Hasta
donde alcanzan mis recuerdos me ocurre que, como dijo el general romano Plunio
Cornelio Escipión “nunca he estado tan
ocupado como cuando no tengo nada que hacer”. Y así, haciendo mias sus
palabras, entre mis numerosos hobbies en los que figura el cine, escribir,
viajar, leer o hacer puzzles, se encuentra la Criptografía.
Se
denomina Criptografía (del latín que significa literalmente “escritura oculta”)
a la sección de la Criptología
(ciencia que estudia los mensajes codificados) encargada de estudiar las
distintas técnicas o maneras de cifrar (ocultar) un mensaje.
Mi
curiosidad por ella me llegó de la mano de la escritura tartesia o sublusitana,
de la que derivarían el alfabeto ibero levantino y el celtibero de ambas Mesetas.
A pesar de los buenos trabajos del brillante arqueólogo e historiador
granadino Manuel Gómez-Moreno y otros lingüistas e historiadores que harían
posteriormente sus leves aportaciones al enorme paso dado por Gómez-Moreno, el
hecho es que estas escrituras antiguas peninsulares continúan siendo un
terrible enigma, en parte porque los romanos causaron la desaparición de estas
lenguas y en parte porque las riquísimas bibliotecas del saber que debieron
existir abundantemente a lo largo y ancho de la Geografía de la Península Ibérica
fueron inmisericordemente destrozadas y calcinadas. Por ello, actualmente
podemos conocer con una certeza del 95 % el significado de los caracteres de
estas escrituras, si bien el mensaje nos resulta imposible de descifrar, ya que
no se conoce la lengua tartesia, ibera ni la celtibera, así que seguimos en un
camino –por el momento- sin salida previsible.
Por
ello traté de acercarme al posible desciframiento de estas escrituras prelatinas
(y posiblemente no indoeuropeas) desde la perspectiva criptográfica,
suponiéndolas un mensaje codificado más de los muchos que han existido a lo
largo de la historia, especialmente en ambas guerras mundiales. Sin embargo
pronto acabé topándome con un nuevo muro ya que aunque me familiaricé con la
técnica Escítala, Polybios (usada por el propio Escipión mencionado al comienzo
de este texto), “el cifrado de César”,
el de Pigpen (usado por la
Orden de los Caballeros Templarios, entre otros), Vigenére e
incluso varios de los usados en las dos grandes guerras mundiales (por ejemplo,
el llamado “cifra Playfair” derivado del de Polibio), entre otros, no tardé en
comprender que había un principal escollo insalvable para tratar de descifrar
las lenguas peninsulares a través de la criptografía. Este gran problema es que
en todos los casos, estos cifrados se basan en una gramática latina, de lenguas
derivadas del latín. Y eso no se cumple con las lenguas peninsulares.
Lo
mismo cabría decir del enigmático Disco de Festos (en la imagen), hallado en la
milenaria isla de Creta del que hay académicos que defienden que no hay
nada que traducir, pues en verdad se trata de un juego tipo el tablero del Juego
de la Oca. Disiento en esa interpretación al encontrar que se repiten figuras dispuestas
en el mismo orden asociadas a otras, como si de “palabras” se tratase. Para agrandar las imágenes, picar sobre ellas.
En
fin, que otro de los muchos propósitos que tengo en esta vida es lograr
descifrar al menos uno de los numerosos epígrafes que existen de estas diversas
lenguas desconocidas, si bien reconozco que pudiera serme útil un buen baño de humildad. Pero me estoy desviando del objetivo de la presente
entrada de hoy, que no es otra que lanzar el guante al más puro estilo de las
Cruzadas (recordemos esa escena en la película Ivanhoe donde éste, encarnado por
un varonil Robert Taylor lanza su guante retando a sus adversarios) para ver si
hay algún lector o lectora que quiera o pueda recogerlo, mediante distintos
textos que me he ido encontrando y que aparentemente son ininteligibles.
