miércoles, 2 de abril de 2014

La domesticación del gato


       Hasta hace unos años, la historia oficial consideraba que el gato se había domesticado por primera vez en Egipto. De hecho se han preservado numerosas momias de estos animales que posiblemente eran sagrados ya hacia el tercer milenio antes de nuestra era, al matar serpientes, ratones, lograr ver en la oscuridad y tener unos ojos que se apresuraron a imitar.  También en numerosas tumbas, principalmente femeninas, se les menciona. Y no solo eso; al país de los faraones le debemos el dicho popular de que" siete vidas tiene un gato", puesto que consideraban que un gato se transformaría en un humano una vez se hubiera reencarnado siete veces. 

       Se sabe que con el tiempo existió un culto a una diosa con cabeza de gato, llamada Bastet,  considerada hija de los dioses Osiris e Isis. Cuando un gato moría, la familia que era su dueña pasaba un periodo de luto, tanto interno como externo (ya que se eliminaban el vello de la cabeza, incluido todo el cabello). En las familias más pudientes, los gatos fallecidos eran momificados y preservados en un peculiar templo. 
         Uno de ellos se encontró en 1888, en la actual ciudad egipcia de Beni Hasan, que albergaba más de 300.000 cuerpos de gatos momificados.
        De hecho, para tomar la ciudad de Pelusio, que ofrecía fuerte resistencia a las tropas turcas, el rey Cambises II (cuyo ejército perdido en el desierto fue ya tratado en esta web) ordenó atar gatos vivos a la cara externa de los escudos. Como preveía, los egipcios no atacaron, temerosos de dañar a los animales, y la victoria se decantó del lado persa.
    
Pues bien,  todo cambió en 2004, durante unos hallazgos realizados en Chipre que atestiguan la presencia de estos pequeños felinos en el VIII milenio antes de nuestra era, junto a restos de seres humanos. Los historiadores han interpretado este descubrimiento como una consecuencia del progresivo desarrollo de la agricultura.
     A medida que los hombres comenzaban a recolectar semillas, almacenándolas cada vez en mayor cantidad, los roedores comenzaron a multiplicarse en mayor número, constituyendo auténticas plagas que echaban a perder los alimentos destinados a convertirse en prácticamente el único sustento durante las épocas de sequía o frío. Los gatos salvajes, linces, zorros y comadrejas comenzaron a frecuentar estas pequeñas urbes infestadas de roedores y serpientes que depredaban a estos, y el ser humano fue familiarizándose con los pequeños felinos al ver el beneficio que ambas especies podían obtener de la convivencia. Y como concluía la película Casablanca, ese fue el comienzo de una bella amistad.
      En la imagen se muestran los esqueletos tal cual fueron hallados (el de ser humano por encima del esqueleto del gato) en depósitos de 9.500 años de antigüedad.

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