domingo, 3 de noviembre de 2019

La guerra olvidada de Yemen

     Albert Einstein dijo una vez: “Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. De la primera, no estoy completamente seguro” concretando que “La diferencia entre la estupidez y la genialidad es que la genialidad tiene sus límites.” Opino exactamente igual. No dejo de asombrarme cómo el mundo aplaude y encumbra a una niña, bien adoctrinada, que se dedica a pasearse por él, con todo lujo de ropas, transportes y pernoctaciones gratuitas para ella y a la que se le otorga la facilidad de dar discursos multitudinarios ante presidentes de medio mundo siendo absolutamente grosera con ellos (mejor, más se le aplaude). Da igual que se muestre todo el multimillonario negocio que lleva tras ella (ver aquí) o que haga que cientos de adolescentes criados en el bienestar del primer mundo, totalmente enganchados a sus teléfonos de última generación y patinetes eléctricos cuyas baterías han supuesto la muerte y explotación de cientos de personas del Tercer Mundo se echen a las calles a cortarlas creando un caos de tráfico que dispara las tasas de polución urbana. Eso da igual, es guay y permite hacerse cientos de selfies que colgar en sus redes sociales tratando de autoconvencerse que así arreglan los males de este mundo.

       Inicié esta entrada con una frase de Albert Einstein, añadamos otra más: “La vida es muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.” Coincide así con otro genio español, Blas de Lezo, cuando afirmó que “una nación no se pierde porque unos la ataquen, sino porque quienes la aman no la defienden” y eso es exactamente lo que está ocurriendo en la actualidad, que los millones de personas del primer mundo vivimos engañados o autoengañados “defendiendo” el Medio Ambiente dirigidos por una adolescente que está viviendo la vida a todo lujo, permitiéndose hablar en nuestro nombre en las grandes cumbres mundiales cuando lo cierto es que es la menos indicada para ello. Porque, yo me pregunto, ¿qué preparación tiene esa cría para hablar de cambio climático, antes que reputados científicos? cuando ni tan siquiera acude a un instituto o una universidad ¿o es que nadie se ha tomado unos minutos para comprobar que en verano partió con un barco solar para ir a Nueva York a darse un baño de masas y de allí volver a embarcarse hacia Chile, para ahora –a medio camino- pedir ayuda para que alguien le pague el transporte ecológico a España? (tranquilos que el Gobierno en funciones de España, en el inicio de una recesión económica tremenda, ya se ha apresurado a decir que él lo hará gustoso, después de que en la cumbre de Nueva York ya donara unos cuantos millones de euros que no tiene en sus más que endeudadas arcas, ¡ahhh, pero qué gesto!, que diría Cyrano de Bergerac).

Imagen muy comentada en las redes sociales al pillar a Greta Thumberg desayunando copiosamente con envases de plástico de un solo uso y productos de lugares lejanos (plátanos) que requieren transporte en barco mercante y camiones.

