La eterna pregunta que ha dado pie
a infinidad de libros, artículos y documentales. ¿Fue el General Patton
asesinado?. Se ha dado toda suerte de explicaciones para los últimos momentos
del general más apreciado por los norteamericanos y cuando al final parecía
existir un acuerdo tácito de considerar que se dieron una serie de infortunios
que desencadenaron la muerte del militar, apareció un libro de más de 400
páginas asegurando todo lo contrario y señalando a los culpables de la muerte
de uno de los principales personajes del siglo XX. Pasemos a verlo.
George
Smith Patton está actualmente reconocido como el general más carismático del
Ejército norteamericano. Destacó ya en la Primera Guerra Mundial cuando
era comandante del inaugurado Cuerpo de Acorazados de los Estados Unidos, pero
se encumbró definitivamente por su labor coordinando los distintos
destacamentos norteamericanos en la invasión de Sicilia, el norte de África y
finalmente en Europa, durante la Segunda
Guerra Mundial.
Tan brillante militarmente como impulsivo en
su comportamiento, perdió su cargo al mando del llamado Séptimo Ejército cuando
al visitar un hospital con heridos, uno de ellos sufría un episodio histérico
de estrés postraumático y Patton lo abofeteó mientras le llamaba al orden,
tildándole de cobarde. Tuvieron que interceder sus amigos y también generales, Bradley y
Eisenwoher, para evitar que lo expulsaran, alegando que posiblemente también
Patton estuviera sufriendo dicho estrés.
Retrato del general
Patton con su pistola (Colt 45, niquelada) con las culatas de hueso
(posteriormente la sustituiría por una Colt 1911 también con culatas en marfil).
De hecho, era el único general que diseñaba sus propios uniformes. Instantánea
de los tres generales amigos, Omar Badley, “Ike” (Eisenhower) y George Patton.
Así,
tiempo más tarde le sería entregado el mando del Tercer Ejército, en Francia
donde nuevamente volvió a sorprender con sus dotes militares al lograr frenar
el avance de los alemanes en la batalla invernal de las Árdenas y comenzar a
ganar terreno al enemigo. Viendo el desesperado estado en que se encontraba a
esas alturas el ejército alemán, se propuso avanzar a buena marcha tomando
Praga, tratando de llegar a Berlín antes que los soviéticos, para asestar el jaque mate definitivo a Hitler. Sin embargo, los altos mandos no compartían su
visión táctica, apostando además por la vía del diálogo para repartirse el
tablero del juego ahora que los alemanes se tambaleaban en él. Los políticos y
otros burócratas no muy bien valorados por Patton ya habían acordado en Yalta
con el ejército ruso qué parte le correspondería tomar a cada uno y
Centroeuropa se lo había apropiado la
URSS, así que Patton debía frenar sus prisas y cederle paso
al, en ese momento, aliado ruso. Esa idea no gustó nada al general
norteamericano.
Para
asegurarse de que Patton no daría al traste con los acuerdos, el General en Jefe del Ejército Aliado, Dwight D. Eisenhower desvió a las tropas del
británico Bernard Montgomery el combustible para los carros de combate,
limitando así los de Patton que terminaría por frenar por las buenas o por las
malas.
Y
como era de esperar, Patton no se quedó cruzado de brazos sobre una tanqueta ya
que pasó a la ofensiva…dialéctica. Comenzó a decir a quién quisiera oírle su
desacuerdo con ese arreglo, llegando a aumentar la gravedad de sus acusaciones
hasta el punto de asegurar que los Aliados se habían confundido al tomar a los
alemanes como rivales, en lugar de hacerlo con los rusos. No en vano, Patton era
conocido entre sus hombres como “old blood and guts”, “viejo sangre y agallas”.
Pero es que, además, el general culpaba a Eisenhower de haberle impedido caer y
deshacer la bolsa de Chambois (Falaise) dejando así que cientos de soldados
alemanes huyeran para plantar cara más tarde en la batalla de Bulge causando
numerosas bajas estadounidenses.
El General Patton luciendo
todas sus condecoraciones, así como cuatro estrellas.
