jueves, 6 de noviembre de 2014

Cuando el Homo antecessor de Atapuerca se dio un paseo por Inglaterra

     Ya en entradas anteriores, así como en mi obra Tartessos, 12.000 años de historia, he hablado del increíble registro fósil que existe en la Península Ibérica relativo al ser humano.
   Lo vimos al hablar de dataciones anteriores al millón de años de antigüedad, aquí; al hablar de la relevancia de Atapuerca, aquí; cuando tratamos el momento en que convivieron distintas especies de seres humanos, aquí; e incluso al tratar de las pinturas rupestres más antiguas de Europa, aquí.
      Ahora el registro arqueológico ha vuelto a sorprendernos.

     Y es que en una localidad costera inglesa, en Norfolk se han encontrado unas huellas humanas en el yacimiento de Happisburg.
     El descubrimiento, publicado en el journal o revista científica especializada PlosONE, se dio a conocer con una celebración por todo lo alto en el Museo de Historia Natural de Londres, este pasado mes de febrero, al tratarse de las huellas de homínidos más antiguas halladas fuera de África.
Lo más curioso de este hallazgo es que el lecho con huellas preservadas data de unos 800.000 años, siendo por tanto contemporáneo a los restos óseos encontrados en Atapuerca que permitieron definir la nueva especie Homo antecessor. Debido a esta datación, el equipo científico que estudió y publicó las huellas considera que posiblemente un ejemplar de dicha especie de homínido causó las marcas en el barro demostrando así la amplia difusión que tuvo por el continente europeo, a pesar de que hasta ahora sólo se han hallado restos esqueletales atribuibles al H. antecessor en Atapuerca (Burgos, España). Recordemos que hace unos 800.000 años las líneas de costa eran muy distintas a las actuales, estando entonces Inglaterra unida al continente.
Como ya ocurriera en otras ocasiones (por ejemplo con los restos arqueológicos del yacimiento de Nora, en Cerdeña, del que hablé aquí y aquí), el descubrimiento se debe a hechos fortuitos relacionados con tormentas costeras que provocaron que la marea retirara temporalmente la arena acumulada sobre los restos.
Los científicos creen identificar las marcas de paso dejadas por cinco personas, variando las pisadas entre los 26 y 14 centímetros de longitud e identificándose un adulto que mediría 1,70 cm de altura, otro adulto más bajo (posiblemente hembra) y dos niños. El quinto rastro no permite precisar apenas nada debido a lo deficiente de la preservación. Además, poco tiempo después el mar volvió a recuperar su territorio y el yacimiento volvió a cubrirse de arena y aguas.
Los arqueólogos creen que las huellas puedan tener entre 850.000 y 950.000 años; no obstante hay que matizar que estas dataciones son relativas mientras que las realizadas en Burgos sobre los restos del H. antecessor se produjeron por métodos absolutos (radiométricos, basados en periodos de semidesintegración radiactiva de elementos minerales con radiación natural) siendo por tanto más precisas.
El especialista en Neandertales, del Museo de Historia Natural londinense, Chris Stringer considera que posiblemente hubo una población de Homo antecessor asentada en la zona próxima al actual yacimiento de Happisburg, que por entonces sería una zona fría de marismas y charcos de agua dulce donde se podría cazar y pescar de manera relativamente fácil. De hecho, ya en 2010 su equipo encontró utensilios de piedra en puntos cercanos, con una edad muy similar a la de las huellas.
El yacimiento de huellas humanas más antiguas halladas hasta ahora corresponde a un conjunto de  tres rastros dejados sobre lo que entonces era una capa de cenizas volcánica húmedas, con una datación de unos 3,6 millones de años, en Laetoli (actual Tanzania) y que evidencian que los seres humanos que dejaron esas huellas caminaban erguidos o semierguidos sobre sus extremidades traseras o piernas.

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