Habíamos iniciado una
entrada sobre el Efecto Invernadero, pero la necesidad de definir primero una
serie de conceptos a modo de acercamiento a la cuestión, nos hizo tener que
extendernos más de la cuenta, abordando verdaderamente el asunto y sus
consecuencias en esta segunda parte. Continuamos.
Gases relacionados con el efecto Invernadero
Ya hemos visto en el
artículo anterior la peligrosidad de ciertas sustancias que el hombre utiliza y
que pueden acabar alterando el equilibrio ambiental. Pero hay otros productos
que llegan al medio ambiente en muchísima mayor concentración, que se
relacionan más directamente con el efecto invernadero y con el cambio
climático. Este es el caso del anhídrido carbónico (dióxido de carbono – CO2),
que se considera el mayor responsable debido a que se desprende en muchos
procesos de la actividad humana, como la quema de combustibles fósiles
(derivados del petróleo y carbón), los incendios - deliberados o no- de bosques,
las calefacciones, el transporte… Son muchos los investigadores que indican que
produce la mitad del efecto invernadero. También el metano (CH4) es
otro de los principales actores del cambio. Llega a la atmósfera como emisión
de la industria agropecuaria (durante un tiempo se dijo medio en broma medio en
serio que las ventosidades de las vacas y caballos, por su amplia población,
eran las responsables de cierta porción del agujero de ozono), en la producción
de carne, y de las refinerías. Además de tener mayor capacidad que el CO2
para absorber calor solar, tiene también mayor facilidad para reaccionar con
otras sustancias y producir compuestos más complejos con mayor capacidad de
retención calorífica. También hay que señalar al óxido nitroso (NO), que
proviene de la quema de combustibles fósiles y de las prácticas agrícolas, ya
que la mayoría de los fertilizantes, cuyo uso se ha duplicado a nivel mundial
en los últimos diez años, pueden
producirlo. Esto lleva además un efecto peligroso añadido, ya que los productos
nitrogenados al llegar a los ríos o lagos estimula el crecimiento de las algas,
de forma que hace que crezcan descontroladamente y mueran más rápidamente,
produciendo el efecto de eutrofización de los ríos que conduce a la muerte del
hábitat, ya que al morir las plantas no se libera el oxígeno para los peces,
sino sulfuro de hidrógeno tóxico (SH2), que los mata. En un espacio
de tiempo relativamente corto, desaparece toda la vida de esas aguas.
Etapas de la eutrofización de un río o un lago. Cuando llegan muchas
sales de nitrógeno o de arsénico (de los detergentes) las algas crecen
rápidamente y al morir en cantidad, se consume todo el oxígeno por la
descomposición de la materia orgánica y la actividad de las bacterias
descomponedoras. Al descomponerse las plantas muertas bajo el agua (últimas
fases, hacia abajo) desprenden ácido sulfhídrico o sulfuro de hidrógeno. Si nos
fijamos en las tablas, conforme progresa la eutrofización, se incrementa la
turbidez del agua (tienden a volverse verdes viscosas, por la proliferación de
microorganismos) y la concentración de clorofila, por la abundancia de algas.
También
los tóxicos monóxido de carbono (CO)
y de nitrógeno (NO) son otras sustancias a tener en cuenta. Salen por el tubo
de escape de los automóviles, de las centrales eléctricas térmicas, de las calefacciones
comunitarias y en algunos procesos industriales, junto con otros compuestos
orgánicos tóxicos volátiles. Cuando ocurre en lugares húmedos produce esa
niebla oscura o smog, que causa en un primer momento irritación de los ojos y
vías respiratorias y después, enfermedades pulmonares.
El hollín: la consecuencia de la Era Industrial
El problema del smog. En las dos fotos de la derecha se observa el smog
en Madrid y en Londres.
