Ya en otra entrada me refería
a la sepultura de un príncipe ibero o de un personaje aristocrático de
importancia en la sociedad ibera, aquí.
De paso aprovechaba para comentar igualmente la tumba de un alto aristócrata
tartesio, mostrando una imagen de la reconstrucción de una de las sepulturas de
la necrópolis de La Joya
(Huelva), donde el difunto yacía incinerado dentro de un cofre sobre un bello
carro, econtrándose cerca braseros, perfumadores y otros objetos decorados
con flores de loto (nenúfar). En esta ocasión, hablaré de la sepultura de un
personaje importante en la sociedad celtibera, en uno de los territorios que
más quebraderos de cabeza dieron al imperio romano por la fuerte resistencia
que pusieron a ser invadidos y controlados por Roma.
Como
se mencionó en otra entrada (aquí)
para los celtiberos era una desgracia no morir luchando y por ello se han preservado
pocas tumbas de jerarcas celtiberos con un ajuar que permitiera deducir cómo
vestían y qué grado de refinamiento tenían en su día a día. Posiblemente por
ello se ha tendido a ver a los celtiberos como gentes algo bárbaras, sin apenas
preocupación por el aseo personal y por productos de distinción y lujo, ya que
posiblemente estos elementos acabaron siendo pasto de las llamas al ser incinerados o
repartidos entre familiares y personas cercanas, tras morir. También debemos
“agradecer” a Julio César esta visión tan poco refinada de los pueblos
celtiberos, al hacer una perfecta labor desinformativa y de manipulación al
hablar de estos pueblos con los que guerreó. Pero si tratamos de dejar a un lado esa mala
influencia y prestamos atención a los escasos hallazgos que nos han llegado,
veremos que era un pueblo altamente jerarquizado y, como cualquier hijo de
vecino, con gusto por los buenos productos.
En
la imagen se observa un mapa que da idea de lo que costó la conquista del
territorio a los ejércitos romanos, así como una cerámica y unos bastones de mando
encontrados en Numancia, la capital del territorio celtibérico (actual Garray, Soria).
Si
nos fijamos en las cerámicas, se representan a sí mismos de lo más arregladitos,
muy lejos de la visión de semibárbaros dejados, vistiendo burdas pieles de oveja.
con la que nos deleitó Hollywood basándose en los escritos de Julio César. De
hecho, calzan botines, visten pantalones hasta la rodilla ceñidos por anchos
cinturones, posiblemente chalecos, y prendas con tachuelas (detalles de metal); es muy probable que llevaran la parte posterior de su cabeza tapada con cuero, dejando
el rostro al aire, y coronaban su cabeza con cascos con adornos (aquí podemos
ver alguno). En este sentido, encuentro que la
serie “Hispania” representa a Viriato (en la imagen), caudillo lusitano que
tenía grandes lazos de apoyo mutuo con Numancia, y por tanto con el mundo celtíbero,
vestido a la usanza ibera, no celtibera. Y creo que es un error porque no
me imagino a Viriato con la faldita, en lugar de con pantalones hasta la rodilla,
que estimo que sí vestía. E incluso los iberos, en ocasiones vestían esos pantalones
(ver aquí para más detalle), de acuerdo con la estatuaria conservada.
Además,
los celtiberos en sus celebraciones religiosas solían vestirse a imitación de
diversos animales adorados por ellos, tales como buitres (atando palos a sus
brazos), toros (portando máscaras), ciervos (coronando su cabeza con astas de estos
animales), caballos (adornando sus cuerpos con adornos similares a los que
llevaban estos animales), etc. Y todo ello, siempre añadido a sus trajes con
esos inconfundibles pantalones y botitas bajas.
Las
mujeres, por su parte, parecían vestir una falda con delantal y con adornos en
cada pecho. Se adornaban con anchos brazaletes en los brazos y varios collares
simples. Respecto al peinado, tal vez sea coincidencia que las dos
representaciones que nos han llegado de Numancia (en la imagen) tengan pelo
corto (o tal vez recogido). Al igual que los hombres, ceñían sus cinturas con
anchos cinturones. Entre los adornos, eran comunes los anillos, pulseras,
torques y brazaletes (en las mujeres, de brazo, no de muñeca; en los hombres al
contrario), hebillas con caballos y lobos, etc. Los hombres solían adornarse
con elementos útiles en batalla o que le conferían más fuerza y resistencia en
todos los sentidos (adornos con ciervos como en el pectoral de Tiermes mostrado
en la imagen abajo a la derecha, caballos, colgantes fálicos, …).
Todo
ello, como digo, debemos extrapolarlo de las figuraciones que ellos mismos
realizaban de su sociedad ya que, con frecuenci,a los restos de los guerreros
eran dejados en una colina sagrada para que los buitres limpiaran los huesos,
que eran posteriormente incinerados y enterrados junto con sus armas
inutilizadas (como se muestra en la imagen). Con frecuencia solía colocarse una
piedra, estela, o incluso un pequeño menhir junto a la urna funeraria. No obstante,
de vez en cuando la casualidad da una alegría, arrojando algo de luz con nuevos
hallazgos que completen nuestro conocimiento de estas sociedades, desterrando
falsos mitos. Tal es el caso de la necrópolis celtibera de Navafría (Maranchón,
Guadalajara) que ha facilitado un bello collar con aves (en la imagen
anterior).
El
celtibero parecía sentir una predilección por el cobre, más barato que el oro y
abundante en suelo peninsular pero que brillaba como el sol. El problema es que
los detectores de metales (ilegales en España) han favorecido el expolio de
todos estos elementos, contribuyendo así a que se siga teniendo una idea del
pueblo celtibero como poco dado al arreglo personal y que creo no es
cierta.
En
la imagen se muestran distintos detalles de una tumba celtibera, así como uno
de tantos santuarios al aire libre en los que posiblemente dejaban los cuerpos
de los guerreros caídos en la lucha o donde incineraban posteriormente sus
huesos, junto con las armas ya inservibles.
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