miércoles, 7 de septiembre de 2016

Un curioso hallazgo aún no bien comprendido


            Hace un año se producía en la localidad aragonesa de Calanda un hallazgo que aún no ha sido considerado en su justa medida, porque todavía tiene a muchos estudiosos sopesando la cuestión.
            La pieza encontrada y que tanta conmoción ha creado es simplemente un dado, fabricado en barro cocido. Pero su potencial puede ser tremendo, de ahí que muchos den gracias al azar por haber ocurrido su hallazgo, mientras otros opten por olvidarlo e ignorarlo como si nunca hubiese sido desenterrado. ¿Por qué?.


            Hace tiempo compartía con los lectores mi debilidad por el signario ibérico y celtibérico (aquí), herederos del tartésico o sublusitano, mucho más antiguo. El hecho es que todos ellos continúan sin ser conocidos puesto que a pesar de labores tan honorables como la cometida por el académico granadino Manuel Gómez-Moreno, al que debemos que se desentrañaran las equivalencias de muchos de los caracteres, la lengua en que están escritos los textos está irremediablemente perdida, por lo cual es imposible entender qué dicen.

            Manuel Gómez-Moreno (en la imagen) y otros lingüistas, al apreciar que la lengua celtibera y tartésica no parecían ser indoeuropeas, consideraron que podría resultar de gran ayuda el vascuence –o antecesor del actual euskara– para intentar traducir los textos, su significado. Posteriormente se comprobó lo erróneo de esta idea, puesto que a pesar de haber varias palabras que sí parecían tener raíces similares, el vascuence debió combinarse posteriormente con otras lenguas, separándose del tartésico. El mencionado autor llegará a dejar por escrito sus sospechas de que posiblemente el sublusitano o tartésico se remontara al Paleolítico, en parte influenciado por el escritor Estrabón que recogió en el siglo I d.C. que los turdetanos, descendientes de tartesios, tenían una escritura de la que aseguraban poseía seis mil años de antigüedad. No se equivocó, como las evidencias expuestas en el Museo Arqueológico de Huelva mostraron.
            Lo extraño del tartésico es que utiliza caracteres similares a los que empleará posteriormente el fenicio, pero también el etrusco (que no deja de usar estelas que recuerdan a las “estelas de guerrero” del ámbito sublusitano, extremeño y norte del valle del Guadalquivir) e incluso en las runas vikingas del siglo XI.

Estela etrusca de Peruggia (izda), detalle de la estela fenicia de Mesha (centro) y reproducción de una estela tartésica (dcha).
           
            No serán los únicos, pues también los cuestionados textos de las tablillas de “Glozel” encontrados cerca de Vichy (Francia) emplean el mismo signario.

Detalle de una estela vikinga (izda) y una tablilla de Glozel (dcha).

            Posteriormente, serán varios los autores que remontarán el origen del signario tartésico hasta las pinturas paleolíticas, destacando Georgeos Díaz-Montexano que defendería esa idea en 1994. Para saber algo más de su obra, seguir el siguiente enlace (aquí).
            Pues bien, dicho esto sobre el signario tartesio que heredarán iberos y celtiberos, regresemos a Calanda. Hay en la localidad una población iberorromana en el yacimiento Mas de Moreno, donde un equipo multidisciplinar francoespañol decidió realizar una cata en un área considerada un vertedero de piezas cerámicas en pleno funcionamiento entre los siglos III y II a.C. Entre distintos fragmentos cerámicos, figurillas usadas como juguetes y otros artículos desechados, se encontró un dado hecho en barro cocido, estimado realizado en el siglo I a.C.. Lo más sorprendente de este objeto es que en cada una de sus caras mostraba un signo del signario ibero.

            La duda no tardó en aparecer, ¿es posible que los signos que contiene tengan equivalencias con ciertos números?. Lo más curioso es que ya se había hallado otro objeto similar, años antes, esta vez en la capital de la Celtiberia, Numantia, depositado en el Museo Numantino de Soria. Lo extraño es que presenta signos diferentes de los del dado de Foz-Calanda, complicando aún más las interpretaciones. ¿Puede influir que Numancia fuera celtibera y el yacimiento de Foz-Calanda, ibero?.

