Ya en otras ocasiones hemos hablado
sobre hombres de Ciencia que dio el Imperio Español y que sin embargo habían
pasado desapercibidos en nuestros libros de historia. Hoy deseo hablar del que
sin duda fue, sin saberlo, el primer médico occidental que pisó el Nuevo Mundo,
América, a finales del siglo XV.
Son pocos datos los que nos han llegado
de este singular personaje. Se sabe que nació en Sevilla en 1450,
ciudad que también le vería morir en el año 1515. Sin embargo, otras fuentes se
inclinan a considerar como fecha de nacimiento el año de1480, planteando si tal vez su apellido
señalaba más bien un origen cacereño del personaje, dado que de la población
de Acebo parece ser oriundo su apellido.
Tampoco hay
muchos más datos de su persona, salvo que parece haber sido un médico
habilidoso que por méritos propios llegaría a convertirse en el terapeuta
del primer hijo de los Reyes Católicos, la infanta Isabel.
Es precisamente
cuando don Diego goza de mayor fama, cuando decide enrolarse como médico en el
esperanzador segundo viaje a América realizado por Cristóbal Colón, con el
mecenazgo de los Reyes Católicos, quienes a su vez confiaron en varios ricos
comerciantes judíos.
Hacía poco que
Colón había logrado regresar, junto con otros expedicionarios, de la primera
travesía en la que realmente se descubrieron nuevas tierras, todavía
inexploradas por los europeos. El problema es que parecía que Colón hacía un
doble juego, notificando sus descubrimientos al rey portugués, que rechazó
patrocinar la expedición, antes que a los Reyes Católicos, que además de haber
pagado los gastos de preparativos y empresa, habían puesto a
disposición del almirante dos carabelas y una nao.
Estando, como se
encontraban los Reyes Católicos, comprometidos con la reconquista definitiva de
los territorios ocupados por los árabes desde el 711, las arcas reales de ambos
reinos, Castilla (Isabel la Católica) y Aragón (Fernando el Católico), se
encontraban muy diezmadas por tener que pagar a sus huestes, además de tener
que apaciguar a muchos señores feudales cristianos que tan pronto se aliaban
con unos contra otros buscando su provecho personal.
Así las cosas,
las noticias del éxito en la empresa acometida por Cristóbal Colón llenó de
satisfacción a la reina castellana, Isabel, que veía una oportunidad
para lograr riquezas con las que saldar sus deudas y lograr al fin echar al
infiel musulmán sin necesidad de aceptar préstamos de
parte de ricos judíos que exigían unos porcentajes de pago adicionales por
fiarles esas sumas, que en buena parte de las ocasiones resultaban abusivos.
El monarca de
Aragón, Fernando el Católico (izda) nunca llegó a confiar plenamente en el
taimado Cristóbal Colón (dcha).
Cristóbal Colón
había dejado en las nuevas tierras, la isla de la Española, a parte de la
tripulación que le había acompañado en el primer viaje, en el fuerte hecho en
madera al que denominaron “Natividad” (y del que ya hablamos aquí). La realidad que se escondía tras todo esto es que Colón había conocido a un
cacique indígena, Guacanagari, que le había ofrecido un puñado de objetos de
oro a cambio de que los recién llegados protegieran a su tribu de una agresiva
tribu carnívora vecina dirigida por el jefe Caonabo. Colón, sin compartir la
información con nadie más, pero conocedor de que debía existir bastante oro en
esas tierras, insistió a sus hombres para que comenzaran a construir y hacerse
fuertes en el nuevo fortín mientras partía a España para lograr más hombres,
armamento, alimentos y barcos para lograr hacerse con las fuentes de riqueza.
Fernando el
Católico, tan maquiavélico como sibilino, algo intuyó que le hizo desconfiar de
aquel navegante que se había apresurado a compartir su descubrimiento, pagado
por los Reyes Católicos, al reino vecino y rival portugués. Algo había en ese
hombre que le provocaba desconfianza, de manera que trató de convencer a su
esposa Isabel de que únicamente les vendía humo pues ninguna riqueza traía, salvo curiosos nativos, exóticos animales, tremendos relatos y poco más. Con
todo, Isabel logró convencer a su esposo de que era vital darse prisa en
enviar una nueva flota, antes que los portugueses, para hacerse con los
derechos sobre los nuevos territorios y sus posibles riquezas a, que pudieran enriquecer las arcas, a falta de oro y piedras preciosas,
con nuevas especias como las que al reino de Portugal proporcionaban buenas
sumas de dinero.