Yo
subiré los textos. Esperemos que alguien acepte el reto y se anime a “descifrar”
alguno de ellos.
Comencemos
con el que aparece en la vaina de una espada medieval recuperada del río Witham
(Lincolnshire, UK.) en 1825. Desde entonces y a pesar de diversos intentos, incluso con distintos softwares, aún no se ha podido descifrar su significado, pero
son varios los especialistas que se inclinan a opinar que pudiera tratarse de
alguna frase que reconfortara a su propietario en las batallas, escrita en
primitivo gaélico, la lengua que hablaban (y aún hablan) los pictos (antiguos escoceses
prerromanos) y los galeses.
Si nos fijamos con detalle, se
lee: +Є N D X O X G H W D n? C H D X O R V I Э+
Siguiendo
en Reino Unido, hay en la Torre
de Londres (posiblemente el castillo más emblemático de Inglaterra),
concretamente en la torre Salt una extraña piedra tallada que parece haber sido
realizada por uno de los prisioneros que allí aguardó su hora para ser
ejecutado. La piedra es la siguiente:
Sobre
ella alguien añadió, en latín: “Hew
Draper de Brystow hizo esta esfera el 30 de mayo de 1561”. Por los documentos que se tienen de la etapa en que
este castillo funcionó como prisión principal del reino, se sabe que un tal
Hugo Draper estuvo entre sus muros acusado por John Man, de haber enbrujado a
Sir William St. Lowe y su mujer. Si miramos bien la figura parece ser una carta
astral. ¿Trataba de adivinar el acusado, la suerte que le depararía el
destino?.
Pero
no tenemos que irnos tan lejos, ya que en la aldea de Piedracea (mal llamada
Piedraceda), dependiente de Pola de Lena (Asturias) y con una ancestral
tradición de “piedras raras”, talladas, sacralizadas, y de más, existe la Capilla de la Virgen de la Flor (en la imagen), a la que
se suele acudir para sacar a la virgen en procesión el lunes siguiente al lunes de Pascua, entre bailes regionales, buena carne a la brasa y mucha sidra.
Pues bien, sobre la puerta de la entrada de la capilla hay una inscripción que
dicen que es indescifrable (mis disculpas por la calidad de la imagen).
Sin
embargo y por comparación con otras piedras similares en iglesias románicas
(por ejemplo la de Andaluz, en Soria), creo que se trataba de una piedra
fundacional en la que se leería algo así como: “en el año tal, el maestro cual puso la última piedra (o la primera) de
esta ermita”. Por cierto, ¿por qué
el traje de Piñorra (traje tradicional de Soria, de la zona de Pinares) es
similar al de Asturias, tal vez porque se repobló con gentes de allí?.
Y
si hablamos de Gaélico, es obligado mencionar la polémica que hay en la iglesia
de Santiago de Betanzos, donde desde el siglo XIV en que se estima que fue
realizada la enigmática inscripción de uno de los contrafuertes, hasta ahora se
tenía por indescifrable (en la imagen):
Sin
embargo el año pasado saltaba a los periódicos la sorprendente conclusión a la
que habían llegado los investigadores del llamado “proxecto Gaelaico” (Martín
Fernández Maceiras, el director y James Duran, de la universidad estadounidense
de Stanford), considerando que era una inscripción escrita en gaélico y que
podía leerse como: “A?Galtacd” , que consideran era “An Ghaltacht” que se traduciría
por “zona de habla Gaélica”. Así que
tras esto, aventuran que el Gaélico se estuvo hablando en Galicia quedando
reminiscencias en el gallego actual. Y no contentos con estas ideas tan
aventuradas, llegan a proponer que posiblemente hasta el nombre de la región
derivaría de Gaelach, de ahí Gaelic y posteriormente Galicia. Con estas ideas
en mente, ambos investigadores se han propuesto recopilar evidencias de ellas.
