Hace unos días decidí visitar un
yacimiento de los muchos que Luis Siret sacó a la luz en su amada tierra almeriense. Nada presagiaba la maravilla
que me aguardaba, a la que nuevamente la Administración ha
optado por dar la espalda y no poner en valor lo que podría haber sido una
megápolis que nada tendría que envidiar a la Ampurias catalana.
Llegamos
a las 11 a
la torre de vigilancia que, durante la época de Felipe II y más tarde, sirvió
para divisar y prevenir ataques berberiscos a las costas españolas. De allí a la
cercana necrópolis apenas había tres minutos en coche. Aparcamos junto al muro
de protección del recinto arqueológico y al instante salió a nuestro encuentro
Dña. Laura Larios, arqueóloga y guía de nuestra visita. Fue todo un acierto.
Rápidamente,
y con suma facilidad, nos hizo un recorrido temporal de la evolución del
yacimiento desde la Edad
de los Metales hasta la llegada de los árabes, pasando por el Imperio Romano y
los Godos, pues, como nos informó, la arqueología en esta localidad tiene abundantes
materiales de todas estas culturas, que se fueron sucediendo en más de los casi
dos mil años de registro (sin contar épocas posteriores, que también dejaron su
huella).
Tristemente,
hoy, apenas podemos llegar a ver siquiera un 10 % de todo lo que ha quedado de
este amplio registro arqueológico. La sierra Almagrera, a las espaldas, fue rica
en filones de plata y de otros metales (plomo y hierro, principalmente), así
que no tardaron en llegar fenicios, atraídos por el potencial metalúrgico de la
zona. Se asentaron en Villaricos pues aquí desembocaba un río navegable en su
tramo final. Frente a ellos, las costas norteafricanas, en las que también poseían factorías y, a su derecha, el Estrecho, con la importante ciudad de
Gádir. De esta manera, no tardó en proliferar una amplia y muy floreciente ciudad
donde llegaban objetos de todas partes del mundo conocido. Evidencias de ello
aportan los numerosos ajuares funerarios hallados, donde había elaboradas joyas
en oro, numerosa cerámica griega y varios huevos de avestruz, importados del
norte de África, ya que no se hallaron huesos de estas aves.
Escritores
clásicos que hablaban de este yacimiento, mencionaban, coronando la metrópoli,
un templo en honor a Astarté (la Madre
Tierra fenicia), junto al que se hallaba una cisterna de
aguas de lluvia para los ritos religiosos, muy similar a lo observado en el
yacimiento sevillano de El Carambolo, en Camas.
Bronce del Carriazo (Astarté sujetando dos aves). tesoro de oro del Carambolo y detalle de dos noticias de prensa hablando del proyeco de reconstrucción del templo fenicio del Carambolo en una colina vecina del yacimiento de Camas (Sevilla). Si se hace doble clic con el botón izquierdo del ratón, sobre la imagen, se agrandará.
Luis
Siret buscó, y halló, el basamento de ambas estructuras, en torno a las que se
disponían los almacenes, las fábricas artesanales y las viviendas de los más pudientes de la
sociedad (nº 1 en el plano). De lo alto de esta colina, hacia el mar, se
disponían por barrios, cada vez de menor categoría, los habitantes de la ciudad
denominada Baria, hasta llegar a orillas del mar, donde estaba el barrio de
pescadores (nº 8 en el plano). Allí se ubicaron las factorías de pescado en
salazón (nº 7) y posteriormente, del Garum romano (factorías similares se
encontraron cerca de Torre García, en el Cabo de Gata, también en la provincia
de Almería).
Desde
el templo de Astarté, hacia la derecha, se situaría siglos más tarde toda la
ciudad romana (nº 2 en el plano), que por desgracia se encuentra totalmente
oculta bajo distintas urbanizaciones actuales. Nos contaba Laura como anécdota,
el susto que se llevó un jubilado británico al ir a cambiar su antigua bañera
y encontrarse el esqueleto completo de una persona adulta bajo ella. Al
notificarlo a las autoridades, se llevó a cabo una excavación puntual de
urgencia, antes de volver a taparse la zona con el alicatado y bañera,
informándo al asustado jubilado de que los restos tenían más de dos mil años y
por tanto, el posible crimen –si lo fue- ya hacía mucho que habría prescrito.
Plano del
megayacimiento de Villaricos y uno de los huevos de avestruz decorados que
formaban parte del ajuar funerario de época fenicia.
Lo
más importante de este yacimiento lo constituyen los hipogeos excavados por
Luis Siret (contabilizó hasta cincuenta), quien tímidamente llegó a insinuar
que alguno de ellos guardaba gran parecido con los tholos griegos (recordemos
que en la época de Siret esta afirmación era toda una osadía, puesto que la Península Ibérica
se consideraba que poseía los últimos estadios de todo tipo de civilizaciones
mediterráneas que a ella llegaron; de esta manera era impensable que pudiera
haber siquiera en el siglo VIII a.C. estructuras parecidas a las tumbas
micénicas del 1.500 a.C.).
Personalmente, no descarto que ciertamente pudieran ser de esa época (s. VIII-VI
a.C.) o incluso más antiguas, reutilizadas. Pero siendo justos, mis
observaciones como geóloga profesional me aconsejan precaución pues se
encuentran talladas en los peores materiales posibles, pizarras esquistosas muy
estratificadas y fracturadas, con numerosas sales cristalizadas por las duras
condiciones áridas de la zona, actuando como improvisadas cuñas, que amenazan
derrumbe en muchas zonas.
