplos de este estilo en la población de Novelda.                                                          

 Izquierda: escalera interior de la Casa d’Escaló (1906-1908), en Alcoy. Centro: escalera interior de la Casa del Pavo (1907-1908), Alcoy. Derecha: escalera interior del Museo Arqueológico (restaurada en 1985-1990), antiguo Ayuntamiento de Alcoy, construido en dos fases: un ala de estilo gótico valenciano del siglo XIV-XV y otra renacentista (1572-1584) y balcones barrocos.

      Conforme se llega a Novelda (España), destaca la silueta recortada en el horizonte de El santuario de Santa María Magdalena, ubicado en las afueras del pueblo, junto a las ruinas del castillo, mirando hacia el río Vinalopó.


Fue realizado por un discípulo de Antonio Gaudí, en su pueblo natal, D. José Sala Sala, en homenaje a su maestro y bastante patente en cada centímetro del templo, con los detalles y motivos decorativos propios de Gaudí, elaborados -también como hiciera el catalán- con materiales del lugar (fundamentalmente guijarros del río que discurre a sus pies).



    La obra, iniciada en 1918, tras tres fases constructivas y la Guerra Civil española, finalizó en 1946. Destaca el órgano de mármol de la iglesia, el mayor de todo el mundo (40 toneladas de mármol), construido enteramente en dicha roca metamórfica calcárea y sufragado por donaciones.


 

 A ambos lados de la fachada se encuentran sendas torres de 26 metros de altura, coronadas por cruces. El interior -una nave rectangular con ábside dónde se ubica el camarín de María Magdalena, patrona de Novelda, y dos salas más pequeñas, una a cada lado de la nave principal- se hace pequeño tras recorrer la vistosa fachada y muros del edificio pero sin duda merece la visita, dado que no deja indiferente a nadie.

Se dice que el ingeniero textil Sala quiso dotar a su obra de forma de cántaro, por el pasaje bíblico del ungüento para los pies de Jesús que le dio la santa.



Se dice que la intención del arquitecto fue darle al edificio forma de lacrimal o pequeño recipiente de perfumes. Lo cierto es que visto desde el aire, ciertamente lo recuerda.

     Junto al santuario perviven las ruinas del castillo de la Mola, del siglo XII y elaboración almohade. Se alza sobre las ruinas de otro anterior romano que seguramente se asiente sobre un castro más antiguo, íbero. Esta fortaleza medieval posee a su vez otra peculiaridad: "la torre (del homenaje) de las tres esquinas", algo único en Europa.


El castillo de Novelda, con su torre del homenaje de planta triangular.

             Y es que todo el valle del río Vinalopó es rico en yacimientos arqueológicos milenarios. No lejos de aquí se localiza otro pueblo de importante pasado, Montforte del Cid, donde se encontraron los primeros toros íberos de esta cultura, cuando todavía apenas se sabía mucho de ésta. Enlazando con el tema del modernismo, se cuenta que precisamente estos toros inspiraron al artista malagueño Pablo Ruíz Picasso para hacer sus esculturas de estos animales, y sus pinturas cubistas del astado.

            En uno de las montañas que rodean a dicha localidad de Montforte, se alza el santuario troglodita de San Pascual Bailón, en Orito, así llamado porque se dice que este santo aragonés que vino a habitar en una cueva con manantial y llevar una vida eremítica por estos lares, solía bailar al entrar en sus trances místicos allá por el siglo XVI o XVII. Confieso que siempre que oigo ésto no puedo evitar pensar en los sufíes derviches…

            Pero regresando de nuevo a Novelda y para finalizar nuestra incursión modernista, no podemos dejar de mencionar la Casa-Museo Modernista de Novelda, en la calle Major (mayor), nº 24. Su arquitecto fue Pedro Cerdán Martínez y su año de construcción, 1903, siendo por tanto su obra anterior a la de Gaudí.                                                                                 

Detalle de la escalera de la Casa-Museo Modernista de Novelda, 1903.

             La dueña de esta joya arquitectónica, quién la hizo posible, fue Antonia Navarro Mira, popularmente conocida como “La Pinocha”, es de suponer que por su prominente nariz. Lo cierto es que no escatimó en gastos pues hizo uso de los mejores materiales (rejas y balcones de hierro forjado, de estilo ecléctico-modernista; mármoles y roca local para consolidar estructuras como las columnatas del patio central) y adornos (vistosas y coloridas vidrieras, techos decorados con estucos y pinturas,…).

            Por si esto no fuese suficiente, además de conservar gran parte del mobiliario original, cuenta con documentos originales del marino y científico-explorador, Jorge Juan y Santacilia.


