La
noticia se producía este miércoles pasado y rápidamente corría como la pólvora
por noticieros y medios de comunicación de todo el mundo; no era para menos
puesto que, por casualidad, como viene siendo ya costumbre en los hallazgos
arqueológicos, una maquinaria dejaba a la luz diecinueve ánforas romanas que habrían
pasado sin pena ni gloria, de no ser por su peculiar contenido.
Este pasado miércoles se estaban
realizando en la localidad de Tomares (Sevilla), unas obras paralelamente al
camino interior del parque Zaudín, cuando las máquinas usadas para la
excavación dejaban a la luz un conjunto de recipientes de cerámica de época
romana, concretamente 19, bastante habituales en el valle del Guadalquivir.
Y es que las 19 ánforas romanas eran
muy similares a las usadas para transportar vino o aceite hispano a todos los
confines del Imperio Romano, como ya se vio aquí, aunque de menor tamaño. La
sorpresa llegó cuando, al observar con más detalle una de estas piezas
cerámicas rotas, dejaba ver su contenido. ¡¡Estaban repletas de monedas de
bronce!!.
Rápidamente se avisó a las
autoridades, y éstas al servicio de Cultura, personándose en el lugar varios
arqueólogos para llevar a cabo una valoración del hallazgo, realizar una
excavación de urgencia para salvar y ahondar en lo encontrado, y proceder a
hacer su informe al respecto.
Se da la circunstancia de que Tomares
se asienta sobre el repecho rocoso que se alza sobre el valle del Guadalquivir,
de manera que desde este alto se divisa a los pies la llanura fluvial donde
los romanos instalaron la ciudad de Hispalis.
En este altozano, al que los musulmanes denominaron “Aljarafe”, “la elevación”
o “el altozano”, se han encontrado numerosos restos arqueológicos, desde el
bello conjunto megalítico de Valencina de la Concepción (con varios dólmenes
censados e interesante museo que recomiendo visitar), hasta el templo ¿fenicio?
de El Carambolo, que aportó el bello tesoro en oro tartésico, en Camas, pasando
los hallazgos dispersos de lanzas (en una cueva, en Espartinas, actualmente
todo perdido) y una jarra de bronce tartésica (Espartinas), hasta la ciudad de
legionarios veteranos de Itálica
(Santiponce), que aportó dos emperadores a Roma.
Dibujo mostrando las ruinas de la
antigua fortaleza árabe que ocupó el cerro Chavoya. Fotografía de mitad del
siglo pasado donde se aprecia el mismo cerro con el Sagrado Corazón, el
santuario de la Virgen de Loreto (patrona de la aviación) y viviendas
militares. Detalle de excavaciones arqueológicas sobre la antigua urbe de
Osset. San Juan de Aznalfarache (Sevilla).
En el área de Tomares se han
encontrado no sólo utensilios que evidencian que la zona estuvo poblada
en la prehistoria, sino que algunos historiadores consideran que cerca de aquí
se encontraba la Iulia Constantia
romana, ubicada próxima a la Osset tartésica
(cerro Chavoya o Cerro de Ntra. Sra. de Loreto, en San Juan de Aznalfarache, donde
se construiría el castillo musulmán de Hins Al Faray y posteriormente, ya en
1940, las viviendas para obreros y militares de la Maestranza Aérea de Sevilla).
O posiblemente una villa, pues en el siglo XIX se encontró en un solar de la
calle Colón, actual calle Navarro Caro, una estatua de la diosa romana Minerva
(tal vez de Diana cazadora, pues la estatua carece de cabeza y brazos, viste
una túnica y descansa sobre la pierna derecha) que desde 1889 se encuentra en
el Museo Arqueológico sevillano, donde también hay un busto romano de varón
con el ceño fruncido, también encontrado en Tomares. Durante la época árabe se
sabe que existían distintas alquerías (equivalente musulmán a las villas
romanas) en esta zona, posiblemente perpetuando las otrora villas romanas,
posteriormente godas, y finalmente árabes.
