La
Inquisición Española ha sido posiblemente el arma arrojadiza más usada por los
anglófilos contra todo lo relacionado con España y el Imperio Español. Aún
recuerdo con repugnancia -por la manipulación histórica que conlleva, en pleno siglo XXI- cómo en Malta los edificios y palacios más bellos y
sólidos, de obra española, han sido atribuidos a Inglaterra e incluso se ha
colgado un enorme cuadro de la reina Isabel II en el bello salón del palacio
del Maestre (español) de la Orden de Malta, que con desprecio es conocido como “la
casa de la Inquisición” aunque nada haya que respalde tal acusación. Y es que
de nuevo pecamos de ingenuos cuando el monarca español regaló la isla a la
orden de Malta, a cambio de un simbólico halcón al año, “el halcón maltés”
inmortalizado por Humphrey Bogart en la película homónima (1941). Durante la
Segunda Guerra Mundial, los británicos montaron bases militares en Malta, por
lo que los malteses perdieron pronto su autonomía y libertad y pasaron a
depender del mensaje y de las ordenanzas británicas. Los sucesivos bombardeos
italogermanos contra esta isla “británica” ayudaron a que el pueblo maltés
olvidara su autonomía e independencia, transformándose en un buen portavoz y
alumno de las paranoias y de la eterna manía
unilateral de los británicos contra los españoles, vertiendo todo tipo de
calumnias contra el Imperio Español. Posiblemente si le hubiéramos dado a esa
isla otro trato más inglés, sin llegar al extremo de regalarles mantas
infestadas de gripe y viruela, tal vez nos hubieran respetado más (a los hechos
me remito).
Dado que son varios los lectores que me han pedido algo de música, dejo para esta entrada la versión que el grupo Enigma hizo del canto con el que la Inquisición Romana acompañaba sus ajusticiamientos (de hecho en la película "El nombre de la rosa" sale la versión sin el acompañamiento electrónico):
Auto de Fe de la
Inquisición, obra de Francisco Ricci, 1683.
Decir “Inquisición Española” es
hablar de terror, opresión, hogueras con gente ardiendo viva y así,
cometiéndose las mayores masacres de la humanidad. Hasta aquí la bella estampa
que nos ha labrado el mundo anglosajón y aliados. Ahora acudamos a los datos
fidedignos.
Si atendemos a “Santa Inquisición” encontraremos cuatro: la española, la portuguesa, la romana y la medieval. Mientras que la primera se fundó por petición de los Reyes Católicos al santo Papa, en 1478, la portuguesa se constituiría años más tarde siguiendo los pasos de Castilla y Aragón. Mientras que la española actuaba en los territorios comprendidos entre América (corona de Castilla) y parte de Italia (corona de Aragón), pasando por casi toda la España actual; la portuguesa tenía como ámbito de actuación el país vecino y sus territorios. Por su parte, la romana era “El Santo Oficio” principal y sus muertes se contaban por miles al constituir diversas cruzadas en territorio de Jerusalén y Constantinopla (Turquía) primero, y luego en territorio europeo (cruzada contra el infiel sarraceno en la Península Ibérica y cruzada contra los albigenses en suelo francés). Además, estaba la Inquisición medieval que para muchos investigadores como Juan Antonio Cebrián, supone la persecución y condena que distintos curas y obispos, a nivel local, ejercían por toda Europa. De ésta saldría la “Inquisición Inglesa” que aunque nunca se haya designado como tal, supuso la iglesia anglicana contra los católicos (precisamente las masacres cometidas en Irlanda y Escocia fueron lo que llevó al Papa a presionar a Felipe II para que eliminara a la sádica reina Isabel I, con numerosas muertes en su haber, incluyendo a los propios marinos que lucharon contra la Armada Invencible y a los que abandonó, dejándoles morir de miseria o condenándolos a una agónica muerte. Por Decreto Real, si hablaban de las bajas causadas por los españoles (como señalo en mi libro “La Armada Invencible. La Leyenda Negra”) y a los radicales curas católicos que en suelo germano “limpió de brujas” el territorio, con numerosas condenas a muerte.