 

  En otras palabras, una visita obligada para conocer estas joyas patrimoniales que esconde Novelda.

jueves, 22 de mayo de 2025

NUEVO LIBRO DISPONIBLE: Un mal sueño. Historias fantásticas XXVIII


    Ocurre, a veces, que tenemos la sensación de haber vivido o soñado la situación que estamos experimentando en ese momento. O que ciertas personas desconocidas nos resultan familiares. E incluso que la conversación que estamos teniendo ya la hemos hablado antes. Otras veces, algo que comienza de la manera más insustancial y anecdótica, poco a poco va complicándose hasta volverse una situación agónica con un futuro que no nos presagia nada bueno.

   Este volumen número 28 de Historias Fantásticas recoge catorce relatos de circunstancias que comienzan de un modo natural, de cualquier día, para ir transformándose en historias con variables asombrosas y desenlaces impredecibles, que no se podrán dejar de leer. Principalmente para saber cómo poder responder, si alguno de nuestros días cotidianos termina evolucionando en una de estas pesadillas.


   Después de todo, tal y como dijo el escritor y filósofo español, Miguel de Unamuno: “
Lo único que cura el miedo es el peligro auténtico. La reflexión aumenta el miedo. Los hombres que no piensan en la muerte no la temen”. Sin embargo, "es imposible entender la oscuridad, si aún no te has bañado en ella".
Fecha de publicación: 21 de mayo de 2025            Nº páginas: 345                 Idioma: Español 
Puede adquirir su ejemplar en Amazon, haciendo clic aquí

viernes, 2 de mayo de 2025

Jane Austen y la brujería

      Es conocido el patológico complejo de inferioridad de los británicos  en el afán de querer mostrarse como la raza elegida en lo concerniente a saberes ocultos, Baste observar la cantidad inusitada de libros de autores ingleses dedicados a manipular datos históricos, restos arquitectónicos e incluso sacarse de la chistera documentos falsos con el fin de “demostrar” que los últimos templarios huyeron a Escocia, para continuar allí como tales una vez que la Orden fue extinguida, aunque ninguna evidencia respalde tal supuesto, ignorando así los documentos oficiales y originales que muestran que los miles de templarios que estaban entonces instalados en diversas encomiendas de la Península Ibérica se limitaron a cambiar el nombre de la Orden y su hábito (similar al templario, pero con una cruz ligeramente distinta y de otro color), pudiendo proseguir con libertad todas sus actividades, en todos los reinos cristianos españoles medievales, de modo que aquí sí deben encontrarse los verdaderos herederos del Temple, Los británicos inventaron leyendas que dicen que José de Arimatea estuvo en Glastonbury, donde dejó su báculo, transformado en planta de flores de dos colores, y el santo Grial, de nuevo sin nada que respalde tales creencias y haciendo caso omiso del Grial de Valencia, el mejor documentado de toda la cristiandad, avalado por especialistas como auténtico recipiente palestino del siglo Id.C., y habiendo sido reconocido por el Vaticano como auténtico, de forma que un Papa, al menos, ha oficiado misa con el Sagrado Cáliz de Valencia.

            Así, encontramos cómo Dan Brown en su “Código Da Vinci” se limita a copiar todas las ideas ya establecidas en Gran Bretaña sobre la Orden de Sión, templarios, linaje real sagrado y Grial en Rosslyn (Edimburgo, Escocia), llegando a aventurar que la presencia de mazorcas, talladas a modo decorativo en la iglesia supuestamente templaria, evidenciaba que los templarios conocían América y de allí extraían plata. Por supuesto nada hay que respalde estas afirmaciones, ni tan siquiera que la iglesia escocesa perteneciera al Temple; y en lo relativo a las mazorcas de maíz, todos los numerosos libros ingleses que mantienen y engordan estas ideas evitan reparar en que ´la construcción de esta iglesia se concluyó al menos una década después de que naves de la Corona Española llegaran a América, en 1492.


 

Detalle de las supuestas mazorcas de maíz americano labrado en el interior de la capilla de Rosslyn, Escocia, que numerosos autores británicos muestran como evidencia de una ruta templaria entre Escocia y Norteamérica para obtener oro y plata.

 

De igual manera, los masones –ingleses- no han dudado en falsificar documentos (ya reconocidos como tales, falsos) para demostrar que la masonería se creó en Inglaterra, a través de los últimos templarios allí huidos y que a su vez protegían saberes del mismísimo Egipto faraónico, todo ello sin una sola evidencia histórica que lo respalde, nuevamente.


Aleister Crowley, el depravado “mago” inglés miembro del Golden Down, cofundador de la Astrum Argentum y Ordo Templi Orientis, fue uno de los más destacados “esotéricos” británicos, gran impulsor de las ideas de ser protectores de antiguos conocimientos mágicos del Temple, de los maestros constructores y de los sacerdotes del Egipto faraónico. Empleó e ideó una parafernalia y ceremonias que aún hoy se siguen empleando en distintas logias.