Restos
romanos hallados en el término de Tomares y moneda donde puede leerse “Oset” en
su reverso.Si se hace doble clic sobre la imagen, se amplía.
De acuerdo con evidencias
arqueológicas, se cree que en el siglo I d.C., existían en el área de Tomares al
menos cinco villas romanas: Talca de Tosa (cerca del actual ambulatorio de
Aljamar), El Carmen (sobre ella se cree que se levantó la hacienda homónima),
Zaudín Bajo (próxima a la plaza de la Constitución), Zaudín Alto (cerca del
actual campo de golf del club Zaudín) y Aljamar (en uno de los cerros próximos
a la Estacada del Pozo). Éstas y otras villas romanas posteriores continuaron
su funcionamiento hasta el siglo IV d.C., e incluso en época árabe, como
alquerías.
Como vemos, hay evidencias de la
existencia de al menos una villa romana en la zona donde se han hallado las
vasijas con los 600 kilos de bronce en forma de monedas.
Por si esta ingente cantidad de monedas
no fuera suficiente, la gran sorpresa llegó poco más tarde, al examinar las
monedas y encontrar que correspondían a dinero acuñado en alguna ceca de
Oriente, durante el siglo IV d.C. y que presentaban gran heterogeneidad,
especialmente en los reversos, pero lo fundamental era que ¡no mostraban desgaste
alguno!, lo que significa que se habían acuñado para ser retiradas inmediatamente;
eran por tanto monedas romanas fuera de circulación.
Toda esta confluencia de factores
convierten a este hallazgo en único en su género, y entre las diversas preguntas
que surgen me interesa especialmente saber ¿qué hacían todas estas monedas tan lejos de su lugar de
acuñación?.
Como se muestra en las imágenes, las
ánforas se encontraban todas ellas depositadas en una especie de “caverna”,
especialmente realizada para albergar esta ingente suma de dinero, siendo
enterrado y sellado posteriormente, con tierra apisonada y fragmentos de
cerámica.
Las primeras hipótesis de los
investigadores sostienen que posiblemente se tratara de monedas destinadas a
pagar ciertos impuestos generales, o bien era una partida para pagar a ciertas
legiones que debían regresar. Posiblemente la muerte repentina del supervisor y
custodio de este dinero provocó que el conocimiento del emplazamiento exacto se
perdiera, permaneciendo enterradas hasta la actualidad.
El Museo Arqueológico de Sevilla se
ha hecho cargo de todo el conjunto desenterrado. Una vez limpiadas con sumo
cuidado, se pudo comprobar lo espectacular del hallazgo, con 700 kilos de
monedas brillando como soles, totalmente nuevas y con la imagen, en los
anversos, de hasta tres emperadores romanos diferentes.
Tras la pertinente actuación del
equipo de arqueólogos desplazados al lugar del hallazgo, se pudo comprobar que
se trataba de un hallazgo puntual, de manera que las obras han podido
reanudarse, en ausencia de nuevas piezas en el entorno de donde estaban enterradas
las ánforas.
* * *
El año pasado sobre las mismas
fechas, o tal vez un par de meses más tarde, otro hallazgo fortuito volvía a
asombrar a la comunidad arqueológica. Esta vez el descubrimiento ocurría en el
sur de Italia, concretamente en Castro (Salento). Para asombro de todos salía a
la luz distintas partes de una enorme estatua de mujer (el torso, la falange de
un dedo y uno de sus brazos.
En la imagen, busto encontrado en Castro (Italia), estatua
de Minerva en el paseo marítimo de Tossa de Mar (Costa Brava, España) y fresco
pompeyano mostrando a Eneas siendo curado de una herida. Paradójicamente,
debido a la guerra de Troya el troyano Eneas perpetuará su linaje, al ser el
germen que dará lugar a Roma y sus ciudadanos,
a partir de dos de sus descendientes, Rómulo y Remo (ver aquí).