Mientras tanto, cuestiones que deberían removernos todo tipo de sentimientos pasan completamente desapercibidas. Pero por hoy y por mí, no será, porque aunque resulte para algunos aburrido o de mal gusto, voy a hablar de una guerra olvidada que sigue ocurriendo actualmente, mientras todos nos disfrazamos en Halloween y nos preparamos para seguir recibiendo -en la cumbre de diciembre, en Madrid- más que acogedoramente a Greta Thumberg, marioneta de una millonaria industria ecológica. Es cuestión de tiempo que comience a comercializar ropas y merchandising con su nombre y su cara, y si no, el tiempo lo dirá.
Yemen, el país más pobre de África, se muere. Debemos remontarnos a la curiosa “primavera árabe” de 2011 que supuso un caos de alzamientos populares por toda África. Y digo curiosa porque ya han sido numerosos los periodistas que no han dudado en señalar a personajes infiltrados, a servicios de gobiernos del Primer Mundo, que agitaban a las masas contra sus dirigentes más o menos dictadores. Así, la guerra en Yemen lleva ya tres años de conflicto armado e iba a decir que “sin que nadie haga nada” pero claro, sería falso pues sí que hay gente que está haciendo algo. Concretamente, Estados Unidos, Francia, Israel, Arabia Saudí, y Emiratos Árabes unidos, entre otras potencias. Y como se imaginará el lector, ese “algo” no es ni mucho menos bueno.
                El 15 de marzo de 2019, en el medio Disclose se daba a conocer una nota de octubre de 2018 de la inteligencia francesa que informaba al presidente Emmanuel Macron del empleo por soldados saudíes contra Yemen de tanques Leclerc, radares Cobra, blindados Aravis, cañones Caesar, helipcóteros Cougar y Dauphin, cazas Mirage 2000-9 y otros elementos más de armamento francés vendido a los saudíes. Por si esto no bastase, el periódico Le Figaro ya había publicado en su ejemplar del 16 de junio de 2018 que soldados de las fuerzas especiales francesas (la élite del Ejército francés) colaboraron junto con fuerzas saudíes en la batalla de al-Hudayda, en la ciudad yemení de Hodeida.
Como era de suponer, ambos países se apresuraron a negar estos datos, confirmando que sí contaban con efectivos en Yemen, pero únicamente en sus fronteras, para evitar que el conflicto se extienda a otros países. Digo yo que igual si se dejara de armar a los bandos enfrentados, a lo mejor se lograba este objetivo…
Con más ética, o posiblemente con el fin de lograr más votos, el demócrata Bernie Sanders consiguió que la Cámara de Representantes del Parlamento de los Estados Unidos aprobara el 13 de marzo de este año un proyecto de ley que prohibía toda forma de participación de su país en este conflicto. Este proyecto de ley, sin embargo, debía ser ratificado por el Senado y Donald Trump –que quiere su parte de la tarta en el millonario negocio armamentístico mundial- ya se apresuró a dejar claro que haría todo lo posible para evitar que fuera aprobado. Mientras tanto, para febrero de 2019 ya habían fallecido por hambre 50.000 niños yemeníes. A día de hoy, Save the Children cifra en 85.000 niños menores de 5 años, los fallecidos en una hambruna que afecta a 14 millones de personas según las Naciones Unidas, intencionada por las grandes potencias para que se acuerde un alto a la guerra.
 Como en otros casos parecidos de África y Oriente Próximo, no tardó en hacer acto de presencia Al-Qaeda, a través de distintos atentados, a la vez que otros grupos armados alentados por diferentes gobiernos hacían lo propio. De esta manera, que el presidente Ali Abdullah Saleh cediera su puesto a su vicepresidente, Abdrabbuh Mansour Hadi, para evitar un desorden civil no sirvió de nada pues la agresividad e inestabilidad acabó propagándose a todo el territorio, y como muchos periodistas han mostrado, alentados por “señores de la guerra” del Primer Mundo. Distintos grupos de población se opusieron a Hadi, entre ellos muchos militares fieles al destituido Saleh, hutis (defensores de los zaidíes, chiitas), yemeníes descontentos con la manera de proceder de Hadi e incluso personas que vieron la ocasión propicia para tratar de independizar parte del sur del país. Y Yemen sucumbió a la guerra. Finalmente a principios de 2015 el bando armado en oposición a Hadi tomó la ciudad de Saná logrando el exilio de Hadi, haciendo al país ingobernable, al tiempo que las grandes potencias tomaban posiciones. Así, con el pretexto de apoyar a los sunitas, en marzo de 2015 entraban en el conflicto armado soldados de una coalición de ocho países árabes liderados por Arabia Saudí y respaldados por Estados Unidos, Francia y Reino Unido. Meses antes, los sunitas de Yemen habían apoyado a los Hutíes (que a su vez defendió la causa de los chiitas yemeníes), pero ahora los bombardearon a través de cazas franceses y anglosajones a fin, según estos países europeos, de lograr restaurar nuevamente el gobierno de Hadi. En verdad, lo que ocurría es que los hutíes habían conseguido el apoyo de Irán a su causa, dado que es de mayoría chiita y eso suponía una afrenta para Arabia Saudí, en eterno conflicto más o menos encubierto con su vecino del sur. Cómo no, Donald Trump se sumaba a ese ataque contra todo interés iraní.
De esta manera el país más pobre de toda África se convertía en rehén de los eternos intereses de naciones extranjeras, con el bastión USA + Arabia Saudí + Israel opuesto a Irán + Palestina + Irak, y milicias de estas dos alianzas derramando sangre sin ningún tipo de control, ética ni límite.
En diciembre de 2017, en el bando de los hutíes (apoyado por Irán y sus aliados) acabaron por desentenderse del que fuera presidente del país antes del alzamiento popular y Ali Abdullah Saleh terminó siendo asesinado. Así las cosas, en 2018, mientras los rebeldes (la coalición en teoría suní, aunque apoyada por anglosajones y Francia) controlan el sur, los hutíes (apoyados por Irán y sus aliados) siguen en Saná y parte del centro-norte de Yemen. Hadi sigue exiliado y extrañamente, tanto radicales de Al-Qaeda como del autoproclamado Estado islámico han realizado varios atentados en territorio de los hutíes, confirmando la frase atribuida a Winston Churchill “la política crea extraños compañeros de cama”, si bien más me atrevería a afirmar que no es la política sino el afán desmedido de dinero lo que hace que franceses y terroristas islámicos compartan el mismo bando.
Cuando las Naciones Unidas pidieron explicaciones a los dirigentes europeos implicados en esta alianza extraña, respondieron que actuaban para evitar que Irán y sus aliados armaran al bando de los hutíes y prosiguieran matando yemeníes. Se ve que se les olvidó precisar que ellos harían lo propio con el otro bando.
Israel, por medio de su presidente, Benyamin Netanyahu, admitiría tardíamente su participación en el conflicto de Yemen –concretamente en la Conferencia Ministerial sobre la Paz y Seguridad en Oriente Medio, celebrada en Varsovia en febrero de 2019-, dejando claro su implicación en el conflicto, junto con los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, desde los primeros días de las revueltas. Netanyahu también había admitido tiempo antes sus continuos ataques en Siria para debilitar el bando al que apoyaba Irán, como ya señalé en mi libro “Isla Bermeja: conflicto geoestratégico. La isla fantasma que encadenó a México y el aleteo de la mariposa”, al tratar la guerra de Siria. La verdad es que al menos debemos reconocerle su franqueza, pues otros presidentes implicados se esfuerzan por negar su participación, indirectamente demostrada.
Así, tres años de derramamiento de sangre después y poco a poco, están empezando a despejarse las brumas del conflicto: todo estaba justificado con tal de controlar el territorio con prometedores yacimientos de petróleo detectados en el desierto de Rub-al-Khali. El problema es que esta área se extiende por parte de los territorios de los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Yemen y Omán. De esta forma, ¿por qué no matar dos pájaros de un tiro y amasar millones con el lucrativo negocio de la venta de armas, en un conflicto que a la vez les permita controlar grandes reservas de hidrocarburos en un mundo en el que las ya existentes, o bien se están agotando, o bien ya están en manos de determinadas potencias con suficiente armamento como para disuadir de quitárselas? Como acertadamente dijo en una ocasión el dictador norkoreano, Kim Jong-un, Estados Unidos fue contra él no porque tuviera armamento nuclear, sino precisamente porque carecía de éste. Afortunadamente para Kim, cuenta con el apoyo de China, lo que hace que Trump mida bastante los pasos que dar.
Y claro, Francia, Estados Unidos y Reino Unido corrieron también a pugnar por el control de estos hidrocarburos. Recordemos que cuando USA inició la segunda guerra de Irak, Francia hacía manifestaciones populares masivas no porque mirara por la población civil, sino porque hasta entonces tenía unas condiciones de pago de barriles de petróleo muy por debajo de lo que les supondría adquirirlos de hacerse USA y Reino Unido con estos yacimientos de oro negro. Lo mismo cabe decir sobre el conflicto en Afganistán, por donde discurren kilómetros de oleoductos.
Pero si hay algo que resulta verdaderamente escandaloso son las revelaciones que la periodista búlgara Dilyana Gaytandzhieva sacó a la luz en Arms Watch, evidenciando cómo la Resolute Support Mission, o lo que es lo mismo, la misión de las tropas de la OTAN en Afganistán no son más que una tapadera para que las empresas armamentísticas norteamericanas armen hasta los dientes a los yihadistas del Daesh que operan en Yemen. No será la única, ya que esta periodista ha venido publicando diversos documentos que muestran cómo de igual forma las US Task Force Smoking Gun, unidades de élite del ejército norteamericano, vendieron en Croacia numeroso armamento para el Frente al-Nusra, que finalmente sirvió para armar a los terroristas yuhadistas en Siria.

