domingo, 17 de diciembre de 2017

Inventos españoles revolucionarios


            Hoy he decidido echar una ojeada a diferentes inventos de origen en español que han contribuido al desarrollo y avance tecnológico a nivel mundial. Ya en estradas anteriores hablamos de la invención del submarino tan cual lo conocemos hoy en día, obra del prestigioso ingeniero murciano Isaac Peral (visto aquí) que en toda una lección de avance tecnológico no sólo diseñó un barco militar sumergible sino que encima funcionaba con energía eléctrica, respetando así el equilibrio geoquímico de los mares por los que se desplazaba. Igualmente analizamos la labor que otro ingeniero murciano, Juan de la Cierva, realizó para el desarrollo del helicóptero, al crear el autogiro y diseñar aviones tan avanzados que la propia Amelia Earhart se hizo devota de ellos (visto aquí). También vimos cómo fueron los diferentes astrónomos medievales españoles, amparados por el rey de Castilla Alfonso X el sabio, los que realizaron tablas de datos de estrellas y demás astros tan precisas que científicos posteriores de la talla de Copérnico o Isaac Newton se basaron en ellas para poder realizar su aporte a la Astrofísica. Este reconocimiento les ha valido que se hayan inmortalizado sus nombres en distintos relieves de la Luna (ya visto aquí). No han sido éstos los únicos aportes a destacar.

También se debe a un español un gran aporte al desarrollo de los ordenadores (computadoras, como dicen en Iberoamérica) como supuso la creación de las calculadoras digitales. Obra del ingeniero de caminos y matemático cántabro Leonardo Torres Quevedo, en 1914 diseñaría una máquina capaz de realizar diversas operaciones matemáticas con sólo introducir los datos numéricos. Además de esto, entre otros inventos suyos debemos mencionar el funicular (o “transbordador”, como él lo denominó) que creó en 1887 en su localidad (“transbordador de Portolín”), construyéndose en 1907 en el País Vasco (fonicular del Monte Ulía, San Sabastián) y que se incorporó a la orilla canadiense de las cataratas del Niágara en 1916, con el nombre de “Spanish Aerocar”. Otro de sus inventos, el “telekino” (1903) serviría a mi admirado Nikola Tesla para desarrollar el mando a distancia dado que Leonardo había desarrollado una máquina que ejecutaba determinas órdenes al recibir ciertas ondas. El puntero láser, o su precursor a falta de láser (si bien consistía en la misma idea, proyectar un pequeño haz de luz sobre cualquier superficie sobre la que se proyectara), también es una creación de este incansable inventor español. El motor de agua, basado en el empleo de agua como combustible, fue desarrollado en 1971 por ingeniero extremeño Arturo Estévez Varela (1971), si bien el dictador Francisco Franco se opuso a que continuara con sus investigaciones, negando así un avance que habría supuesto una revolución extraordinaria arrinconando el empleo de energías fósiles - terriblemente contaminantes y causantes del cambio climático, así como cientos de guerras- por el uso de agua común como fuente de energía.

A la izquierda, sello español en reconocimiento a la invención del submarino por Isaac Peral. A la derecha, Leonardo Torres posa junto al dirigible diseñado por él, el primero español (conocido como Astra-Torres).

Y los trajes de astronauta y de submarinismo hoy no existirían, si el granadino Emilio Herrera Linares no hubiese diseñado su “escafandra estratonaútica” en 1935. Otro elemento de uso generalizado es el de la navaja española o cuchillo plegable, popularizada en la España del siglo XVI cuando se prohibió el uso de espadas en las vías públicas. Se extendería rápidamente al resto del Imperio Español (desde América hasta las Filipinas y Oceanía), incorporándola soldados de otras nacionalidades a su kit de herramientas básicas. Gozan de gran popularidad las de Toledo y las de Albacete, por la buena calidad de sus aceros. Fue tan rápida su expansión, que derivó en un sinfín de modalidades, desde la navaja multiusos, a la de mariposa o la de barbero. Igualmente los buques destructores deben su creación al militar asturiano Fernando Villaamil, quién originaria el prototipo de esta nave a la que denominó “Destructor” (1887). Tan acertado estuvo en su diseño que desde entonces este tipo de barcos contratorpederos se dedignan por tal nombre.

La navaja deriva del término latino “Novacula”, “cuchillo pequeño”. Aunque se conocen varios casos de época romana, esta herramienta como tal será redescubierta o reinventada en la España del siglo XVI, desde donde se extenderá al resto del mundo. En la imagen, navaja multiusos o “navaja suiza” procedente de un yacimiento romano en Reino Unido, realizada en plata (300 d.C.) A la derecha, cuadro de Bartolomé Esteban Murillo mostrando dos niños mendigos sevillanos comiendo uvas y un melón que cortan con una navaja (s.XVII).