             Para no perder las “buenas costumbres”, de nuevo volvieron a hacer lo mismo en lo relativo a los saberes druídicos, correspondientes a los conocimientos que tenían los curanderos o druidas celtas, que los propios cronistas romanos consignaron por escrito lo esotérico de sus saberes, hasta el punto que sólo se transmitían de manera oral. Por ello, los conocimientos druídicos se perdieron irremediablemente cuando se romanizaron los pueblos celtas de Britania, Galia y norte de España, en muchos casos exterminando pueblos enteros en duras batallas. Pues bien, a día de hoy, en Gran Bretaña existen distintas logias druídicas que se dicen guardianas de los saberes druidas, remontándose a 1979 la creación de las más antiguas; sus adeptos desfilan en sus ceremonias disfrazados a modo de Panoramix, el druida de los cómics del genial Uderzo en pleno siglo XX. Y es que no existe ningún documento de antes del cambio de era que nos muestre el aspecto que presentaba un auténtico druida, si es que tenían una vestimenta o fachada estereotipada.


Una buena ocasión para ver toda la parafernalia exhibida por los nuevos druidas es cualquiera de los solsticios, en el monumento de Stonehenge (sur de Inglaterra). Allí acuden estas logias con sus miembros vestidos con sus mejores galas, pues poseen grados, ceremonias, … y todos ellos creen realmente en la veracidad de lo que están haciendo y en lo que se están instruyendo, no son representaciones teatrales.

          El problema es que verdaderamente llegan a creer todo esto pues basta echar una ojeada a los últimos años de la Segunda Guerra Mundial para comprobar cómo en Gran Bretaña había una serie de magos que se dedicaban a realizar ceremonias para tratar de influir en el clima o en los acontecimientos, a fin de ir ganando batalla a batalla a los nazis. Hay varios libros centrados en este tipo de guerra mágica que se libró desde Inglaterra, por muy irracional que nos suele hoy día.

            De igual modo, ahora existe una corriente similar que pretende rescatar la figura de las brujas históricas, en su mayoría mujeres (aunque también había hombres), con frecuencia viudas o de baja condición social, marginadas en su sociedad y por ello aquejadas de alguna enfermedad o aspecto que se mostraba externamente y creaba desprecio entre otras gentes más pudientes, no dudando en acusarlas de echar mal de ojo y causar enfermedades a personas, animales e incluso a cultivos. Pues bien, pretenden reinventarlas como poderosas mujeres conocedoras de los poderes curativos (o no) de las plantas y de saberes astronómicos, y más, para empoderarlas y crear, como no, logias de estas nuevas brujas reinventadas, que poco o nada tenían que ver con las auténticas mujeres marginadas condenadas a muerte por miles en Inglaterra y norte de Europa, instaurando ahora una nueva corriente de “brujas buenas”, con celebraciones y ritos inventados.


Así, en esta nueva religión inventada, la Wicca, encontramos elementos tomados de distintos yacimientos celtas (laberintos, trisqueles y trisquetas, lauburus,…) o no (el indalo de Almería, España, tomado de una pintura rupestre de arte esquemático, reemplazando a una mujer de generosas curvas por el hombre original; distintos canecillos sexuales de iglesias románicas del norte de España, etc).

             No es nueva esta extraña costumbre británica de considerarse miembros de órdenes secretas con conocimientos antiguos. De hecho, podríamos mencionar a un curioso personaje, Dorothy Louis Eady (1904-1981), más conocida como Omm Seti, que se creía una reencarnación viviente de una antigua sacerdotisa egipcia y sostuvo toda su vida que era amante del faraón Seti I, quién se le presentaba en su alcoba por las noches para entregarse a desenfrenadas y lujuriosas noches. Estamos en   la época muy cercana a la Segunda Guerra Mundial, con Agatha  Christie y otros aristócratas ingleses visitando –y expoliando- Egipto. De  hecho, Dorothy participó en reconstrucciones de ruinas faraónicas  como el templo de Osiris en Abydos, trabajando para el Departamento  de Antigüedades Egipcias por traer recomendaciones de ciertos  egiptólogos del Museo Británico, siendo la primera mujer en trabajar en ese departamento. ¿Se imaginan qué pasaría si una española se presentara en Atenas diciendo que era la reencarnación de una antigua sacerdotisa griega y que le dejaran reconstruir la Acrópolis tal como ella la conocía, pues todas las noches se le presentaba cierto rey griego en su alcoba para tener relaciones sexuales y hablar de distintos aspectos de su mandato? Las risas llegarían hasta el otro lado del Mediterráneo, supongo. Pero eran otros tiempos.

