Quizá la mayor injusticia de la historia más
reciente de nuestro país haya sido la de Isaac Peral y la que más daño hizo. Su
descubrimiento del submarino ha sido revolucionario no sólo para España, sino
para el mundo entero. Sería difícil de imaginar la Segunda Guerra Mundial sin
ellos, o la carrera posterior armamentística URSS/USA durante la Guerra Fría y sin embargo,
mientras estas naciones ganaban en poderío armamentístico gracias a los
estudios de Isaac Peral, este hombre y su reconocimiento languidecían
injustamente. Desde aquí deseo rendirle mi más sentido homenaje y admiración.
Isaac Peral y Caballero nació en una casa del
callejón de Zorrilla de Cartagena (Murcia, España), en 1851. Fue el segundo de
los tres hijos de Juan Manuel Peral e Isabel Caballero, Su padre, gaditano,
procedía de una familia de militares de la Armada, llegando a se Capitán de Marina. Ya de
suboficial había sabido transmitir a sus hijos la llamada del mar, lo que hizo
que los tres hermanos fueran marinos con diferente suerte. Su hermano mayor,
Pedro (1849-97), llegó a ser Capitán de Fragata. Su hermano menor, Manuel
(1862-1900), tuvo peor suerte. Durante la batalla de Cavite, en Cuba, en 1898,
fue llevado a un Consejo de Guerra por entregar el cañonero a los
estadounidenses sin presentar batalla alguna, muriendo años después con el
grado de Teniente de Navío.
El joven Isaac Peral ingresó muy pronto, con 14
años, en el Colegio Naval Militar de San Carlos, de San Fernando, aprovechando
que a su padre lo habían destinado allí, en 1865. Las penurias económicas de la
familia hicieron que Isaac se empleara a fondo en los estudios, consiguiendo en
sólo dos años, el grado de guardiamarina de 2ª clase. Distinción ésta con la
que comenzó a los 16 años su etapa profesional en la Armada. En esos dos
años destacó en los estudios de aritmética, geometría y álgebra, profundizando
además en las otras materias de su
carrera, como astronomía, construcción naval, física, mecánica, maniobra, pilotaje,
máquinas de vapor e historia naval. Sus compañeros, por tan altos conocimientos,
le apodaban “el profundo Isaac”.
A principio de 1867 embarcó en la corbeta “Villa
de Bilbao”, situada junto a la fragata “Numancia”, que había vuelto el 20 de
septiembre anterior de dar la vuelta al mundo, siendo el primer buque acorazado
en hacerlo. En la Villa de Bilbao completó su periodo de
pruebas y prácticas, zarpando ya el 23 de abril por la costa levantina y
balear. Recaló en Cartagena donde pudo visitar el “Isabel II”, último navío de
línea español, y volvió a Cádiz tras 50 días de navegación. Sin descanso apenas
y con el cargo de gaviero de la seca o vega mayor de mesana embarcó en la urca
“Santa María” con destino a Canarias. Tras recalar en Tenerife continuó su
viaje por la costa africana hasta doblar el cabo de Buena Esperanza,
continuando hasta Batavia en Java, a Manila en Filipinas y se llegó a Cavite,
donde la urca tuvo que ser reparada en el arsenal, ya que fue un viaje muy duro.
Reparada, continuó el viaje de retorno a Cádiz
deshaciendo el trayecto y llegando el 22 de octubre de 1869. El viaje supuso
una gran experiencia para Peral ya que la navegación fue muy dura por una mar
muy agitada. Sus observaciones y anotaciones hicieron la ruta muy provechosa para
el investigador, que en el fondo era un hombre de ciencia y como tal publicó
trabajos sobre álgebra, geometría y huracanes (escribió sobre ellos un tratado
teórico-práctico), así como varias cartas hidrográficas (intervino en los
planos del Canal de Filipinas).
Realizó una intensa carrera militar
en la Armada navegando
en 32 barcos diferentes (buques de vapor, de vela, de madera, blindados, protegidos y sin proteger); participó
en la guerra de los diez años en Cuba y en la tercera guerra carlista, por lo
que fue
condecorado y ascendido a Teniente de Navío. Con esta graduación, en 1880,
embarcó rumbo a Filipinas, viaje que le cambió el rumbo de su vida cuando un
barbero le produjo una profunda herida en la sien que
al final degeneraría en un tumor cerebral. A causa de la herida abandonó los
viajes y en 1883 pasa a engrosar la gran lista de notables científicos
de la Academia
de Ampliación de Estudios, que creó en 1783 Antonio Valdés, y en la que
trabajaban personajes tan ilustres como González Hontoria, Bustamante, Fernández de Villaamil, Díez Pérez-Muñoz,
Pujazón o Viniegra, entre otros. Se hizo cargo de la cátedra de
Física, Matemáticas y Alemán.