            Pero regresando al dado de Calanda, de tratarse de un objeto de juego similar a los que usamos actualmente por ejemplo en el parchís o en otros juegos de tablero, de mesa, lo sensato sería considerar que estamos ante la numeración del 1 al 6, aunque por el momento no haya forma de saber la equivalencia concreta de cada signo, que hasta el momento únicamente poseía equivalencia vocal o de consonante. Información más extensa sobre este hallazgo, puede hallarse aquí.

Detalle de los hornos alfareros hallados en el yacimiento de Calanda y que podrían remontarse el siglo IV-III a.C., así como detalle de una de las cuatro figurillas de animales hechas en cerámica. De acuerdo con los arqueólogos, el yacimiento permite conocer cómo fue el paso de alfares prerromanos (producían menos piezas pero de buena calidad) a los romanos (s. II a.C., más cantidad pero de peor calidad).
           
            En Alcoi (Alicante) existe un yacimiento que ha proporcionado hasta seis láminas de plomo con escritura Ibera. Por el análisis de los textos se ha podido determinar la existencia de un lenguaje de tipo jónico, fuertemente influenciado por los griegos. De ser ciertas estas suposiciones, se confirmaría que, como los comerciantes del Egeo, se usaron signos con doble modalidad, consonántica y numeral, tratándose de documentos de carácter comercial. El propio D. Manuel Gómez-Moreno ya dejaría consignada en sus trabajos una idea similar, al anotar: “Tardíamente, gracias a las inscripciones, conocemos algo de su lengua (la Ibera) que, no obstante ser todavía ininteligible, parece de tronco indoeuropeo y más afín al griego que al latín”.
            Precisamente, refiriéndose a uno de los bronces de Alcoy, Gómez-Moreno sentenció en su trabajo “De epigrafía ibérica: El plomo de Alcoy (1922)”: “El problema de interpretar los textos hispánicos prelatinos sigue lejos de resolverse” (…) “Probablemente, la causa esencial del atasco radica en hallarse mal planteado el problema; convendrá, pues, remover sus bases”. Lamentablemente, casi una centuria (94 años) más tarde, continuamos en el mismo estancamiento.

Dos plomos encontrados en La Serreta de Alcoy (izquierda) y el plomo encontrado en el interior de una mina de la sierra de Gádor, en Almería (derecha).

            De hecho, a pesar de no lograr comprender el significado de lo escrito, si observamos el plomo de Gádor sí parece contener algún tipo de recuento. Lamentablemente, aún falta esperar un tiempo hasta lograr que lleguemos a comprender la lengua tartesia, ibera y celtibera.


4 comentarios:

  1. El "Plomo de Gádor" no se descubrió en Gádor se descubrió en el Barranco del Rey en Pechina(Almería)

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    1. Gracias por su comentario, pero si repara en mis palabras no digo que se hallara en el pueblo de Gádor, sino en la sierra de Gádor, que como sabrá, abarca un área mucho mayor incluyendo varias poblaciones y zonas mineras de explotaciones milenarias (precisamente en el interior de una de ellas se encontró la pieza). Encontrará varias publicaciones científicas con esa misma referencia, Sierra de Gádor, como aquella de la que tomo el dibujo de la pieza de mi última figura de este artículo y a cuyo pie puede leerse esa procedencia. Un saludo.

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    2. De todos modos, el lugar donde apareció está situado en la sierra de Alhamilla, totalmente independiente de la de Gador y separadas por la cuenca del río Andarax. El error viene desde su hallazgo, pues en su momento lo situaron erróneamente en la sierra equivocada. Un saludo

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    3. Gracias por su apunte sobre este asunto; lo cierto es que se desvía del propósito de mi entrada que era el curioso dado con caracteres similares al alfabeto celtibero de ambas mesetas y del íbero usado a lo largo de toda la costa mediterránea española, encontrándose inscripciones en numerosos yacimientos arqueológicos. Un saludo.

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