Ya
en otra entrada comentaba algunos cuadros curiosos (ver aquí) pero en esta
ocasión deseo hablar de pinturas que resultan algo desconcertantes por algún
motivo concreto. Posiblemente el lector no haya reparado en ellos así que vamos
a pasar un rato ameno viendo estas pinturas y recreando un poco nuestro alma,
pues al fin y al cabo es lo que se supone que hace el arte, ¿o no?.
Comencemos
con un bello paisaje de atardecer marinero. Se llama “Et le soleil s’endormit sur l’Adriatique”, “y el sol se durmió sobre el Adriático”. ¿El autor?, como bien se
lee en el lienzo, Joachim-Raphäel Boronari.
Hasta aquí todo bien, ¿no es
cierto?. “¿Dónde está el misterio en este cuadro?”, se preguntará el lector.
Pues en su autor. Ya que estamos en pleno éxito del impresionismo, así que un
escritor (Roland Dorgelès) que consideraba que muchas de las obras que colgaban
en las paredes de los museos de arte realmente no deberían estar allí, un día
se decidió a hacer su propio cuadro, notario de por medio, atando un pincel al
rabo de un burro. Y el resultado fue este lienzo que llegó a exponerse en
varias galerías francesas y recibir buenas críticas.
En la imagen resaltado en rojo,
el escritor Dorgelès junto al burro artista. Imagen del escritor en su etapa
como soldado y Dorgelès disfrazado, junto al burro autor del cuadro. Abajo
reproducción de cómo se pintó el lienzo y el resultado final (se supone que son
los trazos en rojos de la supuesta barca los realizados por el animal al mover
el rabo).
Pasemos
ahora a un cuadro pintado en 1533. Su autor, Hans Holbein “el joven” (o
“junior”, como dirían los anglosajones) ha finalizado un lienzo al que da por
nombre “los embajadores” pues esa es la dedicación de los dos personajes que
aparecen retratados. Sin embargo, hay una extraña figura en el suelo, junto a
los pies de ambos hombres. Si lo miramos con cuidado y aplicamos un programa
informático para modificar las imágenes, veremos de qué se trata en realidad.
Sorprendente, ¿no es verdad?.
Resulta que el autor se tomó la molestia de distorsionar un cráneo humano para
insertarlo en el cuadro. Cualquiera podría afirmar que lo había hecho con algún
programa de retoque informático, si no estuviésemos hablando de un lienzo del
siglo XVI.
Si volvemos a mirar ahora el
cuadro con más detalle, veremos la similitud de ambos hombres (uno parece más
joven que el otro), uno más comedido en ropajes, y rodeados de instrumentos de
música, de orientación en el mar, de mapas y de la bola del mundo. ¿Pretende
decir el autor que nuestro paso por este mundo es rápido y superfluo?.
¿Qué pasaría si dijera que el
Pentágono, como entrenamiento a sus agentes especiales en desciframientos de
códigos ocultos hizo que los fornidos muchachotes, de los que se encienden las
cerillas en los dientes, se pusieran a mirar caricaturas de la actriz de
“Desayuno con Diamantes” (Audrey Hepburn), de la actriz Betty Davis, de la
protagonista de “Cabaret” (Liza Minelli) o de “los Rolling Stones”, entre otros?.
No, no estoy tomando el pelo a nadie. El motivo de todo esto era la costumbre
que el caricaturista Al Hirschfeld tenía de incluir el apelativo de su hija,
Nina, en sus dibujos. Y así, como un precursor de la moda posterior “dónde está
Wally”, el Pentágono decidió usar estos dibujos para entrenar la vista de “sus
muchachos”.
Y para los incrédulos, ahí va la
demostración. Se ha marcado en el primer caso y luego, en un óvalo rojo se
muestra tal cual aparece en las caricaturas de Los Hermanos Marxs, de Marilyn
Monroe, de Liz Taylor en “la gata sobre el tejado de zinc caliente”, de Catherine
Hepburn en “la fiera de mi niña” y en la famosa escena de “Casablanca” y su
inolvidable “siempre nos quedará París”.
Ahora vayamos a un cuadro
bastante famoso para atender un detalle en el que posiblemente muchos que lo
conocen, no hayan reparado. Se trata del cuadro que retrata a un matrimonio
pudiente, ella embarazada, realizado en el siglo XV por el italiano instalado
en Flandes, Giovanni de Arrigo Arnolfini. Pues bien, mi pregunta es la
siguiente: ¿cuántos personajes humanos aparecen retratados en el cuadro?, ¿dos,
el matrimonio?. ¿Tres, dirá algún avispado por aquello de que la mujer está
embarazada?. Pues no…en realidad son (y el no nato no cuenta): ¡cuatro!. Arnolfini era tan perfeccionista y
detallista que si nos fijamos con detenimiento…vemos cuatro personajes, los
dos principales y otros dos que aparentemente no vemos, recogidos en el reflejo
del espejo.
El cuadro se conserva en la Galería Nacional de Arte de
Inglaterra, sí, la misma que se encuentra en la Plaza Trafalgar. Fue tal la
ilusión de Inglaterra por vencer al Imperio Español que otorgaron el nombre de
la principal plaza de la capital de Inglaterra a la batalla donde, por cierto,
España fue vencida por la pésima actuación de los aliados franceses que
desoyendo las recomendaciones de los almirantes españoles decidieron zarpar en
“mala hora” y además terminaron abandonando a los españoles a su suerte. Pero
de eso hablaremos en otro momento. Prosigamos con el arte en la pintura.
Finalmente
concluiremos esta entrada, como no, aludiendo a Leonardo Da Vinci. Y es que
resulta que en el Palazzo Vecchio de Florencia, Giorgio Vasari dibujó una de
sus obras, la “batalla di Marciano” sobre otra obra de Leonardo, oculta. Ahora
bien, debido a la fama de ambos artistas son varios los que han expresado su
idea de retirar la de Vasari (un ultraje tremendo para otros, pues se perdería)
para dejar al descubierto el cuadro de Da Vinci, supuestamente “la batalla de
Anghiari”. Así las cosas, el Departamento de Bienes Culturales de Florencia
autorizó a un equipo de profesionales a utilizar rayos infrarrojos para ver más
allá de la obra de Vasari, tratando de descubrir trazos ocultos que el ojo
humano no ve. Sobra decir que esos trazos ocultos que se buscaban
correspondería a la obra de Da Vinci, ocultada por la otra pintura que se le
superpone. Pues bien, para sorpresa de los investigadores encontraron un
mensaje que Vasari ocultó en su cuadro: “Cerca trova”.
Lo más sorprendente es que cuando
los restauradores analizaron los pigmentos con los que estaba realizada la
sentencia encontraron que su composición se acercaba más a las mezclas usadas
por Da Vinci en sus obras, por ejemplo en La Gioconda, que a las
tinturas empleadas por Vasari, así que se ha desplegado todo un mundo de
conjeturas, desde que Vasari reutilizó partes de la obra de Da Vinci haciéndola
pasar por propia, a la idea de que fuera una ironía de un triunfante Vasari
sobre Da Vinci sabiendo que lo ocultaba. ¿Por qué?, pues porque “cerca trova”
significa “busca y encontrarás”.
¿Ocultó Da Vinci un mensaje oculto en su obra tapada o bien Vasari se burlaba
de los seguidores de Da Vinci al ocultar con sus pigmentos la obra de este artista
tan singular?.
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