Existen algunas
regiones o comunidades autónomas españolas en las que el pueblo islámico
habitó más tiempo que los cristianos católicos posteriores y, por ello, ha
perdurado en los nombres de diversas localidades la huella de la lengua árabe.
Tal es el caso de muchas partes de Aragón, Murcia o Andalucía, por no decir de
toda la Península ibérica.
De esta manera
existen pueblos como La Almunia de Doña Godina, en la provincia de Zaragoza que
traduciendo del árabe cristianizado podría entenderse como La Granja (en el
concepto de villa romana) de Doña Godina, esto es, de una noble señora de
ascendencia visigoda, muy posiblemente.
Son numerosos
los hidronímicos españoles que usan la palabra árabe Wadi, río,cristianizada en
Guadal para nombrar a nuestros ríos. Así, pueden citarse el 95 % de los ríos
andaluces: Guadalquivir (al-wādī 'l-kabīr, “el río grande”), Guadalhorce
y Guadalete, entre otros. Y sin
olvidarnos de Guadalajara, Wādī al-Ḥijārah, “río
o lecho pedregoso”.
Cerca de la
ciudad de Sevilla se encuentra la población de Alcalá de Guadaíra, otro bello
ejemplo de la pervivencia de la lengua árabe ya que se puede traducir por el
castillo (Alcalá, al-qalaʿa) del río (Gauda) íra.
Por otro lado,
esta vez en Extremadura, encontramos alguna que otra localidad como la llamada
Benhernando. Claramente procede de la expresión árabe cristianizada "Hijo de
(Aben) Hernando". De la misma procedencia es el nombre de la localidad de Benijófar
(banī Ĝaʿfar, “Hijos de Yafar”), Benicasim, en Castellón o de Benidorn.
También hay patronímicos formados a partir del padre, como ocurre con Albocácer
(Abū Qaṣīr, “Padre de Qasir”).
Acudimos ahora
al valle del Jalón, en la provincia soriana, para encontrarnos una población
que durante mucho tiempo supuso la frontera entre Al Ándalus y los reinos
cristianos. No es otra que Medinaceli, la ciudad (Medina) del Cielo, bello
nombre donde los haya. No lejos de allí,
existe otra localidad que preserva su denominación árabe y donde, coincidencias
de la vida, Almanzor resultaría herido de muerte,
Calatañazor (qalaʿatu ʾ, castillo del azor). Relativamente
cerca se encuentra Calatayud, en Zaragoza (qalaʿatu ʾAyūb o castillo de Ayub).
La propia ciudad
de Murcia procede de la manera árabe de denominar a los mirtos, mursīa, si bien otros lingüistas consideran que
deriva de la expresión Mursiyah, embarcadero.
Otros topónimos
que proceden de la lengua árabe son:
- Prácticamente
todas las palabras que comiencen por Al, que en árabe equivale al artículo “el”
o “la”: Alhama (los baños), Albacete ( al-basīṭ, “el llano”), Albarracín
en Teruel (Al Banū Razin,
nombre de uno de los gobernadores bereberes de la villa), Almería
(al-marīa, “la torre vigía”),
Almalahá (en Granada) y que deriva de Al maliha, la salina que se
explotó durante mucho tiempo en la localidad.
- Jaén, Jayyan, "encrucijada de caravanas",
- el pico
Mulhacén, el más elevado de la Península Ibérica (en Sierra Nevada, Granada),
derivado de Muley Hacén, como los castellanos llamaban a Mulay Hasan,
antepenúltimo rey nazarí de Granada y del que las leyendas cuentan que fue
enterrado en dicha montaña que vigilaba la bella Alhambra y toda la ciudad de
Granada,
- La Mancha, la'a
Ma-anxa, "sin agua",
- El cabo
Trafalgar, lugar de la famosa batalla inmortalizada por la principal plaza
londinense, y que proviene de la'a Taraf-al-ghar,
Y en fin, estos son tan únicamente algunos ejemplos de entre otros muchos casos que podemos encontrar en nuestros numerosos pueblos y parajes. Invito a los lectores a que se entretengan alguna vez con la curiosa toponimia de la zona que habitan.
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