Los seguidores de mi blog ya se
habrán percatado de mi afición por conocer y profundizar en lugares sagrados
que desde hace milenios han sido considerados peculiares por las sucesivas
culturas que habitaron en la zona. Ya sea por las características geológicas, o
bien por las fuerzas telúricas que allí se manifiestan (que generalmente
suelen ir relacionadas, ya que ciertos minerales de las rocas suelen servir
como cajas de resonancia para dichas energías naturales liberadas en esos
enclaves), como señalaba Juan G. Atienza, suelen acabar acarreando la existencia
de ciertas visiones o hechos considerados como milagrosos, o bien “manifestarse
las fuerzas malignas”, pero lo que es cierto es que estos lugares no suelen
pasar desapercibidos. Y por lo general, el Temple no solía andar lejos.
Ya
mencionamos enclaves curiosos en la Galicia mágica y medieval (aquí), también en la Sintra misteriosa (Portugal) y su vecina extremeña (aquí), sin olvidarnos de la Soria precristiana, medieval abordada aquí y templaria, por citar unos pocos ejemplos. Hoy quiero analizar una zona catalana que ha
sido considerada sacra desde hace milenios, concretamente en la provincia de Barcelona,
en la comarca de Osona. Me estoy refiriendo a la población de Roda de Ter y sus
alrededores mágicos.
Sant Serni de Tavèrnoles, detalle de algunos
de los roquedales pintados y modificados desde épocas prehistóricas en el
Paraje Natural de les Guilleries (Savassona).
Lo
primero que sale a recibirnos nada más acceder a la localidad desde la autovía
que viene de Vic es una descomunal colina que clama haber estado poblada
desde antigua. Una cruz aporta más pistas, como queriendo sacralizar ese
extraño paraje despoblado de restos o viviendas. Efectivamente, dice la
página web del ayuntamiento de la localidad que ésta remonta sus comienzos a la
época ibérica; allá por el siglo VIII a.C., fuertemente amurallada, pasó a ser
romanizada siglos más tarde, hasta que la llegada de los godos a Hispania
volvería a reconstruir esta vieja y decadente población tan bien abastecida por
las aguas del Ter –río sagrado que baña igualmente el paraje donde se encuentra
la bella iglesia románica de Santa María de Ripoll-, reconstruyendo también su
sistema defensivo.
Ya
en época árabe hay evidencias de nuevas construcciones de fortificaciones
cristianas contra los sarracenos. Esto brevemente, en lo tocante a la sucesión
de culturas que allí se han instalado.
Pero
lo que realmente me ha cautivado ha sido la similitud que he encontrado,
salvando las distancias y peculiaridades históricas, de esta zona con la Meteora de Grecia, pues
aquí como allí podemos encontrar bellas iglesias y monasterios medievales
asomados a los roquedales de precipicios verticales, sobre la llanura (conocida
como “la plana”) por la que se paseará el río Ter dejando una sucesión de
meandros en cuyas proximidades se desarrollaran distintos núcleos de población.
Viniendo
desde Vic, antes de llegar a Roda de Ter, veremos a la derecha un cartel señalando
el Parador Nacional de Tavèrnoles. Invito a coger esa carretera y seguirla
hasta que termine en el bello monasterio de San Pere de Casserres. Se pasará
cerca de un antiguo poblado ibero, así como de la población de Savassona, tan
rica en leyendas y tradiciones como de megalitos.
La
carretera va ascendiendo y conforme avanzamos en el “sombrero rocoso” que
corona esta parte sobre el río Ter comprobaremos que prácticamente en
cualquiera de sus salientes hay una iglesia románica. La carretera continúa
hasta situarse entre un gran cañón en su parte interna y unas elevadísimas
paredes verticales sobre la llanura del Ter, en su parte externa.
Detalle de tumbas
antropomorfas visigodas en el poblado ibérico de la Esquerda, de la iglesia
de Tabérnolas o Tavèrnoles con atención a su ábside y a la iglesia de similar
estilo de Sant Romà, en Vilanova de Sau (frecuentemente bajo las aguas del
pantano de Pau).
Esta
zona fue muy cristianizada durante la Edad Media, eliminándose en la medida de
lo posible todo rastro pagano. Con todo, a unos 58 km por carretera
(antiguamente, campo a través, seguramente no estaría a más de 30 km), en pleno
núcleo telúrico volcánico de Olot, hay evidencias de cultos matriarcales muy
arraigados en forma de Virgen-trono negra, la Virgen del Tura.
