jueves, 7 de diciembre de 2017

La enigmática muerte del mayor del clan Kennedy


       Mucho se ha escrito sobre la muerte de John Fitzgerald Kennedy, asesinado en Dallas en 1963. La cuestión ha ganado fuerza en los últimos meses, en los que se han desclasificado miles de documentos aparentemente relacionados con esta muerte pero que nada aportan a su esclarecimiento. De todas formas, ya hablamos sobre esa cuestión en esta entrada (aquí). También ha vertido grandes ríos de tinta la muerte de su hermano menor y Fiscal General, Robert Kennedy, así como la supuesta maldición que ronda al clan Kennedy. Sin embargo, nada se ha desclasificado sobre la misteriosa muerte del mayor de los hermanos, Joe P. Kennedy Jr. Hoy vamos a centrarnos en este turbio asunto.

            Joseph Patrick Kennedy hijo era el mayor de toda la familia del embajador de Norteamérica en la capital inglesa y prometedor descendiente de todo el imperio de su padre, una de las familias más influyentes del país. En él tenía depositado su padre sus anhelos de tener un hijo presidente y como tal le dieron la mejor educación (estudiando Derecho, como su padre) que incluía, cómo no, el servicio en las Fuerzas Armadas, completando sus estudios para piloto militar en 1942.

Joe Kennedy Junior a la izquierda de su padre, mientras a su derecha posa JFK, en un barco rumbo a Southampton, al sur de Reino Unido.

Con una amplia y prometedora carrera en Centroamérica y Puerto Rico, pasó a formar parte del escuadrón VB110, destinado a la base inglesa de Dunkeswell. Allí realizó más de una veintena de misiones de bombardeo de distintos objetivos alemanes. Todo parecía indicar que no tardaría en regresar a casa, cuando en 1944 ya contaba con un buen currículum militar a sus espaldas, de misiones exitosas y se encontraba a punto de finalizar su último año de Derecho, y comprometido con una bella actriz norteamericana (Athalia Ponsell). Sin embargo, contra todo pronóstico, la joven promesa Kennedy se presentó voluntario para una misión de alto secreto que pretendía neutralizar a las temidas y novedosas “bombas drones” nazis. A falta de un armamento similar, los Aliados apostaron por recurrir al empleo de bombarderos B-17 y B-24 Liberator llenos de los explosivos más potentes que por entonces tenían (mezcla de Napalm y TNT) y dotados únicamente de dos pilotos que, equipados con salvavidas y paracaídas, saltaban en pleno vuelo, una vez que el bombardero estaba convenientemente dirigido a su objetivo y los mandos habían pasado a ser tomados por otra nave nodriza que finalizaba la maniobra, de forma teledirigida. Este tipo de armamento gozó de tal secretismo que según las fuentes que se consulten se la denomina Operación Yunque (Anvil, en inglés) y Operación Afrodita.

Como digno ejemplo a seguir por JFK, Joe Kennedy Junior era bastante amante de las mujeres. Por eso, a pesar de contar con una bella prometida esperándole en Estados Unidos, se le conoció un romance con la joven inglesa Patricia Wilson, con la que aparece en la fotografía.

            Antes, haciendo gala de su carácter carismático y conciliador, tuvo un enorme detalle de ser el único miembro del clan Kennedy que estuvo presente en la boda de su hermana Kathleen Agnes Kennedy, a la que llamaban cariñosamente “Kick”, cuando los padres renegaron de ella al dejar la iglesia Católica y casarse con el joven aristócrata protestante inglés, Billy Hartington. Llegaría a convertirse posteriormente en duquesa.

Uno de los últimos compromisos sociales que Joe tuvo fue la boda de su hermana, en 1944, que creó toda una conmoción en el seno de su familia, rompiendo el corazón de sus católicos padres, como ellos mismos declararían. La alegría del joven matrimonio duraría poco pues él fallecería cuatro meses después, en una de sus misiones militares, en Bélgica.

