Es sabido que las Guerras
Mundiales, así como la Guerra Civil
Española fascinan a una gran cantidad de personas que no dudan en absorber
cuánta información que sobre este tema cae en sus manos, adquirir utensilios
militares o incluso salir a buscarlos por ellos mismos. Esta última opción ha
acarreado no pocas desagradables sorpresas, principalmente cuando dan con
bombas o granadas no detonadas, que terminan estallando tras una manipulación
inexperta, causando graves daños. De nada sirve la insistencia de las
autoridades en ofrecerse a manipularlas y desactivarlas convenientemente, por
manos expertas, ya que son muchos los que son reticentes a compartir “sus
juguetes encontrados”.
Pues
bien, entre las numerosas sociedades y grupos de aficionados creados para tal
fin, realizar salidas de campo en busca de restos de ambas guerras
mundiales, encontramos la asociación rusa llamada Kubanski Platsdarm. Sus
actividades no hubieran trascendido del mero entorno local si no fuera porque a
finales del pasado año 2014 se llevaron una grata sorpresa. Y es que se
encontraban operando por un área de la región de Krymski, situada al sur de
Rusia, cuando varios detectores comenzaron a sonar notablemente y al unísono.
Habían dado con los restos de un avión, concretamente un bombardero alemán. De
acuerdo con todos los datos, este avión resultaba ser trascendental ya que, muy
posiblemente, se trataba del aparato pilotado por Horst Schiller, uno de los primeros que bombardearon
Polonia dando comienzo así a la Segunda
Guerra Mundial.
En
la imagen, Schiller (izda), Dilley (centro) y Grenzel (dcha), los tres pilotos
que dieron inicio a la Segunda Guerra
Mundial al bombardear suelo polaco diez minutos antes del comienzo oficial de
las hostilidades.
Oficialmente,
de acuerdo con Osprey (“La invasión de Polonia”), la Guerra se inició a las 4.45
de la madrugada del primer día de septiembre de 1939, momento en que el
acorazado buque escuela nazi Schleswig-Holstein
dirigido por Kleinkamp cañoneó a las tropas polacas de Westerplatte.
Esto dio pie a que Gran Bretaña y Francia declararan la guerra a Alemania dos
días después, cuando las tropas alemanas avanzaron hacia Polonia haciendo retroceder
a los ejércitos polacos hasta el curso del río Vístula, en la denominada
Operación Fall Weiss. La rápida y potente acción nazi, cargada de tanques bien
armados, unida a la invasión de parte de Polonia por soldados soviéticos y la
nula ayuda enviada por los gobiernos de Gran Bretaña y Francia dejaron el país a merced de rusos
y alemanes, que en poco tiempo redujeron la población en un 20 %.
Esa
misma madrugada del fatídico 1 de septiembre de 1939, una pequeña flota de
Junkers 87 B-1 dirigida por Bruno Dilley (expolicía reconvertido en piloto, que
realizó 650 misiones de vuelo siendo abatido cuatro veces, dos de ellas tras
las filas enemigas, y que logró sobrevivir a la Segunda Gran Guerra) y en la
que se encontraba Horst Schiller, recibió la misión de bombardear desde el aire
los cables que harían detonar los puentes del ferrocarril situados sobre el
Vístula, construidos por los polacos y que sin duda serían demolidos por ellos
mismos al enterarse del avance de tropas nazis. Para este fin, los pilotos
visitaron, de paisano y en tren, la zona considerada como objetivo (Tczew en
polaco, Dirschau en inglés), con el fin de descubrir el mecanismo (y puestos de
guardia y observación junto a los puentes) que volaría por los aires estas
codiciadas construcciones tan necesarias para el propio Fürher si quería conseguir un rápido avance de sus tropas en Polonia. Tras esto, ya de
regreso a la base (en Prusia Oriental, cerca de la localidad de Elbing), Dilley,
Grenzel y Schiller subieron a sus aviones y despegaron a las 4.26 am para
cumplir su misión, hacer blanco en unos cables de detonación que iban desde los
armazones de hierro de los puentes a la orilla opuesta del río.
En
la imagen se puede ver un mapa de la invasión de Polonia y bajo él, distintos
detalles del despliegue de fuerzas realizado por los nazis.
Si fallaban en
su precisión darían tiempo a los polacos a detonar las cargas explosivas, o
peor, a volar ellos mismos los puentes. Aún así, haciendo gala de una puntería
admirable, lograron cumplir satisfactoriamente su misión de eliminar los cables.
Eran diez minutos antes del comienzo oficial de la Segunda Guerra Mundial (WWII),
de forma que se puede considerar que estos tres pilotos iniciaron esta cruenta
guerra. A pesar de la acertada puntería, los polacos lograron utilizar parte de
los maltrechos cables, volando uno de los codiciados puentes.
Mientras, tras
dar por concluida la misión, los pilotos nazis pusieron rumbo a la base,
atravesando cielo ruso protegido por fuego antiaéreo. El avión de Horst
Schiller fue derribado ese día, casi en el mismo instante en que oficialmente
se daba por comenzada la WWII,
alcanzado por cañones antiaéreos
soviéticos a unos 3 km
al NW de la localidad de Krymsk. Oficialmente fue dado por muerto el 2 de junio
de 1943.
Ahora, casi 71 años después, sus restos y los de su avión han sido localizados cerca del pueblo ruso de Vinográdnaya, en el mar Báltico a una profundidad de unos 5 metros. A pesar de los años transcurridos, la certeza de la identidad del piloto es casi total, al encontrar claramente señalado el número del bombardero y comprobarse que coincide con el del Junker que Schiller manejaba cuando fue derribado. Al piloto se le concedió la cruz de hierro a título póstumo.
Ahora, casi 71 años después, sus restos y los de su avión han sido localizados cerca del pueblo ruso de Vinográdnaya, en el mar Báltico a una profundidad de unos 5 metros. A pesar de los años transcurridos, la certeza de la identidad del piloto es casi total, al encontrar claramente señalado el número del bombardero y comprobarse que coincide con el del Junker que Schiller manejaba cuando fue derribado. Al piloto se le concedió la cruz de hierro a título póstumo.
En
la imagen podemos observar dos fotografías de Junkers 87 volando en formación.
La primera (izda) correspondiente a septiembre de 1939, sobre suelo polaco y la
segunda (dcha) tomada en 1941 en Alemania.
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