martes, 1 de diciembre de 2015

Quién fue Mambrú y a qué guerra se fue


            Recuerdo, cuando era pequeña y jugábamos a saltar la comba o “al elástico”, que “los mayores” (generalmente otras niñas de más edad que nosotras o incluso las madres, tías y abuelas) nos enseñaban canciones que cantar durante estos juegos. Entre mis favoritas se encontraba una canción que más tarde descubriría que era el Romance del Conde Olinos, pero también estaba otra que decía: “Mambrú se fue a la guerra/ qué dolor, qué dolor, que pena/ Mambrú se fue a la guerra/ no se cuándo vendrá/ do-re-mi, do-re-fa,/ no se cuándo vendrá”.


Cuando la cantaba o escuchaba siempre me surgían las mismas dudas, ¿quién era ese Mambrú?, ¿y a qué guerra se iba?, a lo que mi abuelo, cansado de mis constantes preguntas sobre cualquier cosa, optaba por responderme con mucha paciencia e ironía: “pues un soldado que se fue a luchar en una batalla, ¿no has oído su canción?” Y me la repetía de nuevo, mientras hábilmente se quitaba de en medio dejándome con mis dudas.
            Así las cosas, fue transcurriendo la vida y esas cuestiones no respondidas pasaron a formar parte de los mil enigmas del universo que vas dejando de lado. Hasta hace poco.
            Me encontraba leyendo diferentes libros sobre las Guerras Napoleónicas (que, por cierto, dieron pie a la creación en este blog de la entrada sobre la Batalla de Bailén) cuando curiosamente “me topé” con referencias a un tal Duque de Malborough, que se suponía fallecido en la batalla de Malplaquet, al remontarse a conflictos anteriores a las Guerras Napoleónicas.

Retrato del duque de Malborough –John Churchill- y vídeo recogiendo una de las versiones de la popular canción infantil.

Lo curioso es que en dicha confrontación de Malplaquet, el duque de Malborough –John Churchill- era el general que mandaba las tropas inglesas que pelearon contra las francesas. No era la primera vez, pues había cosechado ya varias victorias tratando de frenar el avance francés durante la llamada Guerra de Sucesión Española acontecida entre los años 1701 y 1715, combatiendo a las tropas del monarca francés Luis XIV.
De manera muy resumida, esta Guerra de Sucesión Española (archiduque Carlos de Austria, Carlos VI -emperador del Sacro Imperio Germánico-, conocido en España como Carlos III,  de la Casa de los Habsburgo versus Felipe V de Borbón), comenzó cuando el monarca español Felipe V de Borbón subió al trono del Imperio Español, que comprendía el dominio en la Península Ibérica (España y Portugal), parte de Italia, Francia, Países Bajos, Alemania, Austria y parte de América. El rey tenía derecho al trono francés, algo que molestaba a diferentes opositores ingleses, holandeses y austríacos que formaron una alianza para evitarlo (apoyando intereses propios y al archiduque Carlos VI, de “los Austrias”) y así repartirse los territorios que pertenecían al Imperio Español más allá de los Pirineos.


 Y haciendo ciertas las palabras de “nadie gana en una guerra”, el resultado de estos conflictos supuso grandes perjuicios para todos los involucrados, principalmente para el Imperio Español, dejando como claro vencedor a Inglaterra, que por fin logra imponerse como potencia hegemónica –Gran Bretaña- y a partir de entonces comenzará su ascenso (que no antes, como se empeñan en sostener erróneamente muchos autores con el episodio de La Armada Invencible, en 1588, que no supuso mayor trascendencia para el Imperio Español por mucho que se quiera revestir de catastrofismo), ganando además las plazas de Gibraltar (en la provincia española de Cádiz, posición altamente estratégica controlando el paso del Estrecho y la entrada/salida del Mar Mediterráneo al Atlántico) y la isla de Menorca (en las Baleares, en pleno Mediterráneo), además de ¡por fin! lograr intervenir en el Comercio de Indias, adquiriendo a partir de entonces grandes ganancias económicas de América. El imperio español perderá también los Países Bajos y sus territorios italianos (Sicilia, Cerdeña, Nápoles y Milán), mientras que Francia perderá su gran posesión americana (futuro Canadá), que pasa a manos de la corona inglesa. España quedará muy diezmada territorialmente y la monarquía pasará a manos de los Borbones (de Francia), a cuya dinastía pertenece el actual rey Felipe VI. Esta guerra se llevó por delante, en opinión de varios académicos, la vida de más de 1.250.000 personas entre civiles, soldados y enfermedades derivadas.

