miércoles, 31 de agosto de 2016

El Universo conspira a tu favor


         Esta es la idea que se escondía en el best-seller “El Secreto” pero, aunque parezca extraño, esta teoría ya era sostenida en su día por el filósofo de la Grecia clásica Hipócrates (460-375 a.C.), quién escribió “Hay un movimiento común, una respiración común, todas las cosas están en solidaridad unas con otras”.


            En 1557 Pico della Mirandola escribió en este mismo sentido “Hay una unidad en las cosas por la cual cada cosa forma un conjunto consigo misma, luego existiría una unidad por la cual una criatura está unida a las otras y todas las partes del universo constituyen un mundo.”


            Pero no será el único, pues el mismísimo Albert Einstein llegó a sentenciar “Dios usa las coincidencias para seguir en el anonimato” coincidiendo con Anatole France cuando exclamó aquello de “La casualidad es quizá el seudónimo de Dios, cuando no quiere firmar” Una idea similar parecía defender Kart Gustav Jung para el que las casualidades se debían al desconocimiento de algún tipo de ley aún no descubierta, de manera que todo parece actuar aparentemente sin regirse por las leyes físicas dándose las mal interpretadas casualidades.


Wolfgang Pauli, premio Nobel en Física, iría más allá al advertir que posiblemente las casualidades fueran las huellas visibles de principios desconocidos”. La pregunta es inevitable, ¿realmente existe una energía consciente y racional que maneja los hilos de todo (llámese Dios, para los creyentes), o acaso la propia naturaleza por ella misma tiende a cierto orden, como considero? Es como aquellos autores que terminan tratando de sacar sentido a todo llegando a encontrar en simple frases o medidas, la razón oculta de todo.
Personalmente creo en el simbolismo, pero no puedo evitar ceder cierta parcela al caos y a la casualidad, fundamentalmente cuando se trata del ser humano porque a veces, que un mono sople y suene la flauta, es meramente casual, sin más vueltas.
Lo mismo ocurre con el Temple, los pitagóricos y los números matemáticos “mágicos”, que muchos autores acaban hasta viendo un sentido oculto en el número de letras del nombre de un pintor. Creo que a veces el efecto viene rodado de la causa y no al contrario, sin buscar tres pies al gato.
Veamos un ejemplo que me pasaron hace años, en mi etapa universitaria, como burla de todos aquellos que ven doble significado en todo. Se basa en el análisis de los corrientes bolígrafos BIC, para demostrar que efectivamente los extraterrestres están entre nosotros:

Un objeto tan sencillo y de uso tan cotidiano como un bolígrafo BIC es una prueba evidente de que los extraterrestres están entre nosotros y estamos usando su tecnología. Permítanme demostrarlo.
La longitud del bolígrafo con la tapa puesta es de 150 mm, y la distancia promedio de la Tierra al Sol es de 150 millones de Km. La relación es evidente. Los bolígrafos BIC son objetos de culto solar introducidos en nuestro planeta por alguna civilización extraterrestre. Pero la cosa no ha hecho más que empezar. La longitud del capuchón del bolígrafo es de 58 mm, y si descontamos lo que mide el clip, nos quedan 35 mm. Sumamos las dos cifras y obtenemos 93, que multiplicado por dos nos da 186, exactamente 40 mm más que la longitud del bolígrafo destapado (146 mm). Además, la suma de las cifras de la longitud de la tapa sin el clip, 35 mm, nos da 8, que es el diámetro del bolígrafo. Cualquiera puede darse cuenta de que en esas proporciones existe una relación, y de esa relación se tiene que derivar un mensaje, probablemente las claves para la utilización de todo el poder y la energía del Sol.
Si sumamos la longitud del bolígrafo con tapa, y la longitud del bolígrafo sin tapa, obtenemos la cifra de 296, que es exactamente la distancia en kilómetros existentes desde Zaragoza a Bilbao por autopista. Este dato nos está señalando algo que ya comenzábamos a sospechar y es que la tecnología necesaria para construir autopistas es de origen extraterrestre (de ahí el mal estado de nuestras carreteras, desconocemos su funcionamiento y manera de repararlas apropiadamente) y la relación entre esa tecnología y los viajes interplanetarios se encuentra encerrada en las mágicas proporciones de los bolígrafos BIC.
Pero no sólo eso, probablemente todos los secretos del Universo estén encerrados en este bolígrafo. Sumando el resultado anterior, 296, con la medida de la tapa sin el clip, 35 mm, nos da 331, que multiplicado por dos es 662, casi la constante de Gravitación Universal salvo el correspondiente factor de proporcionalidad (el valor de esta constante es de 6,67 x 10-11, el error puede ser debido o bien a imprecisiones en nuestras mediciones, o bien a que la inteligencia superior que creó estos objetos decidió que era peligroso poner demasiado saber a nuestro alcance). Además, la longitud del clip es de 23 mm. Si sumamos las cifras de la longitud total del bolígrafo, 150 mm, nos da 6, que con los 23 del clip nos llevan a 6,023, basta añadir el factor de proporcionalidad 10-23 para obtener el número de Avogadro.
Seguro que si siguiéramos indagando en las características de este maravilloso objeto venido de las estrellas, encontraríamos las respuestas a los grandes enigmas de la humanidad.
Moraleja: No os dejéis engañar por los que se autodenominan científicos, seguidores la telekinesia, la telepatía y los viajes astrales. Multiplicando o dividiendo (también vale sumar o restar) cualquier cifra por el número adecuado podemos obtener la cantidad que nos dé la gana.