Cristóbal Colón
informó a sus majestades de las duras condiciones de la travesía, además de
tener aguardándole a 39 marineros de su anterior expedición que posiblemente
necesitarían de las atenciones de un médico de prestigio. Y así fue como
nuestro protagonista, don Diego Álvarez Chanca entró a formar
parte de esta segunda expedición a América.
Desgraciadamente para cuando la nueva
flota compuesta por 1500 hombres distribuidos en 17 buques (12 rápidas carabelas
y 5 panzudas naos) llegó al Fuerte Natividad, éste había sido arrasado y ningún
español pudo ser hallado con vida. El problema es que la explicación de los
hechos que dio el cacique Guacanagari, que hablaba del enfrentamiento
de los españoles para hacerse con el oro que pudiera haber cerca y que fueron
aplastados por los caníbales dirigidos por Caonabo, que acabó con todos los
españoles y con muchos de los hombres del propio Guacanagarí que acudieron a
socorrer a los españoles, contaba con algo extraño: el cacique mostraba una de
sus piernas fuertemente vendada a causa de las heridas sufridas en la lucha,
pero cuando el médico, don Diego, examinó la pierna herida… no encontró el
menor rasguño.
Cuadro
representando la llegada de los europeos a América. Primer viaje de Colón.
Se sabe, por
diarios de Colón y escritos del propio Diego, que el médico curaría a varios
soldados españoles y al mismo almirante de gripes y otros problemas de salud,
logrando que sanaran todos ellos. Igualmente se conserva la descripción que el
médico hizo de la isla de la Española, y posteriormente del nuevo asentamiento
de La Isabela, al deán de la catedral de Sevilla, en una carta que le escribiría
estando en esas nuevas tierras. Lo más relevante de estas descripciones es que
permiten advertir un interés botánico del licenciado hacia las nuevas especies
vegetales y animales, dejando entrever sus estudios y conocimientos. Apunta
además y por primera vez, el posible uso de determinadas plantas para la
alimentación o incluso para la medicina. Además, describe de manera bastante
completa la morfología y costumbres de un roedor de las Antillas al que
denominó “jutía”. Mencionaba numerosas especies botánicas. Otros estudiosos han
mostrado el mayor de los respetos hacia estos escritos del sevillano, valorando
la información que aporta sobre los diversos grupos indígenas con los que trató,
siendo considerados los primeros datos etnológicos y antropológicos que se
tienen sobre los nativos americanos. Entre las costumbres, cita cómo algunas tribus
antillanas castraban a ciertos jóvenes siendo niños, que crecían trabajando
como mano de obra de otros nativos del poblado (¿esclavos?) y que finalmente
eran sacrificados para servir como alimento, en prácticas caníbales. Aunque
estos escritos en su día no trascendieron, con posterioridad a su muerte se
hicieron imprescindibles para muchos estudiosos de las nuevas tierras,
realizándose numerosas copias en forma de manuscritos.
En esta larga
carta algunos han creído ver claves que “a buen entendedor” servirían para
conocer las coordenadas cartográficas de las tierras encontradas, así como
otros datos sobre la conducta seguida por Cristóbal Colón, que han llevado a distintos
investigadores como la profesora de la Universidad de Burgos, Adelaida
Sagarra Gamazo, a considerar que D.Diego pudo ser el primer espía en América, proporcionando
información vital sobre las andanzas de Colón a los Reyes Católicos y a Juan
Rodríguez de Fonseca, deán del Cabildo de la catedral de Sevilla, organizador
de la segunda expedición a América (Adelaida Sagarra Gamazo, 2009, Diego Álvarez Chanca, primer espía en
América, Revista de estudios colombinos, nº 5: 19–40).
Sepulcro (y
retrato) de Juan Rodríguez de Fonseca, Santa María la Mayor (Coca, Segovia).
Al regreso de su
expedición americana, en 1495, don Diego continuó con sus estudios y labores de
medicina escribiendo tres obras que aún se conservan, sobre esta disciplina, en
las que se aprecia unos conocimientos y manera de entender la medicina muy en
la línea del hispanojudío Avicena.
Cuesta creer que
el botánico sevillano Nicolás Monardes Alfaro (de cuya labor ya hablé aquí)
no conociera las observaciones de Diego Álvarez Chanca sobre las propiedades de
ciertas plantas americanas recién descubiertas en Occidente.
Así las cosas,
nuevamente deseo destacar a un personaje español olvidado por los libros de
historia y al que sin duda se deben los primeros estudios botánicos de fauna y
flora, sus posibles aplicaciones en la alimentación y la medicina, así como las
primeras descripciones sobre costumbres y aspecto de poblaciones nativas
americanas. Justo es que le reconozcamos su labor (J.A. Panigua, 1992, Un médico europeo en el Descubrimiento:
Diego Álvarez Chanca, págs. 91-102; en Viejo
y Nuevo Continente. La medicina en el encuentro de dos mundos; VV.AA., coordinador
José María López Piñero, ed. Saned, Madrid).
No conociamos la existencia de ese médico aunque era razonable pensar que un galeno siempre solía acompañar a una expedición militar. Interesanre artículo.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Benítez. En las expediciones de Colón intervinieron tantos grandes y desconocidos hombres que sería empresa de años, sacar a la luz tantos importantes personajes. Hay que pensar que fue el comienzo de la gran Epopeya. D. Diego Álvarez de Chanca fue uno de ellos.
EliminarDa una visión muy conforme con la que yo tengo de Colón, sin embargo ha habido una frase suya que me ha sorprendido, ¿porqué cree que Diego Álvarez era espia de los Reyes Católicos?
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Arístides. Veo que le ha sorprendido la calificación de “espía real” que le otorgo a D. Diego. Aunque no es una asignación mía, sino de varios ilustrados poderosos de aquella época que ven en la actuación del Gran Almirante “de la mar océano” algunas disfunciones, como querer compartir su descubrimiento con el rey portugués a espaldas de los Reyes Católicos que fueron los que pagaron la expedición, o algunos “lapsus” que tuvo el Gran Almirante como el entregarle una bolsa de hermosas perlas cogida allá, a su hijo Diego sin hacerle ningún comentario a los Reyes…., estos y otros puntos fueron analizados por los hombres de los reyes. De hecho fue el Deán del Cabildo de la Catedral de Sevilla, que le correspondió organizar la segunda expedición al Nuevo Mundo, por orden de los Reyes Católicos, uno de los primeros que elevó esa opinión de D. Diego. Si se fija en mi artículo, cito el trabajo de la profesora Segarra, de la universidad de Burgos, quién ha dedicado varios años a analizar los abundantes documentos de los viajes de Colón. En ellos, en ciertas cartas, si bien no abiertamente sí cree observar esas desconfianzas entre Juan Rodríguez de Fonseca e incluso en cartas de los Reyes Católicos aludiendo al almirante. De hecho cree encontrar en la correspondencia de D. Diego a Fonseca cierta codificación de datos informando de los pasos seguidos por Colón en tierras recién descubiertas. Todo esto está recogido, entre las páginas 19 y 40, del número 5 de la Revista de Estudios Colombinos, por Adelaida Segarra Gamaso y publicado en 2009. Pero insisto en que no era, ni mucho menos, el único que desconfiaba de las argucias del desleal Almirante, por lo que no era de extrañar que los reyes enviaran con él a personas de su confianza para aclarar la situación que había en el Nuevo Mundo. De hecho, son varios los investigadores que apuntan a que Fonseca conocía exactamente, a través de sus correos con D. Diego, hasta qué coordenadas y latitudes había llegado Colón para cuando los Reyes Católicos (RR.CC.) firmaron el Tratado de Tordesillas. De ser cierto, la línea fronteriza no se habría trazado tan aleatoriamente puesto que los RR.CC. contarían con cierta “información privilegiada”. No obstante, ante la falta de evidencias claras y evidentes, recomiendo la precaución, ya que todo quedan en impresiones, interpretaciones y sólo sirven para enfangar o crear falsas sospechas o dudas. Un saludo.
EliminarUna interesante visión de Cristobal Colón. Siempre hemos tenido en nuestros debates la sensación de que no era leal a la Corona de Castilla. Usted va también en esa línea. Con respecto al físico que lo acompañaba, no teniamos conocimiento de él, algunos creiamos que fue Monarde el que estuvo en alguna de sus expediciones. Ha sido de nuestro agrado su artículo.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Rodri. Somos muchos los investigadores y marinos que no vieron en D. Cristóbal Colón una sensación de fidelidad con los Reyes Católicos (RR.CC.). Al margen de su gran descubrimiento, pensamos que no correspondió con la lealtad que debiera a los RR.CC. ni tuvo en cuenta el esfuerzo tan grande que estos hicieron tras finalizar la reconquista española y con el gran gasto que supuso a las maltrechas arcas (a las cuales procuro aportar poco, la verdad, mirando más bien por el lucro personal, familiar y acaparar títulos). No obstante, nos sentimos orgullosos de la gesta del Gran Almirante. Con respecto a D. Nicolás Monardes Alfaro, aunque se cree que nació en el año siguiente al del descubrimiento de América, nunca formó parte de las expediciones de Colón, era demasiado joven aún (concluyó su estudio de medicina en 1547). Su ingente labor se “limitó” a esperar a las nuevas especies que llegaban a Sevilla desde América para clasificarlas y analizar sus propiedades. Por cierto que no puedo dejar de maravillarme por la increíble preparación académica tanto de Monardes como de D. Diego Álvares Chanca el cual, en tierra extraña y acosados por indígenas (amigos y enemigos) fue capaz de describir especies vegetales y animales nuevas, yendo más allá y sugiriendo aplicaciones medicinales y culinarias para muchas de ellas. ¡¡Si hoy día nos lleva a geólogos y biólogos (zoólogos y botánicos) un par de años o más, trabajando con las últimas tecnologías y equipos científicos multidisciplinales describir una única especie nueva!!. Y eso en laboratorios, con nuestros hogares al lado y “en territorio conocido”. Alucinante. No puedo más que descubrirme ante ellos, de científico a científico. Saludos.
EliminarTambién nosotros compartimos la opinión de Rodri, en la idea que Colón dió muestra de ser una persona de la que no te puedes fiar, estuvo mal inventarse a un marinero inexistente como fue Rodrigo de Triana para que nadie pudiera hacerle sombra a la hora de llevarse el premio que los reyes habían ofrecido para el primero que viera América. Creo que no fue una persona formal.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Neri. Comparto en parte su opinión, pero no es absolutamente cierta la rotunda afirmación de que no existía el marino Rodrigo de Triana, al que se le señala como el primer observador que vio el Nuevo Mundo. Algunos historiadores dicen que dicho sinónimo corresponde al marino Juan Rodríguez Bermejo, encargado de la guardia en el castillo de proa de la Pinta, a quién sus compañeros señalaron a la vuelta como el primero que vio tierra, una pequeña isla del archipiélago de las Lucayas (Las Bahamas) y que lo comunicó antes de la madrugada (a las 02.00 horas) del día 12 de octubre de 1492. Los nativos llamaban Guanahani a esa isla, pero Colón cambió el nombre y la llamó San Salvador. Hoy es una isla con nombre español en medio de un rosario de islas con nombres ingleses.
ResponderEliminarReferente a que Colón se asignara a sí mismo el premio de 10.000 maravedí¬es prometido por los Reyes Católicos para el que primero que avistase tierra, lo justificó señalando que horas antes, Colón dijo ver una luz lejana en el horizonte oscuro, ante algunos testigos. También es cierto que no hubo mucho partidario en la expedición, de esa certeza ya que en aquellos tres últimos días que Colón había solicitado a la tripulación de plazo para descubrir las Indias -ya que si una vez pasados esos días no encontraba tierra, volverían a España-, se empezaron a observar signos claros de que había tierra cercana, entre ellos el hecho de observar cada vez más aves volando sobre los barcos. Fue entonces cuando al tercer día, en la madrugada del día 12, Colón dijo ver una luz lejana en el horizonte oscuro y fue justo al amanecer de ese día, cuando Rodrigo de Triana, marinero de la Pinta, gritó haber visto tierra en el horizonte. Apoyándose en esa primera visión de Colón fue por lo que recogió él el premio. Un saludo.