También
en el aragonés castillo de Loarre, que sirvió de fondo para parte de la película
“El Reino de los Cielos” (cuyos fallos históricos ya comentamos aquí), como
se aprecia en la imagen, existe una inscripción (¿YAICOONC?) de dudosa traducción:
Si
continuamos “descendiendo” por España, nos encontramos con una extraña
inscripción en un monasterio de Guadalajara (monasterio del Sistal) junto a las
aguas del río que discurre por el bello paraje de Hundido de Armallones. La
piedra, que aparece en uno de los muros de la iglesia se muestra en la imagen:
Por su parte, en la iglesia visigótica de Quintanilla de las Viñas (Burgos) aparece en
la decoración unos raros crismones. Frecuentemente suelen representar
a Jesucristo y a Dios, con aquella sentencia de los Evangelios cuando Cristo exclamó “yo soy el Alfa y el Omega, el Principio y el Fin”, apareciendo en la
horizontal en latín A y W, o bien en griego A y Ʊ. Sin embargo aquí vemos que aparece A y N, R y N. Extraño, ¿no?:
Vayamos
ahora al país vecino, Portugal y concretamente a la mágica zona de Sintra, con
presencia templaria y curiosos elementos prehistóricos. Pues bien, en esta área
donde era necesario disponer de un salvoconducto para poder pasear libremente,
entre los siglos XV y XVIII, existe una curiosa piedra que contiene una extraña
inscripción. De acuerdo con el investigador luso Vitor Manuel Adriao, una vez
desaparecida la orden franciscana en esta mágica zona, los descendientes del
inglés Francis Cook se quedaron con el lugar da Boiça que pasó a incluirse en la Quinta da Boiça (abarcando
más de 10 hectáreas
de bosque). De los monumentos y “piedras curiosas” que se incluyen en dicha
área hablaremos en otra entrada para no alargarnos, así como analizaremos su
simbolismo. Pero regresando a la inscripción a la que aludía, la muestro en la
imagen:
¿Hay algún valiente que se atreva a
dar una interpretación o traducción del epígrafe?. El mencionado investigador
sí se anima a hacerlo pero para ello recurre a un supuesto lenguaje atlante del
que…bueno, he preferido no entrar debido a la falta de pruebas científicas y
arqueológicas que respalden sus afirmaciones, pero que ya mencionaré en la entrada
que dejo pendiente sobre Sintra. Ahorrando al lector todos los procesos
intermedios, diré que para dicho autor (el único que ha intentado traducir la
inscripción), se puede leer:
Levantémonos unidos, hombre y mujer, despertad a vuestra luz interior
por la sublimación de la naturaleza inferior. En vuestros corazones mora Dios
Uno-Trinidad y vuestra alma abarcará infinitamente. Con esfuerzos espirituales
obtendréis la clave de la creación.
Particularmente
me aventuraba a suponer que habría cifrado un mensaje más mundano tipo “M.L.F. estuvo aquí”, pero no. Y todo
eso, de F, L, M y J, … no me quiero ni imaginar lo que se “leerá” si se dispone
de medio alfabeto en mayúsculas.
Pero si
acudimos a explicaciones “alternativas” por no entrar a valorarlas, también
nosotros tenemos en suelo patrio otra extraña epigrafía. La historia no tiene
desperdicio, para todos aquellos amantes del misterio.
Debemos
remontarnos al Madrid de 1954. La madrugada del 17 de noviembre, un enfermero
de nombre Alberto Sanmartín decide salir a pasear en su noche de desvelo y al
cruzar el Puente de los Franceses –yendo desde Cuatro Caminos hacia la Ciudad Universitaria-
se topa con un hombre enfundado en lo que parece ser “un mono de piloto” que
por señas le da a entender que procede del espacio. Nuestro enfermero mira
hacia abajo del puente y observa una curiosa nave, entonces su “piloto” baja
caminando hasta ella, para volver al poco a darle al enfermero un curioso
souvenir que no es más que un adoquín de lo más normalito, eso sí, con unos
curiosos símbolos. Lógicamente, en los siguientes días la noticia corre entre
noticieros y radios conociéndose al adoquín como “la piedra marciana” ya que
por entonces se creía que de ahí venían los turistas espaciales de nuestro
planeta.