El hollín es otra sustancia
peligrosa. Procede de la combustión de biomasas: de incendios forestales, de
productos agrícolas y agropecuarios, como leña, estiércol y otros productos
relacionados. La emisión de hollín (carbón negro) al depositarse en la nieve
favorece su descongelación. Se cree que en menos de 10 años ha sido responsable
del deshielo del 75% de los glaciares malayos. También los óxidos de azufre (SO2
y SO3) intervienen peligrosamente en este efecto. Procedentes
de la combustión de los combustibles fósiles, de los volcanes o de la oxidación del acido sulfhídrico (SH2)
obtenido en la putrefacción de la materia orgánica o en la degradación de las
biomasas en el fondo de ríos o lagos en ausencia de oxígeno, tienen además un
doble peligro: la absorción de calor en la atmósfera y la lluvia ácida, siendo
sus principales agentes productores, junto al dióxido de nitrógeno (NO2)
obtenido en la quema de combustibles fósiles. En las regiones donde se
concentran centrales eléctricas y plantas eléctricas e industriales que con poco
o ningún control emiten estos gases, el agua de la lluvia transforma estos
óxidos en ácidos, sulfúrico, sulfuroso y nítrico respectivamente, y los
arrastra en ella, llevando una acidez por debajo de un pH 5, muy lejos del pH
de la lluvia normal que se suele acercar a 6 por la interacción del agua con el
anhídrido carbónico (ácido carbónico). Esta bajada de acidez mata a plantas, produce
el mal de la piedra de nuestras catedrales y edificios, ataca a metales, arrasa
bosques y acidifica ríos haciendo peligrar la vida en ellos. Una buena prueba
la tuvimos en los años setenta y ochenta del siglo pasado al contemplar los
bosques carcomidos de la Selva Negra alemana o los de la República Checa.
Formación de la lluvia ácida (izquierda) y efectos que produce en la
naturaleza y en los monumentos (centro y derecha)
El dañino petróleo y los hidrocarburos en general
Por último y por orden de
cantidad, debo hablar de los hidrocarburos halogenados, como el
clorofluorocarbono (CFC), producidos en procesos industriales y en los
aerosoles, porque además de tener una alta capacidad de retención del calor
solar, atacan y destruyen la capa de ozono de nuestra atmósfera que frena las
radiaciones solares de alta energía que producen cáncer en la piel. Al carecer
de esa protección natural que nos brindaba nuestra atmósfera, los rayos solares
son cada vez más dañinos y de ahí lo recomendable que resulta extremar las
precauciones en los días de radiación ultravioleta alta y extrema
(afortunadamente los móviles vienen de serie con una aplicación preinstalada
del clima que, hacia abajo de la pantalla que nos dice el clima que hará, por
horas, señala la radiación utravioleta, la velocidad del viento y otros
detalles importantes a considerar).
