jueves, 23 de julio de 2015

Extraños cuadros…


            Ya en otra entrada comentaba algunos cuadros curiosos (ver aquí) pero en esta ocasión deseo hablar de pinturas que resultan algo desconcertantes por algún motivo concreto. Posiblemente el lector no haya reparado en ellos así que vamos a pasar un rato ameno viendo estas pinturas y recreando un poco nuestro alma, pues al fin y al cabo es lo que se supone que hace el arte, ¿o no?.


            Comencemos con un bello paisaje de atardecer marinero. Se llama “Et le soleil s’endormit sur l’Adriatique”, “y el sol se durmió sobre el Adriático”. ¿El autor?, como bien se lee en el lienzo, Joachim-Raphäel Boronari.


             Hasta aquí todo bien, ¿no es cierto?. “¿Dónde está el misterio en este cuadro?”, se preguntará el lector. Pues en su autor. Ya que estamos en pleno éxito del impresionismo, así que un escritor (Roland Dorgelès) que consideraba que muchas de las obras que colgaban en las paredes de los museos de arte realmente no deberían estar allí, un día se decidió a hacer su propio cuadro, notario de por medio, atando un pincel al rabo de un burro. Y el resultado fue este lienzo que llegó a exponerse en varias galerías francesas y recibir buenas críticas.



En la imagen resaltado en rojo, el escritor Dorgelès junto al burro artista. Imagen del escritor en su etapa como soldado y Dorgelès disfrazado, junto al burro autor del cuadro. Abajo reproducción de cómo se pintó el lienzo y el resultado final (se supone que son los trazos en rojos de la supuesta barca los realizados por el animal al mover el rabo).

            Pasemos ahora a un cuadro pintado en 1533. Su autor, Hans Holbein “el joven” (o “junior”, como dirían los anglosajones) ha finalizado un lienzo al que da por nombre “los embajadores” pues esa es la dedicación de los dos personajes que aparecen retratados. Sin embargo, hay una extraña figura en el suelo, junto a los pies de ambos hombres. Si lo miramos con cuidado y aplicamos un programa informático para modificar las imágenes, veremos de qué se trata en realidad.

Sorprendente, ¿no es verdad?. Resulta que el autor se tomó la molestia de distorsionar un cráneo humano para insertarlo en el cuadro. Cualquiera podría afirmar que lo había hecho con algún programa de retoque informático, si no estuviésemos hablando de un lienzo del siglo XVI.
          Si volvemos a mirar ahora el cuadro con más detalle, veremos la similitud de ambos hombres (uno parece más joven que el otro), uno más comedido en ropajes, y rodeados de instrumentos de música, de orientación en el mar, de mapas y de la bola del mundo. ¿Pretende decir el autor que nuestro paso por este mundo es rápido y superfluo?.

        ¿Qué pasaría si dijera que el Pentágono, como entrenamiento a sus agentes especiales en desciframientos de códigos ocultos hizo que los fornidos muchachotes, de los que se encienden las cerillas en los dientes, se pusieran a mirar caricaturas de la actriz de “Desayuno con Diamantes” (Audrey Hepburn), de la actriz Betty Davis, de la protagonista de “Cabaret” (Liza Minelli) o de “los Rolling Stones”, entre otros?. No, no estoy tomando el pelo a nadie. El motivo de todo esto era la costumbre que el caricaturista Al Hirschfeld tenía de incluir el apelativo de su hija, Nina, en sus dibujos. Y así, como un precursor de la moda posterior “dónde está Wally”, el Pentágono decidió usar estos dibujos para entrenar la vista de “sus muchachos”.


Y para los incrédulos, ahí va la demostración. Se ha marcado en el primer caso y luego, en un óvalo rojo se muestra tal cual aparece en las caricaturas de Los Hermanos Marxs, de Marilyn Monroe, de Liz Taylor en “la gata sobre el tejado de zinc caliente”, de Catherine Hepburn en “la fiera de mi niña” y en la famosa escena de “Casablanca” y su inolvidable “siempre nos quedará París”. 
           Ahora vayamos a un cuadro bastante famoso para atender un detalle en el que posiblemente muchos que lo conocen, no hayan reparado. Se trata del cuadro que retrata a un matrimonio pudiente, ella embarazada, realizado en el siglo XV por el italiano instalado en Flandes, Giovanni de Arrigo Arnolfini. Pues bien, mi pregunta es la siguiente: ¿cuántos personajes humanos aparecen retratados en el cuadro?, ¿dos, el matrimonio?. ¿Tres, dirá algún avispado por aquello de que la mujer está embarazada?. Pues no…en realidad son (y el no nato no cuenta): ¡cuatro!.  Arnolfini era tan perfeccionista y detallista que si nos fijamos con detenimiento…vemos cuatro personajes, los dos principales y otros dos que aparentemente no vemos, recogidos en el reflejo del espejo.


El cuadro se conserva en la Galería Nacional de Arte de Inglaterra, sí, la misma que se encuentra en la Plaza Trafalgar. Fue tal la ilusión de Inglaterra por vencer al Imperio Español que otorgaron el nombre de la principal plaza de la capital de Inglaterra a la batalla donde, por cierto, España fue vencida por la pésima actuación de los aliados franceses que desoyendo las recomendaciones de los almirantes españoles decidieron zarpar en “mala hora” y además terminaron abandonando a los españoles a su suerte. Pero de eso hablaremos en otro momento. Prosigamos con el arte en la pintura.

Finalmente concluiremos esta entrada, como no, aludiendo a Leonardo Da Vinci. Y es que resulta que en el Palazzo Vecchio de Florencia, Giorgio Vasari dibujó una de sus obras, la “batalla di Marciano” sobre otra obra de Leonardo, oculta. Ahora bien, debido a la fama de ambos artistas son varios los que han expresado su idea de retirar la de Vasari (un ultraje tremendo para otros, pues se perdería) para dejar al descubierto el cuadro de Da Vinci, supuestamente “la batalla de Anghiari”. Así las cosas, el Departamento de Bienes Culturales de Florencia autorizó a un equipo de profesionales a utilizar rayos infrarrojos para ver más allá de la obra de Vasari, tratando de descubrir trazos ocultos que el ojo humano no ve. Sobra decir que esos trazos ocultos que se buscaban correspondería a la obra de Da Vinci, ocultada por la otra pintura que se le superpone. Pues bien, para sorpresa de los investigadores encontraron un mensaje que Vasari ocultó en su cuadro: “Cerca trova”.  


Lo más sorprendente es que cuando los restauradores analizaron los pigmentos con los que estaba realizada la sentencia encontraron que su composición se acercaba más a las mezclas usadas por Da Vinci en sus obras, por ejemplo en La Gioconda, que a las tinturas empleadas por Vasari, así que se ha desplegado todo un mundo de conjeturas, desde que Vasari reutilizó partes de la obra de Da Vinci haciéndola pasar por propia, a la idea de que fuera una ironía de un triunfante Vasari sobre Da Vinci sabiendo que lo ocultaba. ¿Por qué?, pues porque “cerca trova” significa “busca y encontrarás”. ¿Ocultó Da Vinci un mensaje oculto en su obra tapada o bien Vasari se burlaba de los seguidores de Da Vinci al ocultar con sus pigmentos la obra de este artista tan singular?.


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