Si atendemos a “Santa Inquisición” encontraremos cuatro: la española, la portuguesa, la romana y la medieval. Mientras que la primera se fundó por petición de los Reyes Católicos al santo Papa, en 1478, la portuguesa se constituiría años más tarde siguiendo los pasos de Castilla y Aragón. Mientras que la española actuaba en los territorios comprendidos entre América (corona de Castilla) y parte de Italia (corona de Aragón), pasando por casi toda la España actual; la portuguesa tenía como ámbito de actuación el país vecino y sus territorios. Por su parte, la romana era “El Santo Oficio” principal y sus muertes se contaban por miles al constituir diversas cruzadas en territorio de Jerusalén y Constantinopla (Turquía) primero, y luego en territorio europeo (cruzada contra el infiel sarraceno en la Península Ibérica y cruzada contra los albigenses en suelo francés). Además, estaba la Inquisición medieval que para muchos investigadores como Juan Antonio Cebrián, supone la persecución y condena que distintos curas y obispos, a nivel local, ejercían por toda Europa. De ésta saldría la “Inquisición Inglesa” que aunque nunca se haya designado como tal, supuso la iglesia anglicana contra los católicos (precisamente las masacres cometidas en Irlanda y Escocia fueron lo que llevó al Papa a presionar a Felipe II para que eliminara a la sádica reina Isabel I, con numerosas muertes en su haber, incluyendo a los propios marinos que lucharon contra la Armada Invencible y a los que abandonó, dejándoles morir de miseria o condenándolos a una agónica muerte. Por Decreto Real, si hablaban de las bajas causadas por los españoles (como señalo en mi libro “La Armada Invencible. La Leyenda Negra”) y a los radicales curas católicos que en suelo germano “limpió de brujas” el territorio, con numerosas condenas a muerte.
Los
dibujos de autores anónimos o no, dando rienda suelta a sus fantasías más
sádicas atribuyéndolo a acciones de la Inquisición Española fueron algo
habitual en América y Europa.
Centrándonos en el Imperio Español,
Inglaterra, la eterna competidora, siempre tuvo la habilidad para verter todo
tipo de calumnias contra España, de la mano de españoles renegados. Un buen ejemplo
lo constituye Antonio Pérez y otros, tal vez menos conocidos, son Serafín
Olave y Díez (“Horrores y vergüenzas de
la intolerancia religiosa, ¡Barbarie!”) y el historiador eclesiástico Juan
Antonio Llorente. Este último, en su condición de exsecretario del Santo Oficio de Madrid,
escribiría su obra “Historia crítica de
la Inquisición Española”, que cual De las Casas en América, logró que su
escrito se tomara por lo más parecido a la verdad absoluta en materia del
Imperio Español. Afortunadamente, la verdad siempre acaba saliendo a la luz,
por muy lento que sea el proceso y en ambos casos, tanto De las Casas como
Llorente han terminado quedando por auténticos embusteros manipuladores.
Así, mientras que Llorente atribuía
a la Inquisición Española la descomunal cifra de 49.571 víctimas quemadas vivas
en la hoguera (17.659 de ellas quemadas en efigie, es decir, al no poder dar
con ellas se les hacía un muñeco simbólico representándolas), junto con 291.021
condenas con graves penitencias públicas para los 339 años de existencia de la
Inquisición Española -sin contar las condenas realizadas en los barcos de la
inmensa flota española, en México, Lima (Perú), Cartagena de Indias (Colombia)
o islas mediterráneas españolas tales como Cerdeña, Sicilia y Malta, además de
Orán (Argelia)-. Todo ello llevaba a Llorente a concluir que el 9,2% de los
querellados por la Inquisición Española habían terminado siendo “asesinados”
por ella. De hecho, sostenía Llorente, tan sólo durante el reinado de Felipe V
murieron en la hoguera 1.600 mujeres condenadas por brujería. Éstos y otros
datos erróneos serán el núcleo de libros que crearon la Leyenda negra española
como las diversas “Historias de España” del s. XVIII obras de Dorlians (1734),
Marsolliez (1739), Robertson, o Duchesne, entre otros.
