Nada parecía presagiar el hallazgo, cuando comenzaron las
labores de excavación para construir los cimientos de lo que sería una nueva
urbanización en la región francesa de Champagne-Ardenne. Pero para sorpresa de
todos, las palas excavadoras desenterraron las tumbas de cuatro jóvenes aristocráticas (a
juzgar por el amplio ajuar funerario que poseían) del siglo III a.C., enmarcado
por tanto en la cultura de La Tène, celta.
Como es costumbre en estos casos, se inició un
rápido proyecto arqueológico para estimar la relevancia de los hallazgos,
rescatar la mayor parte de ellos y obtener toda la información posible, antes de perderse para
siempre bajo las nuevas viviendas.
Para
sorpresa de los arqueólogos, uno de los esqueletos -muy mal preservado- parecía
corresponder a una mujer fallecida hacia la treintena de edad. Sus dientes, bien preservados en
su posición anatómica correspondiente, fueron lo más relevante ya que en lugar de
uno de los incisivos superiores (coloquialmente, “paletas”) había un clavo de
hierro. En opinión de los investigadores, en su día debió estar recubierto
de algún material perecedero (goma vegetal, madera o hueso), hoy perdido pero
que pudo tener forma de la pieza dental inexistente, similar a los implantes dentales actuales. Esta es al menos la opinión del
equipo de expertos, dirigido por Guillaume
Seguin y publicado en la revista científica Antiquity.
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