Consecuencias del cambio climático
Son
algunos de los contaminantes que se vierten al medio ambiente y que hacen que
la Tierra enferme. Dicen que el planeta contraataca con catástrofes naturales,
como las que hemos visto recientemente,
como el terremoto de 2011 de Japón, de magnitud 9,0 MW, que provocó el enorme
tsunami que en 6 minutos se llevó 15.000 vidas;
que ya en 2010 se habían producido en Chile y que alcanzó una intensidad de 8,8 en la escala de Richter llevándose
800 vidas; o el tremendo desastre de Haití, años antes. También sorprende la
terrible sequía que en 2012 arrasó a Bosnia-Herzegovina, país con tanta
abundancia de agua que la utiliza para producir su electricidad, con sobrantes
que exporta, y que ese año tuvo que importarla. Igualmente se dieron casos
contrarios como las inundaciones de Tailandia de 2011 y del sur de Asia en
general, en las que se perdieron millones de toneladas de comida en cosechas y
la pérdida de más de 9 millones de hogares; o la de 2012 de Río de Janeiro
(Brasil) cuando el 5 de enero se desbordó el río Muriaé dejando cientos de
familias sin hogar y zonas incomunicadas; o la de Vicksburg (EEUU) de 2011, que
produjo daños por casi 4.000 millones de dólares. Citemos también el terrible
incendio de 2010 de Golovanovo (Rusia)
con su alto coste de muertes, o los 199 tornados registrados en EEUU a lo largo
de 2011, que batieron todos los récords (sólo el de Tuscaloosa, en el que el
viento alcanzó una velocidad de 300 km/h se llevó más de 60 almas); o el chorro
polar de 2012, que naciendo en el lago de Ginebra (Suiza) produjo una helada de
tal magnitud que llegó a África, sepultando casas y coches y produciendo centenares
de muertos en Europa; o la tormenta de arena de 2011 de Phoenix (EEUU) que hizo
que se levantara una columna de polvo de más de 1,5 km de altura. Y es que este
calentamiento conlleva climas cada vez más drásticos (veranos muy secos e
inviernos muy fríos y con muchas nevadas y heladas). De hecho, por desgracia
hace ya unos años que “las nieves eternas del Kilimanjaro” se fundieron
totalmente. Pero ahí no acaba el problema pues esta pérdida de masas heladas
(glaciares) que solían existir, fundiéndose y pasando al sistema en forma de
aguas fundidas más cálidas han terminado generando que la Tierra se
reequilibre, reajustándose las corrientes marinas y atmosféricas.
La circulación marina atlántica peligra
Y lo que parecía imposible, se ha
materializado. Este mes de abril de 2018, la revista científica número uno, la Nature, publicaba un artículo en el que
participaban climatólogos de diversos países, varios de la Universidad
Complutense de Madrid (España), alertando sobre el cambio en la corriente del
meridiano del océano Atlántico (picar aquí para acceder, en inglés),
precisamente donde se encuentran las mayores corrientes denominadas “las corrientes del Golfo” (y que tan
hábilmente supieron usar los marinos españoles, con Cristóbal Colón al frente,
para llegar a América y regresar a España).
La llamada Corriente del Golfo era parte de un sistema de corrientes
marinas de aguas que circulaban a través de todos los mares del mundo,
ascendiendo en unas zonas –con aguas más cálidas o corrientes de aire más
cálidos- y provocando el descenso de las aguas más frías hacia el fondo, con
más sales. Este movimiento en la vertical generaba un incremento de nutrientes
que eran aprovechados por los seres marinos, creándose zonas donde en
determinadas fechas se concentraban los peces ocasionando que los grandes
cetáceos acudieran allí a alimentarse. Igualmente favorecía la dispersión de
sustancias por los mares, reciclándose las aguas. Sin embargo este estudio
publicado en el Nature viene a demostrar que este sistema de células de
corrientes de agua interconectadas, intercambiando sus temperaturas y
salinidades se está rompiendo (ha descendido en un 15 % en el último siglo),
comenzando un desequilibrio de consecuencias devastadoras para el clima en la
tierra emergida:
Este desequilibrio muestra cómo comienzan a separarse áreas de aguas
frías y áreas de corrientes cálidas. El hecho de que las frías aguas
procedentes del polo Norte descendieran hasta el medio Atlántico (el Titanic se
chocó con un iceberg en este viaje de las aguas hacia el Golfo de México),
donde se chocaban con las corrientes de aguas cálidas caribeñas enfriándolas y
provocando una regeneración de las aguas también era una barrera natural para
matar todo tipo de microorganismos y demás proliferaciones anómalas con las
altas temperaturas. Las aguas son cada
vez más cálidas y por lo tanto, poseen una menor densidad en la vertical del
agua (en los polos las aguas más frías, más densas, permiten la proliferación
del kril, por ejemplo, el manjar favorito de los cetáceos). Este paulatino
aumento de densidad conforme se desciende en el mar ha propiciado la zonación
de diversos medios con sus propios seres vivos y cadenas tróficas. Ahora todo
eso comienza a peligrar.
