La semana pasada me escapé tres
días contados a tierras cántabras (mi abuelo era de Bárcena de Pie de Concha), a
descansar un poco con lo que me gusta: fresquito, montañas, románico,
tradiciones ancestrales y pueblos más o menos olvidados (si es que en pleno
agosto en España se puede encontrar alguna población con pocos visitantes y
turistas).
Como
de iglesias románicas ya hablé en profundidad en esta entrada de Veruela,
sobre tradiciones ancestrales ya desarrollamos el tema del Rey Sagrado aquí y de curiosas leyendas, recopilé las más curiosas, analizándolas, aquí;
hoy voy a hablar de un asunto del que sorprendentemente se sabe poco y es del
gran yacimiento de petróleo que existe en España, concretamente en tierras
burgalesas (el único en suelo peninsular, no en el mar), y con cuyo museo me topé en mi regreso hacia Soria, vía el Puerto
del Escudo.
Ubicación de Sargentes de la Lora, localidad en la que se ubica el Museo del Petróleo.
Aunque
a muchos les resulte toda una sorpresa, el 6 de junio de 1968, un gran caño de
oro negro hacía su aparición a gran altura, un cuarto de hora antes de
mediodía, en tierras de la localidad de Valdeajos (Burgos). La repercusión fue
tremenda e incluso el NODO hizo un reportaje sobre el asunto (que puede verse
en el Museo del Petróleo, sito en Sargentes de la Lora, patria del padre D.
Andrés Manjón, que cuenta igualmente con un museo sobre su persona y labor), no
lejos del Puerto del Escudo. La población, posiblemente fundada en el siglo
XII, posee gran riqueza en dólmenes a su alrededor, pues se localiza en un páramo
limitado por afilados cañones fluviales que me recuerda bastante al paraje de
Gorafe (Granada), del que hablaremos en otra entrada y que también es rico en
monumentos megalíticos.
Imagen del momento en que por primera vez brotó el petróleo en España,
junto con el horario del Museo del Petróleo (recomiendo su visita), que lleva
por logo un “caballito” de los empleados en la explotación. Maqueta 3D mostrando
en corte el nivel de hidrocarburos de Burgos. Recuérdese que si se pica sobre las imágenes, se verán mayores en tamaño.
Regresando
al yacimiento petrolífero burgalés, los dueños del bar la gasolinera situado justamente frente al museo nos dieron una
amplia visión del asunto, ayudados por los puntuales comentarios de un ex-obrero
de la localidad que trabajó en la explotación petrolífera. Como es de suponer,
la España franquista andaba muy atrasada en lo relativo a la extracción,
refinado (fuel) y tratamiento de los hidrocarburos (generando sus miles de
derivados), así que no tardaron en desfilar por la zona distintas compañías
especializadas en ello tales como CHEVRON, TEXACO, REPSOL, por citar algunas, e
incluso llegó a constituirse una empresa hispano-norteamericana denominada Amospain-Campsa
que también estuvo operando en el lugar y realizando gran parte de las
prospecciones de petróleo, dirigida por el ingeniero inglés al que llamaban respetuosamente “mister
Godfrey”.
Se
realizaron numerosas prospecciones y se instalaron diversos “caballitos” comprados a la extinta URSS,
como se denominan a los célebres mecanismos de bombeo y extracción de
hidrocarburos inmortalizados en películas norteamericanas como “Gigante” o “Texas”,
por ejemplo. De esta manera, todo el amplio yacimiento pasó a conocerse bajo la
denominación “Campo de Ayoluengo”, y sus distintos pozos petrolíferos, "Ayo 1",
"Ayo 2", …. Actualmente y, tras 50 años de explotación durante los cuales se
considera que se ha extraído únicamente un 18 % del petróleo almacenado bajo
tierra, se está evaluando la continuidad o el cierre debido a que las
peculiaridades del yacimiento hacen muy costosa su extracción y ninguna empresa
quiere hacer la millonaria inversión que requeriría obtener los hidrocarburos
mientras los plazos de concesiones sean relativamente cortos como han venido
siendo, puesto que podría dar pie a que una empresa invirtiera en tecnología y
personal altamente cualificado para obtener el petróleo de Burgos y al expirar
el plazo de explotación concedido, fuera otra empresa la que se beneficiara de
esta inversión ajena.