            Pero retomando el hilo conductor de esta entrada, es sabido que el famoso escritor escocés Arthur Conan Doyle fue un asiduo participante en sesiones espiritistas, gastando grandes sumas monetarias en médiums y demás embaucadores que le ofrecieran contactar con sus familiares fallecidos. Y parece ser que la escritora de novelas románticas, Jane Austen, también sintió curiosidad por asuntos extraños y concretamente, de brujería.

            ¿En qué me baso para esta idea? En evidencias dejadas por la propia escritora. Recordemos uno de sus libros más conocidos, “Orgullo y Prejuicio”, llevado a la gran pantalla como película y también como serie, más recientemente. Veamos los nombres de la pareja protagonista: él se llama Fitzwilliam Darcy, y ella, Elizabeth Bennet.


Carátulas de la serie de la BBC, de 1995 (izquierda) y de la película de 2005 (derecha).

             Hasta aquí nada extraño, pero trasladémonos a la Essex (Inglaterra), del siglo XVI. Allí existía una aldea conocida como San Osyth, donde las hambrunas consecuencia de un enfriamiento climático, hacían estragos entre la gente de baja condición social, que eran habitualmente supersticiosos y temerosos de Dios. Una mala combinación que hacía a estos incultos ciudadanos marionetas en manos de los párrocos, que no dudaban en atemorizar todos los días a sus feligreses con que el diablo se encontraba al acecho sin descanso. Debido a asuntos sociales mal solucionados en el pasado, así como a la envidia de relativamente buenas cosechas o partos por parte de los animales de granja de unos, frente a otros no tan afortunados, no tardaron en saltar las acusaciones de males de ojo, hechizos para estropear determinadas cosechas, etc. Así que para cuándo intervinieron las autoridades, hacia 1582, ya se elevaban a 13 mujeres las condenadas por brujas, así como algún que otro hombre. Recordemos que Inglaterra posee junto con Alemania el triste récord de más asesinatos a ciudadanos acusados de brujería, tras duras sesiones de torturas en las que las personas desgraciadas sometidas a ellas terminaban delatando a otras supuestas brujas o hechiceros, bien por deseo de concluir sus tormentos con cierta venganza hacia los que les habían acusado, o bien admitiendo todo lo que los torturadores deseaban oír y acabar con su sufrimiento,   

            El lugar empleado como cárcel y lugar de tortura (conocido como The Cage, “la Caja”) es una casa que sigue en pie, desde 2004, acondicionada para explotar todo el asunto de brujería y que pasa por ser una de las casas más embrujadas de Inglaterra.


En 2019 saltó a varios periódicos de todo el mundo la venta de esta propiedad, que sigue explotándose dentro del turismo paranormal, aportando buenos beneficios tanto su visita como la pernoctación en una de las casas más embrujadas de Inglaterra.

             Finalmente estas “brujas de Osyth” fueron encontradas culpables y ahorcadas públicamente. De entre ellas destaca la curandera local y matrona, Ursula Kemp, acusada de emplear junto con su amiga Alice Newman, a sus demonios familiares para causar enfermedades a sus vecinos.

            Pues bien, el juez que realizó estos juicios y levantó acta de todas las sesiones, se llamaba Brian Darcy. Para que Kemp confesara, el magistrado Darcy prometió clemencia a la mujer si ésta confesaba los hechos sucedidos. Ursula relató cómo había aplicado las pócimas que conocía para curar supuestamente a dos niños a los que se la acusaba de haber matado. Suponiendo que Darcy no aplicaría la pena de muerte, Ursula confesó que en la preparación de las pócimas le ayudó una amiga y aprendiza suya llamada Elizabeth Bennett, a la que pedía también clemencia. Para entonces todo el pueblo y otros cercanos, desde los que algunos ciudadanos habían acudido en busca de Kemp y su ayudante Bennett en busca de “medicamentos” para solucionar ciertos problemas, comenzaron a alzar acusaciones cada vez más graves. Para entonces, ya se contaba con 14 presuntas brujas. Éstas fueron juzgadas por Darcy en Chelmsford. Sin embargo, Darcy terminó por condenarlas a la horca como cabecillas, junto con otras once mujeres, en parte por las confesiones del hijo de ocho años de Kemp, acusándolas de verles hacer brebajes, decirse entre sí que mandaban males de ojo ciertos vecinos, etc.

Las trece brujas de St Osyth (catorce juzgadas, acusadas de brujería, en Chelmsford) fueron Ursula Kemp, Elizabeth Bennett, Alice Newman, Alice Hunt, Margery Semmon, Joan Pechey, Agnes Glascock, Cicely Celles, Joan Turner, Elizabeth Eustace, Anis Herd, Alice Manfield, Margaret Grevell y Anne Swallow. Una de ellas fue absuelta, Kemp y Bennett fueron consideradas las cabecillas del aquelarre y ahorcadas como tal. Del resto, no queda claro quiénes fallecieron en The Cage, en prisión (a consecuencia de las torturas sufridas) y cuáles fueron ajusticiadas públicamente en la horca.