Una vez finalizada la Guerra
fue trasladado al Berlín controlado por los Aliados donde puso fin al saqueo, violaciones y asesinatos varios cometidos por los
soviéticos sobre los supervivientes que quedaban en la capital alemana. Patton comenzó a
alzar la voz reprochando su desacuerdo sobre el gran terreno cedido a los rusos
recordándoles que en gran parte se lo debían a los norteamericanos. Además, mantuvo en puestos clave para el servicio ciudadano (aguas, electricidad, ferrocarril,...) a personas que había pertenecido al partido nazi alemán, alegando no disponer de personal mejor cualificado para garantizar esos servicios, desoyendo órdenes al respecto. Se
convirtió en un personaje incómodo. Incluso comenzaba a amenazar con abandonar
el ejército al no poder cargar contra los rusos, lo que creó gran malestar
entre los soldados norteamericanos ya que le tenían fe ciega por el bajo número
de muertos en batalla en su bando. Los altos mandos, por su parte, comenzaron
a plantearse seriamente si había perdido la cabeza.
De
acuerdo con el escritor e historiador Robert K. Wilcox, en cierto momento el
General William Donovan exclamó: “Se nos presenta
una situación dramática con este patriota (refiriéndose a Patton). Está fuera de control y lo debemos salvar de
él mismo, y también porque puede arruinar todo lo que los aliados han hecho.”
Fotografía del general
William (“Wild Bill” o “Salvaje Bill") Donovan, de la precesora de la
CIA. Junto a él, imagen del condecorado
Douglas Bazata.
El
personaje al que iban dirigidas tales palabras, siempre de acuerdo con Wilcox,
era Douglas Bazata, que por entonces trabajaba a las órdenes de Donovan en el
Office of Strategic Services, la agencia predecesora de la CIA.
Poco
tiempo después, Patton se encontraba en Manheim (Alemania) cuando el 9 de
diciembre de 1945 se dirigía como copiloto en un cadillac que paró en una calle
de buena visibilidad para doblar, cuando inexplicablemente un camión
norteamericano del ejército perdió los frenos y se llevó por delante el coche.
Fue llevado con toda celeridad al hospital más cercano. Patton admitió que todo
fue un absurdo accidente e incluso perdonó al conductor, lo que puede explicar
por qué ninguno de los soldados involucrados en el accidente fue culpado y
castigado. Se recuperaba satisfactoriamente de sus heridas e incluso ya estaba
concretando los detalles de su vuelo de regreso a USA hasta que, de manera
inexplicable, falleció.
Wilcox
dio con Douglas Bazata poco antes de que éste falleciera en 1999. Según el
historiador, Bazata recibió de Donovan la orden de acabar con Patton, así que
él se encargó de amañar el accidente del camión e incluso dice haber disparado
al general en el cuello, a la vez que el conductor del coche, el sargento
Robert L. Thompson, salía ileso, sin un solo rasguño. Wilcox también habló con
el oficial de contrainteligencia norteamericano Stephen Skubik quién le confesó
que poco antes del accidente de Patton, alertó a Donovan de las intenciones
de los soviéticos de asesinar al general, al añadir Stalin su nombre a la
lista negra del régimen. Para sorpresa de Skubik, Donovan lo mandó de regreso a
casa.
Imagen del estado del
coche cuando fue arremetido por un camión militar norteamericano en la ciudad
alemana de Manheim.
Tras
el accidente, Bazata –insigne militar perteneciente a la unidad de élite de
paracaidistas Jedburghs, condecorado con cuatro medallas púrpura, tres Cruces de
Guerra francesas, así como la Cruz
de Servicios Distinguidos y que prestó su rostro al Quijote de Dalí que
mostramos aquí –,
admitió que estando hospitalizado Patton, los servicios secretos (antigua CIA)
se limitaron a esperar como “inevitablemente” los servicios secretos rusos
(NKVD) terminaban cumpliendo sus objetivos, envenenando al general. Y no sólo
eso sino que al menos cinco documentos oficiales que recogían detalles del
accidente “se traspapelaron”, el conductor del camión se trasladó a Londres casi
inmediatamente, además de no realizarse la autopsia al cuerpo del general
Patton puesto que “ya se conocía la razón de su muerte” (oficialmente, fallo
cardíaco y edema pulmonar). Ningún médico que lo atendió en sus últimos
momentos consideró la idea del asesinato. Fue enterrado en el cementerio de
Hamn, en Luxemburgo, junto con los restos de numerosos soldados norteamericanos
fallecidos en batalla.
