miércoles, 3 de abril de 2024

La primera nave extraterrestre documentada… o no

         Extraños tiempos los que nos ha tocado vivir; curiosamente en nombre del avance de las civilizaciones se están produciendo los mayores retrocesos de la historia hasta situarnos en épocas del Medievo.

         No, no exagero. Cierto es que en la Edad Media el analfabetismo estaba sumamente extendido y hoy, en cambio, cualquier pueblo medianamente grande cuenta con su colegio universitario y alguna facultad. Sin embargo el conocimiento no ha avanzado, más bien al contrario. Si no me creen paren a cualquier joven con el que se crucen y pregúntenle qué sabe de Durero, o de Miguel Hernández, si pudiera decirles un par de obras de Miguel Ángel, o el número de comunidades autónomas que hay en España,… incluso cómo se llama el rey actual.

         Se nos dice que la Edad Media fue una época oscura en la que brillaba la incultura, la superstición y creencias paganas absurdas; mientras que si se toma un periódico nos asaltarán anuncios de lectores del tarot, adivinos, chamanes, o se sostienen ideas como que la Tierra es plana o es hueca por los polos con todo un paraíso terrenal en su interior, o peor aún, comienzan a ser numerosas las “costumbres” como extirpaciones de clítoris en diversos países europeos para evitar que la mujer disfrute durante las relaciones sexuales o a verse mujeres tapadas totalmente junto a hombres guapetones arreglados a la moda (con el consiguiente riesgo que conlleva, encontrándonos en niveles de 4 sobre 5 de riesgo por ataque terrorista en nuestro país).

 

         Si ponemos la televisión la cosa no mejora, pues nos inundan programas donde el máximo aliciente es ver si unas parejas son infieles con mujeres u hombres ligeros de ropa cuyo atractivo reside en el cuerpo y en las burradas que dice, culebrones de amores rotos o imposibles (si no son series basadas en crímenes a cada cual más violento), películas que mezclan salvajadas en coches a todo gas con chicas jóvenes enseñando sus encantos y que los descerebrados de turno se empeñan en imitar en la vida real disparando la tasa de multas al volante y muertes en carretera, y mucho deporte que amanse a las fieras (el tradicional circo y pan que ya se inventara en el cambio de era por el Imperio Romano para tener al pueblo aletargado mientras los dirigentes roban y hacen a su gusto).

         Si acudimos a la prensa “seria” o los noticiarios, tampoco parece que podamos escapar del retroceso cultural general:

         De hecho, el interés por temas sobrenaturales está alcanzando cotas inimaginables en una sociedad que se supone científica y tecnológica. Abundan los grupos de personas que no dudan en recorrer lugares abandonados –peligrosos para andar por ellos de noche o sin protección- con grabadoras y otros aparatos tratando de contactar con fantasmas, cada vez hay mayor número de sociedades y grupos de aficionados que creen en que los extraterrestres nos visitan y secuestran personas para someterlos a todo tipo de experimentos, etc.

 Personalmente, aunque reconozco que somos una gota en un inmenso océano que es el universo, no creeré que nada es extraterreno hasta que no pueda comprobarlo por mí misma descartando todos los elementos terrestres y demás. De hecho, en alguna de mis obras (“Señor Presidente, inventemos los ovnis”, “Reclutemos a los nazis”, “Enigmas en las aguas del cono sur”) detallo cómo la gran cantidad de supuestos ovnis observados y otros elementos a ellos asociados son claramente producto de proyectos militares terrestres. Y de admitir la existencia de ovnis ajenos a nuestro mundo moderno, más me decanto por la idea de que sean visitantes humanos de tiempos futuros que extraterrestres.

         Con todo, recientemente el asunto ha saltado a la palestra al notificarse sobre los cielos valencianos el avistamiento de un supuesto misil, luego se dijo que de un supuesto satélite y finalmente resultó ser un bólido natural (un tipo de meteoro muy luminoso).

 

         Y es que la verdad, me cuesta entender el afán de la gente por buscar causas extraterrenas a todo, cuando la Naturaleza es en sí misma maravillosa y nos sigue ocultando gran parte de sus secretos.

         Con todo, si nos ponemos rigurosos y acudimos a los académicos dentro del campo de la Astronomía, nos sorprenderemos al encontrar que existe una enorme controversia alrededor de un cuerpo identificado hace unos años y que parece haber consenso en que su origen pudiera estar a manos de alguna civilización extraterrestre avanzada.

         Se trata del cuerpo denominado OUMUAMUA y recibe tal nombre ya que fue observado desde el observatorio Haleakala (telescopio Pan-Starrs) de Hawai, en octubre de 2017, así que le dieron un nombre en el idioma nativo de la isla (significando “explorador avanzado” o “mensajero”).