Tampoco
se han tomado los cuidados necesarios para proteger estas estructuras como
se debiera, tal como se desprende de una de tantas noticias que hay sobre este
yacimiento y que se muestra parcialmente a continuación. En torno a estas
estructuras funerarias se fueron dando numerosas más, no tan elaboradas,
contabilizándose entre dos mil y cinco mil (cistas, inhumaciones y hasta simple
deposiciones de los cadáveres sin ningún tipo de sepultura, en simples hoyos
excavados en tierra).
La
próspera ciudad fenicia eligió erróneamente como aliada a la Cartago tunecina, que
llevaría a sus osados habitantes a retar, hasta tres veces, al naciente
Imperio Romano. Consecuencia de ello fue el asentamiento en los alrededores de
Baria de las tropas del general romano Escipión (apodado “el africano”, por asolar la ciudad de Cartago). La ciudad, asediada, resistió por tres largos
días, tras los cuales los soldados romanos destrozaron toda la urbe, ejecutando
a los cabecillas (como evidencian los restos arqueológicos de varios adultos
masculinos hallados en una fosa, ejecutados).
Esquema del
emplazamiento de las distintas ciudades y detalle de los hipogeos de la
necrópolis púnica de Villaricos.
Como
ocurriera en época fenicia, la nueva ciudad romana prosperó, debido a su
privilegiada ubicación con respecto a las menas metalíferas, con abundancia de
pescado (del Estrecho) y en un nudo de vías comerciales.
Con
la caída del Imperio Romano llegarían los Godos, de los que se ha hallado
evidencias aisladas (de Bizantinos). Los árabes trasladarían la ciudad de Baria
más hacia el interior, pasándo a denominarla “Vera”. Las ruinas de la gran
urbe hispanogoda quedaron olvidadas, con sus estatuas, alguna que otra villa
romana con sus mosaicos … Actualmente, como digo, chalets y tierras se han
instalado sobre estos restos, siendo frecuente las expoliaciones y excavaciones
ilegales. Tampoco es posible dar con restos de este yacimiento en museos
arqueológicos. Dos o tres piezas se encuentran en el de Almería capital, el
resto se encuentra posiblemente en Alemania -llevado por los hermanos Siret,
en el siglo XIX, y por el equipo de arqueólogos que trabajó en el yacimiento, en
el siglo XX, poniéndolo en valor- y posiblemente en el Museo Arqueológico de
Madrid, al que Luis Siret cedió gran parte de su colección, que aún se encuentra
en los baúles que envió, junto con sus dibujos, inventarios y demás documentos
realizados por el ingeniero belga, que pagó de su bolsillo casi todas sus
excavaciones.
Restos hallados en Villaricos (s. VIII-VI a.C.): 1.
Fragmento funerario con rostro masculino (museo arqueológico de Almería,
m.a.a), 2. Cerámica (fondos m.a.a.), 3. Kalathos ibérico (m.a.a), 4. Kalathos
ibérico (M.A.N), 5. Estela funeraria fenicia de Villaricos expuesta en el M.A.N
(Madrid), 6. Cuenco cerámico bruñido
negro expuesto en el museo arqueológico de Almería, 7. Monedas con palmera en
el reverso, acuñadas en Baria.
De
la posición tan estratégica que presenta la zona, con respecto a África, dan
cuenta una fortificación y un búnquer de tiempos posteriores, situados cerca de
las antiguas factorías de salazones y garum fenicias, púnicas y romanas.
Fortín (“torre española” como les
llamaban en Cerdeña a este tipo de atalayas españolas mandadas construir por Felipe II para prevenir ataques
berberiscos, desde el siglo XVI) y búnquer cerca del puerto de Villaricos.
Detalle de las factorías de Garum y salazones del cabo de Gata, mejor
conservadas.
Si
avanzamos por la costa en dirección a Terreros, hacia Murcia, rápidamente
saldrán a nuestro encuentro numerosos restos de antiguas explotaciones mineras
que siguieron en activo en la zona hasta el siglo XX (chimeneas, escombreras,
edificios ya derruidos). Precisamente en una de estas bellas calas, con zona
para aparcar y tomar fotografías, me salió al encuentro un alocado cachorrote,
que se encontraba incordiando a una cría de gato que estaba junto a otros gatos
ya adultos. Preguntada la pareja de británicos que estaba en el aparcamiento
cuando llegamos, si era suyo el pequeñajo (la respuesta fue negativa,
precisamente estaban buscando algo que dejarle de comida), terminé llevándomelo
como nuevo compañero de viaje. Entre todos los que estábamos, acordamos llamarle
“Pizarro”, tanto por el material de la cala en la que lo recogí (pizarras), como
por su “fiereza”, dando mordiscos a todo lo que pillaba, que recordaba a aquél
extremeño primo de cierto Hernando…
Restos de un edificio minero, de
conducciones de agua para actividades de lavado, detalle de una preciosa
charnela de un micropliegue y dos imágenes del fiero Pizarrín.
Quisiera
agradecer a la arqueóloga Laura Larios su amabilidad, tiempo dedicado y la gran
cantidad de información que en todo momento nos facilitó. A pesar de que la Administración y
Departamento de Cultura de Almería han mostrado tener una falta total de interés
por sacar a la luz lo que sería sin duda uno de los yacimientos más amplios y
formidables de la geografía española, afortunadamente existen profesionales
como Laura Larios que no dudan en dar lo mejor de ella para que este patrimonio
se conozca, informando de todos
los yacimientos y hallazgos que se han dado en la zona.
Un breve documental que da una
idea de lo poco visitable que se conserva en la actualidad en la localidad, puede verse en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario