Estando
unos días de vacaciones por el Pirineo aragonés, me he llevado una muy grata
sorpresa al toparme con una de las iglesias más iniciáticas que he visto nunca.
Tenía toda suerte de características que evidenciaban en el silencio, a gritos, lo
mágico de aquel lugar.
Entre ellos estaban
muchos elementos que paso a comentar a continuación. A saber:
San Miguel pesando almas al más puro estilo egipcio faraónico (que ya comentamos en otra entrada), está tallado en uno de los capitelles de la entrada y posteriormente fue realizado en forma de fresco en uno de los muros del interior de la catedral.
San Miguel pesando almas al más puro estilo egipcio faraónico (que ya comentamos en otra entrada), está tallado en uno de los capitelles de la entrada y posteriormente fue realizado en forma de fresco en uno de los muros del interior de la catedral.
Algunos
pasajes de la vida de la Virgen María (Madre de Dios, la Madre Tierra por
tanto, la Madre de la Creación), tanto en los capiteles exteriores como
tallados en en interior de la cripta, en el féretro pétreo que hace las veces
de ara.
Esferas
sagradas talladas por doquier, rosas cuyos centros están perfectamente
dispuestos geométricamente (las matemáticas rigiendo la naturaleza, la escala
de Fibonacci, la música de las esferas, el número aúreo…).
Virgen
negra o madre-trono como me gusta llamarlas, que en su día fue quemada por los
censores de la iglesia y que actualmente ha sido reemplazada por una
estatua de piedra blanca ubicada en el ábside de la cripta, donde en su día
estuvo la original.
Un
santo, en un capitel de la portada a la izquierda de San Miguel con la romana,
que según la guía es San Vicente y que porta un bote en su mano, representación
del noble arte de la alquimia. A
la izquierda de este capitel ¿San Jorge o San Miguel? ¿O un caballero matando un dragón de
siete cabezas?.
Ya
dentro de la catedral, a la izquierda del coro nos topamos con una antigua
capilla en cuyo marco externo superior puede leerse: Santa Bárbara ora pro nobis, o “Santa Bárbara, ora por nosotros”.
Curioso que en este lugar se ruegue a la santa virgen que controla las tormentas
(equivalente al Thor escandinavo o al Zéus romano), que a la vez hablaba “la
lengua de los pájaros” (como el
sabio Salomón también la hablaba, una manera sutil de referirse a la alquimia) y a la patrona de los mineros (los que
trabajan bajo tierra) que les proteja.
Cripta
subterránea de culto a la Madre Tierra, presidida –cómo no- por una
virgen-trono o Madre Tierra portando la rosa, la esfera o la manzana del
conocimiento, que ofrece a todo aquel que se le acerca a adorarla.
Torre octogonal. El ocho en el esoterismo islámico representaba lo divino, la cuadratura del círculo. Posteriormente los masones asumieron las torres octogonales en sus construcciones iniciáticas. Una prueba de ello es la ermita del patrón soriano San Saturio (Soria), o la torre del campanario de la iglesia de Villaverde del Monte, también en la provincia de Soria entre otros muchos ejemplos de construcciones realizadas por masones.
Torre octogonal. El ocho en el esoterismo islámico representaba lo divino, la cuadratura del círculo. Posteriormente los masones asumieron las torres octogonales en sus construcciones iniciáticas. Una prueba de ello es la ermita del patrón soriano San Saturio (Soria), o la torre del campanario de la iglesia de Villaverde del Monte, también en la provincia de Soria entre otros muchos ejemplos de construcciones realizadas por masones.
Ajedrezado
como elemento decorativo, que en la catedral de la Roda aparece en el claustro,
cerca del techo. Representaba el blanco y el negro, la combinación de los
opuestos y además era el estandarte distintivo de los templarios.
El
agua, tanto en el río (el Isábena) como en el centro del claustro, a modo de
pozo.
No
aparece el tridente o pata de oca (si bien no me extrañaría que apareciera en
forma de marca de cantería en sus piedras), pero sí la cruz paté usada por el
Temple primero, y por el propio Vaticano, posteriormente.
Como
se observa en la imagen, hay numerosos elementos decorativos que nos recuerdan
a los genitales masculinos, nuevamente referencias a la fertilidad en sí como
elemento creativo o de formación de nuevos seres vivos.
Pero
si hay algo que me ha fascinado ha sido hallar entre las distintas lápidas que
decoran los muros del claustro, una en la que se puede leer con total claridad
“Lucifer esperus”, esto es, nuestro lucero
del alba. En otras palabras, en este templo que desde que se consagró
hacia el siglo IX ha sido un lugar de culto de manera ininterrumpida, allá por
el siglo XV o así, cuando esta lápida se realizó, aún se rendía culto a la
estrella vespertina, o en otras palabras, se estudiaba la astronomía.
Otro
dato curioso, el primer templo cristiano erigido en la Roda de Isábena fue asolado por el hijo de Almanzor,
Abd El Malik.
No
me gustaría concluir esta entrada sin recomendar a los visitantes finalizar su
visita con una muy buena comida en el antiguo refrectorio al que se accede desde el claustro, en una sala entre pinturas
góticas y música clásica de fondo mientras se degustan manjares tan deliciosos
como gazpacho de melón, ciervo con salsa de arándanos o cuajada casera con miel
del lugar y frutos secos.
Por cierto, mi sincero agradecimiento a la labor del padre Mosen J.M. Leminyana, tristemente fallecido hará cinco años. Su labor para preservar y reconstruir el patrimonio usando similares materiales que los originales en la propia catedral de la Roda y en derruidos templos cercanos ha sido impagable, luchando por traer a nuevas familias jóvenes a los pueblos que iban quedándose abandonados, ayudándoles a reconstruir casas y monumentos, siendo además numerosas las ocasiones en las que no dudó en pagar de su propio bolsillo muchos gastos acarreados en estas obras.
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