La cuestión es, ¿fue casualidad que Jane Austen usara como personajes principales de su novela “Orgullo y Prejuicio” a un hombre muy influyente en la sociedad, apellidado Darcy, y a una mujer independiente y decidida, llamada Elisabeth Bennett, coincidiendo así con estos tristes hechos de brujería ocurridos en el condado de Essex, cerca de Londres, y con los dos personajes citados jugando un papel destacado en esta lamentable historia?

Para los que efectivamente se inclinan a considerar que todo es una simple coincidencia, añadiré otros datos más a tener en cuenta: en “Orgullo y Prejuicio”, los Bennett vivían en Longbourn, una finca cercana al ficticio pueblo de Meryton (que se cree inspirado en el real Hertford o Ware) y perteneciente al verdadero condado de Hertfordshire.

Pues bien, sepa el lector que Hertfordshire (donde habitaban los Bennett de la novela de Jane Austen) y Essex (donde ocurrieron los trágicos acontecimientos de las “brujas de St Osyth”, en 1582) son condados vecinos del sureste de Inglaterra, de modo que entre ambas localidades (donde habitaba la imaginaria Elisabeth Bennett de Jane Austen y donde vivió la verdadera Elisabeth Bennett ejecutada por orden del juez Darcy) no habrá más de 30-50 kilómetros de distancia, que en carruaje de la época de Austen podría representar un viaje de medio día, más o menos, a trote normal.


La Mansión Chatsworth House, citada en “Orgullo y Prejuicio”, fue usada como representación de la vivienda de los Darcy, en el film de 2005.

         En lo que respecta a los Darcy, Austen los ubica en la propiedad de Pemberley, también ficticia, del condado real de Derbyshire, en el norte de Inglaterra. En cierto momento de la novela, se menciona que Elisabeth Bennett y sus tíos tenían intención de visitar la mansión de Chatsworth House, lo que ha llevado a algunos a identificarla con la imaginaria Pemberley e incluso en la célebre película de 2005, Chatsworth se graba como la propiedad Pemberley, de los Darcy. El personaje de Austen, Fitzwilliam Darcy, es representado como un aristócrata cultivado, sumamente rico, sobrio en su aspecto y severo en sus juicios. Por su parte, el juez auténtico Brian Darcy provenía de una influyente familia conocida por su riqueza y poder en diversas regiones de Inglaterra. Aunque Brian no alcanzó el mismo nivel de prominencia que algunos de sus parientes, su linaje le otorgó una posición privilegiada en la sociedad. Casado con Bridget Corbett, hija del aristócrata John Corbett de Sprowston (Norfolk), el matrimonio tuvo tres hijos y cuatro hijas y forjó firmes alianzas entre dos de las familias más influyentes de la región.

En 1582, Brian Darcy residía en St Osyth y ejercía como magistrado local cuando varios vecinos se presentaron ante él para denunciar de brujería a Ursula Kemp; especialmente enfática fue Grace Thurlow, quién culpó a Kemp tanto de la muerte de su hija como de su cojera. Brian Darcy se implicó personalmente en este espinoso asunto donde se enredaban cuestiones mal resueltas (conflictos personales), estructuras de poder local, supersticiones y asuntos religiosos, recopilando pruebas y efectuando confesiones privadas (a la propia Kemp, prometiéndole ser indulgente, gracias a lo cual logró que implicara a Elisabeth Bennett).

El resultado fue, lo hemos visto, la muerte de trece personas de la localidad, lo que convirtió este episodio en uno de los más notorios de la caza de brujas de la Inglaterra Isabelina. Darcy, por su parte, parece que obtuvo gran prestigio con el caso, pues en 1585 (tan solo tres años después de las ejecuciones, incluyendo la de Elisabeth Bennett), fue nombrado sheriff de Essex, cargo que desempeñaría solamente por dos años, al fallecer en 1587. Hoy se cuestiona si Darcy pudo ver en la cuestión de las brujas, una oportunidad para escalar política y socialmente.


Izquierda, Ursula Kemp fue denunciada por su propio hijo de 8 años de tener demonios familiares dentro del cuerpo de animales a los que alimentaba a cambio de dañar a las personas que ella les indicara. Derecha, una placa en The Cage señala que el lugar fue usado como prisión en los juicios de las brujas de St Osyth.

 Este asunto de las brujas de St Osyth fue tan notable que es difícil pensar que Jane Austen no lo hubiese llegado a conocer. Se sabe que escribió la novela “Orgullo y prejuicio”, publicada en 1813, en su hogar familiar de Steventon, un pequeño pueblo en Hampshire donde su padre ejercía como párroco. En esta vivienda (Steventon Rectory, o Rectoría Steventon) compuso el primer borrador, llamado “Primeras Impresiones” (First Impressions, en 1796, con 21 años). Siendo como era hija de un párroco, es lógico suponer que conociera los principales juicios sobre brujería de Inglaterra.