Me gustaria hacerle una pregunta sobre el viaje de Colón, ¿es cierto que un marino de Huelva, que había estado en América, le facilitó un mapa del viaje?. Gracias.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Hoces. Sobre su pregunta acerca de la identidad del marino onubense que facilitó la información a Colón de la ruta hacia el nuevo mundo, debo comunicarle que algunos historiadores afirman que ese marino fue Alonso Sánchez. Se sabe que en la expedición de Loayza para trazar el antimeridiano (leer mi entrada “El lago español”) había un piloto onubense con ese nombre. Fue uno de los pocos que volvieron de esa terrible expedición que dio, por segunda vez, la vuelta al mundo. Ya en España, este marino hacía las rutas comerciales entre España, Canarias y Madeira, y se comenta que en 1484, en una de sus travesías, sufrió una fuerte tormenta que lo arrastró a las costas de la actual Santo Domingo. En la nave iban con él una veintena de marineros, que confraternizaron con las tribus de indígenas. Los trataron como si fueran dioses, ya que eran los primeros europeos que veían, pero aquél encuentro no fue muy beneficioso para Sánchez y el grupo, ya que contrajeron la sífilis. Tras arreglar desperfectos en la nave y estudiar la ruta de vuelta realizando los cálculos oportunos, decidieron volver a España. Tras un mes de dura travesía, con la enfermedad haciendo estragos, sólo cinco supervivientes llegaron a Porto Santo, junto a Madeira desde dónde les llevaron a España. Señalan que uno de ellos, el propio Alonso Sánchez, fue alojado y atendido en la casa de Cristóbal Colón y que le transmitió toda la información sobre la travesía antes de morir. A este navegante, que tiene una estatua y el nombre de un Instituto de Educación Secundaria en Huelva, son muchos los historiadores que lo señalan como el primer europeo en pisar el Nuevo Mundo. Aunque fuera así, el mérito de explorar, circundar, reconocer, costear y navegar por las costas del Nuevo Mundo corresponde, sin lugar a dudas, a Cristóbal Colón y las tripulaciones de La Pinta, La Niña y La Santa María. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias por la información facilitada, pero ¿no cree que si Colón usó los mapas del marino ovetense para llegar a América le correspondería a ese marino una buena parte del mérito del descubrimiento?. Saludos también.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sra Hoces. Sobre la pregunta que hace le respondo que no hay una clara evidencia de que Alonso Sánchez facilitara la ruta del descubrimiento a Colón. Como verá en la respuesta al Sr. Ruíz (a continuación) sólo hay sospechas de que eso pudo ocurrir. De existir rotunda evidencia al respecto estaría muy clara la importancia de la aportación de Sánchez, pero no existe esa confirmación. También quiero señalarle que este experimentado marino era de Huelva, no de Oviedo. Saludos.
EliminarMe ha gustado su trabajo, Valeria, y son interesantes los comentarios posteriores y las respuestas que usted facilita ¡quizás tanto como el artículo!, pero no estoy conforme con las críticas que se vierten sobre Colón sobre la ayuda al descubrimiento de América; es posible que conociera datos sobre la existencia de tierra al oeste de las Canarias; él era un gran estudioso y marino; pero no hay ningún dato definitivo que señale fehacientemente que Colón tuviera los conocimientos que dicen que Alonso Sanchez le trasladara, ¿conoce usted alguno?. Gracias.
ResponderEliminarGracias por su comentario Sr. Ruíz. Con respecto a su pregunta le contesto que en 1492 ya habíamos entrado en la época de la navegación. Los portugueses avanzaban por la costa africana, los españoles hacíamos rutas de navegación desde Cádiz a las Canarias, las Azores,... y durante la travesía es normal que sufrieran tormentas y temporales que los pudieran arrastrar hacia otras latitudes. No hace falta que le diga que la mejor ruta para ir a América es siguiendo la corriente que va desde el archipiélago canario al Golfo de México, por lo que puede ser hasta normal que algunos marinos, en circunstancias extremas, pudieran ser arrastrados desde las Canarias al otro lado, como pudo ocurrir con Alonso Sánchez, que además de ser un experimentado marino, hacia la ruta comercial Península-Canarias, y de haberle ocurrido también sería normal que hubiese realizado cálculos de la trayectoria para la vuelta. ¿Fueron los que utilizó Colón en el descubrimiento del Nuevo Mundo? No hay respuesta para ello, pero de lo que sí hay evidencia es de que Colón sabía que a 6500 Km al oeste de las Islas Canarias (salió de la Gomera el 6 de septiembre) había tierra (Catay, China) y que 2000 Km antes encontraría la isla de Cipango (Japón), por lo que estaba convencido de que si navegaba en línea recta desde las Islas Canarias hacia el oeste se encontraría con ambos países. De hecho, antes de iniciar la travesía, Colón informó a la tripulación de que había que navegar 750 leguas castellanas, que en kilómetros equivalen a los 6000 km señalados. Por otro lado, el rumbo que siguió Colón muestra un conocimiento de la ruta que muchos señalan como confirmación de que conocía el trayecto. Utilizó los vientos alisios para llegar al mar de los Sargazos, lugar donde había tal acumulación de sargazos (algas) que les hizo pensar en la proximidad de tierra, creyendo que de allí provenían las algas. El 25 de septiembre, cuando se acercaban a los 4500 km de navegación, empezaron a tener las sensaciones de avistar tierra. Primero fue Martín Alonso Pinzón el que la confundió con una acumulación de nubes bajas y días después, el 7 de octubre, tras observar el vuelo de una gaviota solicitó cambiar el rumbo hacia el paralelo 24, que le hubiera llevado a la península de Florida, tras encontrar antes las islas del archipiélago de las Bahamas. La situación se puso tensa cuando desaparecieron las algas –habían atravesado el mar de los Sargazos – y tras más de un mes de travesía sin ver tierra, la tripulación, nerviosa, quiso volver. Queda claro que sólo hubo nervios y protestas, nunca motín. Ante la certeza de Colón de que las islas preasiáticas debían estar cerca, pidió que aguantasen tres días y que si pasados esos días no encontraban tierra, volverían. El día antes de acabar el plazo, 11 de octubre, se empezaron a observar signos claros de que había tierra cercana; demasiadas aves volando sobre los barcos. En la madrugada del dí¬a 12, Colón dijo ver una luz lejana en el horizonte oscuro y fue justo al amanecer de ese dí¬a, cuando Juan Rodriguez Bermejo, encargado de la guardia en el castillo de proa de la “Pinta” (¿Rodrigo de Triana?), gritó haber visto tierra en el horizonte. La verdad es que son tantas las coincidencias que podrían llevar a pensar que el Gran Almirante conocía el trayecto.
EliminarJosé Ignacio Igoa Chanca, todos los Chanca tenemos el mismo origen Acebo, que actualmente es Caceres.
ResponderEliminarNo comparto que fuese un espía, médico de camara de los Reyes Católicos, posiblemente consegero persona de confianza, en tiendo que la demanda de los monarcas sería que observase todas las actuaciones del Almirante, hoy día sería un informe, saludos no hace falta buscar un misterio.