Arriba, detalle de la estatua de Isaac Peral en Cartagena (Murcia) y vista
de la sala en su honor, en el Museo Naval de la ciudad. Debajo, vista del
submarino de Peral, expuesto en el paseo marítimo de Cartagena y visita del
entonces Príncipe Felipe (hoy rey Felipe VI) al Museo Naval de Cartagena, junto
a una réplica del submarino.
En 1885 estalló la “crisis
de las Carolinas” en el Pacífico, que enfrentó a España y Alemania. Aunque las
islas Carolinas fueron descubiertas por los españoles – en 1526 por los
exploradores españoles Toribio Alonso de Salazar y Diego de Saavedra y el 1 de
enero de 1528 el Álvaro de Saavedra tomó posesión de las islas en nombre del
Rey de España - y tradicionalmente consideradas posesión española, el
archipiélago no había sido objeto de asentamiento ni de ocupación por parte de
España.
Los británicos y
alemanes tenían interés por esas posesiones de cara al comercio. Se dice que la idea de construir el submarino
surgió entonces, cuando la
Marina Imperial alemana, con una mayor superioridad naval,
amenazó con bloquear esas islas. Peral pensaba que la existencia de un
submarino que pudiera disparar torpedos bajo el agua podría neutralizar esa superioridad
naval de las grandes potencias, por lo que propuso su construcción, una
auténtica revolución para la marina de guerra.
Tras un profundo
análisis del proyecto, el Ministro de Marina, general Manuel de la Pezuela, autorizó su
construcción. Había conseguido que el Gobierno aceptase su proyecto, que
levantó mucha polémica, con apasionados defensores y detractores. Peral, sin
ser ingeniero naval diseñó los planos y también sería el comandante del
sumergible, que soportaba una dotación de 12 hombres.
Pero todo se paró cuando Perezuela fue sustituido por el vicealmirante
Beránger, intrigante dictador relacionado con la industria británica y responsable
del absurdo desarrollo del Programa Naval que nos llevó al desigual
enfrentamiento con la marina estadounidense en Cuba y Filipinas. Fue el
ministro de Marina más nefasto del siglo XIX. Detrás estaba el empresario de
armas, proveedor del ejército español, Basil Zaharoff, al que llegó a facilitarle
los planos del submarino de Peral. Conocido como el “Mercader de la Muerte”
según sus biógrafos Allfrey y McCormick, estaba reclutado por el espionaje
británico en la década de 1870. Torpedeó y boicoteó con sobornos y tráfico de influencias a políticos,
empresarios y periodistas, consciente de que una
flota de submarino disminuiría sus ganancias y sus negocios. Llegó a sustituir el bicromato de potasa
de las baterías del submarino por tinta roja, aunque afortunadamente, Peral
descubrió a tiempo la trampa y pudo subsanarla el día de la prueba. No se debe
olvidar que en aquellas fechas la empresa Maxim & Nordenfelt que dirigía
Zaharoff intentaba vender falsos submarinos a diferentes países, estafando así
a Rusia, Turquia y Grecia con tres “submarinos” diseñados por Garret-Nordenfelt
que se hundieron nada más ponerlos en el agua.
Tras la
dimisión del ministro en 1886, tampoco su sustituto en el cargo, Rafael Rodríguez de
Arias, procedente de la capitanía general de Cádiz, era partidario del
submarino. Tuvo que intervenir
personalmente la reina regente, informada por Pezuela, para que se construyera el submarino en
Cádiz, aunque con tantos intereses muchos influyeron para que fuese siempre visto con
poca seriedad, denominando despectivamente al nuevo ingenio “el cacharro” o “el
puro” (por su forma que recordaba a un enorme cigarrillo). Para agrandar las imágenes, picar sobre ellas.