Asimismo el transporte por raíles experimentó un notable adelanto con el desarrollo del tren articulado ligero que permitió desplazarse a cada vez mayores velocidades. La invención fue tan considerable que no tardó en ser solicitada en todo el mundo. El modelo lleva el nombre que inmortalizó para siempre a su inventor, Talgo, formado por las iniciales de Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol (si se desea pasar una hora u hora y media amena, en Madrid, recomiendo visitar el Museo del Ferrocarril, donde además de deleitarse con diversos modelos de trenes de diversas épocas, la visita finaliza disfrutando de una enriquecedora charla, cómodamente sentados a bordo de uno de estos trenes, en el que se nos contarán curiosidades sobre el ferrocarril, el aporte español a este medio de transporte o por ejemplo qué nos dicen las numeraciones que lleva cada locomotora).

Para la vida cotidiana supuso toda una revolución la invención de la fregona (y el cubo escurridor) por parte del ingeniero y militar español del Ejército del Aire, el riojano Manuel Jalón Corominas. Hasta el momento toda la limpieza de suelos se realizaba de rodillas, rascando y pasando un trapo a mano. Gracias a este sencillo objeto, los limpiadores y limpiadoras podían realizar su labor de pie, sin sufrir los dolores musculares consecuencia de incómodas posturas y agilizándose además el trabajo. A este mismo inventor debemos la jeringuilla desechable (1975), hoy del todo imprescindible para cualquier profesional de la Medicina. En este campo, también la anestesia epidural, creación del cirujano militar aragonés Fidel Pagés en 1921, y el Laringoscopio, obra del barítono madrileño Manuel Patricio Rodríguez Sitches, son invenciones españolas.

La invención de la escafandra para lugares sin oxígeno y altísimas presiones por parte de Emilio Herrera Linares (izda) y la creación de la fregona con su cubo escurridor y la jeringuilla desechable por Manuel Jalón (dcha) han supuesto que tales objetos se hayan convertido en prácticamente imprescindibles en el avance de la sociedad actual.

 También es española la creación del cigarrillo tal cual lo conocemos hoy, si bien no se conoce a ciencia cierta a qué persona en concreto se le ocurrió liar los restos del tabaco de puros y puritos, en papel de arroz para reutilizarlos como un nuevo purito en papel; sin embargo, fue una costumbre tan generalizada en la Sevilla del siglo XVI –puerta de entrada de los buques de las Américas-, que no tardaría en extenderse al resto de la Península Ibérica y del Imperio Español. Posteriormente copiarían la idea de su presentación, comercializándose por primera vez en 1825, como paquetes de cigarros liados.
Para los más golosos la creación del chupa chups por Enric Bernat en 1957 fue toda una alegría. Consistente en la adición de una bola de caramelo sobre un palillo y protegida por una envoltura con un diseño del mismísimo pintor Salvador Dalí (de que ya hablamos aquí), fue tan bien acogida en todo el mundo que pasaría a ser la primera golosina en comerse en el espacio, en 1995.

Enric Bernat (en la imagen) inventó el chupa chups, el primer caramelo que se comió en el espacio, por un astronauta de la NASA en 1995.

En el ámbito del entretenimiento destaca la invención del futbolín, consistente en una mesa que a imitación de un estadio de fútbol está dotada con varias barras en las que hay muñecos de plomo imitando futbolistas; los distintos jugadores deben mover las figuras para lograr meter un gol en la portería del oponente. Este juego de ocio es invención del poeta gallego Alejandro Campos Ramírez. Según cuentan las tradiciones, resultaría herido durante la Guerra Civil, en Madrid (1936) siendo llevado a un hospital en el que conoció a diversos niños que, mutilados por los bombardeos, balazos y metralla, estaban incapacitados para jugar al fútbol. Tras darle vueltas al asunto, Alejandro les crearía su peculiar campo de fútbol, en 1937. Tampoco deberíamos olvidarnos del primer videojuego del mundo, el Ajedrecista, desarrollado por el ya mencionado Leonardo Torres Quevedo, para jugar al ajedrez “con mandos” y presentado en la feria de París en 1914.

Estos son únicamente unos ejemplos del ingente abanico de inventos desplegados por España a lo largo de su historia en los que hay aportes en todos los ámbitos y disciplinas, destacando el militar (fundamentalmente la Marina, consecuencia de los milenios en los que fue un Imperio con presencia en todos los mares y océanos).


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