El
grupo de arqueólogos dirigido por Amedeo Galati, ha concluido que posiblemente
sea una talla –que aún conserva pigmento púrpura en ciertas partes- realizada
hacia el siglo IV a.C. y, debido a sus grandes dimensiones, es muy probable que
se trate de la estatua de 4 metros o más de la diosa Minerva, descrita en la Eneida, ante la cual oró Eneas, al
desembarcar tras huir de la toma de Troya a manos de los Aqueos, de acuerdo con
el poeta clásico Virgilio.
De ser cierta esta hipótesis, habría
que admitir que entonces Castro sería la, denominada por Virgilio, “fortaleza con el templo de Minerva”
citada en la Eneida.
* * *
Pero si hablamos de un hallazgo
asombroso producido en los últimos años, personalmente me decantaría por el
descubrimiento ocurrido en diciembre de 2014, por un equipo de arqueólogos de
la Universidad Brigham Young, sacando a la luz posiblemente el mayor cementerio
de momias egipcias descubierto hasta la fecha. Situado a unos cien kilómetros
del Cairo, en el departamento de Fag el-Gamous, se estima que presenta
aproximadamente ¡¡un millón de enterramientos!!, puesto que de acuerdo con los
descubridores, “el cementerio está
densamente poblado. En un área de 5x5 metros de ancho y algo más de 2 metros de
profundidad, encontramos 40 entierros”. Se cree que estuvo activo entre los
siglos I y VIII d.C. Y, entre los numerosos enigmas que han surgido al respecto,
se encuentra el saber a qué (enorme) población correspondió este cementerio,
pues la pequeña aldea de ese tiempo que se sabe que existía era, en extensión,
del todo insuficiente para haber proporcionado tantísimos fallecidos. Otra
curiosidad es que los cuerpos parecen haber correspondido a ciudadanos de clase
media-baja, con la novedad de que parecían estar agrupados ¡por el color de sus
cabellos!, habiéndose encontrado un sector de personas rubias, otro de
pelirrojas y otro de morenas, de cabello.
Al ser gente de baja condición
social, el proceso de momificación fue distinto al observado hasta ahora para
sacerdotes y gente de la realeza, careciendo de ataúdes y demás parafernalia
funeraria, ya que sus órganos internos no fueron extraídos. Algunos cuerpos
conservaban en buen estado las túnicas que los envolvían e incluso el cadáver
de un niño de 18 meses de vida presentaba unos “patucos” o calcetines en
excelente estado, tanto de los tejidos como de sus colores.
¿Otra
sorpresa?, la altura de uno de los varones adultos enterrados: 2,13 metros (en
la imagen, cuerpo sujeto por el equipo de arqueólogos).
¡De ser cierto que serian las pagas de los legionarios a la vuelta cogerian un cabreo monumental!. Vivimos y caminamos por los mismos lugares en los que lo hacian nuestros antepasados, lo raro seria no hacer ningun hallazgo de este u otro tipo
ResponderEliminarJaja, buena observación. Sin embargo, si tenemos en cuenta la datación de las monedas mucho me hace pensar en las invasiones godas como responsables del tesoro. De hecho se han encontrado en gran cantidad de yacimientos, como por ejemplo Bilbilis (en el valle del Jalón, la antigua Calatayud) un nivel de cenizas correspondiente a la llegada de los godos que supusieron una masacre de la población y la quema de la ciudad. Muy posiblemente algo similar ocurrió en Tomares.
ResponderEliminarLo triste es que haya que esperar a hallazgos fortuitos para llevarnos alegrías ante lo que nos depara la historia. Y qué no habrá en el mercado negro, la tercera fuente de financiación más rentable en España tras el narcotráfico y las armas. El expolio en nuestro país aún es un deporte que nos cuesta caro para nuestro patrimonio y contra el que nuestras Fuerzas del Orden y de la Seguridad por desgracia se encuentran sobrepasadas. Un saludo y gracias por su comentario.