Una vez construido, se botó el 8 de septiembre de 1888 en medio de una enorme
expectación y escepticismo; nadie creía que iba a flotar. La experiencia fue un
gran éxito y durante los siguientes días, Peral con diez tripulantes efectuaron
cuantas pruebas se le exigieron: navegación dentro y fuera del agua, en la
bahía y en alta mar, disparó torpedos sumergido y sin sumergir, realizó
ejercicios tácticos de ataque y defensa, tanto diurnos como nocturnos. De todos
salió exitoso, en presencia de periodistas
españoles y extranjeros y buques de guerra de todas las marinas
del mundo que saludaron con honores militares la gesta, pero con la notable
ausencia de las autoridades civiles y
militares españolas.
Un año más
tarde estaba preparado para intervenir en el mar pero, sin explicación alguna,
el Gobierno canceló el proyecto tras calificarlo de “una curiosidad técnica sin mayor
trascendencia”. El submarino medía 22 m
de eslora, 2,76 m
de puntal, 2,87 m
de manga y desplazaba 77 Tm en superficie y 85 Tm en inmersión. Portaba un tubo
lanzatorpedos y periscopio. Llevaba tres torpedos y disponía de un sofisticado
mecanismo que le permitía navegar a la profundidad deseada (hasta 30 m) hacia el rumbo prefijado,
que se controlaba con dos hélices de eje horizontal accionadas eléctricamente.
Con un casco de acero, tenía una autonomía de 66 horas y un radio de acción de 512 km (284 millas náuticas).
Demostró que podía atacar sin ser visto a cualquier buque de superficie.
Distintos aspectos del submarino de
Isaac Peral (hélice, escotilla e interior) y uno de los abanicos que se
regalaron a las mujeres que asistieron a la botadura.
La Alta Comisión Técnica nombrada al efecto avaló el
éxito de las pruebas por lo que no se entendió que el Gobierno de entonces
rechazara el invento y permitiera una campaña de desprestigio contra Peral.
Había costado 300.000
pesetas de la época, cantidad muy inferior a los 40 millones que costaba un
acorazado. Desmoralizado, tras ver truncado su proyecto por intrigas políticas, renunció en 1890 a la carrera militar
tras 25 años de servicio. Se le concedió la medalla militar naval con
distintivo rojo por el riesgo que corrió en las pruebas, pero se le prohibió
publicar un manifiesto para intentar aclarar a la opinión pública la verdad de lo
sucedido. Consiguió
publicarlo, corriendo con los gastos, en el periódico satírico “El Matute”.
Tras ser intervenido en 1891 de cáncer en Madrid, se estableció con su familia
en esta ciudad y fundó su propia empresa de electricidad desde la que concretó
muchas otras ideas, como el invento de la ametralladora eléctrica o el trazado
de las primeras centrales de electricidad de España. Tras un agravamiento de su
enfermedad, se desplazó con su familia a Berlín para ser operado del cáncer,
muriendo en
1895. Tenía 43 años. Hoy descansa definitivamente en Cartagena, su ciudad.
Imagen del enterramiento
de Isaac Peral en el cementerio madrileño de la Almudena. Posteriormente
sería trasladado a Cartagena (cementerio de Ntra. Sra. de los Remedios de Sta
Lucía) donde todos los años, la
Marina le rinde homenaje.
El submarino de Isaac Peral se diferenciaba de
los torpes intentos anteriores en la propulsión eléctrica que le daban dos motores de 30
CV, “los primeros de tal fuerza
construidos en el mundo”, y cinco más auxiliares de menor potencia, además
de los otros artificios ya mencionados. Era “la primera máquina importante accionada por un motor eléctrico”,
Ésto hace
que Isaac Peral sea el único inventor del submarino moderno. Los detractores señalan que el “Ictíneo o barco-pez” botado por el
ingeniero catalán Narciso Monturiol en 1859, dotado de un motor de propulsión
anaeróbica (sin necesidad de aire) era merecedor de ese galardón pero, teniendo
en cuenta que jamás llegó a navegar por debajo de la cota periscópica,
que tenía una tecnología obsoleta y que no disponía de los
artificios y elementos del de Peral, hay que desechar dicha posibilidad.