Tras la muerte de su padre, Jane Austen se mudó a Chawton Cottage en 1809, junto con su madre, su hermana Cassandra y una amiga de la familia, remodelando allí el manuscrito de la novela. Ambas viviendas se encuentran en el condado de Hampshire, unos 170 kilómetros al norte de Essex, dónde tuvieron lugar los acontecimientos de brujería de St Osyth.

 


lunes, 7 de abril de 2025

La guerra del opio. Origen y beneficios de la primera gran droga

   La guerra del opio tuvo mucho que ver con la ambición británica, y el único interés que llevó a este país a dos guerras contra China fue simplemente económico, no se benefició en ella a terceros, ni importó que se perjudicara con sus beneficios al pueblo llano chino. Los británicos fueron una vez más, auténticos.

            Todo comenzó cuando el comercio de China con algunos países europeos, sobre todo con Gran Bretaña, Holanda y Francia, comenzó a ser muy favorable para los chinos. El más perjudicado en la balanza de pago fue Gran Bretaña que era la que más compraba, debido a su gran afición al té.  En el siglo XIX el Reino Unido tenía una alta demanda de China de té, condimentos, seda y porcelana que no se compensaba con las mercancías británicas que China demandaba, de forma que se generó un gran déficit comercial con China, déficit que el Reino Unido debía pagar en plata u oro.

            El comercio con China desde Europa comenzó antes del siglo XVI, aunque fuera en este siglo cuando el comercio marítimo se hizo más directo. Sobre todo después de que los portugueses establecieran primero la colonia de Goa en la India, y después la de Macao en el sur de China. Buenas cerámicas y condimentos llegaban a Europa de mano de los portugueses, pero el comercio más completo y en mejores condiciones económicas lo ofrecía China. Aún fue mayor con el empuje final que dio España tras la conquista de las Filipinas; creció tanto el comercio español con China, que el Galeón de Manila (ver aquí la entrada relativa al denominado “Lago Español”, en esta misma web) que llevaba los productos que España adquiría llegó a transportar más plata a China que la Ruta de la Seda, la variada red de rutas comerciales terrestres y marítimas que ya funcionaba desde antes del siglo I a.C. por la que China enviaba sus productos a la mayor parte del continente asiático, al Mediterráneo europeo y a la costa oriental africana.

Izda, mapa mostrando la ruta de la Seda, con sus variantes. Dcha, monumento a los galeones de la ruta española Manila (Filipinas)-Acapulco (México), en la capital mexicana.

      Esta intensidad de comercio con China en el siglo XVI hizo que varios países europeos se endeudaran,  aunque nunca llegaron al nivel de déficit de Gran Bretaña, cuyas balanzas de importación-exportación fueron siempre muy favorables a China. Los países europeos no disponían de productos de interés para China, que pudieran ayudar a equilibrar la balanza, y todos tenían en mayor o menor medida, que compensar el déficit con plata u oro, apretando aún  más sus finanzas, ya escaldadas tras las guerras napoleónicas.

Para neutralizar esta gran diferencia en la balanza, británicos y holandeses buscaron productos que pudieran interesar a China para  poder disminuir la deuda con su exportación. El opio, que es una mezcla compleja de sustancias que se extrae de las cápsulas de la adormidera (Papaver somniferum), en donde se encuentra la morfina, una  droga narcótica y analgésica, que provoca sueño e inhibe la transmisión de señales nerviosas, en particular las asociadas con el dolor, al estar acompañada de otros alcaloides,  tiene además efectos psicoactivos, que van bien para tratar problemas de la mente, como el deseo y el dolor, y posee además propiedades analgésicas, antitusivas, antidiarreicas  y antiespasmódicas, con el único problema de que crea hábito. Desde el siglo XV se producía en China, extrayéndolo del látex secado (jugo lechoso) que se obtiene de los bulbos de la adormidera, grupo al que pertenece la amapola común. En España se inventó un proceso que lo mezclaba con tabaco y el producto obtenido ofrecía al fumarlo las propiedades señalada; esto hizo crecer la demanda de China de este producto español.

 De las “inofensivas” amapolas se comenzó a extraer una sustancia que terminaría dando lugar al temible Opio.

