Posiblemente son muy pocos los datos que a día de hoy se tienen por absolutamente ciertos de la cultura visigoda, aún esa gran desconocida. No han sido muchas las personalidades que han destacado, cuyos escritos se hayan preservado, o cuyas hazañas, reseñadas en crónicas de la época, hayan llegado hasta hoy. Y es una lástima. Pero sin duda, en esta entrada vamos a tratar de arrojar luz sobre dos de los personajes más conocidos de esta etapa: el rey Rodrigo, último rey visigodo de todo el imperio godo hispano y Pelayo, caudillo de un grupo de hispanogodos astures. Sin más dilación pasemos a conocer esos datos.
Por todos es conocido, sin duda, el rey visigodo Rodrigo. Su ejército fue derrotado por los árabes en la batalla de Guadalete, suponiendo el fin de la etapa visigoda y el comienzo de la musulmana.
La Hispania romana pasó a denominarse Al-Andalus, “el paraíso” pues era conocido que una ardilla podía cruzar la Península Ibérica, del Pirineo a Gibraltar, de rama en rama sin pisar el suelo.
En el periodo de mayor extensión, Al-Andalus llegó hasta la actual población francesa de Poitiers, donde las tropas árabes fueron frenadas por las huestes de Carlomagno.
En el año 722 a.C., un grupo de hispanogodos refugiados en cuevas de la Cornisa Cantábrica y dirigido por un noble llamado Pelayo, se enfrentó estoicamente a las tropas árabes del gobernador musulmán de Gijón, que les superaban en número. A pesar de que la heroica batalla pasó a ser contada por cronistas árabes como el resultado de “un grupo de asnos salvajes” tirando piedras desde los roquedales donde se encuentra la cueva de Covadonga, al paso de las tropas musulmanas, para los cristianos fue todo un heroico comienzo de lo que sería la reconquista, según la Crónica Albeldense (s. VIII-IX d.C.) y la Crónica de Alfonso III (s. IX d.C.).
Pues bien, de acuerdo con los cronistas hispanogodos que relataron los primeros años de la dominación islámica, resulta que el rey Rodrigo y don Pelayo eran primos.
Existen varios autores que ponen en duda la afirmación, creyéndola un truco de marketing propagandístico por parte del escriba cristiano para destacar a Pelayo, el líder de los astures o “asnos salvajes” para los árabes, como un hombre elegido por Dios y por el destino para vengar la matanza que los árabes realizaron sobre su rey y sus compatriotas hispanogodos.
Sin embargo, es muy posible que la afirmación fuera cierta ya que el padre de Pelayo, Favila, fue ajusticiado por el rey Witiza (al que Rodrigo sucedió tras dar un golpe de Estado), casándose con la esposa de Favila y madre de Pelayo. Éste fue enviado al sur y según ciertas fuentes, participó en la batalla de la Janda, cerca del río Guadalete, junto a Rodrigo. La propia hermana del caudillo godo, Ermesinda (o Adosinda, según las fuentes) fue desposada por el musulmán Munuza (o Muza), suicidándose la noche de bodas.
Dicen los cronicones que cuando Pelayo se enteró de la noticia de la boda de su hermana estando en la actual Córdoba, entró en cólera partiendo a toda prisa hacia su casa, llegando en el momento en que su hermana se daba muerte clavándose una daga que tenía escondida. Iracundo, juró venganza, alzándose como cabecilla de las tropas aún leales a los dirigentes godos.
Al enterarse Muza, mandó sus huestes contra él, aconteciendo la batalla de Covadonga.
Lucas de Tuy, autor del “Cronicón”, a propósito de Pelayo señala que era nieto del rey visigodo Chisdanvinto, padre de Favila.
En honor a su progenitor, Pelayo dio su nombre a su hijo, que fue devorado por un oso, según las tradiciones.
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