Batalla de Malplaquet

Pero regresemos a “nuestro Mambrú” y sus tropas en la dura batalla de Malplaquet (11-9-1709) donde los ingleses salieron victoriosos sobre los franceses, no sin sufrir numerosas bajas. Entre ellas se encontraban cinco generales, lo que llevó a los soldados franceses que sobrevivieron a la batalla a considerar erróneamente que uno de ellos era el propio duque de Malborough. Y tal vez tratando de consolarse de tan amarga derrota, los guerreros franceses inventaron una canción que cantarían para darse ánimos al decir que vale sí perdieron, pero su mayor enemigo había fallecido en el campo de batalla.
Al respecto, sobre el origen de esta canción popular, el compositor español Francisco Asenjo Barbieri dijo: «En esta creencia, y hallándose los franceses en su vivac de Quesnoy la noche misma de la batalla, a uno de ellos (no se sabe quién) se le ocurrió componer y cantar con sus compañeros la canción: "Malbrough s'en va-t-en guerre; Mironton, mironton, mirontaine; Malbrough s'en va-t-en guerre; Ne sait quand reviendra"» (revista El Averiguador, 1871).
Es de suponer que sería la noche después de ocurrir la batalla, cuando surgió de manera espontánea esta cancioncilla burlesca que alcanzaría hasta 22 coplas de longitud. Sobra decir que se propagó rápidamente, volviéndose popularmente conocida en muy poco tiempo.
Años después de terminado el conflicto, según el mencionado compositor y varios historiadores, la reina francesa María Antonieta contrata en 1781 entre sus sirvientas a una nodriza llamada Poitrine, de orígen humilde. Esta mujer, entre las canciones de cuna que cantará al futuro rey, repetirá incansablemente la pegadiza canción sobre Mambrú (Malbrough, originariamente), que comenzará a ser cantada por el resto de sirvientes y más tarde por toda la corte francesa. De aquí pasará a cantarse por distintos rincones de la geografía del país vecino, expendiéndose a España y a Inglaterra (donde se creará incluso una moda, otorgando el nombre de Marlborough a un tipo de tela, carruaje, mobiliario, etc).
            Sin embargo, como decimos, este personaje no falleció en batalla como pretende la canción (que dice que se va para la guerra y no regresa, de ahí que “no sé cuándo vendrá”, pues ha fallecido) sino que sobreviviría a la batalla de Malplaquet, en 1709, falleciendo en 1722 en su propiedad de Windsor (U.K.), como consecuencia de un ataque de apoplejía.
Ahora bien, si atendemos a las argumentaciones esgrimidas por “El mundo ilustrado” (1879), se da otra explicación alternativa al origen de esta canción infantil y aunque ciertamente se considera a la matrona Poitrine como “causante” de su introducción en la corte de Versalles, defiende que se trataría de una canción de origen árabe en la que se relataban las andanzas de un guerrero llamado “Mambrón”. Los cruzados peninsulares y franceses, en su estancia en Tierra Santa durante las Cruzadas la oirían y terminarían por enseñarla a sus conocidos, una vez regresados a sus hogares.

Esquema de las distintas cruzadas realizadas por la Cristiandad a Tierra Santa con el fin de recuperar los "Santos Lugares" (donde habitó Jesucristo) de los sarracenos.

 Esta tesis es defendida por M.  de Chateubriand mientras que otros académicos, como Martín Sánchez (en su libro “Seres míticos y personajes fantásticos españoles”) opta por una explicación que otorga el origen de la composición a los cátaros o albigenses ridiculizando al obispo de Lodeve, conde de Montbrún, que declararía la guerra a este grupo de místicos (recordemos que el propio Papa realizará una bula llamando a una cruzada contra los albigenses, siendo la primera vez en la historia que lucharán cristianos contra cristianos en nombre de Dios). Los cátaros, que se denominaban así mismos "los puros" también eran conocidos como "albigenses" por ser en la villa de Albi donde se detectara por primera vez la herejía, bastante extendida entre la población pues, entre otras cosas, predicaba que la Iglesia debía poseer menos riqueza y sus miembros predicar con una conducta ejemplar.


Esquema del área “afectada” por la herejía cátara, al sur de Francia. Detalle de la imponente fortaleza de Montségur y del monolito que en “el campo de los quemados”, en la falda de la montaña coronada por el castillo fueron quemados vivos doscientos albigenses refugiados en Montségur dando así prácticamente por finalizada la “cruzada albigense”.


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