La
madrugada del pasado 21 de diciembre fue el solsticio de invierno, la noche más
larga del año en el hemisferio norte (la más corta en el hemisferio sur). Era
un momento mágico para nuestros antepasados, que vivían más apegados a la tierra
y a sus ritmos naturales. Creían que en esta noche más larga las fuerzas maléficas
libraban una terrible batalla con las fuerzas benéficas, mientras las sombras
iban apoderándose cada vez de más horas de oscuridad. Las terribles tormentas
de otoño se interpretaban además como parte de estas tremendas peleas, hasta que
finalmente las fuerzas benéficas salían vencedoras por un largo año más,
hasta el solsticio de verano, en el que tendrían que volver a librar la misma cruzada.
A partir de la madrugada del solsticio de invierno, la luz iba ganando poco a
poco, jirón a jirón, espacio a las sombras.
Tan
mágico era este momento, que los antepasados lo dejaron consignado en sus
construcciones, de una manera igualmente mágica. Hoy veremos algunos, de entre los muchos que hay en nuestra bella geografía.
Pongamos
de fondo una bonita melodía, de la mano de Maikel de la Riva (antiguo cantante del desaparecido grupo cordobés "El Hombre Gancho"), cantando acompañado de Leiva (del también disuelto grupo "Pereza"):
Los
solsticios ocurren por la inclinación del eje central de nuestro planeta, cusando que, a lo largo de la órbita que describe la Tierra en torno al Sol, los
rayos que inciden sobre la superficie de nuestro planeta lleguen de manera
desigual.
Nuestros antepasados del Neolítico
ya habían aprendido a entender el ritmo de las estaciones y predecir el clima y
los eventos que estarían por venir, atendiendo la posición de las
constelaciones, del Sol y de la Luna. De esta manera orientaron determinadas
construcciones de manera que en estas fechas mágicas de los solsticios el
primer rayo solar de la mañana “bendijera” el lugar, celebrando así que las
deidades benignas habían sobrevivido y seguían en pie para proteger a los humanos
y demás criaturas del planeta.
De esta forma, en monumentos
megalíticos con más de 3.000 años de antigüedad, en todos los solsticios desde
hace más de 5.000 años vienen sucediéndose estos bellos fenómenos lumínicos. En
las imágenes, el solsticio de invierno en el sepulcro megalítico de Huerta
Montero (Almendralejo, Extremadura) y en el dolmen cueva del vaquero (Alcalá de
Guadaíra, Andalucía). Es de suponer que para los constructores de megalitos,
este fenómeno supondría el triunfo de la vida con respecto de la muerte,
suponiendo un renacer y dando esperanzas en la vida tras la muerte.
Las logias de constructores, que
durante la Edad Media transformaron el aspecto de nuestro país con los miles de
ermitas, iglesias y catedrales que se alzaron hacia el cielo, tenían entre ellos
a sabios constructores que bebían del saber ancestral de las culturas
milenarias, por lo que también ellos decidieron sacralizar este fenómeno lumínico, orientando los templos de manera que en estas fechas tan
señaladas, el primer rayo de luz incidiera sobre el lugar considerado más
sagrado de todo el santuario. Muchas de estas logias estuvieron amparadas por
el ejército más profesional, eficiente y temido que existió en la Edad Media:
la orden del Temple. En la imagen, bello fenómeno lumínico que ocurre en el
solsticio de invierno en la catedral templaria de Palma de Mallorca Baleares).
Los solsticios se convirtieron en
dos fechas mágicas del año, en las que triunfaban los opuestos, en continua lucha
pero a la vez vinculados entre sí, incapaces de existir una fuerza sin la otra.
Hasta tal punto es así que ya en la religión egipcia se libraban
trascendentales batallas en estas fechas, lo que copiarían nuevos cultos. En las culturas orientales, por ejemplo, el dios Mitra nacerá el solsticio de invierno y son
muchos historiadores e investigadores los que creen que las primeras creencias
cristianas hacían coincidir el nacimiento de Jesucristo con este solsticio, de manera que el
aumento de las horas solares con respecto a las nocturnas a partir de ese día, se interpretaría como el triunfo del nuevo dios cristiano sobre las
deidades paganas de la antigüedad. De hecho, el día más largo del año -el
solsticio de verano- correspondería al nacimiento de Juan Bautista (la
noche de San Juan), que no sólo precedió a Jesucristo, sino que
llegó a bautizarle. Edificios como la Sinagoga del Agua (en Úbeda,
Andalucía), celebraban ambos momentos de un modo especial.
También el capitel que representa el
rostro del rey de Aragón en la iglesia románica de Agüero (iglesia de
Santiago) es iluminado por el primer rayo diurno en el solsticio de invierno.
Por su parte, en la iglesia zamorana
de Santa Marta de Tera (Castilla y León), románica de origen posiblemente
visigodo, durante los dos equinoccios del año (el de primavera el 21 de marzo,
y el de otoño el 23 de septiembre) el primer rayo de luz solar incide sobre un
capitel que representa a dos ángeles sosteniendo una mandorla en cuyo centro
está la Virgen (imagen siguiente), pasando después a iluminar
otro capitel con similar representación, aunque en esta ocasión es santa Marta ascendiendo a los cielos.
Este saber marchará con los
españoles al Nuevo Mundo, de manera que en sus nuevas construcciones en esas
lejanas tierras también decidieron reproducir este fenómeno. De acuerdo con
las investigaciones del periodista Rubén G. Mendoza, 14 de las 21 misiones españolas californianas
presentan estos fenómenos (aquí). Es el caso, por ejemplo, de la Vieja Misión de San
Juan Bautista, en California, donde en el solsticio el primer rayo solar de
invierno incide en el sagrario del altar mayor, ante el goce de los fieles allí
reunidos. Lo mismo sucede en la Capilla del Presidio Real Español de Santa
Bárbara, en California, ambas en la imagen a continuación.
Pues bien, este año, una vez más, la luz ha ganado su batalla a las sombras. Disfrutemos pues, agradecidos del espectáculo, y asumamos la responsabilidad de disfrutar la luz y expandirla lo mejor que podamos, por humanidad y tributo a los que se fueron, al menos hasta el solsticio de verano, cuando las fuerzas oscuras de nuevo tratarán de ganar su pulso a la luz. ¿Lo lograrán esta vez?.
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