Ya en entradas
anteriores, así como en mi obra Tartessos, 12.000 años de
historia, he hablado del increíble registro fósil que existe en
la Península Ibérica relativo al ser humano.
Lo vimos al hablar de
dataciones anteriores al millón de años de antigüedad, aquí;
al hablar de la relevancia de Atapuerca, aquí;
cuando tratamos el momento en que convivieron distintas especies de
seres humanos, aquí;
e incluso al tratar de las pinturas rupestres más antiguas de
Europa, aquí.
Ahora el registro
arqueológico ha vuelto a sorprendernos.
Y es que en una
localidad costera inglesa, en Norfolk se han encontrado unas huellas
humanas en el yacimiento de Happisburg.
El descubrimiento, publicado en el journal o revista científica especializada PlosONE, se dio a conocer con una celebración por todo lo alto en el Museo de Historia Natural de Londres, este pasado mes de febrero, al tratarse de las huellas de homínidos más antiguas halladas fuera de África.
El descubrimiento, publicado en el journal o revista científica especializada PlosONE, se dio a conocer con una celebración por todo lo alto en el Museo de Historia Natural de Londres, este pasado mes de febrero, al tratarse de las huellas de homínidos más antiguas halladas fuera de África.
Lo
más curioso de este hallazgo es que el lecho con huellas preservadas
data de unos 800.000 años, siendo por tanto contemporáneo a los
restos óseos encontrados en Atapuerca que permitieron definir la
nueva especie Homo antecessor. Debido a esta datación, el
equipo científico que estudió y publicó las huellas considera que
posiblemente un ejemplar de dicha especie de homínido causó las
marcas en el barro demostrando así la amplia difusión que tuvo por
el continente europeo, a pesar de que hasta ahora sólo se han
hallado restos esqueletales atribuibles al H. antecessor en
Atapuerca (Burgos, España). Recordemos que hace unos 800.000 años
las líneas de costa eran muy distintas a las actuales, estando
entonces Inglaterra unida al continente.
Como
ya ocurriera en otras ocasiones (por ejemplo con los restos
arqueológicos del yacimiento de Nora, en Cerdeña, del que hablé
aquí y aquí),
el descubrimiento se debe a hechos fortuitos relacionados con
tormentas costeras que provocaron que la marea retirara temporalmente
la arena acumulada sobre los restos.
Los
científicos creen identificar las marcas de paso dejadas por cinco
personas, variando las pisadas entre los 26 y 14 centímetros de
longitud e identificándose un adulto que mediría 1,70 cm de altura,
otro adulto más bajo (posiblemente hembra) y dos niños. El quinto
rastro no permite precisar apenas nada debido a lo deficiente de la
preservación. Además, poco tiempo después el mar volvió a
recuperar su territorio y el yacimiento volvió a cubrirse de arena y
aguas.
Los
arqueólogos creen que las huellas puedan tener entre 850.000 y
950.000 años; no obstante hay que matizar que estas dataciones son
relativas mientras que las realizadas en Burgos sobre los restos del H.
antecessor se produjeron por métodos absolutos (radiométricos,
basados en periodos de semidesintegración radiactiva de elementos
minerales con radiación natural) siendo por tanto más precisas.
El
especialista en Neandertales, del Museo de Historia Natural
londinense, Chris Stringer considera que posiblemente hubo una
población de Homo antecessor asentada en la zona próxima al
actual yacimiento de Happisburg, que por entonces sería una zona
fría de marismas y charcos de agua dulce donde se podría cazar y
pescar de manera relativamente fácil. De hecho, ya en 2010 su equipo encontró
utensilios de piedra en puntos cercanos, con una edad muy similar a la
de las huellas.
El
yacimiento de huellas humanas más antiguas halladas hasta ahora
corresponde a un conjunto de tres rastros dejados sobre lo que
entonces era una capa de cenizas volcánica húmedas, con una
datación de unos 3,6 millones de años, en Laetoli (actual Tanzania)
y que evidencian que los seres humanos que dejaron esas huellas
caminaban erguidos o semierguidos sobre sus extremidades traseras o
piernas.
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