Lo malo de todo esto es que ninguno de nosotros estamos a salvo de este materialismo repugnante que no duda en llevarse por delante la vida de miles de personas que habitan en esos lugares. De hecho, resulta curioso que durante la segunda guerra de Irak, el trío de las Azores -George Bush hijo (EEUU), José María Aznar (España) y Tony Blair (UK)- sufriera atentados que les arrebataran la popularidad suficiente como para hacer que Reino Unido y España retiraran sus tropas y apoyo de la guerra de Irak, algo que favoreció a Francia y Marruecos, entre otros países.

De izquierda a derecha, José Manuel Durao Barroso (presidente de Portugal hasta 2004, cuando pasó a ser presidente de la Comisión Europea), Tony Blair (presidente de Reino Unido) y Georges W.Bush (presidente de EE.UU) oyen la opinión de José María Aznar (presidente de España).

Regresando a la guerra de Yemen, es más que evidente que ha favorecido y sigue siendo rentable a todos aquellos países que venden armas. Y recordemos que España se encuentra en el top 10 de ellos. Con todo, no han faltado periodistas que sonrían cínicamente ante las palabras del presidente israelí ya que la presencia de tropas de este país en los conflictos de Siria y Yemen es anterior al apoyo iraní en ambos conflictos armados. Sin embargo, entristece comprobar cómo los medios de información de Europa han optado por mirar hacia otro lado ante tales revelaciones en un conflicto que a todos incomoda o saca los colores, mientras que proporciona sustanciosos ingresos a las grandes empresas armamentísticas. Mejor seguir con las noticias irrelevantes de los concursantes de Gran Hermano de los diversos países y continuar riéndole las gracias a la adolescente sueca de trenzas, que igual e inteligentemente se está lucrando a costa de todos. Show must go on o como dijo el filósofo latino, “panem et circenses”, pan y circo para el pueblo.



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