He decidido hoy ceder un poco el protagonismo a cuadros que
me resultan curiosos por diferentes motivos, de distintos pintores, y no porque
presenten algo misterioso o un oculto simbolismo, sino por lo que muestran en
sí. Veamos.
En
primer lugar, me llaman la atención las obras de Oleg Shuplyak, que juegan con
esa técnica que ya usara Dalí en sus cuadros, consistente en crear una
imagen mediante el uso de distintos objetos. A continuación muestro varios
ejemplos.
En
segundo lugar, el pintor Maurits Cornelis Escher (1898-1972) y sus geometrías
imposibles. ¿Han probado a seguir cada columna, cada escalera o cada línea?.
Hipnotiza y exaspera a partes iguales.
En
tercer lugar considero un cuadro de Henri Matisse, la Bateau,
no por el cuadro en sí sino por la graciosa anécdota de la que fue protagonista
esta obra. El cuadro, como puede verse en la imagen, representa de una manera
bastante abstracta a un barco de vela con nubes de fondo, reflejado en el mar.
Si nos fijamos con detalle, el verdadero barco de vela hace una especie de
“escalón”, como una bota de tacón, que su reflejo no posee. Pues bien, en 1961
el Museo de Arte Moderno de Nueva York logra que le cedan el cuadro para una
gran exposición internacional … y lo cuelgan al revés. Lo más gracioso es que
no se dieron cuenta del error hasta pasados 47 días de exposición y haber sido
“admirado” por más de 116.000 visitantes que no reparan en que ¡el cuadro está
boca abajo!. Junto a una imagen del cuadro puede verse una fotografía de cómo
se podía contemplar en la citada exposición.
El
cuarto puesto lo ocupa el lienzo de Van Gogh que retrata al médico Gachet. La
curiosidad respecto a este cuadro es que fue adquirido en 1990 por Ryoei Saito,
a cambio de 82,5 millones de dólares. Tan enamorado estaba de este lienzo que
en varias ocasiones comentó que se lo llevaría con él a la tumba. Lo cierto es que Saito fue incinerado y tras su fallecimiento, en 1996, nadie ha vuelto a
ver el cuadro. ¿Se encuentra depositado en alguna propiedad privada o caja
fuerte?. ¿O tal vez Saito cumplió su palabra, siendo incinerada la obra con
él?.
En
quinto lugar, tengo que añadirlo, está uno de mis cuadros favoritos, El caballero de la mano en el pecho, de
El Greco. Soy consciente de que las proporciones no se guardan (baste comparar el
puño de la espada o de la mano, con la del rostro) y aún así reconozco que me
cautiva. Sin embargo, a día de hoy aún no queda nada clara la identidad de la
persona que se esconde tras él. ¿Era Juan de Silva, el alcalde de la villa de
Toledo en el tiempo en que el pintor habitó allí?. ¿O es el mismísimo Miguel de
Cervantes, el que aparece retratado, al ocultar su otra mano (recordemos que al
escritor se le conocía con el mote de “el
manco de Lepanto”, al perder uno de sus brazos en la decisiva batalla
contra los turcos), como opinan algunos especialistas en Arte?. Yo, sin
embargo, creo que quién realmente está retratado en ese cuadro es uno de los
favoritos de Felipe II (monarca también que me fascina), D. Alonso Martínez de
Leyva. Para esta afirmación me baso en otro cuadro del Greco, que se conserva en
el Museo de Bellas Artes de Montréal, en Canadá, y que representa a este hombre de
la aristocrática casa de Leiva. En mi libro La
Armada Invencible. La leyenda negra, hablo en detalle de
este militar y de sus hazañas antes de morir en el intento por regresar a
España, que aunque le costó la vida consiguió salvar la de otros muchos a su
mando. Si observamos la imagen, encuentro bastante parecido en los rostros de ambos lienzos, principalmente en el detalle de poseer el
ojo izquierdo con una ligera disfunción que también aparece en El caballero de la mano en el pecho,
pero no así en otros rostros retratados por el artista cretense.
En
sexto lugar está un cuadro que bien se pudiera llamar “un secreto a voces” y es
el retrato que el pintor Diego Rivera hizo de Matilde Urrutia. La curiosidad en
torno a este cuadro radica en que fue realizado cuando la mujer retratada era
amante del poeta nobel Pablo Neruda, cuando aún estaba casado con Delia
del Carril. Si nos fijamos en la melena resaltada con un rectángulo rojo,
observaremos el perfil del escritor, ya que el indiscreto pintor conocía los líos amorosos
entre ambos personajes.
Y ya que estamos tratando líos amorosos clandestinos, debemos mencionar el cuadro del pintor francés Pierre Subreyras, en el que representa el relato de La Fontaine sobre un pintor que antes de irse de viaje dibuja en el pubis de su esposa un burrito. La sorpresa le llega al regreso del viaje y comprobar que estaba borrado por “extraños roces”.
Y ya que estamos tratando líos amorosos clandestinos, debemos mencionar el cuadro del pintor francés Pierre Subreyras, en el que representa el relato de La Fontaine sobre un pintor que antes de irse de viaje dibuja en el pubis de su esposa un burrito. La sorpresa le llega al regreso del viaje y comprobar que estaba borrado por “extraños roces”.
En
octavo y último lugar, por lo “políticamente incorrecto” que resulta, sitúo el
conjunto de pinturas del artista colombiano Fernando Botero quién aparece en la
imagen posando con varios de estos lienzos que reproducen las torturas y
humillaciones que los prisioneros iraquíes de Abu Ghraib sufrieron
a manos de marines norteamericanos. En 2007 el pintor sorprendió al mundo,
regalando el conjunto de cuadros, 47 en total y valorados cada uno en más de 10
millones de dólares, a la Universidad de Berkeley (USA) con el fin de que se
recordara el ultraje y no se repitiera, señalando su deseo de que no fueran
vendidos, conservándose toda la serie completa unida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario