Mis lectores ya sabrán que entre mis
temas preferidos está Tartessos y todas las incógnitas que lo envuelven, sin
mencionar las “investigaciones” (por decir algo) de nuestros académicos sobre
dicha cultura y que más que desenterrarla contribuyen a enterrarla o a esquivar
sus enigmas por la vía más fácil (es una cultura reducible a una mala imitación
de los aportes fenicios llegados al Mediterráneo occidental y poco más que
decir, como ya se vio aquí). Pues bien, como a diferencia de ellos opino que hay miles de páginas que
decir, hoy voy a centrarme en un aspecto del folclore, pues ya he aludido a la
mitología (aquí, aquí, aquí y aquí), al famoso oricalco (aquí), a posibles rutas comerciales (aquí y aquí, aquí )
y a otros vestigios (aquí), por no hablar de mi libro, “Tartessos, 12.000 años de historia” en
el que, evidencias en mano, doy una interpretación de esta cultura muy alejada
de la de nuestros académicos, pero respaldada por publicaciones científicas,
investigaciones de grandes historiadores y arqueólogos, así como de escritos de
historiadores de la antigüedad. Pero centrémonos en un aspecto del folclore
tartesio: sus bailes.
Como en otras entradas, me tomaré la
libertad de sugerir una música de fondo para acompañar la lectura, de mano de Navajita Plateá y Alba Molina:
Algo que llama la atención de muchos
extranjeros es el acento andaluz. Como decía un buen amigo mio, “lo llaman acento porque al ser tan similar
al castellano, no lo consideran otro idioma como el catalán o el gallego,
aunque lo es”. Y ciertamente, cuando uno se dedica a hablar con gente
popular, del pueblo llano, se percata de giros que usan palabras propias tales
como “pan manio”, “tienda de desavíos”, “candela”, “tejeringos” y otros
vocablos que con frecuencia preciso de aclaración, al no poder deducir su
significado por el contexto. Muchos de estos términos proceden del árabe, pero
esa manera de hablar tan peculiar ya era una evidencia para los primeros
contactos con el Imperio Romano, varios siglos antes del cambio de era. Cuando
se impuso el latín, tras la dura y sangrienta conquista romana, y varios
andaluces llegaron a ser Emperadores del mismísimo Imperio Romano (y por
cierto, no lo hicieron nada mal, de acuerdo con muchos historiadores), este
peculiar modo de expresarse volvió a ser una seña de identidad, como ya vimos
aquí con la mofa que suscitaba en el Senado Romano la manera de hablar del emperador
Adriano, que evitaba por todos los medios habitar en la urbe por no oír esas
bromas.
Por tanto, parece ser que ya la
manera de expresarse y pronunciar de los habitantes de la Baetica era algo
peculiar. Lo más sorprendente es que también sus bailes llamaron poderosamente
la atención de Roma. Y es que para los investigadores el cante jondo o flamenco
más básico (desde 2010, el flamenco es Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad) se iniciaría hará dos mil años en algún lugar indeterminado entre
Morón de la Frontera (Sevilla), Ronda (Málaga) y Jerez (Cádiz), si bien para
otros lo hará en Granada, en época de la Reconquista o algo antes, debido a la
similitud que algunas modalidades como las saetas tienen con canciones judías
tradicionales y milenarias.
De
hecho, son varios los académicos que ubican al pueblo judío en la Península
ibérica ya desde el siglo II d.C. Y varios historiadores de la música ven
numerosas similitudes entre las peteneras y saetas, con algunos estilos
tradicionales judíos y sefarditas. Rizando aún más el rizo a esta teoría, el
investigador hebreo José Khan llegará a considerar que la expresión “cante
jondo” deriva de las palabras judías “jomb tob” (“buen día”). Particularmente
no acierto a ver la similitud fonética, pero en fin. Y es que yo voy más allá pues si los
sefarditas descienden de los judíos expulsados de España (sí, siguiendo la
costumbre de otros reinos europeos, de hecho de las Islas británicas fueron
expulsados en el siglo XIII, mucho antes que de la Península Ibérica sólo hay
que acudir a las fuentes históricas no manipuladas ni resentidas de la memoria
para según qué detalles), ¿qué fue antes, me pregunto, la gallina o el huevo?.
Es decir, ¿tomaron los judíos estas melodías peninsulares para añadirlas a su
folclore o se las cedieron a los peninsulares?.
Parecido
origen tendría el Fado portugués (recordemos que la mitad inferior de Portugal
fue parte del Imperio de Tartessos), que por su similitud con canciones
populares del Atlas marroquí, son muchos los académicos que le otorgan un
origen de los árabes y judíos de la Reconquista.