¿Cómo se forma el petróleo?: por lo general en mares y lagos ricos en
materia orgánica (1). Una vez que las algas y seres vivos mueren, sus restos se
acumulan en el fondo (2). Si se dan condiciones anóxicas en él (ausencia de
oxígeno disponible que pueda oxidar la materia orgánica, favoreciendo su
descomposición, además de permitir la presencia y proliferación de seres vivos
necrófagos en los fondos de estos lagos y mares), la materia orgánica quedará
macerándose, compactándose conforme se vayan acumulando sobre ella diversas
capas de arenas, arcillas y demás sedimentos (3). Este aumento de peso, a lo
largo del transcurso de millones de años, genera en las capas inferiores un
aumento tanto de presión como de temperatura que favorece la formación de hidrocarburos
y gas natural que suele desplazarse hacia zonas de menores presiones, gracias a
los poros de las rocas que los rodean y a las distintas fracturas (4). Cuando
llegan a un nivel rodeado por materiales impermeables –arcillas, generalmente-
el petróleo y el gas natural no puede escapar, quedando allí almacenados, en un
material poroso que en la jerga geológica se llama “roca almacén” y que actúa
como una esponja cuyos poros están llenos de hidrocarburos. Se le denomina
entonces “reservorio” y al conjunto de rocas que lo conforman, “trampa
petrolífera”.
El
problema es que se extrajo casi todo el gas natural existente en el yacimiento,
de manera que resulta más costoso hacer ascender los hidrocarburos en ausencia
de este gas (por diferencia de presiones, elevadísimas en las bolsas de
hidrocarburos almacenadas en el subsuelo, al “pinchar” y abrir una vía de
escape el gas salía a gran presión –como si descorcháramos una botella agitada
de champán- arrastrando consigo el petróleo, más denso. Este gas, además de sus
evidentes utilidades energéticas, era conducido para activar el mecanismo de
los “caballitos”, funcionando a modo de las antiguas fuentes de palanca que
daban agua al bombear la manivela haciendo el vacío y provocando el ascenso del
líquido. De esta forma todo se aprovechaba y el petróleo se obtenía con
relativa facilidad en superficie, a un ritmo tan rentable que en la primera
etapa llegaron a estar en pleno funcionamiento hasta treinta pozos petrolíferos.
Pero al escasear el gas este ascenso del oro negro se complicaba, pues por su
densidad, requería mayores succiones. Tampoco podía inyectarse ningún fluido
que facilitara la operación debido a que los niveles freáticos (en los que se
encuentra el agua mineral que posibilita la vida y riego de todas las
poblaciones de la zona) se sitúan a escasos 100 metros, peligrando así el
abastecimiento de agua potable, pues una mala medida o un posible escape de
fluidos de los niveles de hidrocarburos intoxicarían todo el sistema hídrico
natural de la zona.
Por otro lado, la roca almacén no es continua, sino que se
encuentra afectada –como se observa en la maqueta de la primera imagen de esta
entrada- por diversas fallas o fracturas que han desplazado verticalmente las
capas rocosas, haciendo que deba perforarse a diversas profundidades para
llegar al petróleo. Adicionalmente, se encuentran diversos “lentejones” de
petróleo dispersos por materiales del Jurásico Superior-Cretácico Inferior, con
diversas capacidades. Todo esto encarece la extracción pues requiere mayor
número de perforaciones y construcciones de pozos (y “caballitos”). De esta
manera, y tras haberse extraído más de 19 millones de barriles de crudo, como
digo se está cuestionando seriamente la rentabilidad de la explotación, a pesar
de que las estimaciones más optimistas suponen que bajo tierra aún aguardan más
de 98 millones de barriles de petróleo.
El hecho de que se encontrara petróleo
en la plataforma continental-marina de Tarragona, en los años setenta, complicó
también las cosas pues provocó que las empresas petrolíferas se interesaran por
ver si tal vez el petróleo tarraconense resultaría más rentable que el burgalés.
