viernes, 27 de febrero de 2015

Cuadros curiosos


     He decidido hoy ceder un poco el protagonismo a cuadros que me resultan curiosos por diferentes motivos, de distintos pintores, y no porque presenten algo misterioso o un oculto simbolismo, sino por lo que muestran en sí. Veamos.

            En primer lugar, me llaman la atención las obras de Oleg Shuplyak, que juegan con esa técnica que ya usara Dalí en sus cuadros, consistente en crear una imagen mediante el uso de distintos objetos. A continuación muestro varios ejemplos.


         En segundo lugar, el pintor Maurits Cornelis Escher (1898-1972) y sus geometrías imposibles. ¿Han probado a seguir cada columna, cada escalera o cada línea?. Hipnotiza y exaspera a partes iguales.


             En tercer lugar considero un cuadro de Henri Matisse, la Bateau, no por el cuadro en sí sino por la graciosa anécdota de la que fue protagonista esta obra. El cuadro, como puede verse en la imagen, representa de una manera bastante abstracta a un barco de vela con nubes de fondo, reflejado en el mar. Si nos fijamos con detalle, el verdadero barco de vela hace una especie de “escalón”, como una bota de tacón, que su reflejo no posee. Pues bien, en 1961 el Museo de Arte Moderno de Nueva York logra que le cedan el cuadro para una gran exposición internacional … y lo cuelgan al revés. Lo más gracioso es que no se dieron cuenta del error hasta pasados 47 días de exposición y haber sido “admirado” por más de 116.000 visitantes que no reparan en que ¡el cuadro está boca abajo!. Junto a una imagen del cuadro puede verse una fotografía de cómo se podía contemplar en la citada exposición.


      El cuarto puesto lo ocupa el lienzo de Van Gogh que retrata al médico Gachet. La curiosidad respecto a este cuadro es que fue adquirido en 1990 por Ryoei Saito, a cambio de 82,5 millones de dólares. Tan enamorado estaba de este lienzo que en varias ocasiones comentó que se lo llevaría con él a la tumba. Lo cierto es que Saito fue incinerado y tras su fallecimiento, en 1996, nadie ha vuelto a ver el cuadro. ¿Se encuentra depositado en alguna propiedad privada o caja fuerte?. ¿O tal vez Saito cumplió su palabra, siendo incinerada la obra con él?.

            En quinto lugar, tengo que añadirlo, está uno de mis cuadros favoritos, El caballero de la mano en el pecho, de El Greco. Soy consciente de que las proporciones no se guardan (baste comparar el puño de la espada o de la mano, con la del rostro) y aún así reconozco que me cautiva. Sin embargo, a día de hoy aún no queda nada clara la identidad de la persona que se esconde tras él. ¿Era Juan de Silva, el alcalde de la villa de Toledo en el tiempo en que el pintor habitó allí?. ¿O es el mismísimo Miguel de Cervantes, el que aparece retratado, al ocultar su otra mano (recordemos que al escritor se le conocía con el mote de “el manco de Lepanto”, al perder uno de sus brazos en la decisiva batalla contra los turcos), como opinan algunos especialistas en Arte?. Yo, sin embargo, creo que quién realmente está retratado en ese cuadro es uno de los favoritos de Felipe II (monarca también que me fascina), D. Alonso Martínez de Leyva. Para esta afirmación me baso en otro cuadro del Greco, que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Montréal, en Canadá, y que representa a este hombre de la aristocrática casa de Leiva. En mi libro La Armada Invencible. La leyenda negra, hablo en detalle de este militar y de sus hazañas antes de morir en el intento por regresar a España, que aunque le costó la vida consiguió salvar la de otros muchos a su mando. Si observamos la imagen, encuentro bastante parecido en los rostros de ambos lienzos, principalmente en el detalle de poseer el ojo izquierdo con una ligera disfunción que también aparece en El caballero de la mano en el pecho, pero no así en otros rostros retratados por el artista cretense.

             En sexto lugar está un cuadro que bien se pudiera llamar “un secreto a voces” y es el retrato que el pintor Diego Rivera hizo de Matilde Urrutia. La curiosidad en torno a este cuadro radica en que fue realizado cuando la mujer retratada era amante del poeta nobel Pablo Neruda, cuando aún estaba casado con Delia del Carril. Si nos fijamos en la melena resaltada con un rectángulo rojo, observaremos el perfil del escritor, ya que el indiscreto pintor conocía los líos amorosos entre ambos personajes.

               Y ya que estamos tratando líos amorosos clandestinos, debemos mencionar el cuadro del pintor francés Pierre Subreyras, en el que representa el relato de La Fontaine sobre un pintor que antes de irse de viaje dibuja en el pubis de su esposa un burrito. La sorpresa le llega al regreso del viaje y comprobar que estaba borrado por “extraños roces”.

            En octavo y último lugar, por lo “políticamente incorrecto” que resulta, sitúo el conjunto de pinturas del artista colombiano Fernando Botero quién aparece en la imagen posando con varios de estos lienzos que reproducen las torturas y humillaciones que los prisioneros iraquíes de Abu Ghraib sufrieron a manos de marines norteamericanos. En 2007 el pintor sorprendió al mundo, regalando el conjunto de cuadros, 47 en total y valorados cada uno en más de 10 millones de dólares, a la Universidad de Berkeley (USA) con el fin de que se recordara el ultraje y no se repitiera, señalando su deseo de que no fueran vendidos, conservándose toda la serie completa unida.


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