Regresando a Joe Kennedy hijo, se presentó voluntario para dos turnos de misiones de bombardeos, así que en teoría se encontraba en la última misión que llevaría a cabo como militar, antes de regresar a casa para terminar su carrera de Derecho, licenciarse, casarse y proseguir con su meteórico ascenso hacia la Casa Blanca.
Pues bien, la tarde del 12 agosto de 1944 subieron al bombardero Liberator él y su compañero John Willy, en la base de Dunkeswell (Devon, sur de Inglaterra). En teoría y como medida de seguridad, partían con los fusibles desconectados. Una vez ya orientado hacia el objetivo,  a unos 600 metros de altura, se activarían y cuando la nave que a mayor altura los escoltaba tomara los mandos por radiocontrol, ambos pilotos saltarían poniéndose a salvo. El aparato estaba diseñado de manera que la escotilla hiciera de barrera a posibles corrientes que pudieran impedir a los pilotos lanzarse al aire, garantizando así su salvación. Eso sí, era requisito indispensable realizar la misión en un cielo estable, libre de tormentas que pudieran interferir entre las señales del avión nodriza y el bombardero.
En este caso su objetivo estaba en la Francia ocupada, en unas instalaciones donde espías aliados habían alertado de la fabricación de bombas más sofisticadas aún que las drones, las bombas V-3 que según algunas fuentes permitían alcanzar objetivos en suelo inglés lanzadas desde cañones instalados en Mimoyecques, no lejos de la localidad de Calais. La misión de Joe Kennedy y de su compañero de vuelo era el último intento de una serie de misiones que se habían realizado contra este complejo, que contaba con más de 10 kilómetros de túneles subterráneos y con una recia cobertera de hormigón de gran espesor. De hecho, a principios de julio ya se habían enviado 14 bombarderos ingleses Lancaster contra este objetivo, pero sin embargo no consiguieron realizar daños apreciables en las instalaciones. Posteriormente se supo que los nazis tenían allí destacados a cerca de 60.000 prisioneros de guerra y que a pesar de no dañar el armamento alemán sí provocaron destrozos que causó que uno de los túneles se inundara, matando a 10.000 presos. Como sus restos permanecieron allí, en 1947 el Gobierno francés decidió verter cemento para consolidar la enorme fosa en que se convirtió, sirviendo el lugar como memorial en honor a estos desafortunados hombres.

La base Mimoyecques (norte de Francia) se convirtió en la tumba de 10.000 prisioneros de guerra que encontraron la muerte a consecuencia de los bombardeos efectuados por la aviación inglesa. El objetivo era destruir todo un sistema de grandes cañones capaces de lanzar bombas sobre suelo inglés, desde el otro lado del Canal de la Mancha, en la Francia ocupada por los nazis.

Tras el fracaso de las misiones de la aviación inglesa, fue el turno de la aviación norteamericana, con el Liberator pilotado por John Willy Wilford y Joe Kennedy Jr. Para cubrir todos los posibles infortunios que pudieran darse, en lugar de un avión nodriza partieron dos Lockheed Ventura, así como una pequeña flota de "cazas" por si se topaban con algún avión enemigo. Iba además un avión de menor envergadura, a bordo del que se encontraba el hijo del presidente norteamericano, el Coronel Elliott Roosevelt, grabando todos los detalles. Esta vez la misión debía ser un éxito. Despegaron todos a las 17.52 y ya en el aire, Kennedy activó los fusibles dando por radio la palabra clave que indicaba que todo seguía el plan establecido y podían proceder a tomar el control del bombardero. Contra todo pronóstico, a las 18.20 el Liberator explotó sin previo aviso, sobrevolando bosque de Blythborough, cerca de la localidad inglesa de Suffolk y causando daños en viviendas de la zona, así como entre los aviones que acompañaban al “bombardero teledirigido”, que se desintegró en el acto. Uno de los testigos, Michael Muttit, diría sobre la tragedia: ‹‹Vi con horror como el avión estalló en picado en una enorme bola de fuego. Recuerdo vivamente ver restos cayendo hacia la tierra, mientras que los motores con hélices seguían girando, y dejando rastros en forma de cometa de humo››.
Por el máximo secreto que rodeó a la misión, a las familias de los dos pilotos únicamente se les informó del fallecimiento de éstos durante una misión de combate en el canal de la Mancha, persistiendo muchas incógnitas en torno al incidente ocurrido. ¿Qué había pasado?, ¿fue un error de manipulación del sistema eléctrico, por el experimentado Kennedy o fue un lamentable fallo interno y repentino que provocó que se cerrara el circuito eléctrico provocando la detonación de los 9.600 kg de explosivo?. La semilla de la duda la introdujo uno de los compañeros de los pilotos, cuando días después del trágico accidente admitió que un día antes de partir, Joe Kennedy le había comentado sus temores con respecto a la posibilidad de que una señal de radio enviada por el enemigo pudiera hacer que el “bombardero teledirigido” explotara antes de alcanzar su misión. ¿Fue esto lo que ocurrió, mandaron los nazis una orden “pirateada” al bombardero haciéndolo estallar, conocedores de la misión ultrasecreta?. Más tarde se daría a conocer la opinión de uno de los técnicos del equipo electrónico que trabajaban en la base. Según él, había advertido reiteradamente –y sin éxito– de la facilidad que existía en que el sistema de radio control activara “unos reles” produciendo un pulso eléctrico como consecuencia del ruido magnético (generado por las nubes cargadas de electricidad estática que atravesaban durante el vuelo). Esto daría lugar a que el bombardero “teledirigido” recibiera este pulso como falsa onda que activara el sistema de explosión. De acuerdo con este técnico, el hecho de que al poco de activar los fusibles se produjera la detonación señala claramente en este fallo generado por la electricidad estática no considerada, a pesar de sus múltiples advertencias. Por eso, por ignorar un fallo del sistema que costó la vida de estos dos hombres, cree el técnico que el gobierno estadounidense decretó el máximo secreto a esta operación, manteniendo hasta hoy ocultos muchos de los detalles que rodearon al accidente (más aún si comprobamos cómo el padre, Joe Kennedy, se carteaba con presidentes, periodistas y altos cargos del Pentágono en las cartas que se conservan).
Los documentos con respecto a esta operación de máximo secreto no comenzarían a desclasificarse, con cuentagotas, hasta 1966, conociéndose la identidad de los dos pilotos en 1970. Ambos recibieron la Cruz Naval a título póstumo, recibiendo además Joe Kennedy la Cruz de Vuelo Distinguido, así como la Medalla Aérea en una ceremonia en su honor: ‹‹Por su extraordinario heroísmo y valentía en el vuelo aéreo como piloto de un bombardero Liberator de los Estados Unidos el 12 de agosto de 1944. Y, conociendo los peligros extremos que su participación acarreaba y totalmente despreocupado por su propia seguridad, sin vacilación, Kennedy se ofreció a llevar a cabo una misión operativa peligrosa de las fuerzas especiales. Intrépido y atrevido en sus tácticas y con inquebrantable confianza en la vital importancia de su tarea, arriesgó voluntariamente su vida en la medida suprema del servicio y, por su gran valor personal y la fortaleza para llevar a cabo una empresa peligrosa, sostuvo y mejoró las mejores tradiciones del Servicio Naval de Estados Unidos››. No hay nada como pertenecer a una prestigiosa familia para lograr tales reconocimientos que igualmente podían atribuirse a su compañero de vuelo, el teniente John Willy Wilford. Además de esto, se le otorgó su nombre al buque en el que su hermano menor, Robert Kennedy sirvió unos meses.