Regresando a mis reflexiones, el encontrar el número phi, la proporción áurea en el Hombre de Vitrubio de Da Vinci y en el mismo Partenón de Atenas es algo que no me sorprende. No porque los autores hubieran bebido de mitos esotéricos ancestrales ni trataran de esconder en las proporciones, mensajes ocultos, sino porque el propio ser humano ha evolucionado con dichas proporciones en nuestro cerebro y genéticamente estamos codificados para distinguir en las proporciones áureas, la belleza. En otras palabras, denme una estatua perfecta y bella, un monumento equilibrado y aparentemente perfecto y pongo la mano en el fuego afirmando que, aunque sin quererlo, la proporción áurea estará presente.

La naturaleza tiende al equilibrio y al orden, es algo que he aprendido de la Geología: un tornado se disipará cuando las anomalías barométricas se equilibren, un terremoto cesará (y sus réplicas) cuando toda la energía acumulada se disipe.
Es cierto que en apariencia la naturaleza tiende al caos, pero incluso en el caos hay orden, sólo es cuestión de tomar las mediciones necesarias para advertir la periodicidad (a veces de segundos, otras ocasiones de milenios o de millones de miles de años) para lograr advertir las leyes que rigen la naturaleza.

        El ser humano, como digo, es parte de la naturaleza y como tal está genéticamente codificado con patrones que se ajustan a las leyes físicas que rigen el Universo, ordenando su aparente caos. Un claro ejemplo es la "pareidolia" o el hecho de ver figuras donde únicamente hay manchas (es el caso de ver el rostro de Jesús en manchas de moho del pan de molde). Nuestro cerebro está codificado para ordenar y distinguir patrones, creándolos cuando la información es escasa o incompleta. De hecho, los psicólogos se basan en este fenómeno para tratar de analizar la mente de una persona, al enseñarle unas curiosas manchas y preguntarle qué ve en ellas.
 
        Es por ello que cuando a lo mejor nos topamos con una persona que se llama como nosotros, su cumpleaños es en la misma fecha que el nuestro o lleva unos zapatos similares a los nuestros, rápidamente tendemos a echar mano de casualidades y pensar que con tal hecho "el universo quiere decirme algo", sin pararnos a pensar en la probabilidad que hay de que de los millones de personas que se llaman como nosotros, coincidan dos, o analizar que posiblemente el llevar unos zapatos de moda, del modelo más vendido en nuestra ciudad conlleva que inevitablemente acabemos topándonos con otra persona que los calza, es cuestión de tiempo. Algo similar pasa con los videntes que estan a todas horas, todos los días, diciendo predicciones. Por fuerza en alguna ocasión deben acertar. Pero no es cuestión de misteriosas dotes, sino de pura estadística matemática.
       Y yo me pregunto, ¿pensarán también dos vacas con manchas, "anda, que coincidencia toparme con otra vaca con manchas como las mias"? .




2 comentarios:

  1. En epidemiología... decimos... o tenemos la "lógica epidemiológica"... que dice... nada ocurre por simple azar... todo tiene una explicación y una razón.

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    1. Hola, Juan Diego, muy cierto, lo que ocurre es que a menudo se nos escapa que nuestro cerebro es limitado y lo que con frecuencia percibimos como casualidades, magia o milagros realmente obedece a leyes físicas universales o variables implicadas que interaccionan entre sí y que se nos escapan. Un saludo.

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