 El Imperio Mogol de la India o Gran Mogol empezó a vender opio a China hasta que Gran Bretaña se añadió a la ecuación, al entrar en funcionamiento la  Compañía Británica de las Indias Orientales en Bengala, que rápidamente monopolizó el comercio del opio, aunque también los holandeses buscaron este recurso para bajar su deuda con China. La Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, desde Indonesia inició a su vez ese comercio con China, aunque no llegara, ni mucho menos, a la cantidad que exportaba ilegalmente la India británica en el siglo XVIII. El comercio del opio creció rápidamente, y el flujo de plata desde el Reino Unido a China comenzó a reducirse paulatinamente, más aún cuando contó con el apoyo e impulso de la británica reina Victoria. Nacida en1819, Victoria accedió al trono a los 18 años tras la muerte de sus tíos sin descendencia legítima.  Durante su reinado, el segundo más largo en la historia británica, el Reino Unido experimentó cambios significativos en los aspectos industriales, culturales, políticos, científicos y militares, y se consolidó como una potencia mundial. También fue la primera soberana británica en ostentar el título de Emperatriz de la India, desde 1877 hasta su muerte en 1901. Su reinado, conocido como Era Victoriana, estuvo marcado por el avance industrial y científico, y la expansión del Imperio Británico, apoyando desde la Corona cualquier método para lograrla. Con respecto al comercio del opio, la Reina Victoria tuvo un papel crucial durante su reinad; la Compañía Británica de las Indias Orientales, que operaba controlada de forma indirecta por el gobierno británico, potenció el comercio de opio cultivado en India y lo exportaba ilegalmente a China, donde se convirtió en una terrible plaga debido a su alto consumo, que produjo graves desajustes sociales.


En la lapidaria película “From Hell” (“Desde el Infierno”, como escribió Jack El Destripador en una de sus cartas), se observa uno de los “fumaderos” de Londres, donde se podía tomar alcohol, laúdano y opio. La trama de la película sostiene que “El Destripador” fue el doctor real de la Reina Victoria, encargado de eliminar a las prostitutas que se relacionaron con un miembro de la Casa Real (para más detalles, ver aquí). El propio investigador inventado por el escocés Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes, también era asiduo al consumo de estas sustancias (opio y laúdano, tintura de opio).

     El problema que desencadenaron las dos guerras británico-chinas del opio tuvo su origen cuando el emperador chino Daoguang prohibió la venta y el consumo de opio en 1829, debido al gran número de adictos que había en la población china. Intentó limitar la entrada de productos del mundo exterior, para lo que señaló como entrada de ese comercio exterior al puerto de Cantón. Estableció monopolios y trámites rigurosos para reducir el flujo de ese comercio, obteniendo como resultado altos precios de venta para los artículos importados y ajustando una demanda limitada, lo que desató la disputa sobre todo por el comercio del opio, en la que chocaba la visión que se tenía en ambos lados. El emperador censuró el opio en su país por el efecto negativo en la población, al observar los problemas de salud y sociales vinculados con su consumo; sin embargo, los británicos veían el mercado de opio como la mejor oportunidad para compensar y superar su gran deuda en el comercio con China. Observaron las grandes ganancias que potencialmente traería ese mercado cuando invadieron Bengala en 1764; vieron que las ganancias se acercaban al 400 por ciento y potenciaron el cultivo de la amapola, que crecía casi en todas partes, por lo que fueron aumentando vertiginosamente las exportaciones de opio por cauces legales, o ilegales, porque tenían a su servicio a una cantidad de gente importante y un buen número de funcionarios chinos comprados. En 1830, ante el alarmante y desenfrenado abuso del comercio del opio en China, el Emperador Daoguang ordenó a Lin Hse Tsu, gobernador imperial de Cantón, que suprimiera el contrabando ilegal del opio en China por parte de ciudadanos británicos, y que combatiera rápidamente esta plaga. Lin respondió atajando la corrupción, arrestando a un número muy numeroso de funcionarios imperiales corruptos, y a más de 1700 traficantes chinos al servicio inglés, destruyendo más de 20.000 cajas de opio.

Lin envió una carta a la Reina Victoria​ pidiéndole que respetara las reglas del comercio internacional, que no comerciara con sustancias tóxicas y que prohibiese el narcotráfico. Pero la reina Victoria no accedió a las peticiones chinas, ya que el comercio de opio era muy lucrativo y compensaba su  déficit comercial con China, así que aceptó cualquier actuación que lo potenciara. De esta forma se convirtió en la cabeza visible del mayor cártel de narcotraficantes de la Historia. Poco después estallaría la Primera Guerra del Opio.

