domingo, 7 de junio de 2015

La ciudad subterránea de la Guerra Civil


      Este año se celebra en Almería el milenio del Reino de Almería durante la etapa musulmana, en la que se construyó la alcazaba, segunda más grande tras la Alhambra de Granada, para defender el principal puerto del Al-Ándalus omeya. Sin embargo, en medio de todos estos festejos y celebraciones ha pasado desapercibida la existencia de una auténtica ciudad subterránea bajo esta urbe; por su estado de abandono son muchas las voces que se están alzando con el fin de frenar su progresivo deterioro que amenaza con  la pérdida definitiva. Por esta razón y desde aquí, me uno a esas voces para darla a conocer y fomentar su protección.

    La ciudad de Almería sufrió más de cincuenta bombardeos durante la Guerra Civil española, así que como en otras ciudades se pensó en la necesidad de refugiar a la población civil bajo tierra. Sin embargo, a diferencia de otras ciudades, en Almería el arquitecto Guillermo Langle se ofreció para construir una red subterránea bajo la urbe a la que se pudiera acceder desde cualquier punto y que permitiera recorrerla bajo tierra, es decir, una auténtica ciudad subterránea. En la imagen, dos detalles de los bombardeos y casas afectadas, con la Alcazaba como telón de fondo.


    Precisamente entre las provincias de Málaga y Almería ocurrió una de las mayores masacres acaecidas durante la Guerra Civil. La ciudad de Málaga, fuertemente republicana, fue duramente bombardeada, lo que motivó que cientos de ciudadanos cogieran los pocos pertrechos que pudieron junto a sus hijos y familiares y huyeran por la carretera costera en dirección a Almería, ante la inminente entrada de las tropas franquistas en la ciudad, en lo que se denominó “la espantá” malagueña.
   Cuando amaneció el 8 de febrero de 1937, los rayos del sol se encontraron con una extensa columna humana de cerca de 120.000 malagueños cubriendo la carretera Málaga-Motril-Almería, controlada por el Ejército Popular Republicano. Los franquistas ya habían tomado Málaga, no había vuelta atrás para los miles de personas que avanzaban dirección a la ciudad de Almería, cuando de pronto un zumbido lejano al principio y más tarde un ruido infernal trajo consigo los peores temores. La columna humana fue atacada y bombardeada por mar y aire, tanto por el ejército franquista español como por tropas fascistas italianas que actuaban como unidades de apoyo. Las bombas caían en todas partes, desde todos los lugares, tanto desde aviones que sobrevolaban la extensa columna como desde los barcos de guerra que desde el litoral barrían la carretera, fácilmente identificable por la cantidad de gente que se apelmazaba en ella. Las ametralladoras en distintos puntos, a pie de tierra, se unieron al desastre. Los automóviles y autocares ardían y estallaban dañando a los más cercanos con las ondas de choque y fragmentos que salían lanzados a gran velocidad en todas direcciones, los animales de carga aterrados salían en desbandada arremetiendo contra todo el mundo, la gente trataba de huir pisando y empujando a los que entorpecían su camino… Fue una masacre mayor que la de Guernica (Gernika). Los civiles abatidos se contaron por millares, fundamentalmente mujeres y niños, muchos de ellos muertos por aplastamiento o atropello.

      Con todo, numerosos malagueños lograron refugiarse tras los muros de la alcazaba de Almería. Era un preludio de lo que ocurriría. La ciudad cada vez estaba más desbordada de refugiados republicanos llegados de todas partes y las medicinas y alimentos comenzaban a escasear. No había tiempo que perder. Los obreros, guiados por las pertinaces órdenes del equipo de arquitectos dirigido por Guillermo Langle Rubio construyeron la Almería subterránea, una red de túneles interconectados, construidos entre los 9 y 16 metros de profundidad, con 4. 563 metros de longitud en los que guarecer a toda la población civil. Tres meses después de la masacre de la “desbandá”, el 31 de mayo de ese sangriento año de 1937, llegó el momento más duro de la urbe al ser bombardeada por los alemanes, lanzando más de doscientos obuses sobre la ciudad durante cuarenta interminables minutos. La ciudad subterránea cumplió su cometido. Construidos sus muros en hormigón, resistió bien las ondas de choque de los impactos superficiales. Almería se convirtió en la última ciudad republicana en ser tomada, cayendo el 29 de marzo de 1939.


 En la imagen, detalle de un avión realizado por algún refugiado anónimo en la pared (izda) y distintos aspectos de los túneles, con bancos adosados a las paredes, así como pequeños quirófanos cada cierto tiempo. Según los autores consultados, existieron entre 66 y más de 100 accesos a esta Almería subterránea conformada por la red de túneles.

   Una vez finalizada la guerra, el dictador general Francisco Franco mandó abandonarlos, cegando en parte sus entradas. Hace unos años se trató de recuperar esta curiosa ciudad subterránea, construyéndose tres espacios museográficos, con pantallas explicativas que han ido abandonándose, sin reparar las averías aparecidas.
   Soy consciente de que la Guerra Civil es un tema que aún hace sangrar bastantes heridas a numerosas personas. Sin ir más lejos, un vecino de Almería me relataba en una comida cómo perdió a uno de sus familiares, en las trincheras de Granada. Simplemente, me contó, les dijeron que su unidad se quedó dormida y no amaneció. Murió congelada. A día de hoy no tiene tumba donde llevarle flores. Son historias comunes en ambos bandos. Sin embargo no creo que la mejor solución sea mirar hacia otro lado e ignorarlo, dejando que se caigan por abandono. Aunque duela, hay algunas atrocidades que conviene mantener en el recuerdo, simplemente para evitar que se repitan. Por eso apoyo a la asociación “Amigos de la Alcazaba” de Almería en su empeño por seguir conservando esta red de túneles y sus museos.
    De los 4,5 km de longitud, únicamente se conservan 965 m, siendo visitables 756 m de ellos.



En la imagen, detalle del avión realizado por algún refugiado en uno de los túneles, junto a una fotografía de uno de ellos tomada en la costa de Almería y granada de la Guerra Civil encontrada en un paraje de Berja (Almería).


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