Hubo de transcurrir más años de los
deseados para que dos investigadores, Gustav Henningsen y Jaime Contreras, en
la década de 1980, decidieran investigar –archivos en mano- qué había de cierto
en esas aseveraciones. Lograron recopilar datos de 44.674 juicios de la
Inquisición Española comprendidos entre los años 1540 y 1700, encontrando que
únicamente murieron en la hoguera 1.346 víctimas, lo que constituía el 1,8 % y
no un 9,2 %. En otras palabras, que para un territorio comprendido entre América,
la Península Ibérica y parte de Europa incluyendo islas mediterráneas, algo
menos de nueve personas eran condenadas a muerte al año (ya fuera en la
hoguera, en la horca o de otra manera). Con todo, de ellos el 1,7 % moría
simbólicamente (un muñeco o efigie en su lugar) al no poder dar con la persona condenada.
No serán los únicos estudiosos que
saquen a la luz esta revolucionaria y relevante verdad, puesto que otro
académico (el profesor Bartolomé Escandell) hará lo propio con las causas
inquisitoriales de las que queda constancia entre 1478 y 1834. A pesar de aumentar el periodo de tiempo
analizado, los datos evidenciaban que únicamente 1,2 % de los investigados
fueron condenados a muerte, una cifra aún inferior que la dada independientemente
por Henningsen y Contreras, al ampliar el margen de tiempo analizado. Por su
parte, Joseph Pérez estudiará las 125.000 causas realizadas por la Inquisición
Española en sus 350 años de andadura encontrando que el 27% fueron condenas por
blasfemias o palabras “feas”, el 24% correspondió a la práctica de mahometismo,
un 10% por judaízmo (falsos conversos),
8% por luteranismo, otro porcentaje similar por brujería y
supersticiones variopintas y el resto por incitar a sacerdotes, sodomía o
bigamias sufriendo en casi todos ellos penitencias públicas variadas pero no
penas de muerte.
En Latinoamérica no
tardó en aparecer y difundirse una terrible Leyenda Negra española haciendo a
los conquistadores y misioneros, autores de las atrocidades más horrendas,
olvidando dibujar las múltiples bodas, escuelas, medicinas, y demás acciones
positivas que llevaron a cabo y que aún perduran. ¿Realmente se cree que si
tanto despreciaban a los nativos, darían a sus perros de comer niños indígenas,
como se muestra a la derecha?. Recordemos que tal era el amor que muchos de
estos exploradores tenían a sus caballos y perros que los mimaban más que a sí
mismos. Es el caso de Ponce de León, con su célebre mastín “Becerrillo” que le
acompañó en todas sus exploraciones.
Añadiremos las investigaciones de un
quinto autor, el protestante alemán Ernst Hermann Johan Schäfer que tras
analizar los documentos inquisitoriales españoles de 300 años (entre 1520 y
1820) únicamente encontrará la condena a muerte de 220 juzgados, de los que
únicamente 12 morirían quemados.
El hispanista también británico Henry
Kamen se centró en los “turbios años”
del Descubrimiento encontrando que desde la fundación de la Inquisición
Española y hasta 1530, únicamente 2.000 personas habían sido condenadas a
muerte, frente al magnicidio que les acusaron autores franceses e ingleses.
Si hablamos de brujas, de los
125.000 juicios celebrados a personas acusadas de brujería por la Inquisición
Española a lo largo de su existencia, únicamente se condenaría a muerte a 59 de
ellas y repetimos, para todo el vasto territorio del Imperio Español. Para
Wolfgang Behringer, de las cerca de 60.000 víctimas ajusticiadas por brujería
en toda Europa, 500 se limitaría a España, Portugal e Italia, frente a las
4.000 de Francia y las 25.000 de Alemania. Una cifra similar (de 25.000
condenas a muertes) las dará Henningsen para Noruega, 10.000 para Lituania y
4.000 para Polonia.