Periódicos de 2009 mencionaban cómo Repsol había invertido más de 121 millones
de euros en los pozos catalanes, estimando una producción de casi ocho mil
barriles de crudo diario en dos pozos que preveían explotar; en 2017 informaban
que el petróleo español únicamente alcanzaba un 0,2 % del total consumido en el
país, pues los yacimientos tarraconenses –con continuos episodios de escapes de
crudo al mar- no resultaron ser tan fructíferos como se había estimado, ya que
el total de sus pozos activos (Casablanca, Lubina y Montanazo) aportan en sus
mejores momentos los seis mil barriles diarios. Con todo, el considerado mayor complejo
petroquímico del sur de Europa aporta el 50 % de la producción química catalana
y el 25 % de la española, generando unos diez mil puestos de trabajo directos.
A curioso título anecdótico, mencionaré la reapertura de la investigación sobre
la calidad del semen de los lugareños, por parte de la Audiencia de Tarragona
ante la Fiscalía de Medio Ambiente. El director de la planta petroquímica de la
localidad (que además es presidente de la patronal química AEQT) se ha
defendido adjuntando amplia documentación que muestra que los disruptores
endocrinos presenten en los envases de yogur producidos en esta planta y que se
creen causantes de la degeneración de la calidad del esperma, se encuentra
igualmente en fertilizantes usados habitualmente en la zona y en toda España.
De
vuelta a Ayoluengo, la principal salida del petróleo burgalés eran las fábricas
de vidrio cántabras y vascas, pero debido a la presencia de determinados
componentes –como el arsénico- se requería de un tipo de tuberías más caras
para evitar que el crudo burgalés terminara corroyéndolas, otro aspecto más que
encarecía su uso. De esta manera, la empresa Repsol (que obtuvo la concesión de
explotación en 1990) fue cerrando los pozos menos rentables y finalmente en
2002 vendió casi todas las acciones de la concesión de la explotación del Campo
de Ayoluengo a la empresa británica Northern Petroleum (la misma que opera en
el mar del Norte y en los yacimientos escoceses, la que genera el fuel BP, esto
es “British Petroleum” o “petróleo británico”), que rentabilizó su inversión
con un ritmo de extracción de 165 barriles de crudo al día, esperando
incrementarlo al solicitar un aumento (geográfico) en el permiso de explotación.
En la actualidad se extraen cerca de 160 barriles diarios.
La prensa de la época celebró por todo lo alto el hallazgo de petróleo
en territorio español, si bien en opinión de los antiguos trabajadores de los
pueblos de la zona, apenas se generaron puestos de trabajo para ellos y los que
se crearon estaban mal pagados y exentos de seguros de accidentes y otros “detalles”
(que dicho sea de paso, era una práctica habitual en esos tiempos en los que
los trabajadores no estaban tan protegidos como ahora, gracias a la labor de
los sindicatos). A diferencia de las zonas mineras españolas, el hallazgo y
explotación de los hidrocarburos no conllevó un enriquecimiento en los habitantes
de los pueblos afectados.
Agradezco
al personal del Museo del Petróleo y especialmente al Bar la Gasolinera (frente
al museo) la amplia información facilitada sobre este asunto y animo a todos
los curiosos en este asunto a acudir aquí y pasar un momento entretenido de grata
charla con los dueños del bar y lugareños pues merece mucho la pena, no ya por
enterarse de un episodio de nuestra historia contemporánea algo ocultado sino
por la belleza de los alrededores, la visita a las iglesias, pueblos de gran
sabor castellano y visita de monumentos de prácticamente cualquier edad, que se
han preservado hasta ahora (el dolmen de la Cabaña, por ejemplo, ha sido datado
en más de 6.000 años de antigüedad). En otro momento hablaré de otras joyas del
entorno.
Para
finalizar esta entrada debo añadir un triste aporte y es el cierre de la
explotación del Campo de Ayoluengo por parte del Estado, decidiendo no renovar
la concesión de la que disponía la compañía petrolífera que actualmente estaba
funcionando. Todos los datos al respecto pueden obtenerse en la siguiente noticia
de prensa a la que puede acceder picando aquí. Una lástima, si bien como el
Gobierno sostiene, únicamente aportaba un 0,01 % del petróleo consumido en
nuestro país.
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