jueves, 30 de junio de 2016

El hallazgo arqueológico del siglo


          Es lo que sería, si ciertamente se confirman todos los pronósticos y señales. “No tenemos pruebas, pero sí indicios muy fuertes que rozan la certeza”.  Son las palabras del director de las excavaciones, Konstandinos Sismanidis. Y es que desde que saltara la noticia a todos los medios de comunicación del mundo, a finales de mayo, reconozco que estoy emocionada comprobando de vez en cuando qué “nuevas” se producen al respecto, aguardando esa noticia que pueda confirmar de una vez por todas, si es cierto o no el hallazgo.
            Se que mi actitud no está siendo muy científica, sin aguardar a evidencias irrefutables a favor, que rotundamente respalden el descubrimiento pero es que todas las afirmaciones que leo del equipo de arqueólogos que está trabajando en el proyecto, desde que saltó la noticia, son cada vez más positivas así que no he podido aguardar más y me he decidido a compartir la extraordinaria noticia con mis lectores.


            Última semana de mayo de 2016. Ruinas de Estagira, Grecia. Tras más de veinte años de excavaciones (¡veinte años, que se dice pronto!) el equipo de arqueólogos dirigido por Konstandinos Sismanidis se decidía por dar un paso al frente en un congreso internacional que celebraba la Universidad de Tesalónica y afirmaba que si se confirmaban todos los indicios…. ¡¡¡ Se había encontrado la tumba de Aristóteles !!!.

            Aristóteles, el gran Aristóteles. El hombre que sentó las bases de la Ciencia tal cual la conocemos hoy, del empirismo. El primer filósofo que decidió trazar una línea infranqueable que separaría el mundo divino (dioses y sus influencias), de lo tangible (medible y comprobable), el mundo de los sentidos y de las experiencias.
            El gran Aristóteles, la persona que por primera vez dejó escrito que posiblemente existieron otros seres vivos antes que nosotros. Cierto es que no llegó a decir que los fósiles eran tales (tampoco nadie, que sepamos, lo había dicho antes) pero sí se atrevió a decir que aún meros caprichos de la naturaleza cómo se consideraban, se asemejaban mucho –aunque en roca– a formas de vida que existían, e incluso llegó a compararlos.  
            Aristóteles, el gran sabio que rompió y rasgó todo el complicado mundo de las sombras y reflejos de divinidad creado por su profesor Platón (y tan magistralmente sostenido por Calderón de la Barca en su obra La vida es sueño, que confieso me da pesadillas… “y los sueños, sueños son”).
            Aristóteles, el grande, el mentor y tutor del mismísimo Alejandro Magno  –junto con Napoleón y Hernán Cortés, los tres mejores estrategas militares de la historia, de acuerdo con numerosos entendidos de todo el mundo–, autor de más de doscientos tratados sobre numerosas ciencias (biología, política, retórica, astronomía, matemáticas y un largo etcétera) que de acuerdo con los analistas, influyó tanto en las sociedades futuras que posiblemente “Occidente” comenzó con él.
            Aristóteles, el ejemplo a seguir por el mismísimo Leonardo Da Vinci; incluso Albert Einstein basó sus métodos en este filósofo y usó parte de sus enseñanzas.

Alejandro Magno, ya como conquistador, escucha a su mentor Aristóteles mientras posee a sus espaldas a Ares, dios griego de la guerra (Marte, romano) y la diosa Atenea de la guerra y de la justicia (la Minerva griega).

            Sin saberlo, muchos razonamientos que hoy damos por básicos y esenciales, se los debemos a él. También muchos conceptos (por ejemplo la taxonomía, o el considerar que los seres vivos lo están porque poseen un alma). E ideas, pues prácticamente no existe una rama de la Ciencia (salvo la genética) de la que este autor no haya hablado, aportando algo a ella. Y eso que se han perdido más tratados de Aristóteles de los que realmente nos han llegado, porque se cree que únicamente conocemos un cuarto de toda la enorme obra que este sabio dejó tras de sí.
            La propia teoría de la generación espontánea, tan aceptada por grandes científicos como Descartes o Newton, fue obra de Aristóteles. El problema es que el sabio griego nunca llegó a conocer el genoma ni el ADN. Tampoco dispuso de un microscopio potente, así que habrá que esperar hasta pasada la mitad del siglo XVII para que Louis Pasteur demostrara lo erróneo de la teoría. Nunca llegó a crearse vida de gotas de agua o de una lágrima, por generación espontánea; ni surgían seres vivos de materia orgánica sin vida y en descomposición, espontáneamente.
            También en astronomía su modelo erraba, al ser geocéntrico y considerar al Universo limitado y finito. Sin embargo, se mantuvo durante siglos e incluso milenios porque contenía ideas acertadas. Así, por ejemplo, consideraba que los planetas se movían interminablemente describiendo órbitas circulares. Posteriormente se vio que eran elípticas, pero contínuas. También consideraba que todo objeto que se movía, lo hacía siempre venciendo una fuerza de resistencia. Y afirmó que a igualdad de forma y tamaño, un cuerpo más pesado llega antes al suelo que uno más ligero. De esta manera, sin saberlo, sentó las bases para el estudio de la gravedad que Isaac Newton realizara milenios más tarde, basándose en trabajos de este erudito griego. También “picó” la curiosidad de Galileo Galileo cuando se dedicó a realizar sus ensayos arrojando piedras y plumas de altos edificios.

Representación, en 1509, que Raffaello Sanzio hizo de los dos filósofos más importantes que dio la “Escuela de Atenas”, Platón y su discípulo Aristóteles (con un tratado de Ética bajo su brazo). Platón alza el dedo, teorizando. Aristóteles alarga su mano como deteniendo la argumentación de su maestro, a la vez que parece eludir al empirismo (lo palpable).