Estas
y otras catástrofes señalan que algo va mal. Si en el telar de la naturaleza se
saltan varios hilos, el telar se descompone y, aunque no se pueda afirmar
rotundamente que sean productos directos del efecto invernadero todo en la
naturaleza está entrecruzado e interrelacionado.
Peligro: inundación
Soltar a la atmósfera
sustancias que capten calor solar hace que su temperatura aumente
peligrosamente. Un leve aumento de grados en la temperatura ambiental hace que
se deshielen los casquetes polares. Ya la NASA advirtió que en 2017 se aceleró
el deshielo. Sus científicos señalaron que entre el 10 y 12 de julio el
mastodóntico glacial Larsen C de 5.800 km2, que pesa más de un
billón de Tm, se separó del continente antártico y se comenzó a trocear en
icebergs que viajan a la deriva por el océano con grave riesgo para la
navegación. Pero el peligro mayor lo produciría el deshielo, ya que el agua
congelada sólida está contraída y al transformarse en líquida aumenta su
volumen y con ello el volumen de los mares, subiendo sus niveles. Y no es éste
el único glacial que preocupa.
Incidencia del efecto de invernadero en los glaciares de los polos (izda)
y fragmentación de un glacial (dcha).
En la misma Antártida hay
un glacial mayor, el glacial Pine Island, que comenzó a agrietarse a final de 2017.
De hecho, se había desprendido una gran plataforma de hielo de 267 kilómetros
cuadrados. Ya en el océano, esta enorme masa helada se va troceando en islas e
icebergs que arrastran a la deriva las corrientes marinas mientras se va
deshelando. Si esto ocurriese con todo ese gigante helado los efectos serían terribles
sobre la crecida del nivel del mar. Produciría efectos devastadores sobre las
ciudades costeras, y lo peor es que las predicciones que hacen los observadores
especialistas no son nada halagüeñas. Debemos tener presente que al peligro
latente sobre las ciudades costeras habría que sumarle el peligro para la fauna
del lugar, sobre todo para los pingüinos y osos polares, que, al disminuir la
superficie helada, ven reducidas sus zonas de caza y reproducción lo que
redundará en una disminución de ambas especies.
Por
otro lado, hay que tener presente que si no frenamos este aumento de
temperatura ambiental habrá muchos más glaciares que se deshielen. Más aún,
cuando un glacial se derrite se inicia una reacción en cadena que produce y
acelera la fragilidad del resto de masa helada, con lo que hemos iniciado un
proceso con un final muy oscuro para el hombre, ya que globalmente la subida
del nivel de los mares aumenta el riesgo de que ciudades costeras queden
sumergidas bajo el agua.
El deshilo del Polo Norte (la línea roja señala la superficie que tenía primitivamente
el hielo) y su consecuencia directa en los sucesivos aumentos del nivel del mar
entre 1993 y 2010.
De hecho, el Jet
Propulsión Laboratory de la NASA, tras crear una herramienta digital para
prever los casquetes polares que iniciarían primeramente el deshielo, han
llegado a señalar un listado de ciudades que quedarían bajo el agua si
ocurriera la catástrofe. Un listado que recoge casi 300 ciudades. El deshilo de
los glaciares de Groenlandia afectaría a
Londres (subiría un 30% el nivel del mar), a Halifax (subiría un 32%) y a Nueva
York (subiría un 40%). Sidney la ocultaría el deshielo de los glaciares del Mar
de Amundsen (subiría el nivel del mar en la parte este de Australia un 50%). En
España, y Portugal los efectos se producirían más lentamente, Serían las
ciudades cantábricas y atlánticas las primeras en notarlo. Después avanzaría
hacia el Mar Mediterráneo, que llegaría a desaparecer. También América latina
tendría su horror. En la zona de Recife, el nivel del mar llegaría hasta el
51,4%, y en la de Río, llegaría al 51,2% del actual. En Guayaquil y Caracas
subiría el nivel hasta el 51% y en el Cono Sur, Buenos Aires, Montevideo y
Santiago de Chile sufrirían subidas del nivel del mar entre el 40 y el 50%, respecto
del nivel actual. Según ese estudio, un total de 293 ciudades de todo el planeta
se verían afectadas, como resultado del aumento de los gases provenientes de
las actividades humanas y muy en particular de la combustión de carburantes
fósiles, que han sido los responsables en gran medida de la subida del calentamiento
planetario observado durante los últimos 50 años.
