Actualmente existen ideas muy
novedosas sobre los distintos tipos de inteligencia, personalidades
emocionales, “sombreros de colores” para enfrentarnos a los problemas
cotidianos… Todas estas corrientes nos parecen que son de lo más revolucionarias y
rompedoras, un avance en el conocimiento de esta disciplina, consecuencia de años y siglos de estudios, una vuelta de tuerca más de la Psicología para
ayudarnos a comprender a nosotros mismos y a las reacciones humanas,
aprendiendo a transformar así nuestros puntos críticos en virtudes pero…¿son
realmente novedosas?.
Llegados
a este punto debo mencionar a un personaje español, posiblemente desconocido
por la gran mayoría a pesar de haber sido propuesto como pseudopatrón de las
facultades de Psicología en España en 1983, por consenso entre los Decanos de
todas las universidades, fijando para el día de su celebración el
correspondiente a la publicación de su obra más insigne, “Examen de ingenios para las ciencias”, el 23 de febrero. Digo
pseudopatrón ya que, al no estar canonizado por la Iglesia Católica, no puede ser
patrón propiamente dicho. Me estoy refiriendo a Juan Huarte de San Juan.
Un
día de 1529, nacía en la localidad del Pirineo francés de San Juan de Pie de
Puerto (en el Camino de Santiago francés que entraba en la Península Ibérica),
en el seno de una familia española, el que se convertiría en precursor y
adelantado de la Psicología
actual.
Muy
pronto su familia se trasladó a Andalucía, encontrándolos diez años después en
Baeza (Jaén). Atraído por las Ciencias, Juan Huarte estudió Humanidades en la
ciudad de Huesca, para hacer después la carrera de Medicina en la Universidad de Alcalá
en 1553, concluyéndola en 1559.
Al
año siguiente, durante una década, ejerce como médico en la Noble Ciudad de
Tarancón (Madrid), donde comienza a desarrollar una serie de ideas propias muy
novedosas, mientras va desplazándose hacia Andalucía, ejerciendo la Medicina en Castilla-La
Mancha y finalmente en Baeza (1571) y en Linares, donde comprará casas en ambas
localidades jienenses. En 1572, el Consejo del monarca Felipe II le designará Médico Titular de Baeza, de manera que quedará en dicha ciudad desde ese
momento ejerciendo la medicina durante toda su vida. Por entonces llevaba ya
una década de matrimonio con Águeda de
Velasco, que le dará siete hijos.
El
23 de febrero de 1575 verá la luz públicamente y por primera vez su obra más
ilustre, la mencionada “Examen de
ingenios para las ciencias”, de mano del editor Juan Bautista de Montoya y con el apoyo económico del Conde Garcés, que supo ver la importancia del
manuscrito.
El libro
supondrá tal revolución en Medicina y especialmente en Psicología que no
tardará en editarse en francés (en 1580, Lyon), en italiano (1586, Venecia) y
en inglés (1594 y 1596, Londres). Para entonces llevaba ya cinco ediciones
españolas.
En la imagen, uno de los ejemplares del
libro de Juan Huarte junto a dos best-seller actuales que ahondan en las ideas
de Huarte, aunque no lo digan.
Pero
como decía el magistral Don Quijote cervantino, “Con la Iglesia
hemos topado”, de manera que la obra aparecía mencionada en la lista de
libros prohibidos por la
Inquisición en Portugal (para ese mismo año 1581, dicho reino
se anexionaba a España gracias al buen hacer del almirante Álvaro de Bazán y
sus hombres de confianza, Juan Martínez de Recalde y Miguel de Oquendo).
Lo
revolucionario de esta obra es que consideraba a los seres humanos diferentes
en función de sus actitudes y aptitudes para enfrentarse al mundo que les
rodeaba. Proponía maneras para clasificar a cada persona en una de las cuatro
categorías (“humores”) reconocibles, a la vez que recomendaba para sacar el
mejor provecho a la sociedad, seleccionar para los puestos laborales a personas ajustadas, según enseñanzas y basándose en las aptitudes intelectuales
(neuronales) y físicas (junto con la constitución personal). De esta manera
aportaba importantes enfoques a la Sociología, Neurología, Pedagogía, Patología y
Antropología. Como digo, sus ideas pueden rastrearse en prestigiosos psicólogos
posteriores.
Como dijo Isaac Newton:
“Si he visto más que otros hombres es
porque subí a lomos de gigantes” (sentencia tomada por Google Académico
para su sección). Pues bien, aquí figuran algunos de los gigantes que auparon a
Juan Huarte.
El
propio Juan Huarte reconocerá en su obra haber bebido de los escritos de sabios
de la antigüedad, desde la Grecia Clásica,
pasando por Roma hasta llegar a autores medievales, entre los que figuraba
Santo Tomás de Aquino. Con todo, eso no fue suficiente para evitar el rechazo
de la Inquisición, que en 1583 añadía la obra a los libros prohibidos en el Imperio Español. Por
ello, Juan Huarte y su editor se vieron obligados a modificar la obra,
suprimiendo determinados pasajes. Sin embargo, fue un gesto hacia la galería
pues el Imperio se inundó de obras no censuradas procedentes de imprentas de
Amberes, Italia o Francia. En el siglo siguiente, la impresión de la obra
completa será igual o incluso superior, de manera que llegará a todos los
rincones de Europa. Fue tal la conmoción creada, que la sociedad comenzó a
desarrollar las teorías de los cuatro humores a todos los niveles sociales. Esa
es la razón, por ejemplo, de que el propio Miguel de Cervantes añadiera a su
más famoso personaje el adjetivo de “ingenioso” hidalgo Don Quijote de la Mancha. También en Inglaterra
sus ideas influyeron, por ejemplo, en la obra del dramaturgo Ben Jonson. El
irónico escritor español Francisco de Quevedo se preguntaría abiertamente y por
escrito: “¿Cuál filósofo (no español)
excedió ni igualó el ‘Examen de Ingenios’
nuestro?”. También reconocerán su gran aporte personajes como Menéndez
Pelayo o Gregorio Marañón, por citar tan sólo a dos autores. Y es que
verdaderamente Juan Huarte se adelantó a su tiempo.
En la imagen,
diferentes autores que admiraron y asimilaron las tesis desarrolladas por Juan
Huarte.
Si
se desea profundizar más en la obra de este médico español, recomiendo el
trabajo publicado por Juan Velarde, de la Facultad de Psicología de Oviedo, consultable
aquí.
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