El Instituto
de Mineralogía de Madrid analizó el regalo marciano (un poquito “rata” sí fue
el “chico”, aunque recuerdo que nosotros –los españoles- dábamos bisutería de
cristal a los indios a cambio de oro y joyas con piedras preciosas, así que no
digo nada) y concluyó que el adoquín estaba fabricado en carbonato cálcico
teñido (vamos, una piedra caliza coloreada y por lo demás, fácilmente rayable
por su baja dureza). Lo más pasmoso, para mi, es que el profesor de dicha
institución, Pedro García Bayón-Campomanes declaraba al periodista que cubrió
la noticia, Arcadio Baquero, “es muy rara
(la piedra) y da unas reacciones muy
extrañas” –vamos, todo lo rara que pueda ser la piedra caliza, de las más
abundantes de nuestra corteza terrestre–, añadiendo “partes de ella son solubles y otras no lo son, tiene sabor salado y no
contiene sales”. Todo ello es perfectamente achacable a cualquier tipo de
roca carbonatada, lo que me hace plantearme cuántas de ellas entrarían en
contacto con este caballero que desconoce las cuestiones más elementales de uno
de los materiales naturales más comunes de la superficie terrestre.
Precisamente por esas partes solubles y otras no solubles podemos gozar de los
sistemas kársticos, por poner un ejemplo donde las aguas disuelven la parte soluble
creando las cuevas, grietas, simas y dolinas, en el modelado kárstico. Así las
cosas, estamos ante una piedra de lo más común, de las más blandas para arañar,
tallar o escribir en ella (dureza 3, si mal no recuerdo, en la escala Mohr),
100 % terrestre, … Cualquiera pudo gastarle una broma al enfermero, creo yo, si
tomamos por cierto su relato. Con respecto a la inscripción, el entonces
director del Museo Arqueológico Nacional, el epigrafista Joaquín María de
Navascués confesó a los periodistas no poder traducir la inscripción pues
desconocía dichos símbolos, con la excepción del que le recordaba a Saturno. El
ufólogo amateur y cura Severino Machado se ofreció a descifrarlo publicando un
libro en 1955, llamado “Los platillos
volantes ante la razón y la ciencia” donde traducía la inscripción como:
Mensaje de Saturno a la Tierra.
Vosotros para llegar a nuestra amistad no necesitáis dar
rodeos. Desde cualquier extremo de la
Tierra que salgáis, nos encontrareis en el camino recto de la
amistad hacia el infinito, hacia Dios”.
Ahí es nada. Y de nuevo, todo
esto con ver tres rayas paralelas, un símbolo como de ola y el símbolo
matemático Ø que también es letra griega, pero que les recordaba a Saturno.
Pues el día que este hombre se tope con la demostración matemática de un
teorema es capaz de descifrar todos los enigmas del universo…
Y podríamos seguir así señalando diferentes
epígrafes cuyo significado se nos escapa, en diversos monumentos españoles.
¿Alguien se anima a aventurar, de manera lógica, una traducción?.
Nos gustaria, Valeria, participar en su desafio ya que es ese un tema que también nos agrada, pero no tenemos la preparación, la experiencia ni la práctica para entrar en ese interesante debate, Lo lamentamos y seguiremos su camino por esas lindes esperando aprender algo para nuestras visitas culturales.
ResponderEliminarEstimado Osorio, agradezco sus palabras y que le haya resultado interesante la curiosa mezcla de inscripciones extrañas expuestas en el texto. En breve volveré a recordar a otro de los personajes que contribuyeron con sus aportes a hacer grande el Imperio Español, para variar un poquito. Un saludo.
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