Los corales se mueren
Pero no es necesario
tener que recurrir a ensayos de laboratorio o tablas de datos de experimentos y
mediciones tomadas para captar este paulatino aumento de la temperatura general
en el clima de todo el planeta, tan solo miremos a nuestro alrededor. En las paradisiacas
zonas arrecifales de todo el mundo son cada vez más los científicos que dan la
voz de alarma sobre la elevada mortandad de los corales, y con ellos de toda la
rica fauna y flora que existe en estas áreas, a consecuencia de un incremento
en la temperatura de las aguas marinas. Igualmente comienza a ser frecuente
encontrar grandes plagas de medusas en las costas por el mismo hecho, o
encontrar especies cada vez más tropicales en zonas en las que antes era
impensable encontrarlos (el mosquito tigre en Europa, determinados parásitos en
los peces de nuestros mares, …).
Marea Roja
Y
con este paulatino incremento de la temperaturas de las aguas comienza a ser
cada vez más frecuente la denominada “Marea Roja”, un desarrollo exponencial de
microorganismos que producen una serie de sustancias altamente tóxicas. En 2015
se dio una mortandad inusual en los Estados Unidos: 2.500 leones marinos, millones
de peces muertos tapizaban las playas y aguas, numerosos delfines agonizaban ante
los ojos de los que trataban de devolverlos a mar abierto, cientos de aves
marinas, … consecuencia de una neurotoxina generada por las microalgas de la
marea roja.
No
fue algo puntual. Todos los años aparece algún titular mencionando la muerte de
alguna persona cuya autopsia confirma haber sido víctima de estas mismas
neurotoxinas y es recordemos que un gran número de personas es aficionada al
marisco, sin reparar en que este tipo de animales son los más expuestos a la
peligrosa marea roja. Me canso de repetir a mis conocidos que los bivalvos,
especialmente las coquinas y los mejillones son las depuradoras naturales de nuestras
costas, ellos filtran las aguas marinas acumulando estos microorganismos en sus
tejidos. De ahí el gran riesgo de consumirlos, si uno se desentiende del
problema de la contaminación de nuestros mares y del cambio climático.
Los científicos estiman
que desde 1950, los bancos de peces de todos los mares han reducido su
población en un desmesurado 90 %, unido al aumento de las temperaturas de las
aguas, ocasiona que animales como los leones marinos u osos polares deban
adentrarse cada vez más adentro en mar abierto, generando una alta mortandad
entre sus crías que quedan desatendidas, o incluso entre estos animales que
terminan muriendo ahogados, exhaustos (más aún cuando, en el caso de los osos
polares, cada vez tienen menos banquisas o icebergs en los que poder
descansar). Se cree que de seguir así, la población de estos osos disminuirá en
un tercio en 2050, al morir ahogados o de hambre.
Por otro lado, el
excesivo aumento de la población humana conlleva mayor necesidad de alimento,
talando selvas y bosques para meter ganado. Actualmente se tala a un ritmo de
cuarenta mil kilómetros anuales de selva tropical, reduciéndose “el pulmón
verde del planeta” y perdiéndose numerosas especies (entre ellas, los
orangutanes, en serio peligro de extinción).