Personalmente
aún añadiría la canción tradicional gallega, y como ejemplo dejaremos la
fantástica canción de Carlos Núñez con letra de la poetisa Rosalía de Castro y
voz de Luz Casal:
Y es que lo que más me fascina de
todo esto es que si vamos más allá, y aparte de la similitud sonora analizamos
la localización geográfica de estas melodías, veremos que todas ellas se ajustan
al territorio que en su día fue tartésico: Galicia y Portugal se localizaban en
las rutas terrestres de minerales y metales, Andalucía era territorio tartesio
y La Unión -en Murcia, donde actualmente se realiza una de las citas obligadas
del flamenco actual en su Festival Internacional del Cante de las Minas- también
se encontraba en territorio tartesio pues son varios los cronistas de la
antigüedad que no dudaron en ubicar la frontera de este imperio en la
desembocadura del río Segura, si no más arriba.
El principal problema para muchos
historiadores es que en la actualidad el flamenco está casi exclusivamente en
manos de la etnia gitana, así que son varios los que consideran que este tipo
de canciones (de entender la vida, me atrevería a decir) forzosamente tuvo que
originarse tras la llegada de los Gitanos, procedentes del Indostán, a la
Península Ibérica en el siglo XV. Con todo, veo un pequeño fallo en semejante cadena
deductiva y es el saltarse escritos del primer siglo de nuestra era que ya
mencionaban estos curiosos bailes en el sur de Andalucía. Por eso otros
investigadores (incluyendo a Severo Boecio, ya en el siglo VI d.C.) creen estar
ante bailes plenamente neolíticos ya que los movimientos de las manos y las posturas
de los “bailaores” no harían sino imitar los movimientos de muchos animales en
sus cortejos de apareamiento (mariposas, aves e incluso ciervos).
Fueron numerosos los aristócratas
romanos que no dudaban en pagar grandes sumas de dinero para poder gozar de
bailarinas y cantantes de Cádiz en sus fiestas orgiásticas donde estas exóticas
danzarinas eran vistas con tal agrado que el romano Valerio Marcial llegará a
escribir: “las chicas llegadas de la
impúdica Gades (Cádiz) moverán
delante de tus ojos, con interminable exceso de amor, sus muslos lascivos
hábilmente contorsionados” y finalmente en el Concilio de Toledo de 587
d.C. se les prohibirá a los andaluces cantar y bailar de esta forma tan
peculiar.
Es
aquí donde yo veo el quid de la cuestión: a partir de este momento el flamenco
y el cante jondo pasarán a ser clandestinos, reservados a los barrios más
humildes y alejados de los agentes del orden que hacían cumplir las normas. El
flamenco y todo lo conlleva caerá en desgracia siendo asociado con lo más
clandestino y renegado de la sociedad. Seguirá su evolución soterradamente y
precisamente será a este nivel poblacional al que pasarán a engrosar los recién
llegados inmigrantes de etnia gitana asimilando ese estilo de vida, folclore,
cante, etc. De esta forma, mientras el resto del pueblo llano con los siglos
fue avergonzándose de todo lo que pudiera suponer un estigma, los gitanos
continuaron con este rico y milenario bagaje cultural, alimentándolo y
haciéndolo propio. De ahí que pasara a constituir algo propio de ellos, ese
llamado “duende” que siempre acababa aflorándoles, hicieran lo que hiciesen. He escogido a “La Faraona”, Lola Flores, pues para mi es un claro
ejemplo del “duende” flamenco (¿habrá una manera más dulce, frágil y a la
vez llena de fortaleza, de cantar la siguiente canción?):
Y para redondear todos
los elementos asociados (mantilla, abanico y gestos más que andaluces), la
Zarzamora (conviene dejar claro que ambas canciones cantadas por Lola Flores
son Coplas, no cante jondo, pero las he querido compartir por mostrar el “duende” tan característico de los "cantaores" y "bailaores" flamencos):
Para finalizar esta entrada, me
tomaré la licencia de sugerir una actividad tan grata como contribuyente a
cuidar el entorno del Parque Nacional de Doñana (por cuyos parajes Adolf
Schulten buscó los restos de Tartessos). Se trata de paseos a caballo, al
atardecer o por la noche, para gozar de bellas vistas del Parque, a la vez que
nos van contando curiosidades de la fauna, flora y de algunas costumbres que
los habitantes del entorno tenían para vivir el medio, como recoger resina para
hacer pegamentos y también incienso. Fue una experiencia muy grata que
recomiendo a todos. Además tengo en “tareas pendientes” para otra escapada a
tierras andaluzas la de asistir una noche de luna llena al parque de los lobos
ubicado cerca del Torcal de Antequera, en Málaga, donde hacen excursiones para
oír aullar a los lobos a la vez que te explican curiosidades sobre estos
animales que tanto me fascinan.
Arriba, la autora
(V.A.) a caballo, por tierras de Doñana, en lo alto de un acantilado desde el que se divisaba a la izquierda una preciosa playa de arenas doradas. A la derecha, detalle de uno de los
lobos del Lobo Park de Málaga. Abajo, mapa señalando la posible ubicación de la
capital tartesia, así como su territorio de influencia mediante líneas discontinuas.