La noticia de la muerte del mayor del clan Kennedy se publicó en los principales diarios estadounidenses, dando pocos detalles de su muerte pero amplia información de su prometedora trayectoria.

Sin embargo no sería hasta unos años después cuando surgirá una nueva teoría sobre su fallecimiento, a consecuencia de las curiosas declaraciones de un antiguo soldado alemán llamado Karl-Heinz Wehn. En 1986 sorprendería a todos admitiendo haber derribado un bombardero aliado sobre suelo francés (cerca de Bayeux), el 14 de julio de 1944, con la batería antiaérea que manejaba cerca de Bayeux. Ante la gravedad del impacto, los dos ocupantes del avión saltaron en paracaídas, siendo detenidos por miembros de la 12ª División Panzer. Wehn fue designado para interrogar a los dos prisioneros, recordando que uno de ellos se identificó como Teniente Primero de la Fuerza Aérea  estadounidense, Joe Kennedy, informándole además de que era hijo de un exembajador norteamericano en Londres. Como le habían enseñado, Wehn confirmó nombre, rango y número de identificación militar en la chapa que el detenido llevaba al cuello. Al día siguiente ambos detenidos fueron trasladados y como más tarde le informarían, murieron tiroteados al escaparse, mientras cruzaban un río. Así las cosas, si efectivamente Joe y su compañero John Willy fueron derribados y asesinados mucho antes de efectuar la misión por la que fueron condecorados, ¿fue todo lo demás un invento con el fin de aportar mayor fama y gloria al miembro fallecido de la familia?. ¿Se pidió un rescate por ambos pilotos, que salió mal y para tratar de compensar el agravio, se inventó la supuesta heroica misión del bombardero teledirigido?. El hecho de que no se disponga del cadáver de ninguno de los dos pilotos no posibilita el poder descartar hipótesis que han ido surgiendo con el tiempo.

Lápida memorial en el cementerio de Arlington (cerca de Washington D.C.).

            Cuatro años más tarde fallecería cerca de Saint Bauzile (Francia) también en accidente de avión Kathleen Kennedy, la hermana a la que Joe Kennedy llevó al altar. Con ella moriría el conde Fitzwilliam, Peter Wentworth-Fitzwilliam, que se encontraba en trámites de divorcio para casarse con ella. Según relató su nieta, el futuro marido de Kathleen, también un rico aristócrata protestante inglés (y vividor) deseaba contar con la aprobación de su padre, en Francia, sobre la futura boda aprovechando para pasar el fin de semana en la Riviera, con su prometida. A pesar de que ese día era tormentoso, Peter no quiso cambiar sus planes, y a las pocas horas la avioneta chocaba contra unas montañas, falleciendo todos los tripulantes.


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