Izda, célebre fotografía de la reina Victoria de Inglaterra. Dcha, mapa explicativo de la Primera Guerra del Opio

      Tras la prohibición del gobierno imperial chino, los británicos tuvieron muy claro que lo único que levantaría la prohibición sería una guerra con China, y que era el momento adecuado pues era evidente la debilidad militar china. El Reino Unido sólo necesitaba un motivo, y lo encontró; tras la incautación del opio por parte del gobernador de Cantón, el gobierno británico acusó a China de destruir mercancías británicas, lo que fue el principio de una escalada de tensiones. Así, en julio de 1839, marineros británicos y estadounidenses produjeron una series de altercados en el puerto de Kowloon (Hong Kong), interfiriendo en las costumbres y en el ordenamiento chino, por lo que Lin Hse Tsu exigió responsabilidades y castigo para los infractores, que no fueron atendidas por los británicos. Como respuesta se les cortaron los suministros de víveres y trabajadores, lo que hizo que los británicos mandaran un barco armado, con suministros, a Kowloon, pero no pudo desembarcar por el bloqueo chino. Un mes después llegaron dos barcos británicos procedentes de Singapur que no tenían relación alguna con el comercio de opio, pero la relación entre ambos países estaba muy tensionada, por lo que tampoco se le permitió entrar en Cantón. Los ingleses protestaron al entender que, al no tener relación esos dos barcos con el comercio del opio, podían entrar en Cantón, lo que provocó un enfrentamiento entre británicos y chinos, al que se sumaron otros barcos británicos que realizaban el bloqueo comercial a China. Este fue el primer episodio bélico de las llamadas Guerras del Opio.

La negativa de la Reina Victoria a cesar el comercio de opio llevó a la Guerra del Opio, en una primera guerra (1839-1842) en la que se enfrentaron el Reino Unido y China. Por el lado inglés, el motivo era la defensa de los intereses comerciales que obtenían en el contrabando de opio, cultivado en la  India e introducido ilegalmente en China; por el lado chino se trataba de imponer sus leyes y el control a ese comercio. La guerra finalizó con la derrota china, y tras la firma del Tratado de Nankín China tuvo que aceptar abrir cinco puertos a la libre entrada de mercancías británicas, lo que permitió que continuara el comercio de opio; tuvo que conceder una indemnización  y además, ceder Hong Kong al Reino Unido por 150 años. Esto contribuyó a la expansión del imperio británico y a su entrada en China junto con una representación occidental en ese país asiático.

Pero la cosa no quedó ahí. El acuerdo de Nankín no fue del todo respetado por los ganadores y pronto surgieron nuevos desacuerdos en las relaciones diplomáticas, en el comercio y también en el estatus legal de los ciudadanos extranjeros que acudieron a China. Hubo otros incidentes, como “el incidente del Arrow”, que tuvo que ver con la piratería y el contrabando que surgió en el mar de China que hizo que actuara su marina y apresara al barco Arrow (traducido Flecha) del que se sospechaba que realizaba labores de piratería; al comprobar que era de propiedad británica, su gobierno negó la acusación y acusó a China de atacar propiedad británica. Fue el último enfrentamiento que inició la Segunda Guerra del Opio, también llamada Guerra de las Flechas (1856-1860) en la que los  británicos, esta vez ayudados por los franceses, Estados Unidos y Rusia, denegaron la oferta británica de participar con ellos en la segunda guerra, pues luchaban por el derecho a importar opio a China, aunque al final mandaron algunas fuerzas en ayuda de Gran Bretaña. En esa segunda guerra, cuando se estaba negociando el nuevo tratado de paz tras la victoria anglofrancesa, el Alto Comisionado británico en China ordenó a las tropas que saquearan y destruyeran el Palacio Imperial de Verano, residencia principal de la corte, en el que los emperadores de la dinastía Qing gestionaban los asuntos de Estado. Fue el fin de la dinastía Qing, y tras la derrota de China se la obligó a firmar en 1858 el “Tratado de Beijing” mientras las potencias occidentales ocupaban la capital.

Al final de esta segunda guerra se consiguió la legalización del comercio del opio en China, además de que el país asiático indemnizara a británicos y franceses con 8 millones de taeles de plata a cada uno. Reino Unido, Francia, Rusia y los Estados Unidos, tendrían el derecho de establecer embajadas en Pekín, una ciudad cerrada hasta entonces; también se abrirían diez nuevos puertos marítimos al comercio extranjero, incluyendo Niuzhuang, Hankou, Danshui y Nankín. Además se permitiría a los barcos extranjeros navegar por el río Yangtsé, y se aceptó el derecho de los extranjeros a viajar por el interior de China, lo que estaba prohibido hasta entonces. También se obligó a China a ceder terrenos a aquellos países que “ayudaron” a ganar la guerra. Cedió a Gran Bretaña la Península de Kowloon como parte de Hong Kong, de acuerdo con la “Convención de Pekín”; a Rusia, tras la firma del  “Tratado de Aigun” más de 1,5 millones de kilómetros cuadrados de territorio en el noreste y noroeste del país, y también Portugal amplió su territorio en Macao.

Todo esto condujo en parte a la caída de la economía y del potencial chino. Estas guerras se consideran el primer gran conflicto por drogas conocido en la Historia de la humanidad.