La realidad fue que esa cadena de torpezas que los
políticos del gobierno de entonces cometieron con Peral le costó muy caro a
España. Si se le hubiera permitido construir en cadena su submarino, muchas
décadas antes de que fuera la gran arma del siglo XX, Cuba y Filipinas no se
hubieran entregado “tan fácilmente” como reconoció el almirante estadounidense
George Dewey, jefe de la
Escuadra estadounidense que cercó, en 1898, Santiago de Cuba y que aniquiló a la Armada española en la bahía
de Manila (Filipinas) durante la guerra con España, cuando dijo: “Si España hubiese tenido un solo submarino
de los inventados por Peral, yo no hubiese podido sostener el bloqueo ni 24
horas”.
El Alférez de Navío, D. Diego Quevedo, del Museo de
Cartagena y estudioso de Peral comparte esa opinión cuando afirma: “El submarino
de Isaac Peral pudo cambiar el rumbo de la historia. Quién sabe
si Cuba y Filipinas hubieran seguido siendo españolas…” Como tantas veces,
la torpeza de otro gobierno español en la figura del Ministerio de Marina tiró
por la borda lo que hubiera sido, sin dudas, el mejor descubrimiento naval
moderno: “un submarino de propulsión
eléctrica capaz de disparar torpedos”. Un enorme descubrimiento que copiarían
el resto de las flotas navales con resultados increíbles en las dos guerras
mundiales y que cambió la forma de combatir en la mar.
Retrato
de Isaac Peral con su familia. A su lado, planos del submarino, con la firma de
Isaac Peral.
Irónicamente, España no tuvo un submarino hasta 1916, una
década más tarde que otros países tuvieran ese arma en su poder. Un punto más a
sumar en la gran lista de desaciertos que gentes incompetentes que gobernaron
en diferentes épocas cometieron contra tantos grandes hombres españoles.
Agravado con la memoria de este gran hombre, adelantado a su tiempo, ya que una
vez que abandonó la marina se dedicó, como se ha indicado, al trabajo en el
aprovechamiento de la energía eléctrica donde también hizo importantes aportes.
Actualmente hay siete registros de patentes con su nombre. Una de ellas corresponde
al “acumulador Peral”, una especie de pila que resultaba esencial para el
funcionamiento del submarino y que años después mejoró su creación. El paso
siguiente fue la construcción de su fábrica de acumuladores, en la calle
Mazarredo de Madrid, de los que todas las centrales eléctricas del país
hicieron pedidos. Con la inesperada muerte de Peral, la fábrica fue vendida por
los albaceas del testamento a la casa Tudor, dejando en la ruina a la viuda e
hijos del inventor. Nadie reclamó para la familia una ayuda a esa empresa
extranjera que se quedó con el acumulador de Peral.
Brillante trabajo el que realiza sobre Isaac Peral, un exponente más de los grandes hombres que dio este país y del trato que le dieron. Muy buen artículo para refrescar la memoria histórica.
ResponderEliminarMuy interesante la breve biografía que hace de Isaac Peral. Podía haber sido más explícita con sus hazañas en la marina. No obstante, tenemos que felicitarle por seguir investigando en hombres que trabajaron sin descanso por el país a pesar del maltrato del gobierno de turno.
ResponderEliminarUn buen homenaje al marino inventor D. Isaac Peral aunque exagera usted al señalar que sirvió 25 años en la marina. No obstante reconozco que ha sido un buen trabajo.
ResponderEliminarGracias por los comentarios a ambos. Señor de la Concha, admito que podría haberme extendido más en los méritos en la Marina del Sr. Peral, pero por límite de espacio, la cuestión se escapaba un poco al objetivo de mi entrada que era mostrar de manera general el principal logro de este hombre y la reprochable actitud del Gobierno de su época (y de sus daños colaterales). Un saludo a ambos.
ResponderEliminarHe leído su artículo sobre el submarino de Isaac Peral y me he quedado desconcertado ya que creía que era una mejora del submarino de Monturiol , ¿ tantas diferencias había ambos ?
ResponderEliminarLe agradezco su comentario, Sr. Arostegui, pero disiento con su opinión respecto a los años de servicios en la Marina de Peral. Isaac Peral y Caballero nació en 1851, ingresó en la Marina a los 14 años (1865) y renunció a su carrera militar en 1890; tras el accidente en Filipinas en 1883 dejó de participar en expediciones marítimas. Si hace usted el cálculo correcto le saldrá que estuvo sirviendo en la Marina 25 años de los que 16 los pasó embarcado y el resto impartiendo docencia en la Escuela Naval de San Fernando, Cádiz. De acuerdo con las fuentes que he consultado esas serían las fechas. Si dispone de datos fehacientes que contradigan esto, no tendría ningún reparo en modificar lo escrito. Resulta gratificante compartir el interés por personajes tan ilustres. Un saludo.