         Lo primero que llamó la atención de los científicos es la forma del cuerpo de aquel objeto pues solía creerse que los objetos espaciales tendían a una forma esférica o achatada, como nuestro planeta y las distintas lunas del Sistema Solar, debido a la abrasión que causaba la materia espacial diseminada en el vacío cósmico combinada con la rotación de los cuerpos. En este sentido, Oumuamua rompía los parámetros establecidos pues era aplanado, largo, con forma de lingote y se movía por el espacio girando a modo de aspa.

         Tal anomalía captó la atención de distintos astrónomos que, alertados unos por otros, no dudaron en fijar sus observaciones en aquel extraño cuerpo que se nos aproximaba.

         Y de nuevo realizó algo desconcertante y que parecía contravenir las teorías gravitatorias, consideradas universales porque se suponía que se cumplían en cualquier lugar del universo. Pero Oumuamua parecía burlarlas.

         Una de las leyes establece que un cuerpo de gran masa atraerá hacia sí otro más pequeño, así que es de suponer que si Oumuamua se aproximaba a nuestro sol y cruzaba el punto de no retorno (la distancia a partir de la cual la atracción de la masa del Sol comienza a incrementarse), sería captado inevitablemente por la estrella y posiblemente terminaría ardiendo en su aproximación, desintegrándose, antes de impactar contra la superficie solar.

         Sin embargo, tal como puede observarse en la figura anterior (he resaltado la posición del Sol con una flecha blanca, pues se muestra todo el recorrido observado para el extraño cuerpo), Oumuamua no solo pasó cerca del Sol y de nosotros sino que en ningún caso dejó sentir la fuerza de atracción de la gravedad efectuada por nuestro planeta y por nuestra estrella, a pesar de ser muchísimo más liviano que ambos astros.

         La sorpresa no quedó ahí pues contra todo pronóstico, y de nuevo contradiciendo las leyes físicas, el cuerpo se alejó de nosotros y del Sol… acelerando, algo imposible en un cuerpo “muerto”. Lo usual es que al entrar bajo el campo gravitatorio de nuestro planeta y del Sol, se ralentizara, no incrementara su velocidad, alejándose. Tampoco mostraba rastros de “cola”, de modo que no se trataba de un cometa a pesar de poseer una trayectoria acentuada que recordaba mucho a la de aquellos objetos espaciales naturales. Además, en base a dicha trayectoria podía concluirse que procedía de fuera de nuestra galaxia.

         Ante tal acumulación de anomalías, en la breve observación de este extraño cuerpo, muchos investigadores solo pudieron admitir que posiblemente estábamos observando la primera sonda artificial extraterrena claramente visible por numerosos observatorios de todo el mundo.

Y claro, se disparó la paranoia global, de modo que “visionarios” de todo el mundo terminaron debatiendo sobre la posible edad de la supuesta civilización que lo fabricó, si estaría viva o haría ya mucho que se extinguió, si Oumuamua era una sonda no tripulada y enviada para espiarnos mandando la información como nuestras sondas y satélites a nosotros, y un sinfín de desvaríos más. Todo ello, claro está, revestido del pertinente halo de rigurosidad y seriedad al respecto.

          Hay una tendencia a atribuir todo lo que se escapa a nuestra lógica, a espíritus o extraterrestres, cuando posiblemente solo sea cuestión de cambiar el punto de vista para acertar a comprender lo sucedido, en base a leyes naturales y hechos cotidianos.

         Así las cosas, en el último año se ha presentado una posible explicación a los supuestos hechos anómalos observados con relación a Oumuamua que parece bastante lógica:

         El año pasado, los científicos Jennifer Bergner y Barryl Seligman publicaban en la prestigiosa revista científica Nature cómo las anomalías observadas en la trayectoria de Oumuamua podían ser explicadas por hechos físicos y es que precisamente al acercarse al Sol fue cuando comenzó a acelerar el cuerpo (algo lógico, por la atracción gravitatoria de nuestra estrella). Conforme se va aproximando a él, el elevado calor provoca una serie de cambios físicos en los componentes de Oumuamua y distintas reacciones químicas entre las sustancias, liberando volátiles (gases). Dicha emanación de gases (acción) provoca la reacción de igual intensidad pero en sentido opuesto, que hace que Oumuamua se desvíe de su trayectoria hacia el Sol, saliendo de su área de influencia (pues cuánto más se acerca al Sol, más se calienta y más gases exhala).

         Antes de llegar a nuestra galaxia, Oumuamua viajaba por el universo con temperaturas sumamente bajas de modo que todo su agua, hidrógeno, nitrógeno, etc se encontraba helado. Conforme el cuerpo se va acercando al Sol o a nuestra atmósfera, su temperatura aumenta y con ella la liberación de gases, alejándose.

Simple pero creíble. Con esta idea también han podido explicarse las trayectorias de otros cuerpos observados con posterioridad a Oumuamua y que parecían igualmente acelerarse contra todo pronóstico.

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