Gracias, Valeria, por el rato tan sentido que me ha hecho pasar. los datos y reflexiones que proporciona son muy interesantes y novedosas y la selección de música no ha podido ser más exquisita. Lo dicho, una delicia
ResponderEliminarUn trabajo muy interesante y con canciones muy buenas. Nos acercaremos a ver el paraje de Doña Ana desde Cádiz. Saludos
ResponderEliminarGracias por sus palabras, Sr. Rodri. Si me permite el atrevimiento, permítame recomendarle pasarse por El Puerto de Santa María. En la plaza donde hay una estatua de Isaac Peral presten atención a las esquinas de las calles que allí confluyen, encontrarán una placa donde en su día D. Blas de Lezo tuvo su hogar (hay una estatua de D. Blas en el paseo marítimo de Cádiz). El museo municipal es igualmente interesante. Y si les gusta la prehistoria, no estaría de más una escapada al Museo de Benalup. El personal es un encanto y encontrarán información sobre el dolmen de Alberite, del V milenio a.C., uno de los más antiguos de Occidente y del mundo. Saludos.
EliminarGracias por su comentario, Sra. Hernández, celebro que le haya agradado la selección de música y de información. Lo cierto es que no me deja de fastidiar la facilidad que poseen nuestros académicos para ignorar citas clásicas sobre algún aspecto de nuestra protohistoria que le aporta gran valor. Siento regresar nuevamente a mirar hacia Reino Unido, pero esta vez no es para criticar sino para admirar lo mucho que valoran su historia. Tomemos el ejemplo de Stonehenge, el famoso círculo de piedra construido (con datación absoluta) en el 2400 a.C., lo que le convierte en uno de los megalitos más modernos de Occidente. En la Península más de 5 ejemplos sobrepasan el 5.000 a.C. pero, ¿cómo reaccionan ambos países?. En G.B., las crónicas más antiguas escritas que poseen atribuyen la construcción de Stonehenge a los celtas, durante sus batallas con las tribus sajonas que los invadieron allá por el siglo V d.C., pero ellos en cambio las ignoraron desde un principio haciendo de su megalito no sólo un perfecto calendario astronómico y qué se yo qué más interpretaciones maravillosas, por supuestísimo retrasando su construcción al 5.000 a.C. sino más allá. En España, con Estrabón (s. I d.C.)hablando de los turdetanos con versos (poesía) y textos legales de más de seis mil años de antigüedad (¡no sólo se construían megalitos en el 5.000 a.C., es que ya había tal grado de escritura que incluso había textos legales y con rimas!) relegan el texto de Estrabón a mera exageración y ¿las numerosas menciones al curioso baile y forma de hablar de los béticos? mejor ignorarlo, digamos que el flamenco se debe a influencias judías y árabes allá por el siglo XI o XII y todo arreglado, he ahí un nuevo "efecto Mogambo". Pero la verdad es que si ni nosotros mismos respetamos y valoramos nuestra historia, mal futuro nos veo. Así andamos, con nuestra "historia" variando según el libro de texto que tomemos (según en qué comunidad autónoma se haya impreso). Como decían en un capítulo del "precio de la historia", más tonto y no nace...pues eso, más tontos y no nacemos porque la verdad es que no acierto a entender la razón de ese desprecio y de esa manía de tergiversar nuestro pasado histórico yendo incluso contra las crónicas antiguas. ¿Qué se me escapa?. Un saludo.
ResponderEliminar¡Qué interesante! Yo pensaba que el flamenco venía de los moros y que los gitanos eran descendientes de moros también. Es que cuando se habla de España y su cultura siempre lo hacen desde los romanos en adelante, como si no hubiera tenido una historia anterior. Me gustó. Gracias Valera. Hay que educar a las nuevas generaciones.
ResponderEliminarGracias por su comentario, Sra. Sepúlveda. Son muchos los que opinan como usted hacía pues como acertadamente apunta, se tiende a ignorar que antes de la llegada de los romanos a la Península Ibérica existían pueblos sumamente desarrollados. De hecho, no logro entender el motivo por el que siempre se deje de lado los varios comentarios que los primeros cronistas griegos y romanos, al llegar a suelo peninsular, anotaron sobre la presencia aquí de diversas lenguas, ciudades y terrenos perfectamente urbanizados -con vias de comunicaciones establecidas, cultivos, templos, vías comerciales marítimas, etc- e incluso una escritura, poesía (denotando un desarrollo literario que lleva sus años y siglos), mitología propia, armas y vestimentas peculiares ... e incluso danzas y canciones. Y regresando al tema que nos atañe del flamenco, por eso quise mostrar cómo ese sustrato común aflora (son estilos muy parecidos los fados, flamenco y canciones tradicionales de diversas regiones españolas) en lugares en los que árabes y gitanos no se arraigaron lo suficiente como para dejar en el pueblo esa huella tan marcada. Por fuerza debió de venir de más lejos, de mucho antes de la llegada de esas culturas posteriores. Y las crónicas lo confirman. Creo que ya va siendo hora de no avergonzarnos por considerar que nuestras raíces son más profundas de lo que se sostiene (ojalá se logre ya romper esa tendencia tan española de hacer cierta esa sentencia de "la sabiduría me persigue, pero yo soy más rápido/a"). Un saludo.
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