ResponderEliminarTras leer su interesante artículo me han quedado algunas dudas en el freno del proyecto, ¿fue realmente el Gobierno de España el que eliminó el proyecto o tuvo que ver con el informe que dio la junta de especialistas creada para ello?
ResponderEliminarSí, Jaume, fueron modelos diferentes porque ambos creadores lo diseñaron para fines diferentes. Monturiol pensó en construir su submarino cuando presenció la muerte de un recolector de corales en el Cabo de Creus y pretendió construir un barco capaz de sumergirse y que desde el interior, sin riesgo alguno, permitiera recoger coral. Guardó su proyecto, muy avanzado para su época, pensando en que no iba a ser comprendido. Su primera construcción fue el “Ictineo 1” realizado básicamente en madera. Llevaba 2 cascos diferentes. El casco exterior, ligero, tenía forma elíptica inspirado en el prototipo de W. Bauer que ya navegaba en 1851 y el interior, o casco de presión, era esférico. Entre los dos estaban los tanques de flotación, un depósito de oxígeno para la respiración e iluminación, y otro tanque de hidrógeno que utilizaba una lámpara oxhídrica para iluminar las profundidades. La nave tenía un propulsor plano de aleta accionado por cuatro hombres de la tripulación y aseguraba la estabilidad y la flotación con bombas de aire. Tras realizar varias pruebas en privado hizo su presentación pública el 23 de septiembre de 1858, en el puerto de Barcelona. Realizó una inmersión de 2 horas y 20 minutos, alcanzando los 20 m de profundidad, la mitad de lo esperado. Tras algunas mejoras se repitió el ensayo con éxito, el 7 de marzo de 1861, en el puerto de Alicante recorriendo una distancia de 3,5 millas. El Ictíneo fue el primer submarino no bélico. Tras recaudar -por suscripción popular- 300.000 pesetas, desarrolló en 1864 el Ictíneo II de dimensiones mayores, construido de madera y cobre, y mejorando la tecnología. En la parte superior tenía una cubierta con ojo de buey y una torreta desde la que se controlaba el timón con un engranaje de tornillos. Emergía inyectando aire con una bomba, pero la invención más importante fue, como ya dije en mi entrada, la utilización de un motor anaeróbico para el avance de la nave que consistía en una máquina de vapor que producía oxígeno para respirar y alumbrarse. Aunque las pruebas no estuvieron exentas de éxito, por problemas financieros el Ictíneo II fue vendido como chatarra, si bien el esquema del motor anaeróbico fue copiado por alemanes e ingleses para sus submarinos experimentales, siglos más tarde. Creo que actualmente puede verse una réplica de este segundo prototipo, en el paseo marítimo de Barcelona.
ResponderEliminarPor su parte, el submarino de Peral ideado con propósitos bélicos, incorporaba elementos totalmente novedosos y que luego han incorporado todos los submarinos convencionales posteriores como propulsión eléctrica, tubo lanzatorpedos, periscopio, corredera eléctrica, aguja compensada... De hecho tras las pruebas realizadas en las aguas de Cádiz, todos los presentes enmudecieron de asombro. Personalmente creo que Isaac Peral no conoció el sumergible de Monturiol.
Dicho esto, permítame que le remita a una carta al director en el diario El País, publicada en 1985, que responde a su cuestión con otros argumentos:
http://elpais.com/diario/1985/09/21/opinion/496101610_850215.html
Un saludo.
El submarino que hay en Cartagena ¿es el auténtico submarino de Isaac Peral? ¿no llegó a destruirse?