Los bivalvos portan dinoflagelados que pueden llegar a matar a animales
consumidores de estos invertebrados (pulpos, peces, tortugas, seres humanos,
etc). En el centro, un famélico oso polar, agoniza. A la derecha, cientos
de abejas muertas.
A un nivel más local, en
2015 murieron más del 40 % de las “abejas domésticas” de colmenas de todo el
mundo. ¿La razón?, un parásito consecuencia de la temperatura media anual, que
los hace sobrevivir en climas que antes eran más fríos. Ya en su día el
eminente físico Albert Einstein profetizó “si
las abejas desaparecen, al Hombre le quedará cuatro días en la Tierra”. Lo
cierto es que uno de cada tres bocados que nos llevamos a la boca ha sido
posible por la polinización de estos insectos. Y no se lo ponemos nada fácil. A
la desaparición de campos y bosques, añadimos la polución, el aumento de las
temperaturas, los gases tóxicos, la desertización, los productos transgénicos y
los insecticidas y demás sustancias usadas en las cosechas, cada vez más
contaminantes y agresivos, y con mayor pervivencia en el suelo. El aumento del
clima afecta a todo, incluso a lo más insospechado. Siendo soriana, recuerdo
que hace unos años me escapé con unos amigos a la Rioja, a por vino. Para mi
sorpresa, nos confesaron que cada año que pasa las vides se resienten más pues
necesitan para su correcto desarrollo cierto frío que cada vez se da menos.
Son sólo algunas
consecuencias del efecto invernadero. Será clave para el devenir del planeta lo
que ocurra en ese sentido a finales del siglo XXI. Se han dado pasos
esperanzadores para controlar los vertidos contaminantes. La mayoría de los
países crearon la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático (CMNUCC) que tenía como fin controlar la interferencia del hombre en
el clima. Pero los resultados no son los esperados, ya que desde que en 1992 se
acordó la Convención Marco dirigida al control de emisiones, éstas han
aumentado globalmente. A pesar de que el Grupo de los 77 países más
industrializados acordaran reducir emisiones, acuerdo basado en el Protocolo de
Kioto que en 2005 entró en vigencia, el sistema sigue sin funcionar.
Los primeros que dieron pruebas de
incumplimiento fueron los EEUU, ya con el presidente Bush Jr, al que ha hecho
bueno Donald Trump, sólo preocupado por el progreso económico de su potente
país a cualquier precio. Estas posturas hacen que no se perciba un futuro muy
halagüeño. Los desastres naturales irán en aumento.
No obstante, a niveles locales quedan
aún muchas cosas por hacer. Todas ellas deben pasar por una correcta
explicación del problema a la gente joven, en la escuela. Cuando Gallup en 2008
realizó la primera encuesta mundial sobre el conocimiento del problema en 127
países, sólo el 62% de la población mundial dijo conocer algo sobre el calentamiento global (por no hablar de los
partidarios de la teoría de la conspiración que sostienen que todo esto es
alarmismo y manipulación, que no existe tal cambio climático, entre ellos está
el propio presidente norteamericano Donald Trump). Creo que no hay nada más
prioritario que distribuir a fondo esa información y conseguir la implicación
ciudadana a través de sus usos cotidianos. A pesar de las muchas controversias
políticas que engloba el tema.