Y es que, como nunca me cansaré de
repetir, el Imperio Español fue tan longevo y extenso que se convirtió en el enemigo a abatir
de todos los reyezuelos y señores feudales que pretendían enriquecerse a costa
de robar migajas a dicho imperio. Así, en el siglo XVI escribiría el embajador
florentino F. Guicciardini, de la corte española:
<<No son aficionados a las letras, y no se encuentran
ni entre los nobles ni en las demás clases conocimiento alguno, o muy escasos,
y son pocas las personas que saben la lengua latina. En la apariencia y en la
demostración exterior muy religiosos, pero no en realidad; son muy pródigos en
ceremonias y las hacen con mucha reverencia, con mucha humildad en sus palabras
y cumplimientos y besándose las manos, todos son señores suyos, todos pueden
mandarles, pero son de índole antigua y hay de fiar poco en sus ofertas.>>
(tomado del artículo científico de Consuelo Maqueda Abreu, “Extranjeros, Leyenda Negra e Inquisición”).
Bellos monumentos y
construcciones del periodo colonial español son habituales en el continente
americano, resistiendo a terremotos, guerras y revoluciones.
Entre estas personas poco dadas a las
letras se encontrarán grandes militares que no sólo realizarán grandes gestas,
sino que escribirán grandes obras que han pasado a ocupar lugares relevantes
entre la literatura española universal, cartografiarán y explorarán medio mundo
todavía desconocido y catalogarán, nombrarán en latín y describirán
innumerables vegetales y animales, además de obtener de ellos sus usos
medicinales o de diseñar ciudades tan magistralmente organizadas como Antigua, en
Guatemala, e incluso –como ya se ha visto en varias ocasiones- en inferioridad
numérica y sometidos a una terrible presión por los sanguinarios y despiadados
guerreros jaguar azteca, serán capaces de predecir eclipses usándolos en
provecho propio, como hizo Hernán Cortés y Cristóbal Colón, construir fortificaciones que
perviven hasta hoy y flotas capaces de retar a las corrientes marinas y
tormentas más adversas. Si esa es la incultura que predicó este florentino de
poca monta…¡¡yo quiero un poco!!. Y es
que recordemos que en la España de entonces se daba una corriente cultural
impresionante, de la mano de las juderías y de la culta Al-Andalus, que nunca
más volvería a igualarse en otro momento histórico. Todo este sincretismo produjo un
Imperio Español que llegó a gobernar tierras y mares durante numerosos lustros,
mal que a muchos le pese y por amplios deseos que se tengan de manipular la
verdad.
El protestante holandés Guillermo de
Orange escribió numerosos documentos contra la Inquisición Española, acusándole
de derramar ríos de sangre de protestantes europeos cuando las cifras reales
hablan de 2.700 protestantes perseguidos por la Inquisición (que no condenados
a muerte, siendo en su mayoría franceses, flamencos británicos y alemanes) para
el intervalo temporal 1517-1648. Esta cifra resulta insignificante si la comparamos
con verdaderas guerras civiles llevadas a cabo en Reino Unido contra los
católicos o en suelo francés (César Cervera recuerda que tan sólo en la “noche
de San Bartolomé” de Francia, en 1572, las tropas reales mataron a 3.000
protestantes en París).
“Águila Roja” ha sido
la serie más nefasta que he visto, contribuyendo a mantener todas las falacias
que se han vertido contra España mostrando a la Inquisición Española torturando
y asesinando sin ética ninguna, con un pueblo harapiento, con elevadas tasas de
mortandad por el capricho de cualquier noble y cardenal, con juicios públicos
por doquier y donde la mentira y la traición son moneda común. Habría que
felicitar a sus creadores porque ni el peor enemigo habría hecho tanto por la
pervivencia de la Leyenda Negra del Imperio Español.