ResponderEliminarSr. Benítez, como ya indique en mi artículo fue el propio gobierno español, dirigido por los turbios intereses de Zaharoff, el que traicionó a Peral. De hecho, desde el inicio de su trabajo se empezó a crear en su contra un poderoso complot que acabaría por cargarse su obra. Desde antes incluso de la botadura ya se había iniciado una campaña muy hostil hacia el submarino y su inventor. Tras finalizar las pruebas oficiales del submarino en julio de 1890, se reunió una Junta Técnica para valorar la utilidad militar del invento, remitiendo un riguroso informe que concluía que el programa submarino debía seguir adelante y confirmando que Peral había inventado el submarino y había logrado lo que nunca antes había hecho hombre alguno. Por supuesto que este informe no sirvió de nada al nuevo Gobierno que tenía que decidir. En él habían vuelto Cánovas y Beránger y ninguno de los dos tenía intención de seguir adelante con el proyecto. Tampoco Sagasta lo hubiera hecho a pesar del informe favorable de la Junta Técnica y que la mayoría del pueblo apoyaba a Peral. Se creó una situación política compleja por lo que se buscó una salida vergonzosa que predijo el periódico “El Correo”, muy cercano a Sagasta. Se ocultó el informe de la Junta, se involucró a otras instituciones y se perdió tiempo para enfriar el entusiasmo popular. Para ello Beránger constituyó un Consejo Superior de la Marina a medida, con hombres suyos y bajo su presidencia, nombrando secretario al capitán de fragata Emilio Ruiz del Árbol, espía al servicio de EEUU, con la orden de que examinara el tema cuando la Real Orden vigente disponía que fuera el propio Consejo de Ministros quien lo resolviera. Hizo bueno el dicho que dice: “si quiere que algo no funcione crea una comisión” en este caso un Consejo.
ResponderEliminarPara un conocimiento más amplio de la trama, aconsejo la lectura del libro de Javier Sanmateo, economista y bisnieto de Peral, titulado "El submarino Peral. La gran conjura", de la editorial Aglaya.
Tras leer su respuesta a Benitez no acabo de entender como con simplemente dejar burocráticamente pasar el tiempo se pudo frenar un proyecto que tenía la aprobación de un Consejo de Especialistas y el apoyo del pueblo, ¿no hubo reivindicaciones algunas al respecto?
ResponderEliminarNo, Helena. Durante 40 años, el submarino de Peral estuvo desguazado en el isleño Arsenal de la Carraca. En 1929 el almirante Mateo García de los Reyes, primer jefe de los submarinos españoles, recuperó el casco y lo remolcó a Cartagena en donde, un año después, se instaló frente a la Base de Submarinos, una vez reconstruido. A final de diciembre de 1965 por petición del Ayuntamiento cartagenero se transformó en monumento popular colocado en la plaza de los Héroes de Cavite (batalla de Cuba que perdimos y que pudo tener otro resultado de haber podido disponer la marina española de suficientes unidades de ese submarino, dicho sea de paso).
ResponderEliminarUna vez remodelado, el frente marítimo de Cartagena en 2002, el submarino se trasladó a una fuente en el Paseo Alfonso XII, junto al puerto deportivo y el 15 de diciembre de 2012 se trasladó a una sala del arsenal militar, dependiente del Museo Naval cartagenero para restaurarlo. Se abrió al público en septiembre del año siguiente. El submarino original está en el Museo Naval de Cartagena, cerca de una sala dedicada al insigne inventor.
Con respecto Valeria a lo que señala de la situación en que quedó la familia tras la muerte de Isaac Peral, me cuesta pensar que un hombre de su inteligencia no dejara asegurada una renta para la familia. ¿Hubo alguna conspiración que la perjudicara?
ResponderEliminarMuy interesante y completa la biografia de Isaac Peral que ha elaborado, no exenta de polémicas. Me gustaria Valeria hacerle una pregunta, ¿se reconoce mundialmente a Isaac Peral como el creador del primer submarino militar?
ResponderEliminarNo, Sr de Gracia. La pérdida de tiempo de ese fraudulento Consejo Nacional no fue lo que enterró el Proyecto de Peral, fue aún más grave. El 4 de octubre de 1890, ese Consejo elaboró un ambiguo informe muy adulterado, falseando el informe original de la Junta Técnica, en el que se atacaba a Peral en lugar de juzgar técnicamente su obra, pero que finalizaba señalando que "no había invento ni en el conjunto del submarino ni en ninguno de sus elementos" atribuyendo a la "casualidad" los grandes aciertos de Peral. Se pasó al Consejo de Ministros que lo suscribió, haciendo creer a la opinión pública que suscribía el informe de la Junta Técnica, no el del Consejo Nacional. El Gobierno cometió un fraude que más tarde pagó toda España en las guerras de Cuba y Filipinas contra los EEUU. En noviembre se ordenó a Peral que entregara su submarino y ese fue el final del primer programa submarino del mundo. El inventor cumplió la orden y a continuación pidió la baja definitiva en la Marina, trasladándose después a Madrid para operarse de un cáncer que se le había manifestado y le había agraviado durante el periodo final de las pruebas.