Todas
estas cosas puedes encontrarlas en el libro de Robert K. Wilcox, “Target Patton. The plot to assassinate
General S. Patton” (Objetivo Patton.
El complot para asesinar al General S. Patton), de la editorial Regenery
Publishing. No obstante, son numerosas las personas que tachan de absurda esta
posible conspiración contra un hombre, ya mayor y que amenazaba con retirarse.
¿Tanta amenaza suponía retirado en su rancho, en USA?. Personalmente me resulta
algo complicado de creer que le dispararan un proyectil al cuello, en el
accidente y los médicos no supieran verlo (o decidieran callarlo,
encubriéndolo). El cuerpo militar es muy distinto al civil. Si querían haberle
dejado fuera de juego, con degradarlo por cualquiera de sus acciones o
comentarios habría bastado para que hubiera caído en desgracia y más él,
procediendo de una familia de insignes militares. Habría sido una vergüenza
tremenda y le habría dejado más “tocado” que cualquier proyectil físico ya que
habría sido una mancha terrible no sólo en su trayectoria militar, sino en su
propia familia. No creo realmente que existiera conspiración alguna para asesinarlo.
Es mi opinión personal.
Como
colofón, pondremos algunas de sus frases más representativas:
- El valor es aguantar el miedo un minuto más.
- Denme 100.000 soldados y me pasearé por Europa
- El miedo mata a más personas que las guerras.
- La presión hace diamantes.
- No quiero oír ningún comunicado diciendo “estamos manteniendo la
posición”. No estamos manteniendo nada. Que lo mantengan los alemanes.
- No mido el éxito de un hombre por lo alto que llega sino por lo alto
que rebota cuando toca fondo.
Detalle de Patton con
su perro Willie, “Guillermo el Conquistador”.
- El objetivo de la guerra no es morir por tu país sino hacer que otro
bastardo muera por el suyo.
- Que Dios se apiade de mis enemigos porque yo no lo haré.
- Cuando Dwight Eisenhower le
mandó un comunicado pidiéndole que diera marcha atrás a su intento de tomar la
ciudad alemana de Trier, ya que requería cuatro divisiones para llevarlo a cabo,
Patton le respondió: “He conquistado Trier
con dos divisiones. ¿Qué quiere que haga?, ¿Qué lo devuelva?.
Patton era MUY POPULAR para el pueblo norteamericano y su opinión tenia mucho peso (más de lo que pudiese obtener el judío-sueco Eisenhower) por tanto sus opiniones díscolas y "políticamente incorrectas" ponían en peligro los acuerdos tomados en Yalta...por tanto las elucubraciones del libro de Wilcox tienen el valor de suscitar el debate ante unas dudas más que razonables ...
ResponderEliminarGracias, Salvador, por compartir su opinión. Es cierto que era sumamente popular entre las tropas, no en vano venía de una familia militar muy respetada. A mí me caía bien, pero reconozco que era bastante anarquista cuando creía llevar razón en el campo de batalla, lo que incomodaba a los ingleses y toda la parafernalia política de buenos gestos que realizaban en la trastienda. Cierto es que las dudas con respecto a la muerte de Patton son numerosas pero insisto en que el general era de la vieja guardia y por tanto, el prestigio de su carrera militar y la de sus antecesores era su talón de Aquiles. Con haberle afeado públicamente una conducta bélica y haberle degradado, él solo se habría hecho el harakiri, hundido en la vergüenza y el descrédito. El fallo que veo con la hipótesis de Wilcox es que involucra a demasiados implicados (rusos, soldados norteamericanos, médicos, enfermeras, oficiales norteamericanos,...) que debían callar, cuando se atentaba contra un personaje tan sumamente reconocido y respetado. Si hubiera ocurrido con él retirado y ya medio olvidado, posiblemente tendría una opinión diferente; de todas formas es mi opinión personal, creo que son muchos los que consideran que sí lo asesinaron. Un saludo.
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