Finalmente, una falacia que hasta las
series españolas actuales como “Águila Roja” o “El Ministerio del Tiempo” se
han encargado de difundir es la relativa a estos autos de fe o ejecuciones
públicas como celebración multitudinaria en las que acudía el pueblo,
visitantes, autoridades y hasta el monarca, todo ello es falso puesto que los
miembros de la iglesia no les estaba permitido derramar sangre humana y los
reyes y autoridades no se dejaban ver en reuniones tan multitudinarias
difíciles de controlar desde el punto de vista de su seguridad. Las veces en
que estaban presentes eran a puerta cerrada, en los Juzgados. Una vez eran
condenados a muerte los reos, o a otros castigos públicos éstos se llevaban a cabo
por los carceleros, verdugos y jueces. Así, en los 350 años de vida de la
Inquisición Española en el amplio territorio español desde parte de
Norteamérica, Centroamérica y Sudamérica hasta Filipinas, únicamente se dio
muerte a unos 8.000 juzgados, 5.000 de acuerdo con el hispanista británico
Geoffrey Parker. De hecho es un elemento común en la
mayoría de los pueblos sorianos –y por extrapolación, de otros pueblos
españoles- el rollo, un monolito de piedra con grilletes desde donde se soltaba
a los reos que debían cruzar el pueblo y llegar hasta el suelo sagrado de la
iglesia para ser perdonada su pena, soportando en el trayecto los abucheos,
golpes, insultos, etc del pueblo llano. Esta era la condena inquisitorial más
popular, con la humillación pública y consiguiente entretenimiento popular que
suponía.
Hasta aquí los datos objetivos. Mi propósito está cumplido y los datos expuestos ya no sólo por mi, sino por obra de otros autores e investigadores. Ahora juzgue cada uno qué hay de cierto en las acusaciones, tantos siglos repetida.
Espeja de San Marcelino
(Soria), con el rollo ubicado frente al Ayuntamiento, a escasos metros de la
Iglesia de la Asunción. En la imagen central, rollo de Morón de Almazán (Soria).
A la derecha, la picota de Rello (Soria) merecedora de los versos populares de
la cancioncilla-trabalenguas medieval: “En Rello hay un rollo
de hierro/ de yerro es el rollo de Rello/ el rollo de Rello es de hierro”.
Hasta aquí los datos objetivos. Mi propósito está cumplido y los datos expuestos ya no sólo por mi, sino por obra de otros autores e investigadores. Ahora juzgue cada uno qué hay de cierto en las acusaciones, tantos siglos repetida.
Me gustó su artículo, claro y conciso. Lo comparto. Ya era hora de que se intentara desmontar esa otra leyenda negra española.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sr. Candau, sería un detalle que incluso nuestras propias series más o menos históricas hicieran un esfuerzo por documentarse en lugar de dar alas a la Leyenda Negra, ¡hay tantos frentes abiertos!. Hace poco una mujer me preguntaba sobre si la gripe surgió en España por llamarse "gripe española" a la que es considerada la mayor pandemia de la historia (matando a más de 20 millones de personas en todo el mundo, en 1918). A ese punto llegamos. Pues no, precisamente se llamó así porque fue en nuestro país donde -tras originarse según algunos a partir de unos soldados norteamericanos, extendiéndose como la pólvora-, la prensa se hizo eco de la devastación y como en otros países se ocultaban las víctimas, quedó como esta gripe hubiese sido especialmente devastadora en nuestro país y no así en otros. En fin, que no sólo éramos unos asesinos despiadados con ganas de ir quemando gente por doquier, sino que además inventamos la gripe para matar a medio mundo,...unas joyitas, vamos. Pero como digo, ojalá en plena era de internet esta leyenda negra tenga ya sus días contados y se den las medallas justas a quienes se las hayan ganado (y en asunto de Inquisición, no fue la española la más dañina, ahí están los datos claros). Saludos.
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