ResponderEliminarNo, Sr Uribe. La vida de Isaac Peral se descontroló ante el “fracaso” de su proyecto y tras el abandono de su carrera militar. A partir de entonces todo transcurrió muy deprisa. Como he señalado anteriormente, pronto fue intervenido del cáncer que arrastraba y aún sin estar totalmente recuperado Peral se obsesionó en demostrar su valía, tras el honor manchado y su orgullo herido, trabajando e inventando. Sin estar curado y a contrarreloj creó la primera industria eléctrica de importancia que hubo en el mundo. Montó en Madrid una fábrica de acumuladores eléctricos y diferentes empresas por toda la geografía nacional para electrificar municipios, industrias e instalaciones de todo tipo. Intervino en la creación de las primeras centrales eléctricas que hubo en España. Fue pionero de la llamada Segunda Revolución Industrial, a pesar de que su salud se deterioraba muy deprisa. Entre 1891 y 1895 sufrió cuatro graves intervenciones quirúrgicas, falleciendo en el postoperatorio de la última, en Berlín. Con todo ese trabajo obsesivo y sin descanso, se olvidó de asegurar el futuro de los suyos, dejando sus proyectos y empresas en manos de personas ajenas a las que le había pedido ayuda económica para poder realizar sus proyectos.
ResponderEliminarSr. Juan de Dios, en una gran parte del planeta sí se reconoce. En la otra, por “diferentes” motivos e intereses hay fuertes e interesados debates a la hora de otorgarle a Peral la supremacía en la construcción del primer submarino para la guerra. No obstante, multitud de localidades, tanto en España como en el extranjero, han reconocido su descubrimiento, además de sus otros logros en el campo eléctrico, levantando monumentos y dando su nombre a barrios, calles, centros educativos, parques y plazas. En España, cuatro submarinos de la Armada llevan o llevarán su nombre, ya que el último, el S-16, está en construcción y acabará éste año próximo.
ResponderEliminarHe leído con interés su artículo como complemento a otros trabajos y me he quedado un tanto decepcionado cuando habla del papel que tuvo Cánovas del Castillo en el drama de Isaac Peral. Soy un admirador de Cánovas y me ha sorprendido que tomara partido negativamente en los descubrimientos del gran científico, ¿es cierto que fue el ministro Cánovas del Castillo el que dio la orden para eliminar al submarino de Isaac Peral?
ResponderEliminarSí, Expósito. La dio el 11 de Noviembre de 1890 cuando era Ministro de Marina, siguiendo la orden del Consejo Superior de la Armada. Se limitó a trasladar a Peral un escrito elaborado por el anterior Ministro de Marina, Jose Mª Beránger Ruiz de Apodaca que decía: “El Comandante del torpedero submarino entregará al arsenal de la Carraca, bajo inventario, acumuladores, bombas, generadores y demás efectos y material de buque”. Una vez entregado el prototipo del submarino de Peral, en 1892, se le desmontaron los motores, el tubo lanzatorpedos y otras partes del equipo, quedando prácticamente el casco casi vacío olvidado en el Arsenal de la Carraca. Ya posteriormente una Real Orden, la del 3 de noviembre de 1913, ordenaba el desguace total. Orden ésta que afortunadamente no llegó a ejecutarse.
ResponderEliminarHe estado en el cementerio de Cartagena para visitar la tumba de tan gran hombre, que tan mal se portó el gobierno español de entonces cpn él, y tras haber estado dos días en esa ciudad y seguir la historia de Peral y comprobar lo que le debe esa ciudad, al menos. Es una verguenza como tienen su tumba en ese desapacible cementerio, hubiera sido mejor haberle buscado un lugar en el arsenal militar, en el Ayuntamiento, como al General Prim, o en el mismo pabellón donde está su historia y su submarino, antes que tenerlo allá en lo alto de aquel inhóspito cementerio. Es una verguenza que una ciudad como Cartagena, que tanto saca de ese cartagenero, lo tenga tan descuidado y abandonado. Una verguenza.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Eloisa. Lamento que se haya encontrado tal panorama. Soy de la opinión que todo hijo notable de un país debe tener su merecido reconocimiento por parte del gobierno o corporación local. Un saludo.
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