            Pero regresemos a la noticia que nos ha llevado a esa entrada. Ya en 1996 se descubrió un edificio bizantino en las ruinas de Estagira, la ciudad que viera nacer a este sabio en el año 384 a.C. Tras numerosas investigaciones y nuevos hallazgos, 2.400 años después de la muerte del sabio, el equipo de arqueólogos cree que posee las suficientes “pruebas circunstanciales” como para respaldar la afirmación de que estamos ante la tumba del filósofo.
            ¿En qué se basan para estas afirmaciones? En un cúmulo de hechos que en conjunto, efectivamente, parecen confirmar que es el mausoleo de Aristóteles. Y son:

-          El enorme edificio se encuentra en la ciudad natal del sabio, donde se sabe que fueron llevados sus restos

-          Es un edificio funerario, un mausoleo incluido dentro de una fortaleza, Bizantino

-          ¿Qué personaje famoso de dicha ciudad se hizo merecedor de que las autoridades bizantinas, al final del Imperio Romano, le edificasen semejante mausoleo y lo reforzaran con un fortín a su alrededor?

-          ¿De quién se trataba, que tras la caída del Imperio Romano y de la propia Bizancio, el edificio fue respetado y continuó gozando de prestigio? (pues si no, lo hubieran arrasado y edificado encima)

-          Al centrarse en el mausoleo, se encontraron evidencias de que era una construcción helena (griega), sacando a la luz monedas con la efigie del mismísimo Alejandro Magno. ¡¿Por qué los bizantinos habían “blindado” (fortificado) un mausoleo griego contemporáneo a Alejandro Magno y a otros gobernantes que vivieron contemporáneamente a Aristóteles?!

-          Si se prescindía de las edificaciones bizantinas posteriores, el mausoleo griego estuvo dotado de un techado con materiales similares a los edificios públicos, ubicado en una zona importante de la ciudad, entre el templo de Zeus (el principal dios del panteón griego) y un edificio porticado cercano al ágora (la zona central y noble de la acrópolis). Por tanto, correspondía a un mausoleo abierto al público y con un altar (1.30 x 1.70 cm) ante él, para hacerle ofrendas
             
No puede ser otra cosa que el mausoleo de Aristóteles”, sentenció Sismanidis, basándose en crónicas del siglo XI d.C. que hablaban del mausoleo del sabio griego. También el escrito 257 de la Biblioteca de San Marcos, en Venecia, cita cómo el cuerpo del sabio fue incinerado en el año 322 a.C. y sus cenizas, introducidas en una urna de bronce, se trasladaron a su ciudad natal donde fueron depositadas en un mausoleo ante el que se levantó un altar para ser adorado.  


Imágenes del fortín bizantino, con el mausoleo y su altar correspondiente, en el interior. A la derecha, el director de las excavaciones de la ciudad natal del filósofo, desde 1990.

            “Me decían que sería feliz, como todo arqueólogo, si hallaba la tumba de Aristóteles, con sus ajuares funerarios, y yo les contestaba que, si la descubría, lo que verdaderamente me gustaría sería encontrar en ella una obra suya perdida”, afirma el director de las excavaciones.

Detalle de algunos manuscritos de Aristóteles, copiados y estudiados a lo largo de miles de años por numerosos eruditos.

            De tratarse en realidad del mausoleo de Aristóteles, estaríamos ante un increíble hallazgo arqueológico puesto que hoy día sería la única tumba de los grandes sabios y filósofos de la prestigiosa Escuela de Atenas que ha perdurado.
            La noticia ha conmocionado a la Arqueología, pues hacía ya muchos siglos que se había dado por perdida, al creer erróneamente que sus restos reposaban en la ciudad de “Chalcis”. Los documentos analizados por el equipo que dio con el mausoleo evidencian que en esta ciudad fue incinerado, para ser enterrado en su ciudad natal, en Macedonia Central.

Como se aprecia en las imágenes, el mausoleo hallado se encuentra en la parte elevada de la acrópolis de Stagira –en la zona noble- gozando de unas vistas inmejorables. Un digno sitio para pasar el resto de la eternidad.

            Isaac Newton, en su frase favorita para mi, dijo aquello de: “si ví más que otros hombres es porque subí a hombros de gigantes”. Pues bien, de confirmarse el hallazgo, estaríamos ante los restos de uno de esos gigantes, sin el que posiblemente la sociedad actual habría sido muy diferente de lo que hoy es y de los conocimientos a los que hemos llegado. Es por ello que no puedo dejar de estar emocionada.

         (Información tomada de Dailymail, The Guardian, La Tercera y El País)


2 comentarios:

  1. De ser cierto sin duda tendrias muy buenas razones para emocionarte, que en esa tumba esten esas obras perdidas creo que ya seria mucho pedir, pero ojala asi fuese, un saludo y un placer leerte.

    ResponderEliminar
  2. Hola, Oniooo, gracias por sus palabras. La verdad es que hay una serie a la que me reconozco enganchada. Se llama "tecnología imposible" y habla de toda la maquinaria y adelantos que existían en tiempos pretéritos y desgraciadamente se han perdido por las guerras que han seguido, la quema de libros y demás. Es alucinante comprobar todo el conocimiento que había en muchas materias. De hecho, en ocasiones superior al nuestro. Citaré sólo un ejemplo: el mortero romano que se fabricaba a base de cierta ceniza del Vesubio y que fraguaba bajo el agua endureciéndose y permitiendo construir espigones y puertos como el romano que se encuentra en Palestina, con un bello acueducto a pie de playa. Hoy día somos incapaces de reproducirlo. ¿Se imagina qué joyas podrían mostrarnos tratados perdidos de Aristóteles?. Un saludo.

    ResponderEliminar