Aquellos que apuestan por un
progreso económico a cualquier precio, señalan que el efecto invernadero nada
tiene que ver con el cambio climático. Convencidos de ello, defienden que el
efecto invernadero conduce a un calentamiento global de la temperatura
atmosférica media como consecuencia de la liberación de gases contaminantes,
mientras que el cambio climático sería un cambio del clima del planeta a más
largo plazo o incluso sólo de determinadas regiones, en función de las
variables que se den allí, como precipitaciones, lugar geográfico, aumento del
mar, humedad de la zona…. Creo que se olvidan que estamos en un mundo
interconectado que hace que lo que ocurra en un lugar se pueda manifestar en el
otro extremo. La emisión de contaminantes puede ser mayor en una zona concreta
pero acaba por afectarnos a todos de una u otra forma. Hace pocas semanas hemos
visto como los vientos han llevado arena del desierto del Sáhara más allá de
Londres y Centroeuropa. Ya no hay fronteras ecológicas. Somos un planeta. Está
claro que una subida del nivel del mar producirá efectos más negativos en las
ciudades costeras, pero creer que eso no va a afectar a las ciudades del interior
es una gran falacia. Por otro lado no hay que olvidar lo que ya hemos señalado,
que el giro de la tierra o la situación de los Polos o del Ecuador viene dada
por la distribución de masa, que sitúa el centro de gravedad terrestre. Si esta
distribución de masa varía, cambiaria con ella el sentido de la rotación
terrestre, incluso la situación de los “nuevos Polos y Ecuador” y eso tendría
un alto precio, conllevaría terribles catástrofes planetarias que arrasarían la
Tierra.
Hay mucho en juego y dependerá en
gran manera de nosotros, de nuestra conducta y nuestras decisiones diarias. Es
decisiva la política de los gobiernos. Pero no olvidemos que los gobiernos, se
eligen con nuestros votos en las urnas, por ello, todos tenemos una parte de
responsabilidad en este gran problema que a todos nos atañe.
Saludos, Valeria. Te escribo porque no se si eres consciente del extraño fenómeno que te está ocurriendo y es la aparición, varios meses después o incluso un año desde que tú subes un trabajo tuyo y zas, misteriosamente aparece en la web del ABC cultura similar información, algo más ampliada en algún detalle de los que citas pero firmado siempre por el mismo autor. Tienes allí tus mentiras sobre la Armada Invencible (incluso con ese mismo título), tus historias sobre Blas de Lezo, tu trabajo sobre la vida y muerte de Francis Drake, tu origen de la expresión a buenas horas mangas verdes, tu relato del Titanic español, algunas de las batallas que tan bien has tratado sobre Hernán Cortés en México, la mentira de la heroicidad de don Pelayo en Covadonga, la sorprendente vida de Cervantes, las libertades que Miguel Angel se tomó en la Capilla Sixtina e incluso tu historia sobre el Toisón de Oro y el Vellocino de Oro, o la emperatriz prostituta, por citarte solo algunas de 'las publicaciones' de este hombre similares a las tuyas, pero posteriores a la aparición de ellas en tu blog. Solo quería informarte. También aprovecho la ocasión para reconocer tu generosidad en regalarnos tus trabajos de su calidad, gratuitamente, una lástima que otros puedan o quieran aprovecharlos para lucirse sin reconocer tu labor. España no cambia. Saludos.
ResponderEliminarGracias por su comentario, desconocido. La verdad que me ha desconcertado con su mensaje. Por desgracia no es el único de este tipo que recibo, mencionando otras webs o incluso libros de publicación posterior a mis entradas en mi blog y que parecen "coincidir" más de lo normal con mis escritos, afirmaciones, puntos de vista o detalles que saco a la luz. Lo que ocurre con los temas históricos es que están ahí y es normal que seamos muchos los que hablemos sobre según qué cuestiones. Y bueno, personalmente confío en la honestidad de la gente y, dado que nada gano compartiendo mis publicaciones con mis lectores, lo único que espero es que reconozcan mi labor citándome como fuente. Por otro lado, no haga propio (español) una tendencia universal que es aprovecharse de trabajo ajeno, pues hay bastantes ejemplos de eso mismo en cualquier país en el que se fije. Con todo, muchas gracias por su aviso y apoyo. Un saludo.
