jueves, 5 de junio de 2014

Las minas del rey Argantonio


        Mucho se ha hablado de las riquezas del imperio de Tartessos debido a las numerosas minas que explotaba cuyos metales llegaban a todos los puntos del Mediterráneo. Las Sagradas Escrituras igualmente mencionan a Tarsis como un país rico y próspero (Ezequiel 27, 25; Isaías 60, 9; Job 28, 1-6; Jonás 1, 3; Reyes 10, 22; Salmo 48, 6-8). Esta idea, compartida por casi todas las civilizaciones contemporáneas de Occidente, provocó una lucha entre ellas por tratar de sacar tajada de ese pastel.
 De manera que hacia el siglo VIII-VII a.C., encontramos en las áreas costeras peninsulares un sinfín de colonias de diversos pueblos. Las batallas no tardaron en aparecer, fundamentalmente entre griegos y fenicios, así como entre fenicios y tartésicos, por el control al acceso a estas minas y a las rutas del comercio metalúrgico.


Argantonio, el rey longevo
    El monarca tartésico más conocido, posiblemente porque vivió cuando ocurrieron los contactos comerciales con griegos y fenicios, fue Argantonio. Hay muchos autores que consideran que el prefijo del nombre alude a la plata (elemento químico muy común en Tartessos), considerando que posiblemente “Argantonio” fuera un título otorgado a la realeza, como “Augusto” en el imperio romano o “faraón” en el egipcio.
            El cronista e historiador Herodoto atribuía a Argantonio una longevidad en su reinado de ochenta años, algo que destacaba en la antigüedad por la baja esperanza de vida en ese tiempo de los hombres. Más sorprende aún el poeta griego Anacreonte, al otorgarle al monarca una edad de ciento cincuenta años (¿será por aquello del aceite de oliva y la dieta mediterránea?). El historiador alemás Adolf Schulten, tras analizar las referencias escritas sobre este monarca, supuso que su reinado se extendió del 630 a.C., al 550 a.C. En la imagen se observa la reconstrucción del rostro representado en una estatuilla de piedra del s. VII a.C., encontrada en la localidad minera de Tharsis (Huelva). ¿Representaba a tan celebérrimo monarca?.

Las minas objeto de deseo
   En general, la plata tartésica se extraía del sudeste peninsular (actual provincia de Almería), de la cuenca alta del Guadalquivir y del sudoeste (Faja Pirítica). Jarras tartésicas hechas en plata se han encontrado en la tumba etrusca Regolini Galassi.
   El oro era muy abundante entre los sedimentos fluviales (los denominados “placeres”) de numerosos ríos peninsulares del oeste y del sur.
A lo largo del curso fluvial del Tajo, los tartesios obtenían oro, plata y cobre. Tal vez por ello, las estelas de guerreros y epígrafes en alfabeto tartésico o sublusitano, son algo habitual en estas tierras.
La denominada Faja Pirítica -la mayor acumulación de sulfuros del mundo, ubicada en las sierras de Sevilla, Huelva y Portugal- aportaba gran cantidad de cobre y estaño. También plata y oro. Cuando el cobre comenzó a ser muy demandado por las distintas civilizaciones mediterráneas, los tartésicos terminaron adoptando una novedosa manera de extraerlo en gran abundancia:, mediante el reciclado de chatarra en bronce. Así, se conocen numerosos hallazgos puntuales, consistentes en una acumulación de objetos viejos de bronce, principalmente en Galicia, junto a los cauces fluviales. Por su localización, son numerosos los historiadores que los consideran chatarra destinada al reciclado, aguardando a que los navegantes tartésicos acudieran a recogerlos pagando por ellos como los chatarreros actuales. En este sentido se interpreta también el navío hundido hallado cerca de Agde (Francia), atendiendo a su cargamento.
 De igual modo, se considera que la acumulación de armas y objetos de hierro encontrados en el fondo de la Ría de Huelva y fechados en el siglo VIII a.C. estaban destinados al reciclaje.
            Todos estos metales se exportaban en forma de lingotes con morfología en piel de toro. Algunos autores sostienen que estos lingotes se convirtieron pronto en amuletos de riqueza, fortuna y prosperidad, por lo que pasaron a transformarse en piezas de protección frecuentes en la joyería. El tesoro del Carambolo (Camas, Sevilla) es un buen ejemplo de ello, entre otros muchos donde han aparecido estos amuletos realizados en distintos tamaños y materiales. Del mismo modo, un ara de esta morfología, elaborada en piedra se halló en el templo del Carambolo y en el de Coria del Río, localidad que algunos historiadores de la universidad de Sevilla consideran que fue la capital del imperio tartésico. De hecho, en la imagen podemos ver la reconstrucción de la desembocadura del Guadalquivir en el siglo VII a.C. realizada por el profesor de Química de la universidad hispalense, Francisco José Barragán de la Rosa.



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