Gracias por su comentario, pero ¿no cree que para tachar un trabajo publicado en una revista científica por una profesora de universidad, debería cuando menos leerlo y argumentar usando sus hipótesis, aceptando unas y rechazando otras, ofreciendo alternativas y esgrimirlas usando sus propios datos aportados (en otras palabras, controlar el tema del que argumenta y tratar de rechazar postulados de la parte contraria, haciendo ver sus puntos débiles)?. Después de todo, para decir que era espía con lo que usted señala, bastan dos renglones. ¿No cree que la Sra. Adelaida Sagarra, en sus 21 páginas publicadas, leídas y miradas con lupa por un tribunal de expertos que opina si publicar o no el trabajo (basándose precisamente en las fuentes que maneja, veracidad y rigor, si aporta o no alguna novedad al tema que trata, entre otras cosas), haya podido decir algo más que la idea tan simple que usted simplifica y rechaza?. Cuidado, no estoy diciendo que comparta las argumentaciones de la autora, simplemente que no encuentro en su comentario nada que me haga ver que lo ha leído y no comparte algunos de sus puntos argumentados. De esta manera, no hay opinión ni debate que valga, ¿no cree?. Por otro lado, la definición de misterio se aplica a un hecho cuyo origen, naturaleza o funcionamiento se desconoce y tras leer las 21 páginas del trabajo señalado, la autora parece estar bien segura de lo que dice. En ese caso, ningún enigma queda ¿no cree?. Otra cosa es que comparta o no sus argumentos, pero insisto, tras haber leído con detenimiento las conclusiones de su estudio. Considero que queda feo descalificar algo que se desconoce, y más, tan abiertamente. Un saludo.
ResponderEliminarLa historia la cuentan los vencedores y las versiones se intoxican con los años no pretendo discutir ni confrontar, no me impresiona la palabra científica, gracias por sus comentarios, saludos.
ResponderEliminarPor un momento olvidese de la documentación histórica y piense la parte emocional, salva la vida a Cristóbal Colón de unas fiebres pestilentes, de las que tardo seis meses en recuperar, piensa que traicionó al Almirante,o fue un cabreo del Rey Aragonés por haber curado a Cristóbal Colón, si habría muerto el contrato habría sido anulado.
ResponderEliminarMi bisabuelo Chanca decía que un verdadero Chanca es sencillo y humilde.
Me sorprenden sus respuestas y talante, a lo elefante por cacharrería. Sepa que “lo científico” que usted desprecia para mí merece la máxima admiración dado que trata de ser lo más riguroso y objetivo posible en sus resultados, necesitando para ello muchísimas horas de estudio y esfuerzo, dejando de lado nuestras ideas preconcebidas y obligándonos a cambiarlas si así lo señalan las conclusiones de nuestras investigaciones. Sin embargo, parece que usted valora más todo lo opuesto, porque su familiar opina algo, esa es la verdad absoluta, no se hable más, porque además coincide con su apreciación totalmente subjetiva de que al rey Fernando de Aragón le dio una pataleta, dado que usted estaba allí para verlo, claro está, o se lo comentó a su bibibisabuelo un primo de un amigo, de una persona que se lo dijo a uno que pasó por allí, por tanto segurísimo que es cierto, no se hable más (lleva razón, eso es muchísimo más fiable que rigurosos estudios basados en documentos y archivos de dicho tiempo escritos por notarios y escribanos de la época, ¡dónde va a dar!). Considero que nada peor que aislar todo salvo lo emocional, para tratar de analizar hechos históricos, cuando son totalmente variables y manipulables (hace 500 años y en el mundo anglosajón incluso menos, la esclavitud se veía normal, matar a otro por ser más aristócrata también, el derecho de pernada, la violencia de género, la tortura a los animales... ¿o interpretamos todo como meras pataletas o traviesillos que eran algunos?; lo emocional es subjetivo y por tanto engañoso, nada fiable; permítame que le remita a mi entrada sobre la última versión de la película "Pompeya", precisamente allí encontrará los mil errores de apreciación que cometieron los guionistas y el director por aplicar la mentalidad actual a la época romana). Un saludo.
EliminarNo nació en Sevilla vivió los últimos 20 años allí, mi familia es de acebo (Cáceres), en aquella época pertenecía al Ducado de Alba.
ResponderEliminarGracias por su apunte, Sr. Igoa Chanca, lo cierto es que no he podido dar con el lugar de nacimiento de tal insigne personaje y lo supuse sevillano. ¿Podría confirmarme si nació en Cáceres también él y despejamos así una de las dudas sobre su persona? Muchas gracias de antemano y mi enhorabuena por tan ilustre antepasado. Un saludo.
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