EliminarEstimada Valeria, hemos terminado el debate sobre el cambio climático que tan completo y tan ampliamente desarrolla en sus dos artículos. Ha sido mucho para todos, tendremos que ir paso a paso para valorar el contenido total del trabajo. A algunos compañeros le han sorprendido la complejidad del tema, a otros le han interesado dado las cantidades de desastres relacionados que señala. Otros lo ha visto tan oscuro que han vuelto a fumar.No hay mal que por bien no venga. En general nos gustó su trabajo y nos gustará más cuando lo entendamos totalmente. Saludos
ResponderEliminarHola, Sr. Uribe, gracias por su comentario. Pues permítame decirle, como aliciente, que se encuentran muy cerca de comprender la Teoría del Todo, la genialidad de la Teoría del Caos, que sería el siguiente giro de tuerca (o subida de nivel) a mis dos entradas del cambio climático dado que puede resumirse, barriendo para su casa, con la sentencia “una mariposa bate las alas en Cádiz y en Tokio llueve”. Y es que como bien puede observar, todo está interconectado. Hasta hace poco tiempo, y aún hoy día algunos estudiosos, se tendía a considerar todo como hechos separados: la contaminación del aire de una ciudad independiente de las aguas de lagos, independientes de los mares … pero si hay algo que las Ciencias Geológicas han evidenciado desde sus comienzos es que todo está relacionado: ese aire contaminado, al reaccionar con las aguas de lluvia las vuelve más ácidas. Éstas penetran en la tierra y terminan llegando a las aguas subterráneas que se contaminan y acidifican atacando las rocas que las rodean, disolviéndolas (de ahí que se den repentinos derrumbamientos, grietas, pequeños sismos) e incorporando nuevas sustancias que terminan llegando a los lagos, alterándolos también o a los mares. A su vez los animales y plantas incorporan a sus organismos estos elementos que en determinadas concentraciones serán mortales, tanto para ellos como para los que se alimenten de ellos. Estas aguas ya alteradas se evaporan llegando a las nubes, alterando el pH de la lluvia y tendiendo cada vez más a la lluvia ácida que corroerá edificios y monumentos, pinturas de los coches, ropa, pieles (problemas dérmicos y alergias) e incluso matando a determinadas especies. Y todo esto porque aunque nos cueste verlo, nuestro planeta es un sistema prácticamente cerrado, por lo cual es como echar líquido y aire en una enorme esfera de cristal de la que bebemos y respiramos. Moraleja: si no queremos ir auto-envenenándonos, mejor que nos esforcemos por echar aire y agua lo más sano y en equilibrio natural que podamos porque eso es lo que beberemos y respiraremos (dicho esto, permítame una mera observación: esos compañeros suyos que han vuelto a fumar están añadiendo al aire una serie de sustancias nada aconsejables, además de a sus tejidos y al de todo aquel que se encuentre cerca respirando ese aire viciado de la quema del cigarro… no es por incordiar…).
EliminarSe me podrá decir que es una visión algo tremendista, que esas aguas se diluyen en el mar, pero considere que no son dos gotas (ni el mar está tan limpio), sino miles de millones de gases vertidos a diario, por millones de fábricas, coches, barcos, aviones, etc de todo el mundo, a la vez con una sobreexplotación de aguas subterráneas, a lo que se unen en los mares miles de millones de litros de aguas sucias, de aguas mal tratadas, de vertidos ilegales, de derrames de petróleo (¿sabía que un litro de aceite de coche usado puede contaminar un millón de litros de agua, suponiendo al mar unos 15 años para lograr "limpiar" ese único litro de hidrocarburo?) y de otras sustancias, ... y repito, nuestro planeta, aunque enorme, se comporta como un sistema cerrado, así que nosotros mismos nos estamos poniendo las cosas bastante difíciles (a nosotros y al resto de seres vivos) porque al planeta le es indiferente que haya "bichitos" pululando por su superficie o no, como a un elefante le importan poco las pulgas que pueda tener. La buena noticia es que aún tenemos tiempo para modificar este vertedero en el que estamos convirtiendo nuestro entorno (en sus tres niveles: aire, agua y tierra)...si queremos. Saludos.