Aunque la
iglesia sufrió el destrozo parcial consecuencia de un terremoto, la talla románica
sobrevivió. Y si echamos un vistazo a las costumbres de la zona, podremos
hacernos una idea de lo profundamente arraigada que estaba la tradición
matriarcal milenaria, observando cómo junto a la talla, a principios del siglo
pasado aún se ubicaba la talla de un buey, símbolo que clama a voces a los
iniciados, de la existencia del culto al Rey Sagrado y que tenía mayores dimensiones que la propia Virgen. Como se aprecia en la
imagen, hacia 1944 este buey se fue relegando a un segundo plano (imagen
central, la talla se ha cambiado por un animal más pequeño que no hace
intención de levantarse) para finalmente desaparecer del rito, actualmente
(figura derecha).
Personalmente,
considero que debieron existir más tallas negras, al menos una en la zona de
Savassona, por desgracia perdida o destruida por religiosos tan cortos de miras
como empeñados en erradicar cultos milenarios a la naturaleza y sus virtudes.
Baldaquino de Sant
Serni de Tavèrnoles (s. XIII), “Piedra del Hombre” en el paraje natural próximo
a Savassona, donde en una de las rocas hay tallado un ser humano y existe una
grieta-cueva que recuerda una vulva (Cova de les Grioteres). ¿Es casualidad que
las tradiciones hablaran de mujeres que en noches de Luna Llena frecuentaban
esta zona para tener relaciones íntimas con el mismísimo Diablo, al que solían
describir con peculiaridades propias del dios griego Pan, de la fertilidad y de
la naturaleza?.
La
toponimia popular lo clama a gritos, encontrando una enorme mole rocosa de 15
metros de altura, cerca de Savassona (tomar el camino hacia San Feliuet de
Savassona, bella iglesia del s. XI, de una sola nave y ábside aún rectangular) conocida
como “piedra del diablo” y que a buen seguro debió ser un altar-santuario ibero,
a juzgar por los canales labrados en la roca que servirían para recoger la
sangre del animal sacrificado en cántaros rituales y que posiblemente más tarde
se esparciría por los campos de labranza para que tomaran la fertilidad del
semental sacrificado dando así abundantes cosechas.
Precisamente
ese poder revitalizante de las víctimas sacrificadas fue el que llevó a
realizar, no lejos de este altar, las tumbas antropomorfas neolíticas excavadas
en la propia roca posiblemente con la creencia que dicha sangre ayudaría a los
allí enterrados a su paso al Más Allá renaciendo a una nueva vida que les
estaría aguardando.
En el mismo
paraje destaca otro petroglifo que muestra una figura humana y que se le suele
conocer como “Piedra del Hombre” o “Piedra del Niño” y que si se mira con atención veremos que en lugar de falo posee una depresión
en la zona del vientre que más interpreto como una figura femenina. Junto a
ella, casi borrada y en mayor tamaño (en la imagen he resaltado los contornos),
la imagen de un bóvido que encuentra extraordinariamente semejante al conjunto
visto antes de la Virgen del Tura, en Olot.
Lo que está
claro es que los pueblos prerromanos, los iberos entre ellos, creían en “el
bosque animado”, concibiendo la naturaleza como un conjunto de deidades y seres,
a veces bonachones y otras veces maléficos, que habitaban en todos los
elementos. Esta idea está tan arraigada aún en áreas que no fueron intensamente
cristianizadas, como puede ser la cornisa cantábrica, donde aún se sigue
manteniendo todo un cosmos de seres mágicos que parecen habitar en sus bosques
y parajes naturales. Eso mismo ocurre aquí en Savassona, donde los lugareños
aún creen que hay determinados “seres extraños” en los bosques de la zona,
existiendo relatos de alaridos, quejidos, susurros e incluso llamas oídas y
vistas en las noches de luna clara, en estos parajes. La explicación más
sencilla es la del viento atravesando cañaverales, vegetación y posibles fuegos
fatuos consecuencia de la combustión del metano producido al descomponerse la
materia orgánica, pero con todo considero de una gran riqueza cultural el hecho de que
aún hoy día continúen perviviendo este tipo de creencias del animismo milenario
que debió darse en toda la Península Ibérica. Tanto es así, que aún hoy es
frecuente encontrar en los distintos santuarios marianos, llaveros o colgantes
en forma de bellota o vieira con la imagen de la virgen (generalmente talla
tipo virgen-trono y negra) en su centro.
Distintos llaveros de vírgenes
negras que aún hoy continúan gozando de gran devoción en España, claramente
relacionados con cultos matriarcales milenarios:
1. Virgen del Tura (Gerona), 2.
Virgen de Loreto (Italia), 3. Virgen del Pilar (Zaragoza), 4. Virgen de
Guadalupe (Cáceres), 5. Llavero-rosa que se abre (Santuario San Benito,
Sevilla), 6. Llavero-bellota con la Virgen de Guadalupe (Cáceres) y 7. Curioso
llavero de la virgen de Regla (Chipiona, Cádiz) junto a la Tau o báculo del
Maestre.
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